Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
noticia solo la he encontrado entre nuestra prensa en ABC, RTVE y Telecinco, a través
de Europa Press. Mientras todos destacan en portada la candidatura de Hillary Clinton a las
primarias demócratas a la presidencia de los Estados Unidos, la noticia de que
han puesto el nombre de Malala a un asteroide cuyo nombre hasta el momento era
un impersonal "316201", ha tenido un eco más modesto:
«Les informo con gran placer que he bautizado
el asteroide 316201 con el nombre de Malala», ha comunicado la conocida
astrónoma Amy Mainzer a través de una entrada del blog de la Fundación Malala,
malala.org. «Nos enteramos de la impresionante historia de Malala y pensamos
que si alguien se merecía que le pusieran su nombre a un asteroide, esa era
ella», ha apuntado.
[...] Mainzer explica que, como descubridora
de este cuerpo astronómico, tiene derecho a ponerle nombre conforme a la
normativa de la Unión Astronómica Internacional. «Es un gran honor ponerle el
nombre de Malala», ha apostillado.
Se trata de un asteroide que orbita alrededor
del Sol entre Marte y Júpiter y que tarda 5,5 años en dar una vuelta completa.
Tiene unos 4 kilómetros de diámetro y su superficie es muy oscura, explica la
propia Mainzer.*
Es una
alegría que el nombre de Malala esté ahora en ese asteroide, que Amy Mainzer
haya pensado en ella y no haya caído en la tentación de poner cualquier otro,
como su personaje de serie favorito o algo similar (me da que es seguidora de
Juego de tronos). También es importante que lo considere un honor porque así se
reconoce el papel impulsor que Malala puede tener en muchos ámbitos al ser un recordatorio de una situación y de que es posible vencerla. Más allá de
la persona, Malala es un símbolo, un icono que ayuda a vencer el miedo allí
donde hay mucho, donde ir a una escuela o abrir un libro es un riesgo para tu
vida.
Ayer se
cumplía, en mitad del olvido informativo, el primer aniversario del horrendo
secuestro de las 200 niñas en Nigeria, a manos de esa facción de la barbarie
que se llama Boko Haram. Estos bárbaros en su territorio representan el mismo
odio a la educación que movía las armas talibanes contra Malala Yousafzai. Aquellas
niñas son mártires de la educación como lo es Malala y todas las niñas que en ella
se representan. La grandeza de Malala es precisamente que es la cara tras la
que se encuentran millones de niñas de todo el mundo a las que una parte de su
sociedad prohíbe que puedan tener un futuro al margen del que se les ha escrito
por el hecho de nacer mujeres.
La
ignorancia es la sumisión, la dependencia. Por eso extienden e imponen esa idea
de que la educación es mala. Y lo es,
desde luego, para los que ven peligrar sus privilegios milenarios, la
obediencia que exigen. La matanza hace unos días de casi 150 universitarios es
una demostración más de este crimen contra la inteligencia y el futuro. Todas
estas fuerzas retrógradas no están dispuestas a que el mundo cambie, a que se
escuchen otras voces que no sean las de sus órdenes y prédicas. No quieren otro
mundo.
«Mi sueño era convertirme en científica
(...). Mi consejo para las niñas es que la ciencia y la ingeniería son para
todos», ha destacado Mainzer. «Necesitamos mucho del potencial intelectual de
todas las personas inteligentes para resolver los problemas más difíciles de la
Humanidad y no podemos prescindir de la mitad de la población», ha argumentado.*
La
astrónoma Amy Mainzer es, como Malala, un ejemplo para otras muchas niñas del
mundo. Ella pudo cumplir su sueño. Es subdirectora científica del proyecto
espacial Wide-Field Infrared Explorer
y ya hay un asteroide, el 234750, que lleva su nombre, Amymainzer. Y Mainzer admira a Malala. Malala y otros millones de
niñas de todo el mundo deben admirar a las Amy Mainzer del mundo y soñar que
sus nombres podrían acabar en un asteroide, recorriendo el espacio, a millones
de kilómetros de la Tierra, y no como acabarán muchas de ellas, esclavizadas,
atadas a su pueblo y familia, sin más vida que la de ser un utensilio
doméstico.
En su tuit del 11
de marzo, Amy Mainzer escribe: «Quick
q: If you work in science, technology, engineering, or math, how old were you when you knew that's what you wanted to do?» Buena pregunta, pero depende de
dónde hayas nacido. Si lo has hecho en Kenia o en Nigeria o en Pakistán, o en
Afganistán o... en tantos lugares en los que ser una niña implica no tener
acceso a ese tipo de sueños, que pueden ser cortados de raíz por la rabia de
alguien que se cree con el derecho de decidir su futuro.
Las
niñas perdidas, a las que muchos dan por muertas, no tendrán la ocasión de
plantarse la pregunta que Mainzer hace. Debería haber doscientos asteroides con
sus nombres para recordar a los bárbaros que, como les dijo Malala, pueden
esclavizar su cuerpo, pero no su alma, que será siempre libre y soñadora.
El
asteroide con el nombre de Malala nos recuerda todas sus causas, las que hace
suyas, como la de las niñas robadas en Nigeria. Nosotros de nuevo las
recordamos aquí, que sus familias no sientan nunca que están solas, olvidadas
de unos y de otros. Hoy, el día en que nuestros periódicos se volcaron en la
candidatura de Hillary Clinton, estamos de nuevo junto a Malala, con las niñas
nigerianas y le agradecemos a Amy Mainzer haber llevado al espacio todo lo que
muchos olvidan cada día.
El
sueño de Malala Yousafzai sería poder escribir en el futuro un tuit preguntando a las niñas de su país,
de todo el mundo, cuándo decidieron dedicarse a la ciencia o las artes o a
cualquier actividad en la que pudieran ser libres. No sé si lo veremos
nosotros, pero ese día llegará.
Mientras
unos se preguntan si Hillary Clinton llegará a la Casa Blanca, otras se
preguntan si podrán llegar vivas hasta la escuela. Así de variado y extremo, de
contradictorio y mal repartido, es el mundo.
* "La NASA bautiza un asteroide con el nombre de
Malala" ABC 12/04/2015 http://www.abc.es/sociedad/20150413/abci-malala-nombre-asteoride-nasa-201504121921.html
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