Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Los
acontecimientos de estos días iban posponiendo un artículo que creo que merece
la pena comentar aquí. Lo firmaba en Ahram Online Mohamed Shuman, el decano de
la Facultad de Periodismo de la Faculty of Communication and Mass Media at the
British University in Egypt (BUE). El título del artículo es una pregunta, "Is
there an impartial media?" y en su escrito intenta contestarla. La
pregunta es una constante en la vida social allí donde se aspira a tener un
conocimiento aceptable de lo que sucede a nuestra alrededor, tanto en lo que
podemos llamar los "hechos" como en las opiniones que suscitan.
Se centra muchas veces el problema en al conocimiento de los
hechos y se valora menos el derecho a conocer también las opiniones de una
sociedad que es sobre todo interacción. Los hechos son la parte sustancial para
que ese debate social de la opinión sea realmente fructífero. La cuestión, como
en tantas cosas, estriba en el equilibrio entre factores en juego.
La cuestión en Egipto es crucial por el deterioro de los
medios de comunicación y su papel social y político, algo que hemos tratado
aquí en ocasiones a través de casos específicos al hilo de los acontecimientos.
La pregunta de Mohamed Shuman no es pues un mero ejercicio de retórica ante la
pregunta ingenua de un alumno en una clase de su Facultad, sino la reflexión
ante una situación social grave en la que los medios juegan un papel esencial.
Comienza Shuman situando el problema tal como está siendo
planteado:
There are a number of notions that have become
myths wrongly used, both politically and ethically. One of the most famous is
the widespread notion in political and media discourse that there is no
impartial or objective media, and that the media in the most established
democracies is owned by individuals and run as enterprises aiming at profit,
thus serving the interest of owners, or is controlled by advertisers or
governments.
Of course, this is not true. At best it is half
true because there are many regulations concerning the ownership of means of
mass media and its role in different democratic models. Neglecting this
reflects either ignorance or understanding with the intent of confusing issues.
This is done by using half truths to claim that both the privately-owned and
public media has the right to practice bias. Hence, it is the right of the
owners of satellite channels and newspapers, who spend money on these means of
media, to transform them into tools to serve their interests, and it is the
state's right to use the Egyptian Radio and Television Union to defend its
policies, right or wrong. This logic is to be refused totally and is far from
the truth of the relationship between media and politics in any democratic
society, or what it should be in one in transition, like Egypt.*
No se nos debe escapar para interpretar esto el hecho de la
compra del magnate Sawiris de6 56% de la cadena de televisión europea Euronews,
que nosotros comentamos aquí un día antes de la aparición de esta artículo en
Ahram Online con el título "A golpe de talonario o ¡que se prepare la
realidad!" [ver entrada]. Los motivos aducidos por Naguib Sawiris para la compra de la
mayoría de la empresa de Euronews era poder imponer una "visión positiva"
de Egipto a través de las emisiones. Las referencias a los magnates propietarios
de canales y periódicos podrían ampliarse más allá del egipcio. El dinero fluye
fácilmente en Oriente Medio para estos menesteres de controlar y dirigir la
opinión pública. En países en los que apoyar gobiernos suele tener un
importante rendimiento económico, político o ambos, los amigos ricos juegan
estos papeles de defensa interior y de oposición desde el exterior. El descaro
de Naguib Sawiris es una muestra de poder. Al contrario de lo que se haría en
otros lugares, su mentalidad conlleva la exhibición de la fuerza como muestra
de poder que puede desarrollar.
Como bien señala Shuman, el argumento de que no es posible
la existencia de medios independientes no es más que la coartada para matar su "independencia".
Proclamar este principio cínicamente es dejarse las manos libres para poder
estrangularla. En la mentalidad autoritaria no se valora la independencia de
los demás sino su capacidad para doblegarla. La información se convierte
entonces no en una forma de servir a la opinión pública sino de servir al
poderoso de forma lo más eficaz posible.
Hemos tratado múltiples casos de vergüenza periodística, de
sumisión babosa al poder, como el infame de la periodista Mona Iraqi, con su
retransmisión de la redada en un baño público de los que consideraba
"homosexuales", dentro de la cruzada hacia la perfección y la pureza
en su deseo de satisfacer al gobierno; hemos hablado de los ataques infames
contra personas que han disentido de las líneas gubernamentales; se ha atacado
brutalmente a lo que se iban (El-Baradei) o a los que se quedaban (Hamdeen Sabahi).
Todo ello convertido en un espectáculo vergonzoso con exhibiciones de piedad,
amor a la patria y superioridad sobre el resto de los países, a los que se ha
insultado y atacado sin pudor, como ocurrió con Marruecos recientemente.
Frente a esto, sobreviven los medios que pueden o tratan de
mantener una información alternativa tratando de informar de lo que ocurre o de
transmitir sus opiniones sobre lo ocurrido dentro del marco de una sociedad
que, como señala Shuman, está en "transición hacia una democracia".
Al menos esa es la versión oficial, que tampoco es fácil cuestionar. No puede
haber una democracia sin pluralidad y Egipto no camina hacia ella, pues no es
"pluralidad" declarar enemigos y traidores a todos los que disienten y
"mentirosos" a los que intentan decir lo que ven o piensan. Lo que se
fomenta es el servilismo y el silencio. Y ninguno de los dos es bueno para
construir una futura democracia. El ruido mediático no es pluralidad, sino el griterío desacompasado de los que compiten por
cantar las excelencias de los gobernantes.
La imparcialidad de los medios no es un absoluto, señala
Shuman. El papel de los propietarios no es señalar lo que hay que decir, aunque
los medios tengan sus propias líneas editoriales. Pero lo esencial es que
existan profesionales que se sientan comprometidos con su conciencia, con el
respeto al público —que no significa adularle— y con los hechos. Esto no es
solo cuestión de voluntad, sino de la existencia de leyes, instituciones y
códigos éticos que respalden la labor de los profesionales. No se trata de
regular la profesión, como algunos entiende, sino de fortalecer la libertad de
los que informan para proteger la de todos.
Señala Mohamed Shuman en el artículo:
What's important is that we attempt, through a
number of regulations and mechanisms, to ensure the realisation of the largest
extent possible of professionalism, balance and objectivity in all media
activities. The most important of these regulations are:
1. Laws that prohibit monopoly and spreading
news that instigates violence, hatred and discrimination.
2. Professional rules and regulations monitored
by independent bodies to organise the media, and permitting the creation of
independent syndicates for those working in media.
3. Civil society organisations that take
responsibility for defending the rights of the masses to receive accurate and
balanced news and information, and that opinion is not mixed with news.
4. A democratically elected parliament that
monitors overall performances in society and sets up laws and regulations that
protect national security and media freedoms.
Egyptian media lacks most of these enabling
conditions for various reasons. Thus, the performance of our media is in
continuous decline, especially in terms of objectivity and impartiality, which
are not realised more than 10 percent of the time, and maybe less. When we
complain that impartiality and professionalism are in decline, some come out
yelling, presenting examples of bias in American or British media. They are
examples. However, they face criticism within their societies. In addition,
these biased Western models should neither encourage nor justify our media
bias.*
En efecto, los puntos señalados por Shuman son barreras para
evitar el deterioro de algo tan importante para una sociedad como es la
información. Pero mis dudas surgen después de escribir esta última frase. ¿Es
eso realmente lo que quieren muchos? ¿Desean esa imparcialidad? ¿Desean ser
informados adecuadamente, aunque lo les guste lo que se les diga? ¿No prefieren
la difamación, el insulto, las acusaciones infundadas? Creo que gran parte de
la profunda división existente en las sociedades que se levantaron en la
Primavera árabe obedece a que esos valores de "independencia" no
están asentados en la totalidad, pues son parte de una tipo de mentalidad
democrática que no todos asumen. Se valora la fuerza antes que la verdad. Y la
fuerza es la capacidad de imponer la "verdad". Cuando el gobierno
egipcio ha detenido periodistas por "no decir la verdad" y los ha
encarcelado, estaba haciendo una demostración de "fuerza" y de
"voluntad de verdad", es decir, de convertirse en la única fuente de
reconocimiento de la "verdad". En este sentido, el papel que se les
pide a los medios es de meros comparsas, aduladores y repetidores mecánicos de
lo que el que tiene el poder desea.
El diario Egypt Independent (Al-Masry Al-Youm) publicaba
hace unos días un breve artículo de Mohamed Abu Gahr, titulado "Sawiris
and the illusory parliament". Abul Gahr es político socialdemócrata,
científico y profesor universitario, un activista de las libertades ya desde la
época de Hosni Mubarak. Reproduzco el artículo, que es breve, en su integridad
porque creo que representa un caso claro de lo expuesto anteriormente:
Two weeks ago, I wrote an article in Al-Masry
Al-Youm entitled “The Illusory Parliament.” It lasted for a whole week as the
most read article of the newspaper.
Articles like this one trigger debate, which is
good. It was responded to with constructive criticism. Yet certain TV stations
and newspapers fabricated lies unrelated in any way to the article I wrote.
I chose not to reply to such lies until Naguib
Sawiris, founder of the Free Egyptians Party, said in an interview with Al-Mal
newspaper that he fired Rami Radwan, the host of the Sabah Online program,
because he followed instructions by the security agencies to lambast me for
writing this article.
I had not watched that episode, but a lady from
ONTV called me and apologized deeply for the incident.
Also, a friend of mine gave me recordings of
another TV station that spread lies about me. He told me this station was
pro-Mubarak but then supported the 25 January revolution and later the Muslim
Brotherhood. Today, it supports President Sisi. He told me that he would expose
them on YouTube, but I asked him not to do so because it would be unethical.
The president's office sent me a letter that
Al-Masry Al-Youm has published, asking me very politely to send the laws that I
said in my article were unconstitutional. I did so four days later, and the
response of the presidency was a shock to those who had attacked me.
No matter who disagrees with Naguib Sawiris,
everybody knows that he is a patriot to the core and that he is brave and bold
when it comes to what he believes is right. His decision to fire the host of
the program was a fatal blow for the young man yet also useful for him so that
he is not coined for the rest of his life as the follower of State Security
instructions.
I cannot claim that the politicians and
journalists who have attacked me were following the same instructions, but I
advise the State Security Apparatus to focus on Egypt's security instead of
wasting time in such issues.
Rise you Egyptian, Egypt is calling for you.**
Creo que la breve exposición del caso padecido en carne
propia por Mohamed Abul Gahr es suficientemente clara del clima mediático en que
se vive y del desprecio por la independencia en que viven muchos medios. La
descomposición del sistema mediático es el reflejo de la mala construcción del
sistema político, que lleva camino de ser una falsa democracia de
asentimientos. La vuelta a la escena política (es dudoso que se hayan ido en
algún momento) de los que construyeron sus relaciones en el régimen de Mubarak
necesita del poder mediático para lavar sus imágenes. El futuro parlamento (el
"parlamento ilusorio", como lo llamaba Abul Gahr) será una falsa
imagen del Egipto real, que se irá construyendo de forma subterránea has que
salga a la superficie en forma de nueva tormenta.
El caso de medio que apoyó a Mubarak, después sucesivamente
a la Revolución, a los islamistas y en la actualidad al presidente El-Sisi y al
Ejército es un caso algo más que anecdótico. Hay muchos así, medios y personas.
Escribe
Mohamed Shuman:
The irony is that the climate of the January 25
Revolution allowed freedom of the media and opened the right of individuals and
companies to issue newspapers and launch channels without developing mechanisms
that regulate media along with self and societal censorship. Thus, we suffered
from a decline in professional performance, the politicisation of media
content, and unchecked bias. This chaotic climate resulted in the false notion
that "there is no unbiased media," used then to justify partiality
and granting businessmen and advertisers legitimacy to exploit media
organisations to defend their interests.*
Como la tendencia actual es a demonizar la Revolución del 25
de Enero, a considerarla la puerta de entrada de los islamistas —interpretación
interesada para el regreso del antiguo régimen y la eliminación de islamistas y
laicos demócratas, en una sola tacada—, el papel de los medios pasa a ser
esencial. Su función es doble: estigmatizar la disidencia democrática frente al
autoritarismo oficial y reconstruir la historia, asignando papeles fijos,
positivos y negativos, a los agentes sociales. Los medios son instrumentos,
herramientas puestas al servicio del poder para mantener la ilusión de realidad
a través de los discursos oficiales.
Quedan aquellos medios que sobreviven con alto riesgo.
Quedan los profesionales que se juegan muchas cosas con cada artículo en el que
abordan la realidad de una forma diferente a la versión oficial. Han ido
desapareciendo voces y ascienden las de los lacayos mediáticos que se quieren
congracia con el poder haciendo méritos en el insulto a unos y la adulación a
otros. Siento gran admiración y respeto por aquellos que eligen el camino de
decir lo que piensan y ver donde deben mirar, sin apartar la mirada.
El texto de Mohamed Abul Gahr terminaba con una frase, "Rise
you Egyptian, Egypt is calling for you." Pertenece a una canción de una
obra de Naguib Al-Rihani, el "padre de la comedia egipcia", titulada
"Ululuh" (¡Díle!). La
canción se hizo célebre y saltó del escenario a las calles, a modo de himno, en
las revueltas de 1919, prohibiéndola los británicos, que entonces ocupaban
Egipto. Es una llamada a la dignidad y a la unidad de todos los egipcios,
musulmanes, coptos y judíos, "hijos de los mismos antepasados". Uno
de sus versos dice: "Restaura mi gloria, la gloria pasada que has desperdiciado".
El amor al país, viene a decir Mohamed Abul Gahr, es otra cosa. Más allá de los cantos gloriosos, está la realidad.
* "Is
there an impartial media?" Ahram Online 19/03/2015 http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/125342/Opinion/Is-there-an-impartial-media.aspx
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