Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hace apenas
unos días comentábamos aquí el libro de Eva Illouz, profesora en la Universidad
Hebrea de Jerusalén, titulado "El futuro del alma" [ver entrada], en el que se
resumían sus ideas sobre la construcción de la "psique" mediante el
discurso de los técnicos sociales. Psicólogos, sociólogos, pedagogos, etc. han
desarrollado todo tipo de discursos mediante los cuales aquello de lo que antes
se ocupaban metafísicos y teólogos, el "alma", sea sustituido por la
"psique", un concepto unido al cuerpo y que cambia nuestras relaciones
con él, nuestro sentido de la trascendencia o de la felicidad.
El
diario El Mundo nos trae hoy mismo una entrevista con su compañero de
universidad, el historiador israelí Yuval Noah Harari, exitoso autor del libro
"De animales a dioses. Breve historia de la Humanidad". El diario
resalta el texto con un titular provocador: "Estamos en la época de menos
violencia de la historia". En la medida en que la violencia no solo es un
hecho sino una amenaza, la percepción es importante. No tiene demasiado sentido
hacer grandes cálculos sobre esto porque la objetividad de los datos nunca
sirve de atenuante de los efectos.
Los
peligros para Harari provienen de otros escenarios:
R- El mayor peligro es que la mayoría de
nosotros dejará de tener utilidad. Si en la revolución industrial del siglo XIX
se creó la clase de los proletarios, ahora nacerá una nueva y masiva clase:
personas que no son útiles. Como no hay antecedentes, desconocemos cómo la
sociedad de este tipo podrá administrarse a nivel económico y político.
P- ¿No sabemos qué pasará?
R- No. Es la primera vez en la Historia que
no sabemos qué pasará dentro de 50 años. Antes, un niño de 10 años podía
predecir lo qué pasaría con él. Hoy no.*
Al
miedo a la violencia se suma así la angustia ante el futuro. No se sustituye
nada, sino que se suman los miedos cotidianos a las amenazas con los nuevos
miedos que nos traen los técnicos sociales, en este caso un historiador. Los
"historiadores" entran también en la categoría que Illouz consideraba
técnicos de la psique, otro tipo de
expertos cuyos discursos nos hacen vernos de una forma u otra. Quizá la
categoría de los "inútiles" sea un retrato anticipado del futuro. De
hecho, el siguiente libro suyo, que se nos dice saldrá en unos días en Israel,
se llama "Historia del mañana", que ya es mucho afinar en esta
inversión de objeto de estudio llevada a cabo por los historiadores, que
evidentemente dejan de serlo, pasando a la categoría de futurólogos analógicos.
El mundo necesitará de un nuevo Thorstein Veblen que desarrolle no una teoría
sobre la "clase ociosa", sino sobre las "bases ociosas" de
la sociedad.
Las
especulaciones sobre el futuro pasan a ser más interesantes para los
historiados que las realizadas sobre el pasado. Es un cambio de mercado pues se
nos acumulan angustias y queremos saber que ocurrirá con nosotros. El futuro ya
no está en las bolas de cristal, sino en los especuladores intelectuales que
nos pintan vívidas imágenes de lo que puede ser. Nos hemos librado de muchas
tenazas mitológicas, pero seguimos sin conseguir librarnos de la angustia del
futuro, un negocio rentable como pocos.
A pesar
de ello nuestros intereses parecen ir en otra dirección:
P- En su nuevo libro afirma que el desafío es
hallar la vida eterna ¿Es posible más allá del caso de Simón Peres -92 años y
dos veces primer ministro de Israel-?
R- (Se ríe). Hoy es un sueño que se toma con
mayor seriedad. La élite científica y académica trabaja en ello. Acabo de
regresar de Silicon Valley y allí todos hablan de la vida eterna pero no como
ciencia ficción sino como algo serio. Aunque no lo consigan, cambia la
concepción que tenemos de la muerte, que siempre fue analizada desde el punto
de vista metafísico. Hoy se considera un problema técnico. Si alguien muere es
porque tuvo cáncer, un ataque al corazón... La idea es que todo problema
técnico tiene solución técnica. Quizá no la encontremos en los próximos 50 años
pero dejó de ser un asunto divino y sobrenatural. Si invertimos lo necesario en
investigaciones también se podrá solventar este problema técnico.
P- Los que profesan una religión no estarán
de acuerdo...
R- Imagínese un mundo en el que no se muere.
Religiones como el cristianismo y el islam se colapsarían, ya que sin la muerte
no habría la idea de la vida después o la promesa del paraíso. Pero para la
ciencia, una persona no muere por decisión de Dios sino por problemas técnicos
en el cuerpo.*
La
respuesta e ideas de la primera parte de la cita parecen dar la razón a Eva
Illouz, pues el planteamiento técnico sustituye claramente al metafísico: la
felicidad es la del cuerpo y la trascendencia la prolongación de la vida. La
vida, se nos dice, es un problema técnico. Ese "dejar de ser un asunto
divino" es la "muerte del alma", señalada por Illouz, y
sustituida por el nacimiento de la "psique" como parte consciente del
cuerpo.
La
posibilidad de un mundo en el que no se muere abre una serie de interesantes debates
sobre su sentido mismo. Si no morir
es el objetivo, la vida solo se justifica como "duración". ¿Piensa
Harari en lo que sería la vida eterna de
los inútiles?
Creo
como futurólogo tendría que introducir algunas variables más antes de sacar
conclusiones tan claras sobre esta
cuestión sobre la que hoy no podemos pasar del nivel especulativo. Habría que
ver cómo evoluciona la mente de los inútiles, desde la conciencia de su misma
inutilidad social. ¿Serán inútiles felices
o buscarán refugios en lo que para Harari entrará en colapso, las religiones,
que se adaptarán a las nuevas formas de infelicidad? ¿Tendrán los inútiles
también derecho a la vida eterna
garantizada por la tecnología o estará reservada a los útiles? No solo los historiadores especulan sobre esto; ya lo ha
hecho la ciencia-ficción, banco de pruebas de las utopías sociales que pueden
dejar de serlo.
Le
preguntan a Harari sobre la insatisfacción humana:
P- Critica la insatisfacción del hombre pero
¿querer más y estar insatisfecho no es el secreto del éxito?
R- Es posible. Hay dos conceptos clave en la
Historia. Poder-debilidad y felicidad-sufrimiento. Los humanos somos muy buenos
en obtener poder pero muy malos en convertirlo en felicidad. La fuerza y el
poder crecen pero el sufrimiento no se reduce. Porque la reacción típica al
éxito no es la satisfacción sino querer más. La insatisfacción es lo que mueve
la economía y la ciencia y lo que hace tan fuerte al ser humano. El precio que
pagamos al no estar nunca satisfechos es que no somos felices en nuestra
búsqueda enloquecida de poder.
Si es
la insatisfacción lo que nos define como humanos, como si fuéramos personajes
de Stendhal, puede que lo que haya prometer en el futuro sea la muerte eterna
como forma de acabar con la angustia de la inutilidad. Sobre todo porque la
felicidad de la nueva tierra prometida es una extraña combinación de
entretenimiento y salud.
Un detalle final. El título español "De monos a dioses. Breve historia de la humanidad" es una traducción peculiar del original "Sapiens. A Brief History of Humankind", común en las distintas ediciones. Es una muestra de que aunque las religiones "colpasen" al menos en ciertos mercados las palabra "dioses" sigue vendiendo.
*
"Yuval Harari: 'Estamos en la época con menos violencia de la historia'"
El Mundo 16/03/2015
http://www.elmundo.es/cronica/2015/03/16/55041b80e2704e115c8b4579.html
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