Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
aplazamiento de las elecciones parlamentarias egipcias sigue teniendo
consecuencias. Tras declararse inconstitucionales algunos artículos a partir de
la denuncias de los que preferían, según se dijo, que no se celebrarán a que
fuera declarado inconstitucional el parlamento resultante. Esto ya ha sucedido
cuatro veces en la historia parlamentaria egipcia.
El
gobierno había convocado a los partidos políticos a celebrar una reunión para
ir avanzando en la revisión de la ley electoral, declarada inconstitucional. Ahram Online nos cuenta el encuentro
y cómo acabó:
A meeting aimed at eliminating constitutional
gridlocks standing in the way of Egypt's long-delayed parliamentary elections
ended abruptly on Tuesday amid verbal clashes and acrimony.
Minister of Parliamentary Affairs Ibrahim
El-Heneidy told reporters that Prime Minister Ibrahim Mahlab was forced to end
the meeting with political parties and other national figures after verbal
clashes erupted among the attendees.*
La descripción de lo que ocurrió en la reunión de los
partidos no tiene desperdicio. El
ministro de asuntos parlamentarios ha señalado que "the meeting began
calmly and continued quietly for two hours, but at the third hour verbal
clashes flared." En la tercera hora estalló todo. Y
"todo" significa que salieron a la luz todos los conflictos subterráneos
de un sistema en donde lo que se busca es la reducción del adversario para
eliminarlo de la vida política. Uno pudiera pensar que excluidos los Hermanos
Musulmanes, lo que quedan podrían tener una base común, aunque fuera circunstancial,
una estrategia de dejar los enfrentamientos para las campañas electorales y
posponer los conflictos hasta después de las elecciones. Estaríamos
equivocados.
Ante las elecciones egipcias, las posturas están más o menos
claras. Están los que piensan, aunque no lo digan, que el parlamento es
innecesario con un presidente fuerte, que se puede gobernar un país con mano
firme y firmando decretos, como se ha hecho desde el momento que se disolvió el
parlamento islamista y después desde la elección de al-Sisi. Aunque lo piensen,
la imagen internacional sería penosa y la "hoja de ruta" se
incumpliría. El primer debate, si se puede llamar así, fue si había que
celebrar primero las elecciones presidenciales o las parlamentarias. Espero que
ahora se entienda el porqué.
La otra postura es la de los partidos que quieren que haya
elecciones parlamentarias, pero que han entendido que la ley les reduce a la
nada en un parlamento cuya mayoría está integrada por "independientes"
y un buen grupo de parlamentarios designados directamente por la presidencia.
En este marco, el papel de los partidos pasa a ser ridículo y, lo que es peor,
su atractivo social nulo. Uso la forma "atractivo" de manera
deliberada pues creo que es el concepto que describe mejor a una sociedad que carece
de unos planteamientos ideológicos después de décadas de personalismos, por un
lado, y de religión por otros. Entre el personalismo y la religiosidad política
apenas ha quedado lugar más que para la cosmética. Pensemos que la ideología
más asentada sería el "nasserismo", es decir, lo que pensaba Nasser
que era adecuado. Nasser tenía atractivo y fuerza, que son dos formas no
constituyen una ideología en sí, sino que están vinculadas a la persona. La
"sisimanía" es una forma parecida de fuerza y atractivo en donde la
dirección de lo aceptable se
invierte: las cosas son aceptadas porque las hace el presidente.
Mientras no
haga nada que atente contra los límites
externos de lo aceptable, lo que haga es bueno. Los límites externos son
las líneas rojas cuyo traspaso la gente no aceptaría. En la forma negativa lo
podemos ver en la acusaciones a Mohamed Morsi, el presidente islamista derrocado:
venderse a potencias extranjeras (es de eso de lo que se le acusa) e ir contra
la religión. En este segundo caso, la exclusión del islamismo del sistema
político implica que usan de la religión para ir en contra del pueblo. Para que
esto funcione hay que declarar su ideología como perversión religiosa, algo que se ha hecho. Si eso es lo negativo,
lo que excluye al líder y su partido, lo contrario es el nacionalismo
patriótico, la entrega a la patria, etc., y el orden religioso. Como sabemos, son
los dos pilares del "sisismo". El régimen de al-Sisi ha equiparado
—como hemos visto varias veces aquí— a "ateos" con
"terroristas", considerándolos como dos formas extremas de peligros
que atentan contra Egipto. De esta manera el régimen se asegura no ser atacado
por los dos frentes globales más delicados: el nacionalismo identitario egipcio
y el elemento piadoso.
En las peleas que se produjeron en la reunión de los partidos
políticos se aprecian los conflictos horizontales y verticales. Los primeros
son los que se dan entre partidos; los segundos los que se dan con el gobierno.
Un ejemplo de estos conflictos horizontales lo tenemos en
los que desencadenaron la bronca de la tercera hora:
The first clash flared up when Mahmoud Farghal,
chairman of the Social Justice Party, was given the floor. Instead of
presenting his party's proposed amendments to the law, Farghal launched a
scathing attack on "the Muslim Brotherhood and its ideological
partners."
The Social Justice Party was set up under the
regime of former president Hosni Mubarak.
Directing his words at Mahlab, Farghal stressed
that "Egypt's coming parliament must not include any Muslim Brotherhood
remnants or Salafist elements."
"We should take the utmost care in
amending laws in order not to allow Muslim brothers and Salafists to infiltrate
the coming parliament in any way," said Farghal.
Ashraf Thabet, the deputy chairman of the
Salafist Nour Party, objected to the mention of Salafists, saying that
"Farghal's words contain an unacceptable remark."
"In a national dialogue meeting, all
participants must respect each other and should rather focus on presenting
their proposed amendments to election laws," he said.*
Los salafistas del Nour pueden decir que no son un
"partido religioso", aunque no se lo crea nadie. Estuvieron dando el
apoyo al derrocamiento de Morsi y su estrategia era beneficiarse precisamente
de ese "islamismo residual" que llevó a la victoria a los Hermanos
Musulmanes y los dejó a ellos como segunda fuerza más votada. Los ataques del partido
de la Justicia Social, de izquierdas, cuyos principios son la "lealtad
nacional" y la "Sharia como fuente de la legislación" a los
salafistas pretenden dejarlos fuera. Meterlos en el mismo saco junto a los
Hermanos Musulmanes es considerarlos "terroristas" y entrar en la
cárcel en vez de en el parlamento. Mientras no se celebren elecciones es fácil
dejar fuera del sistema y mandar a la periferia. Pero cuando se celebren las
elecciones, ya no será tan sencillo ni internamente ni ante la comunidad
internacional. Los salafistas, lógicamente, se defiende y dicen no ser un "partido
religioso", prohibidos por la constitución enmendada y exhiben su apoyo al
régimen. Pero la discusión está garantizada.
Y el conflicto se extiende con la intervención de los demás
partidos:
The spat heated up when Nagi El-Shehabi,
chairman of Al-Geel Party (Generation Party) and a long-time parliamentarian
who had served as an MP both before and after the 2011 revolution, intervened,
asking Farghal to stop his "random attacks".
Farghal responded by lashing out at El-Shehabi,
describing him as "a Muslim Brotherhood loyalist who should keep
silent."*
No es difícil imaginarse las discusiones. Algunos pensarán
que incluso la finalidad de la reunión eran que se pelearan y cuanto más mejor,
ya que eso seguirá retrasando las elecciones o dará más poderes al gobierno
para imponer su criterio ante la falta de acuerdo. La acusación de "leal"
a la Hermandad o ser un mero apéndice de ellos es el límite pues ahora mismo
representan el "eje del mal". Acusar a alguien de tener detrás a la
Hermanos es lo peor que se le puede decir a alguien.
Los partidos políticos tras después del 25 de enero de 2011 |
Joining the fray, Alaa Abdel-Azim,
secretary-general of the Free Republican Party, accused Mahlab and his
government of doing their best to delay parliamentary elections.
"This government has never taken any
serious step towards creating a powerful parliament or establishing a real
multi-party system," said Abdel-Azim.*
Ibrahim
Mahlab, jefe del gobierno, por supuesto, responde rápidamente: "The
government is doing its best to meet an ambitious economic and political agenda".
Ellos están a lo suyo, mientras que los demás se dedican a enfrentarse
entre ellos. Con ello se transmite una imagen más de distanciamiento: el
gobierno vela por el bienestar del país, atiende sus problemas, mientras que los
políticos se dedican a discutir y a no
respetarse.
Esto crea una percepción negativa de los partidos. En
realidad es la que crea la misma estructura del parlamento, en donde tienen un
papel minoritario. Si el sistema parlamentario que se diseña parte de este
recelo, difícilmente se podrá trabajar desde ellos.
La crónica de Ahram Online se cierra con esta idea:
Margaret Azer, a former Wafd Party official,
told reporters that the national dialogue meeting on Tuesday was frustrating.
"Strong differences among political
parties over election laws and lack of good debate led the meeting to
degenerate into bad verbal clashes that could adversely affect the image of
political parties into the eyes of most Egyptians," said Azer, adding that
"political parties with personal interests and foreign agendas should be
excluded from such national dialogue meetings."*
El espectro egipcio es un galimatías atomizado de partidos en
el que cuentan más las relaciones que
las ideas, cuyas diferencias son
mínimas en algunos casos y abismales en otros. Se pueden fusionar las ideas,
pero difícilmente las personas o los grupos. La observación final sobre
"intereses personales" o "agendas internacionales" en los
partidos es la forma habitual de descalificación. Difícilmente se puede
construir un sistema democrático si todo el que opina de forma diferente es un
espía de otra potencia, un hereje o un corrupto que solo busca su beneficio.
Esto se aplicó en las elecciones presidenciales al que se atrevió a presentarse
frente a al-Sisi.
El efecto del personalismo es demoledor porque no generará
nunca un verdadero sistema democrático, sino sistemas cainitas. Lo primero que hizo Sadat cuando llegó al poder fue
encarcelar a los nasseristas. Luego buscó una excusa.
Las dos horas de silencio fueron las únicas de calma,
suponemos que porque durante ellas solo habló el gobierno. Pero la calma duró
lo que el silencio, al llegar la tercera hora.
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