Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Acabo
de ver el cortometraje egipcio The victim,
dirigido por el joven Safwan Nasser El-Din. El filme cuenta ya con más de un
millón de vistas en YouTube, lo que es una buena señal, pues su centro es el
acoso sexual, un mal del que Egipto no logra desprenderse o, en vista de las
proporciones del problema, del que muchos no quieren prescindir. Las cifras
internacionales dadas sobre el acoso, y que el filme recuerda, indican que más
del 91 por ciento de las mujeres egipcias han sufrido algún tipo de acoso sexual.
Para escándalo de muchos de ellos, es uno de los países etiquetados como más
conflictivos para las mujeres, en donde el machismo sigue imperando en privado
y en el trasfondo de las instituciones.
La
película es un filme eficaz que ha elegido una manera reflexiva, un monólogo,
junto a una suerte de expresionismo simbólico. Su puesta en escena no puede ser
más sencilla: una mujer en el centro de un círculo de hombres. Escuchamos a la
mujer en sus reflexiones mientras que los hombres del círculo son un vociferante
grupo que transmite su violencia a través de gestos y gesticulaciones. No les
escuchamos. Nos basta con ver la agresividad del coro para sentir la presión
que la mujer padece en el centro de ese círculo.
De ese coro surgen
individualizados dos estereotipos masculinos, el del "macho" que
busca ser respetado, adorado, luciendo su cuerpo y fuerza, que busca ser temido, y el del
cobarde libidinoso, el pervertido al que le falta valor. Los dos acosan a la
mujer. Como es propio de un coro, entonan un canto en el que repite, que es
ella la que les provoca, que se merece la repuesta que obtiene de los hombres a
los que busca.
La
reflexión de ella en este punto es sobre la paradoja de la "víctima culpable".
Es a ella, la que sufre el acoso, a la que se responsabiliza de los ataques.
Los hombres son siempre provocados y responden
como está en su naturaleza. De ahí se llega a la parte final, en la que
ella se sacude los miedos y se enfrenta a los hombres con el compromiso de no
volver a dejarse apabullar, dominar o acosar. Desde ese momento, las
reflexiones que escuchamos son una llamada al valor, al coraje de decir
"¡basta!" por parte de las mujeres.
En
apenas diez minutos, se han desgranado los mecanismos del machismo patriarcal y
se han establecido los argumentos para perderle el miedo al acoso. Al menos esa
es la intención de la obra. En la publicación Cairo Scene, en donde se da
cuenta de la obra y su director, se señala:
The idea for the film came about after El Din
heard the harrowing tale of one of his own friend's experience with sexual
harassment and began penning the script after two days. "I spoke to many
of my female friends and we got lots of opinions, very hard ones, and some very
sad stories, that helped me when creating the film," he explains.
It's strangely rare for the issue of sexual harassment
to be put forth by men in this culture, but El Din sees it differently, "I
don't differentiate between a man and women to discuss any issue. We are all
affected by it, your sister, your mother or your wife can be victims."
The climax of the short film sees the woman
rise up against the men and a lifetime of harassment, as the men shy away in
fear. We hope, in this case, life will imitate art.*
Ese es
el deseo de de todos los participantes en el proyecto, desde luego. Pero a
veces la vida tarda bastante en imitar al arte; incluso, a veces el arte tarda
bastante en llegar a la inteligencia. El arte, de hecho, ha sido el fabricante
de esa mitología masculina y forma parte del paquete sumiso a través de la cultura popular que podemos ver en
muchas formas.
Por eso
el filme de Safwan Nasser El-Din tiene el gran valor, por encima de sus méritos
estéticos, de poner sobre la mesa la contra imagen necesaria para salir de la
ensoñación. No me chocó que el primer comentario a lo publicado en Cairo Scene fuera la negación absoluta
del problema, una característica esencial de la mentalidad que lo sostiene.
"Somos musulmanes, no hacemos estas cosas", dicen. "Aquí
tratamos muy bien a la mujeres, que son esposas, madres, hijas y hermanas. Las
tratamos mejor que en Europa".
Al
igual que señalábamos el otro día en circunstancias similares, se trata de
taponar las fisuras del sistema para que este no se resquebraje. La cuestión de
la mujer es esencial y por eso está en el punto de mira. Se ha hecho ya una
cuestión incontrolable y por eso la virulencia de los ataques contra ellas,
contra su educación y su independencia laboral. Hay que evitar estas fisuras
para evitar que la mujer haga reventar el sistema. Como hace la protagonista de
la película, devuelve un retrato del hombre y de la sociedad que ha hecho a su
imagen y semejanza que lo deja en evidencia, su debilidad y sus miedos.
Es
desde esta situación crítica, provocada por la pérdida de miedo de las mujeres
a sacar a la luz lo que realmente ocurre en las calles y entre las paredes de
las casas, desde la que hay que analizar muchas situaciones. Por eso lo ataques
contra las mujeres que se defienden, acusándolas de feministas y de brazo
armado de Occidente, destinadas a hundir familias y religiones con su rebelión.
Por eso también los intentos de elaborar un "feminismo islámico" que
les sirva de contrarrevolución intentado frenar el escándalo de la situación de
las mujeres en un tiempo en el que ya no es posible encerrarlas en casa y
contarles una versión unilateral del mundo, por más que algunos lo intenten.
Los
intentos islamistas de rebajar las edades de los matrimonios y fomentar el
matrimonio infantil, al igual que la vuelta a la poligamia que algunos tratan
de recuperar como genuino islamismo, forma parte del movimiento de matar el problema
antes de que surja. Un matrimonio a los diez o doce años garantiza el control
sobre esa mujer que tendrá un primer hijo a los 16 o 17 años. Después la vida
sigue su curso. No es exageración; fue lo que trató de hacer el gobierno de
Morsi en su breve "reinado". Rebajó la edad de los matrimonios y dio
facilidades crediticias para las segundas bodas. La mujer es un objetivo
callejero y político o, si se prefiere, de política callejera y doméstica. Las
que se plantaron en Túnez ante la constitución islamista fueron igualmente las
mujeres, que no estuvieron dispuestas a retroceder en lo que tenían ganado. Las
mujeres son la auténtica revolución.
El 23
de marzo, firmado por la periodista independiente Reem Abdellatif, aparecía en la
publicación Egyptian Streets, un escalofriante artículo titulado "Exposing
the Secret of Domestic Abuse in Egypt". La periodista no tuvo necesidad de
investigar demasiado para escribirlo: contó su propio caso desde el principio.
It wasn’t easy growing up as a teenage Muslim
girl, with a father who thought he owned your body just because he put a roof
over your head or food on the table. Not just that—this was a Muslim man who
perverted the teachings of his own religion to justify the sexual abuse that he
inflicted upon me, his own daughter.
He would say a good girl “must listen” and
“respect” her father’s needs.
“You think I’m spending all this money on you
just so another man can have you?” he would say to me as he tried to brush up
against my breasts or backside. He would make jokes out of it. But I knew this
abuse was no joke. I would scream at the top of my lungs, curse him, and
sometimes even slap him in the face to defend myself.
It’s difficult and almost impossible to explain
what it feels like to be treated like a piece of property, a useless object
that is only created to satisfy the sexual desires of a man—especially when
that man is your own father. I was so embarrassed by what he did that I was
scared to bring home my girlfriends. I was scared they’d find him out. I was
scared of being judged.**
Los que se empeñan en negar la existencia del problema para
no tener que analizar ni sus consecuencias ni sus raíces hacen un flaco favor a
la sociedad que sigue convirtiendo en víctimas a la mitad de su población,
condenada —como se denunciaba en el filme y en muchas otras obras— a sentirse
culpable cuando solo padece la violencia institucional de la otra mitad.
Muchos de los
problemas que padecen parten del principio de la negación de la realidad. El
silencio es la alternativa a su alcance. Pero tanto el filme como el artículo
son formas de acabar con el silencio y el estigma con el que se trata de evitar
que salga a la luz estas iniciativas. La hipocresía es una de las mayores
lacras que puede padecer una sociedad. El tartufismo
está causando la disociación entre lo que una sociedad preconiza como
perfección y los resultados reales que se barren debajo de la alfombra.
Conozco de primera mano las amenazas contra las personas que
se atreven a decir ¡basta!, cómo se las margina y obstaculiza de forma sutil en
sus trabajos o cómo las presionan en las familias para que sigan el sendero
adecuado. Nadie que no lo conozca se puede imaginar el esfuerzo agotador de
esta nadar contracorriente que supone defender los derechos y libertades de las
mujeres en unas sociedades que han hecho del acoso una práctica habitual. Por
eso es muy meritoria la existencia de organizaciones y personas que dedican su
tiempo, esfuerzo y dinero a tratar de ayudar a quienes lo padecen y tienen el
valor de pedir ayuda.
Son estas "fugas" las que el islamismo o
simplemente el tradicionalismo trata de evitar para que lo que ha sido
propiedad masculina, como señala Reem Abdellatif, deje de serlo. Por eso las
mujeres se unen y crean proyectos, para apoyarse mutuamente frente a la
retórica oficial y el descarnado mundo de la calle y los domicilios. El
silencio les es esencial para poder mantener la hipocresía, la facha exterior
de las "buenas personas". Por eso hace falta todo el apoyo disponible
para los que por denunciar reciben además el estigma de considerarlos traidores e impíos a través de un eficaz mecanismo de difamación social o
profesional.
Por supuesto el acoso, los abusos, etc. no son exclusivos de
un país. Pero es cierto que si no se considera un problema del que se pueda
hablar y se transforma, como denuncia el filme, a las víctimas en culpables, la
cuestión se agrava y es necesario denunciarlo. La constante queja del agravio comparativo, como la del lector es una postura absurda porque todos los indicadores, locales e internacionales, denuncian la situación. No hay más conspiración que la de quien trata de negarlo u ocultarlo.
"The Victim" no solo
es un manifiesto de la mujer que pasa a defenderse, sino una denuncia de la
hipocresía social que niega la existencia del problema y considera que lo
verdaderamente problemático es la denuncia porque daña el "honor" de
las familias y hasta la imagen del país. Las víctimas han decidido dejar de
serlo y tienen experiencia e inteligencia para comenzar a "mirar a la
cara" a sus agresores y preguntarles por sus traumas y complejos, por sus
imágenes distorsionadas de ellos mismos. Se ha pasado a la era de la deconstrucción
de esa masculinidad enfermiza que contamina la vida social convirtiéndola en una farsa hipócrita. Ese círculo que rodea a la mujer es una infección social, una enfermedad innombrable.
Mi mayor admiración por los que tienen el valor de sacar a
la luz lo que la hipocresía social quiere mantener en el fondo. He escuchado
muchas veces decir que esto es lo que a "Occidente le gusta escuchar"
cuando un artista o un informador lo denuncia. He escuchado cómo se les
adscribe a conspiraciones para dañar la buena imagen del país, del que son expulsados
socialmente, condenados al ostracismo o al exilio. Pero deben saber que lo que
hacen es intentar construir un país mejor, liberándole de las lacras que le
aquejan. También saben que las sociedades son muchas veces muy ingratas y que
no solo no reconocen sus problemas sino que condenan a los que tienen el valor
de denunciarlos. Y lo experimentan en sus propias espaldas.
Pero el tiempo les dará la razón. Ellas son el futuro; el círculo, el pasado.
Pero el tiempo les dará la razón. Ellas son el futuro; el círculo, el pasado.
* "THE VICTIM: A CINEMATIC FEAT AGAINST SEXUAL
HARASSMENT" Cairo Scene 16/03/2015
http://www.cairoscene.com/ViewArticle.aspx?AId=125239-The-Victim-Cinematic-Sexual-Harassment-Egypt
**
"Exposing the Secret of Domestic Abuse in Egypt" Egyptian Streets
23/03/2015
http://egyptianstreets.com/2015/03/23/exposing-the-secret-of-domestic-abuse-in-egypt/
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