Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las
noticias de detenciones de personas que intentan cometer atentados, ataques, secuestros,
etc., van saltando de un país a otro. En ocasiones nos llegan informaciones del
desmantelamiento de grupos con un mayor o menor grado de preparación de sus
acciones o noticias, como las de hoy, sobre el paso de una pareja —ella
española— y su hijo hacia Siria.
La
percepción de este fenómeno en su conjunto no es sencilla. No hemos logrado
unificar toda una serie de fenómenos como el asesinato de los dibujantes de la
revista Charlie Hebdo, el atentado del maratón de Boston, el asesinato de los
coptos en Libia, la quema de un piloto jordano, la destrucción de los tesoros
artísticos antiguos en Irak, la guerra de Siria, los atentados contra escuelas
en Pakistán, el secuestro de la niñas en Nigeria (y otras hasta completar
2.000), los asesinatos en la universidad en Kenia... y un sinfín de casos que
vamos añadiendo a una nube difusa y cambiante. Se han acabado los fenómenos
nítidos, las explicaciones sencillas y con ellos nuestra capacidad de
concentrar recursos para la solución.
La
misma idea de una "solución" se nos escapa sin poder definir el
problema más que a través de problemas parciales que tienen efecto sobre el
conjunto pero que no son la totalidad.
La
primera cuestión, desde luego, debe ser esa: ¿estamos ante un problema o ante muchos?
Esto es importante porque implica la concentración de recursos y esfuerzos allí
donde sea más eficaz. Ejemplo: ¿acabaría la guerra en Siria con el problema? Creo que nadie medianamente
razonable diría que sí. Lo más probable es que la violencia se traslade,
unificada o fragmentada, a otros focos; que se liberen unas tensiones para que
exploten otras.
Estamos
ante conflictos dinámicos, históricos, no ante situaciones estáticas, puntuales;
nada comienza en un punto, son cruces de líneas de problemas existentes.
Explicamos los hechos, pero no los marcos. Hay marcos de dimensiones muy
diferentes para encuadrar los conflictos locales y los problemas generales.
Encuadrar un problema es un primer paso, al menos para entender el tipo de
situación en la que estamos. El intento de considerar estas cuestiones como de
"otros" es un gigantesco error, que forma parte de la misma
constitución del problema. Las políticas estrictamente de defensa acaban
creando las identidades de los "otros" que se definen frente al
"nosotros" que creamos. Es importante, por el contrario, redefinir
los "nosotros", hacerlos más elásticos, para poder liberar los
"ellos", que dejan en tierra de nadie a muchos a quienes les
horroriza esta situación y la padecen en primera instancia.
El problema se debe resolver allí.
Esto no es más que secundariamente un choque de civilizaciones; es el choque en
el interior de una civilización a la que no se permite evolucionar por su
propia dinámica interna. Nos afecta directamente, por supuesto, pero somos más excusa que otra cosa. Somos el enemigo exterior con el que se busca
reunificar lo que se les escapa.
Las
últimas horas nos han deparado otro horrendo caso: el de los emigrantes, cristianos
africanos, lanzados por la borda de la barca en la que iban a la deriva por
parte de sus compañeros de viaje, que han sido denunciados por los
testigos del crimen.
Podemos establecer hipótesis generales, como decir que era
un grupo radical organizado, que fue
premeditado, etc., pero es difícil sostener algo así. Es desgraciadamente la
confluencia de las historias separadas de
violencia, miseria y odio. Es lo extremo en una situación extrema. Esa barca
era un microcosmos en el que se desató la violencia que se reparte por el
continente. No, no eran yihadistas que fuesen a Siria. Por el
contrario, se supone que eran personas que iban huyendo de la violencia y las
persecuciones, de la miseria, camino de una Europa "cristiana", a un
lugar mejor. Ni en su miseria común encontraron la capacidad de acercamiento,
sino lo contrario, una ocasión para exterminar a los "otros". En esa
barca a la deriva, amenazados por la muerte, mataron a aquellos con los que no
querían convivir, ni tan siquiera morir. Eran tan africanos como ellos; tan
míseros como ellos. Pero solo vieron lo que justificaba su odio. Normalmente,
las desgracias unen, tienden a ayudar a superar las diferencias; hoy, en
cambio, todos buscan separar.
Ese
crimen horroriza por encima de cualquier creencia, igual a cristianos que a musulmanes.
Hay que evitar dejarse arrastrar a un planteamiento de "guerra de
religiones" porque la mayoría de las personas sensatas, la gran mayoría,
no lo quieren. Ese planteamiento solo beneficia a aquellos que pueden
beneficiarse de él. Y esos son los radicales que desean crear un punto de no
retorno, un estado de ruptura que deje en sus manos el control social para
imponer su visión intransigente.
El gran
problema no es solo el radicalismo, sino la tibieza de muchos ante el avance
del extremismo, que beneficia a los más radicales. Ese es el sentido de la
difusión general del odio a través de vídeos destinados a provocar en unos y en
otros sentimientos distintos, pero que les favorecen. Lo hemos dicho ya: el
objetivo principal es provocar la islamofobia,
el rechazo al conjunto. Construyendo esa muralla de rechazo a su
alrededor se aseguran que no existirán fugas y una respuesta favorable a sus
tesis como reacción. Nada agrada más a estos predicadores del odio que decir
que los demás les odian. Siembran así el recelo en aquellos a los que les falta
la decisión para enfrentarse a ellos. No están acostumbrados a resistir; solo a aplaudir al poderoso
para sobrevivir.
Durante siglos, se ha logrado contener la
posibilidad de reformas y se ha sabido dirigir cualquier disidencia hacia el
exilio o se ha eliminado físicamente. No ha habido sitio para aquellos que
abrían puertas a los cambios. Los que lo han intentado, han salido por la
puerta de atrás y solo han salvado su vida si eran discretos. Hoy son
necesarios y necesitan del apoyo y del respaldo porque son el único medio de
transformación que pueda servir de ejemplo para canalizar la resistencia al
odio. Son llamados traidores, herejes y
blasfemos. Es la resistencia interior
—a la que se dejó por el camino, deseosos de hacer alianzas con los que
ofrecían más garantías para los intereses de terceros—, la que puede aportar
soluciones: aquellos que predican convivencia, diferencia y apertura de las
mentes. Pero su capacidad de liderazgo se ha reducido al mínimo porque se han
silenciado sus voces en décadas. Se les ha señalado con el dedo, como enemigos,
porque no se admitía otro liderazgo que el autocrático. Hasta que estos cayeron
y se abrió la caja de Pandora. Se establecían oscuras alianzas con el poder,
pero se dejaba fuera a los que podían llevar un pensamiento democrático, de
convivencia y modernización.
El
radicalismo ha surgido delante de sus ojos y de los nuestros. La idea de que
era algo local y limitado, controlable por la fuerza, se ha visto que era
equivocada. Cuanta más violencia haya, más atractiva será para los que la
desean y más temor producirá en quienes no la desean.
Nuestro mensaje debería ser el apoyo a los que representan una alternativa al odio, el autoritarismo, al sectarismo. Los apoyos a los regímenes autocráticos no ha servido más que para generar ese odio que se ha sabido canalizar hacia quienes les apoyaban o miraban hacia otro lado en sus abusos.
Aquellos que tenían algo más que decir, que proponer, quedaban como figuras olvidadas, solitarias, peligrosas y comprometedoras para unos y otros.
Lo ocurrido en esa barca en el Mediterráneo es un episodio de un drama que no se está resolviendo. Nos muestra que ni en las peores circunstancias se aparca el odio que se está generando. No es una situación que se vaya a resolver. Debemos evitar ser arrastrados al odio porque no conseguiremos más que dar fuerza a los que viven de él.
En su
artículo, titulado "Arab and Middle Eastern destructive chaos", Ahmed
El-Sayed Al-Naggar presidente de Al-Ahram, tras analizar la situación en Yemen
y Libia, finalizada así:
In conclusion, we can say that the state of
destructive chaos that is widespread in some Arab countriesis a sabotaging
chaos for states and societies, and it is the pool of sins of ruling regimes
and destructive regional and international interventions. If there is hope in
building any social and political structure that is stable, safe and capable of
developing in the future, it must rise through returning to the negotiating
table and resolving problems peacefully and respecting the will of peoples via
the decisive verdict of free democratic elections. Any new structure must rise
upon respecting freedoms, human rights, dignity and equality among people,
regardless of religion, denomination, gender or ethnicity, and economic
development and social justice. These are the only rules that establish social
cohesion and stability based on consent, belongingness and readiness for
sacrifice for the sake of the homeland, not the civil infighting that sabotages
it and permits regional and international forces to intervene in a destructive
way.*
Suscribimos su idea. La cuestión está ahora en si es posible
creer todavía que aquellos que pueden sentarse en una mesa a negociar algo
tienen el control sobre ese "caos destructivo" que está devorando el
continente y creando conflictos más allá. La cuestión está en saber si
precisamente las acciones violentas, los atentados y crímenes pueden ser
detenidos o se ha llegado al nivel de odio que puede desatarse en una barca a
la deriva en el Mediterráneo. Si es triste cada una de las muertes de ahogados en el mar intentado huir del caos, la tristeza de que hayan muerto a manos del odio por una reyerta religiosa abordo, produce una infinita melancolía. Nos muestra que ni en las situaciones más extremas se está dispuesto a dejar aparcadas las diferencias y que no pudieron dejar su odio en la orilla.
El Confidencial recoge:
"Los náufragos, muchos de
ellos en lágrimas, explicaron que habían sobrevivido no a un hundimiento
provocado por las condiciones meteorológicas adversas o por la precariedad de
la nave sino por el odio humano", dijo en un comunicado la Jefatura de
Policía de Palermo.**
Sí, son las lágrimas que nos provocan a todos. La cuestión es saber si lo que ocurre no tiene ya su propia dinámica distinta de la inicial. De ser así, todo lo que se acuerde será ilusorio porque estará lejos de sus manos detenerlo. Costará encontrar las fórmulas que permitan salir de esta situación. La historia es difícil de enderezar.
* Ahmed
El-Sayed Al-Naggar "Arab and Middle Eastern destructive chaos" Ahram
Online 9/04/2015
http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/127256/Opinion/Arab-and-Middle-Eastern-destructive-chaos.aspx
** "Detienen a 15 inmigrantes por la muerte de 12 cristianos arrojados al mar en Italia". 16/04/2015 El Confidencial http://www.elconfidencial.com/mundo/2015-04-16/detienen-a-15-inmigrantes-por-la-muerte-de-12-cristianos-arrojados-al-mar_761507/
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