Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
situación de los cristianos coptos en Egipto siempre ha sido complicada. Lo es
porque es una minoría cuya existencia depende de cómo quiera percibirla la
mayoría que la rodea. A diferencia de los otros, los coptos están obligados a jugar siempre con negras, a realizar sus
actos en función de cómo sean tratados o considerados.
El
diario Ahram Online dedica un largo, completo y complejo artículo a explicar la
situación de la comunidad copta, el diez por ciento de la población egipcia, en
distintos momentos de la historia reciente. Analiza los previos a la revolución
que trajo la caída de Mubarak, el periodo revolucionario, la llegada de los
islamistas de Morsi, su derrocamiento y el estado actual con el gobierno de
al-Sisi.
Una de
las imágenes que me gusta evocar de lo que quiso ser la hoy maltratada
revolución del 25 de enero de 2011 es la de los egipcios que,
independientemente de su religión, se consideraban iguales y con la obligación
de velar el sueño del otro durante los descansos en la Plaza de Tahrir. Unían
manos y cantos en la demostración de su reconocimiento de ser una misma
realidad nacional. Esa imagen hace tiempo que dejó de ser real por múltiples
intereses. Con la queja
de una mujer copta en este sentido se da comienzo al reportaje: "It was
only a few weeks after the revolution [of 25 January] when we thought, during
our days in Tahrir Square, that we were simply Egyptians and that the religion
barrier had fallen once and for all.”* Ser "simples egipcios"
no es sencillo, ni para los coptos ni para muchos otros probablemente.
El reportaje de Ahram Online, titulado "The
resurrection of the fearful Copt", acierta al situar en el centro de la
cuestión el miedo, que es lo que caracteriza a una minoría que ha sido
utilizada a los largo de décadas para mantener el poder.
En el artículo, los coptos lamentan que la política haya vuelto
a un tratamiento de minoría protegida y no de ciudadanía completa en la que
nadie tenga que proteger a nadie por lo que es. Esa política de protección ha
hecho que los coptos se sientan condicionados por la situación en que se les
pone.
La tibieza de las autoridades religiosas coptas por la
revolución se debió a la "protección" que Hosni Mubarak les había
dado. Eso les convertía en rehenes del sistema, al que tenían que agradecer que
los males no fueran mayores. Sin embargo, los coptos desoyeron los llamados y
fueron a las plazas a protestar contra un sistema que había llegado a sus
límites de ineficacia.
El periodo de los islamistas, evidentemente, fue el peor
para ellos y el miedo tenía un fundamento. Para los islamistas ganar
significaba hacer sentir a los coptos no solo que eran distintos sino ver
mermados sus derechos y aumentados sus miedos. Las quemas de iglesias y ataques
a la comunidad están ahí. Esta vez no era el miedo a lo posible, sino a lo que
estaba ocurriendo.
El hecho de que se vuelva a hablar de "miedo" es
un indicador de que la situación se ha hecho más compleja con el régimen
actual, una mezcla de los miedos anteriores en la que se teme exigir derechos
por temor a perder la protección que se les brinda después de la etapa
islamista en el poder:
Thabet calls this "a return to the Mubarak
parameters”, in which the state obtains the political positions it wants from
the Copts, in return for supposedly protecting them from the hatred or wrath of
the Islamists. There was no state protection for example, he explains, during
the concurrent attacks on Copts in 17 governorates after the forced dispersal
of the Brotherhood sit-ins in the summer of 2013 following Morsi's ouster.
According to Thabet, this is how the state
secured large participation from the otherwise very scared Copts in the
demonstrations of 30 June 2013. “If Copts hesitated, the state was sure to
remind them [how things worked].”
During the first day of the 2014 presidential
elections, Thabet said, a TV anchor known for her exceptionally close contact
with the state criticised the Copts for not turning out in large numbers.
“She was on air screaming, 'Where are you
Copts? Have you forgotten what El-Sisi did for you? Or do you want the Muslim
Brotherhood to come back?'” he recalled.
According to Thabet, on that day the Church
acted with great eagerness to secure an immediate increase in the turnout of
Coptic voters.
“I am not suggesting that Copts did not want to
vote for El-Sisi,” Maher said. "I am just saying that in 2014, the Church
was again having a direct and immediate influence on Coptic actions in a way
that did not happen in 2012."*
Para quien no esté familiarizado con esta forma de hacer
política, diremos que es bastante habitual. La mayor parte de los países árabes
tienen minorías religiosas de algún tipo y el voto del miedo o el apoyo es
invocado ante la posibilidad de que, como ocurrió en Egipto, la autoridades
decidan mirar hacia a otro lado mientras arden las iglesias o se use la
televisión oficial para lanzar a la gente contra los coptos, en uno de los
episodios más vergonzosos de la historia moderna egipcia. El episodio de
Maspero costó casi 30 muertos y cerca de 300 heridos, la gran mayoría coptos.
Es un recordatorio de lo que les puede pasar si, como entonces, los salafistas
les agreden y al protestar el ejército y la policía les remata.
El miedo vuelve a estar entre los coptos, como señala el
artículo. La amenaza de que si no permanecen en el lado oficial, podrían verse atacados y quedarse sin defensores es
una amenaza real, con precedentes. Ese grito de la presentadora oficialista recordándoles
que los islamistas pueden volver no es una fantasía, sino una estrategia vieja,
constante.
Para que esta estrategia funcione los coptos tienen que
estar unidos y la única forma de hacerlo es que están bajo la tutela de las
autoridades religiosas:
Georges Fahmy, a researcher at the Carnegie
Endowment for International Peace, sees the relation between El-Sisi and Pope
Tawadros II as those between former president Gamal Abdel Nasser and Pope
Kyrolos.
“It is very close and very direct," he
said. "It sets the grounds for the reduction of Copts to mere followers of
the Church, and has established a three-way relationship between state, Church
and Copts that is hard to escape.”
According to Thabet, this patriarch-president
equation benefits both sides: “The Church gives the president the full support
he wants, and in return that president gives the Church a free hand in
directing the lives of Copts — as if they were just Copts and not Egyptian
citizens.”
The state's decision to authorise the Church to
work out “a highly controversial Personal Status Law is a very good example of
this give-and-take,” said Thabet. “It is actually enshrined in the constitution
upon the wish of the Church.”
Fahmy is not hopeful of any change in this
equation "any time soon.”
“The Church, and I would dare say the patriarch
himself, is under the influence of what we could call the ‘old-guard clergy’,
who are very comfortable with being the sole representatives of the Coptic population,"
he said. "The expectations for reform inside the Church, that were
announced on arrival of Pope Tawdros, have been shelved.”
El gobierno se beneficia del apoyo copto y la iglesia copta
se beneficia de seguir manteniendo el control por miedo a lo que pueda ocurrir
fuera del ámbito de la comunidad. A ambos les interesa que los coptos estén
controlados, es decir, que exista la diferencia que divide a los egipcios en
cristianos y musulmanes en una proporción minoritaria.
De hecho a casi todos les interesa esa existencia. Los
coptos han sido el chivo expiatorio de los islamistas. Cuando han querido crean
conflictos, los coptos son los enemigos que conspiran eternamente contra
Egipto. Como decía un predicador islámico en una mequita italiana no hace mucho
—lo comentamos en su momento— los coptos
vestirán de negro hasta que logren recuperar Egipto, expulsando a los
musulmanes. Es fácil creer las historias que se cuenten sobre las
conspiraciones coptas porque se quieren creer. La mentalidad conspiratoria es
una constante y el rumor es suficiente, como ocurrió en muchas ocasiones, para
desencadenar una venganza piadosa por los que quieren creer las patrañas que
hacen circular constantemente.
La misma explosión del yihadismo es trasladada como agravio
contra los cristianos, coptos o no, señalando que se considera a los musulmanes
como terroristas y a los cristianos no.
Es una de las campañas más rastreras que se han visto en los últimos años.
Porque trata de volver los crímenes del Estado Islámico en "afrenta
cristiana". Pero lo que se cree es lo que se quiere creer. La obsesión de la división es la que
realmente está causando su propia desgracia, esa incapacidad de ver a otro egipcio como egipcio por el hecho de ser cristiano. El cristiano copto,
frente a otros traidores circunstanciales, es el traidor nato, del que todo se
cree, del que cualquier rumor es verdad. La ilusión de la unidad durante la
revolución duró poco, se nos dice varias veces en el reportaje.
La salida de esa situación en la que los coptos son
considerados como una "minoría" y no como unos ciudadanos más es lo que
recoge el artículo de Ahram Online en su parte final:
“When the president decides after the killing
of close to 20 Egyptians, who happened to be Copts, at the hands of the Islamic
State in Libya (in February) to go pay his condolences to the Pope at the
cathedral, he is simply stating that those killed are the subjects of the
Church, and not citizens of the state that he is heading,” he argued.
According to Fahmy, “Change would have to start
outside the Church, maybe with the establishment of a truly representative
Coptic political stratum that could find its way into parliament when
legislative elections happen.”
According to Maher, it could also happen if the
youth, who still have faith in change, manage to act more proactively to bring
the attention of the wider Coptic community to grievances from "the state
that claims to be protecting them when, in fact, it is only abusing them and
prolonging their fear.”
Moguib agrees that a good start could be made
from within Coptic youth groups, with the support of other Egyptian youth
groups.
“It might take a while before this happens,”
she however added, "because since Morsi's ouster, one cannot mark a clear
difference in the positions taken by the Church and by groups of Coptic youth,
although it is starting to happen."
Moguib insists that real change would have to
be societal, in the large sense “that makes members of society, irrespective of
faith or political creed, willing to perceive themselves, individually and
collectively, as citizens in a state rather than as Muslims or Copts – on both
sides.”*
En efecto la única solución —si es que le interesa a alguien—
pasa por deshacerse de la idea de "minoría" y el pleno reconocimiento
de la ciudadanía por encima de la religión. ¿Pero están en esa vía?
Evidentemente no. Todos los hechos, no solo las señales, van a que el régimen
egipcio sigue tratando de crear una nacionalismo musulmán a través del control
de las instituciones oficiales, como ya hizo Nasser. La vieja idea de que la
forma más fácil de controlar al país es a través de la religión sigue
funcionando, aunque en la práctica no lo sea, como también ocurrió finalmente.
De Nasser a al-Sisi, todos cometieron el mismo error, pensar que podían
controlar al país encarcelando a la oposición religiosa y dificultando la
organización política de fuerzas opuestas. Solo consiguieron el éxito en la
segunda faceta, en el debilitamiento de las fuerzas políticas que podrían sacar
a Egipto de este círculo vicioso en el que se encuentra. Les parecía que era
más fácil hacer pactos con los islamistas y dejarles la calle mientras ellos
tuvieran el control militar y policial del país. Pasado el tiempo, este
principio ha dado de sí muy poco. Los islamistas siguen siendo la fuerza mayor
porque se les dejó la sociedad a través de predicadores y cofradías, mientras
que el estado confiaba en las prebendas de la corrupción para que le
mantuvieran controlados los movimientos sociales.
El resultado hoy es que los grupos dedicados al terrorismo
desafían a todos los estados, musulmanes y occidentales, porque se les ha
dejado crecer. Ha bastado una señal para que las fuerzas se unan y se vuelvan
contra aquellos lugares en los que habían crecido con la esperanza de que
estarían controlados. Pues no lo estaban. Lo vemos todos los días y solo ahora
algunos comprenden el tamaño y consecuencias de su error.
La única forma de combatir el radicalismo religioso es
reducir su influencia social, no intentar controlarlo. Cuando creas que lo
estás controlando, descubrirás que eran ellos los que te controlaban a ti. Fue
lo que descubrieron con Morsi en el poder, lo poco fiables que son porque
tienen un fin claro, pero aceptan muchos caminos, incluidos los que les
ofreces.
Al ir a visitar, como bien señalan, al papa copto, el
presidente está concediendo que los 20 coptos asesinados en Libia eran una
clase diferente de egipcios. Por el mismo motivo, el papa le podría haber
visitado a él para mostrarle las condolencias por la pérdida de 20 ciudadanos
egipcios. Pero era más eficaz mostrarse como protector de la comunidad
minoritaria que como presidente de todos los egipcios.
La posibilidad de que, más allá de las cuotas los coptos, puedan desarrollar una vida política y ciudadana plena, como se señala al
final, es muy compleja y llevará tiempo. Pero necesitará, sobre todo, de la
recuperación de aquel espíritu de los jóvenes que se sintieron egipcios, por
encima de cualquier otra circunstancia, durante un tiempo. Fue posible; puede volver
a ser.
Algo que se repite en el artículo es la rebaja de las exigencias coptas, de la ciudadanía plena a la mera supervivencia. Es la jerarquía de las necesidades. Primero sobrevivir, después lo demás. Lo malo es que la estrategia de supervivencia puede quedar enquistada como una dependencia que impida evolucionar más allá.
Los coptos necesitan dejar de ser los "otros" y para que eso ocurra tiene que cambiar la mentalidad que les rodea, algo mucho más complicado de lo que simplemente parece. Hay demasiados intereses, demasiada hipocresía, demasiadas palabras. Es mejor tener un débil enemigo a mano sobre el que descargar las iras y frustraciones. De no ser así, pronto se corre el riesgo de que el incipiente "nacionalismo copto", alimentado por el acoso islamista, acabe dando frutos haciendo más complicada la situación. La violencia solo engendra violencia; la manipulación, manipulación.
Egipto dará un gran paso adelante cuando deje de mirar la filiación de sus ciudadanos, cuando considere a todos por igual y, más allá de la retórica, los considere por encima de su religión o falta de ella. Se dará un paso grande el día en que deje de haber "otros" a los que proteger o perseguir.
* "The resurrection of the fearful Copt" Ahram
Online 11/04/2015 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/151/127386/Egypt/Features/The-resurrection-of-the-fearful-Copt.aspx
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