Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Esta
vez le ha tocado al incombustible Buteflika enterrar las revoluciones árabes.
Lo ha hecho con motivo del día de la Mujer Trabajadora, lanzándoles un discurso
aprovechando la celebración, como el que no quiere la cosa. La noticia de
agencias nos lo cuenta así:
El presidente argelino Abdelaziz
Buteflika advirtió a las mujeres argelinas del "peligro" de la
Primavera Árabe en un discurso pronunciado con ocasión de la celebración del
Día Internacional de la Mujer que sacudió en 2011 varios Estados del mundo
árabe.
"Todos hemos observado que
las dinámicas internas de algunos pueblos, sin embargo amantes de la
democracia, la libertad y la dignidad, que se han dejado instrumentalizar por
actores extranjeros, no obtuvieron ningún resultado salvo sufrimientos dolorosos
y nocivos", dijo Buteflika en su discurso.
El jefe del Estado agregó que su
país se dirige hacia una estrategia que garantizará "estabilidad
institucional como protección contra todo riesgo que amenace la soberanía, la
seguridad y la integridad", del país.
Buteflika calificó como
"frágiles e influenciables" las revoluciones de sus países vecinos a
los que aseguró "se vigilan de cerca", por lo que expresó la
necesidad de "reforzar el frente interior en beneficio exclusivo de la
nación "como medio de enfrentar una 'posible' desestabilización".*
La carrera política de Abdelaziz Buteflika es demasiado
compleja como para resumirla. Pero el caso es que lleva en el poder desde 1999,
por lo que él es la estabilidad que
tanto gusta en la zona. Buteflika ha sobrevivido a todo, incluido bombas y
colegas.
En un preclaro artículo de 2013, firmado por Ignacio Cembrero
en el diario El País con motivo de las matanzas tras el derrocamiento de
Mohamed Morsi, se resumía lo que había sido el caso argelino en los noventa
contrastado con el egipcio para estimar su evolución futura. Se indicaba
entonces resumiendo el caso:
La guerra civil que vivió Argelia
empezó con unos primeros atentados en el verano de 1992, ocho meses después de
la interrupción del proceso electoral, cuando miles de militantes del FIS,
incluidos sus líderes, habían sido encarcelados. La represión militar de
principios de ese año incitó a muchos jóvenes islamistas a empuñar las armas y
a adherirse al Movimiento Islámico Armado y al Grupo Islámico Armado (GIA).
Cuando la guerra alcanzó su cénit
(1994-1995) había probablemente en Argelia cerca de 30.000 hombres en armas
luchando contra el Ejército y las fuerzas paramilitares, pero también matando a
miles de civiles indiscriminadamente. De ahí que a los milicianos islamistas se
les tachase de terroristas. Las estimaciones más negras calculan que en la
década de los noventa la violencia se cobró cerca de 200.000 muertos en
Argelia. Como hoy en día en Egipto, muchos liberales y laicos argelinos se
alinearon con los “erradicadores” del islamismo.**
El temor de muchos de que el caso argelino se repitiera en
Egipto no era en vano. El veterano Buteflika queda como un precursor del camino
que se repite pasadas las décadas en la zona. El discurso que Abdelaziz
Buteflika ha aprovechado para lanzar a las mujeres es un signo más de que
aquello que casi todo el mundo vio con esperanza, como un movimiento hacia una
modernidad que se resiste, no convenció a los propios árabes. Pero tiene
sentido que se lo diga a las mujeres porque son las únicas que siguen
manteniendo el espíritu de una revolución que nos les llega, la igualitaria. La única esperanza de transformación, cada día parece más evidente, tiene que llegar a través de ellas. Son sus reivindicaciones y luchas las que pueden erosionar el poder bajo formas autoritarias. Por eso es también la primera y doble víctima.
La gran pregunta que se hacen todos es si es posible que
exista una revolución moderna que no sea secuestrada por los islamistas, es
decir, una revolución que no lleve a la involución histórica, o una revolución que
no acabe en un movimiento represivo, autoritario que se anule a sí mismo.
El Estado Islámico y otros movimientos similares son la
excusa para desprenderse de los islamistas, pero también de aquellos que puedan
ser críticos con los gobiernos en el futuro, como es el caso de Egipto y los
encarcelamientos de disidentes laicos y liberales que intentan una tercera vía
entre las dos formas autoritarias históricas. Cuanto mayor sea la presión para la transformación social más virulenta será la reacción islamista y cuanto más violenta sea la represión desde el poder, se estarán lanzando las semillas de la violencia fundamentalista futura. Cembrero se preguntaba en 2013 si el camino de Egipto sería el de Argelia o el de Turquía. Finalmente ha sido el de Argelia, muertos y cárceles. La estrategia turca les dio buen resultado a los islamistas, que son ahora los que reprimen y encarcelan. Una vez depurado el Estado, Erdogan puede comenzar su camino involutivo cada día.
La advertencia de Buteflika a las mujeres es en realidad un
aviso para navegantes, un reivindicarse ante los que van purgando sus revoluciones y elaborando un discurso autoritario que
alimenta sus propios enemigos y genera sus miedos. Es de este movimiento pendular
del que es difícil —hasta el momento, imposible— salir. Buteflika, un adelantado, un padre fundador.
¡Lástima de generación!
* "Buteflika advierte contra el peligro de la
"Primavera Árabe" a las argelinas" El día 8/03/2015
http://eldia.es/agencias/7987846-ARGELIA-MUJER-Buteflika-advierte-peligro-Primavera-rabe-argelinas
** "Argelia (1992) frente a Egipto (2013)" El País
16/08/2013
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/08/16/actualidad/1376674449_814375.html
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