sábado, 18 de abril de 2015

La barca y el caos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las noticias de detenciones de personas que intentan cometer atentados, ataques, secuestros, etc., van saltando de un país a otro. En ocasiones nos llegan informaciones del desmantelamiento de grupos con un mayor o menor grado de preparación de sus acciones o noticias, como las de hoy, sobre el paso de una pareja —ella española— y su hijo hacia Siria.
La percepción de este fenómeno en su conjunto no es sencilla. No hemos logrado unificar toda una serie de fenómenos como el asesinato de los dibujantes de la revista Charlie Hebdo, el atentado del maratón de Boston, el asesinato de los coptos en Libia, la quema de un piloto jordano, la destrucción de los tesoros artísticos antiguos en Irak, la guerra de Siria, los atentados contra escuelas en Pakistán, el secuestro de la niñas en Nigeria (y otras hasta completar 2.000), los asesinatos en la universidad en Kenia... y un sinfín de casos que vamos añadiendo a una nube difusa y cambiante. Se han acabado los fenómenos nítidos, las explicaciones sencillas y con ellos nuestra capacidad de concentrar recursos para la solución.


La misma idea de una "solución" se nos escapa sin poder definir el problema más que a través de problemas parciales que tienen efecto sobre el conjunto pero que no son la totalidad.
La primera cuestión, desde luego, debe ser esa: ¿estamos ante un problema o ante muchos? Esto es importante porque implica la concentración de recursos y esfuerzos allí donde sea más eficaz. Ejemplo: ¿acabaría la guerra en Siria con el problema? Creo que nadie medianamente razonable diría que sí. Lo más probable es que la violencia se traslade, unificada o fragmentada, a otros focos; que se liberen unas tensiones para que exploten otras.
Estamos ante conflictos dinámicos, históricos, no ante situaciones estáticas, puntuales; nada comienza en un punto, son cruces de líneas de problemas existentes. Explicamos los hechos, pero no los marcos. Hay marcos de dimensiones muy diferentes para encuadrar los conflictos locales y los problemas generales. Encuadrar un problema es un primer paso, al menos para entender el tipo de situación en la que estamos. El intento de considerar estas cuestiones como de "otros" es un gigantesco error, que forma parte de la misma constitución del problema. Las políticas estrictamente de defensa acaban creando las identidades de los "otros" que se definen frente al "nosotros" que creamos. Es importante, por el contrario, redefinir los "nosotros", hacerlos más elásticos, para poder liberar los "ellos", que dejan en tierra de nadie a muchos a quienes les horroriza esta situación y la padecen en primera instancia. 


El problema se debe resolver allí. Esto no es más que secundariamente un choque de civilizaciones; es el choque en el interior de una civilización a la que no se permite evolucionar por su propia dinámica interna. Nos afecta directamente, por supuesto, pero somos más excusa que otra cosa. Somos el enemigo exterior con el que se busca reunificar lo que se les escapa.
Las últimas horas nos han deparado otro horrendo caso: el de los emigrantes, cristianos africanos, lanzados por la borda de la barca en la que iban a la deriva por parte de sus compañeros de viaje, que han sido denunciados por los testigos del crimen. 


Podemos establecer hipótesis generales, como decir que era un grupo radical organizado, que fue premeditado, etc., pero es difícil sostener algo así. Es desgraciadamente la confluencia de las historias separadas de violencia, miseria y odio. Es lo extremo en una situación extrema. Esa barca era un microcosmos en el que se desató la violencia que se reparte por el continente. No, no eran yihadistas que fuesen a Siria. Por el contrario, se supone que eran personas que iban huyendo de la violencia y las persecuciones, de la miseria, camino de una Europa "cristiana", a un lugar mejor. Ni en su miseria común encontraron la capacidad de acercamiento, sino lo contrario, una ocasión para exterminar a los "otros". En esa barca a la deriva, amenazados por la muerte, mataron a aquellos con los que no querían convivir, ni tan siquiera morir. Eran tan africanos como ellos; tan míseros como ellos. Pero solo vieron lo que justificaba su odio. Normalmente, las desgracias unen, tienden a ayudar a superar las diferencias; hoy, en cambio, todos buscan separar.
Ese crimen horroriza por encima de cualquier creencia, igual a cristianos que a musulmanes. Hay que evitar dejarse arrastrar a un planteamiento de "guerra de religiones" porque la mayoría de las personas sensatas, la gran mayoría, no lo quieren. Ese planteamiento solo beneficia a aquellos que pueden beneficiarse de él. Y esos son los radicales que desean crear un punto de no retorno, un estado de ruptura que deje en sus manos el control social para imponer su visión intransigente.


El gran problema no es solo el radicalismo, sino la tibieza de muchos ante el avance del extremismo, que beneficia a los más radicales. Ese es el sentido de la difusión general del odio a través de vídeos destinados a provocar en unos y en otros sentimientos distintos, pero que les favorecen. Lo hemos dicho ya: el objetivo principal es provocar la islamofobia, el rechazo al conjunto. Construyendo esa muralla de rechazo a su alrededor se aseguran que no existirán fugas y una respuesta favorable a sus tesis como reacción. Nada agrada más a estos predicadores del odio que decir que los demás les odian. Siembran así el recelo en aquellos a los que les falta la decisión para enfrentarse a ellos. No están acostumbrados a resistir; solo a aplaudir al poderoso para sobrevivir.

Durante siglos, se ha logrado contener la posibilidad de reformas y se ha sabido dirigir cualquier disidencia hacia el exilio o se ha eliminado físicamente. No ha habido sitio para aquellos que abrían puertas a los cambios. Los que lo han intentado, han salido por la puerta de atrás y solo han salvado su vida si eran discretos. Hoy son necesarios y necesitan del apoyo y del respaldo porque son el único medio de transformación que pueda servir de ejemplo para canalizar la resistencia al odio. Son llamados traidores, herejes y blasfemos. Es la resistencia interior —a la que se dejó por el camino, deseosos de hacer alianzas con los que ofrecían más garantías para los intereses de terceros—, la que puede aportar soluciones: aquellos que predican convivencia, diferencia y apertura de las mentes. Pero su capacidad de liderazgo se ha reducido al mínimo porque se han silenciado sus voces en décadas. Se les ha señalado con el dedo, como enemigos, porque no se admitía otro liderazgo que el autocrático. Hasta que estos cayeron y se abrió la caja de Pandora. Se establecían oscuras alianzas con el poder, pero se dejaba fuera a los que podían llevar un pensamiento democrático, de convivencia y modernización.

El radicalismo ha surgido delante de sus ojos y de los nuestros. La idea de que era algo local y limitado, controlable por la fuerza, se ha visto que era equivocada. Cuanta más violencia haya, más atractiva será para los que la desean y más temor producirá en quienes no la desean.


Nuestro mensaje debería ser el apoyo a los que representan una alternativa al odio, el autoritarismo, al sectarismo. Los apoyos a los regímenes autocráticos no ha servido más que para generar ese odio que se ha sabido canalizar hacia quienes les apoyaban o miraban hacia otro lado en sus abusos.
Aquellos que tenían algo más que decir, que proponer, quedaban como figuras olvidadas, solitarias, peligrosas y comprometedoras para unos y otros.
Lo ocurrido en esa barca en el Mediterráneo es un episodio de un drama que no se está resolviendo. Nos muestra que ni en las peores circunstancias se aparca el odio que se está generando. No es una situación que se vaya a resolver. Debemos evitar ser arrastrados al odio porque no conseguiremos más que dar fuerza a los que viven de él.
En su artículo, titulado "Arab and Middle Eastern destructive chaos", Ahmed El-Sayed Al-Naggar presidente de Al-Ahram, tras analizar la situación en Yemen y Libia, finalizada así:

In conclusion, we can say that the state of destructive chaos that is widespread in some Arab countriesis a sabotaging chaos for states and societies, and it is the pool of sins of ruling regimes and destructive regional and international interventions. If there is hope in building any social and political structure that is stable, safe and capable of developing in the future, it must rise through returning to the negotiating table and resolving problems peacefully and respecting the will of peoples via the decisive verdict of free democratic elections. Any new structure must rise upon respecting freedoms, human rights, dignity and equality among people, regardless of religion, denomination, gender or ethnicity, and economic development and social justice. These are the only rules that establish social cohesion and stability based on consent, belongingness and readiness for sacrifice for the sake of the homeland, not the civil infighting that sabotages it and permits regional and international forces to intervene in a destructive way.*


Suscribimos su idea. La cuestión está ahora en si es posible creer todavía que aquellos que pueden sentarse en una mesa a negociar algo tienen el control sobre ese "caos destructivo" que está devorando el continente y creando conflictos más allá. La cuestión está en saber si precisamente las acciones violentas, los atentados y crímenes pueden ser detenidos o se ha llegado al nivel de odio que puede desatarse en una barca a la deriva en el Mediterráneo. Si es triste cada una de las muertes de ahogados en el mar intentado huir del caos, la tristeza de que hayan muerto a manos del odio por una reyerta religiosa abordo, produce una infinita melancolía. Nos muestra que ni en las situaciones más extremas se está dispuesto a dejar aparcadas las diferencias y que no pudieron dejar su odio en la orilla.
El Confidencial recoge:

"Los náufragos, muchos de ellos en lágrimas, explicaron que habían sobrevivido no a un hundimiento provocado por las condiciones meteorológicas adversas o por la precariedad de la nave sino por el odio humano", dijo en un comunicado la Jefatura de Policía de Palermo.**


Sí, son las lágrimas que nos provocan a todos. La cuestión es saber si lo que ocurre no tiene ya su propia dinámica distinta de la inicial. De ser así, todo lo que se acuerde será ilusorio porque estará lejos de sus manos detenerlo. Costará encontrar las fórmulas que permitan salir de esta situación. La historia es difícil de enderezar.

* Ahmed El-Sayed Al-Naggar "Arab and Middle Eastern destructive chaos" Ahram Online 9/04/2015 http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/127256/Opinion/Arab-and-Middle-Eastern-destructive-chaos.aspx
**  "Detienen a 15 inmigrantes por la muerte de 12 cristianos arrojados al mar en Italia". 16/04/2015 El Confidencial http://www.elconfidencial.com/mundo/2015-04-16/detienen-a-15-inmigrantes-por-la-muerte-de-12-cristianos-arrojados-al-mar_761507/

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