Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Regresaba
del cine, de ver una estupenda película de ciencia-ficción, Ex Machina, y lo que me encontré
en los titulares de la prensa no pasaba de mediocre fantasía. La diferencia
entre la Ciencia-Ficción y la Fantasía es que la primera se basa en principios
tomados de la Ciencia, posibilidades especulativas que desarrollan una teoría y
la llevan a su extremo, mientras que la segunda se dirige hacia el fondo de los
mitos, que entroncan con los miedos primarios y los deseos nocturnos. Resaltaba
El País en su edición digital "Tsipras acusa al Gobierno de Rajoy de
querer derribarlo" y El Mundo insistía en los suyos, "El Gobierno
griego acusa a España de intentar 'derribarle' para evitar un 'riesgo político
interno'": hasta el ABC anunciaba "Tsipras acusa a España de intentar
«derribar su gobierno»", añadiendo un comentario " Samarás,
sobre las críticas de Tsipras: «Debería darle vergüenza»". ¿No había
terminado mi película? En un mundo de pantallas es difícil saberlo y algunos
viven su realidad virtual como si fuera realidad a secas, van por el mundo con
las gafas 3D puestas sin saber si son el centro de su propio videojuego.
Después
de haberse paseado por Europa sin corbata, Alexis Tsipras y su ministro decidieron
que ya estaba bien de euroturismo y
regresar, como Ulises, a casa. Euronews,
tras los acuerdos alcanzados, titulaba el día 21: "Le queda lo peor,
convencer a la opinión pública griega que han obtenido algo de Europa". Y
tenía razón. Cuando volvió a casa diciendo "Hemos ganado una batalla, pero
no la guerra", según otro titular de Euronews, lo que no esperaba es que
sus ilusionados ciudadanos y recién recuperada dignidad, le iban a estar esperando ya con los cócteles molotov,
acusándolo de traidor. La sana costumbre de dar cien días antes de lanzarse al
cuello se ha perdido, como tantas otras buenas costumbres. La respuesta de Tsipras es la introducción, como en las tragedias griegas de un deus ex machina, un agente exterior que le explique los sucesos que no le cuadran. Y le ha tocado a Mariano Rajoy.
Hasta
el momento, la política europea de buena vecindad ha hecho que los frenazos y
rapapolvos que se han dado mancomunadamente a los socios, siempre estuvieran
envuelto en palabras amigables y sonrisas. No se trataba casi nunca de hacer
daño, porque al fin y al cabo todos somos
Europa. Pero el señor Tsipras tenía el papelón de regresar a casa a
contarle a los griegos su videojuego y una cosa son las campañas electorales,
en las que se promete de todo, y otra salir a Europa, donde la gente también ha
ganado sus elecciones respectivas y no se dejan impresionar por superhéroes sin
corbata.
Decía
ayer The New York Times, que ve las cosas desde la distancia:
Mr. Tsipras, 40, is maintaining solidarity
among his party’s 149 members of Parliament, yet he is facing pockets of
rebellion among disillusioned supporters. Yiannis Milios, an economic policy
strategist for Syriza, co-wrote a critique of the bailout deal, posted Thursday
on his Facebook page, in which he blamed the prime minister for surrendering
too much. On Thursday night, a crowd of far-left, anti-establishment protesters
held a demonstration against the deal that turned violent, with some cars
burned and stores vandalized.
“They are full of ideological obsessions that
derive from the fact that they have historically been a left-protest party,”
said Mr. Lygeros, describing the different blocs of Syriza supporters. “Now
reality has hit them like a truck. They will be forced to grow up, rapidly. The
question is whether they can do it in time.”*
Y creo que tiene razón el señor Lygeros en su observación.
La realidad se ha encontrado con Tsipras como un camión contra un muro. La
pared no se ha movido, pero él, héroe de su videojuego, ha quedado estampado.
Es lo que suele ocurrir cuando planteas mal un problema y calculas mal tus
fuerzas. La realidad no se mueve y sus gafas 3D han saltado hechas añicos.
Tsipras es responsable —y no es el único— de vender recetas
globales cuando su poder es simplemente local. Y además el "local" se
encuentra en penosas condiciones. Lo que queda por determinar es de dónde sacas
Tsipras esas ideas tan peregrinas, aunque no es difícil de imaginar. La manía
de algunos por estos lares de equiparar a España con Grecia tienes estos
patinazos de realidad que hacen estrellarse contra el muro. Lo volvemos a
repetir: la situación de Grecia no tiene nada que ver con la española,
afortunadamente. Y da vergüenza que haya que decirlo porque es síntoma de que
se prefiere vivir en un mundo de fantasías, de dragones y mazmorras.
Parte del trabajo político consiste en entender la realidad
para poder controlarla. El realismo es una cualidad necesaria en un político.
No se deben confundir los ideales con las fantasías. El problema es cuando
generas, como Tsipras, una expectativas fantasiosas sobre la realidad y
arrastras a todos seductoramente hacia un vívido mundo irreal en el que te
interesa que los demás crean. Lo que acabas generando es una alucinación, no
una ilusión colectiva. Los griegos han creído que con elegir a Tsipras su mundo
fantasioso se iba a hacer realidad. La alucinación ha durado poco y el
despertar ha sido violento.
The New York Time introduce una variable interesante sobre
lo que se dice a los griegos:
“If we cannot change economic policy through
elections, then elections are irrelevant,” said Georgos Katrougalos, the
administrative reform minister in the newly elected Greek government. “Elections
are irrelevant and it is useless to vote.”*
El señor Katrougalos, recién llegado al gobierno, se
equivoca. Las elecciones son irrelevantes cuando, gobierno tras gobierno,
Grecia no ha conseguido plantar cara a sus auténticos problemas, que derivan
precisamente de la inoperancia política griega. Las elecciones en Grecia han
dado como resultado el triunfo de la demagogia populista, xenófoba y
nacionalista, que son los partidos que han acaparado sus votos. Los populistas,
los xenófobos-racistas y los nacionalistas tienen una cosa en común: le suelen
echar la culpa a otros, ya sea porque el pueblo es bueno o porque los extranjeros son malos. Han decidido que la culpa de todo la tiene Europa y no los errores acumulados y en
los que los políticos no se atreven a entrar. Mientras sea más rentable para conseguir
los votos actuar así, Europa tendrá problemas porque se hará difícil la
convivencia.
Pero ahora el señor Tsipras, cuyas jugadas llegado al
gobierno han sido coquetear con la Rusia de Putin, exigir el pago de la deuda nazi a Grecia y echar una mano a
Pablo Iglesias, se encuentra no entre la espada y la pared, sino, como dicen en
The New York Times, estampado contra ella. Y la solución, no deseando enfadar
más a Alemania, ni desamigarse con Italia y Francia, es arremeter contra España
y Portugal, conspiradoras contra su gobierno.
Por si tuviéramos que aguantar pocas tonterías locales, poca
demagogia, el señor Alexis Tsipras se nos cuela en la campaña española acusando
a Mariano Rajoy (supongo que habrá sido él personalmente o a lo mejor fue Soraya) de intentar derribar al
gobierno griego. La película fantástica de Tsipras es la siguiente, según el
diario El Mundo:
En la primera reunión del Comité
Central de Syriza tras el triunfo electoral del pasado 25 de enero, Tsipras
aseguró que aún antes de empezar las negociaciones las "fuerzas
conservadoras en Europa, en cooperación con el Gobierno de Samarás, nos habían
tendido una trampa", con el fin de que la izquierda fracasara nada más
asumir el gobierno.
Con ello aludió a que el
conservador Andonis Samarás había firmado una prórroga de tan solo dos meses
del rescate para lograr que un Gobierno de Syriza fracasara.
Según Tsipras, el objetivo era
causar una crisis financiera y el colapso inmediato del Gobierno.
Lo que no habían previsto estas
fuerzas, añadió, era que Syriza acabaría logrando casi la mayoría absoluta en
las elecciones, que se iba a formar un Gobierno en tiempo récord y que iba a
obtener semejante respaldo ciudadano en las negociaciones.
El líder de Syriza sostuvo que el
temor manifestado por Francia, China y Estados Unidos ante la inestabilidad
política que podría haber generado una caída del nuevo Gobierno sirvió de ayuda
para sacar adelante unas negociaciones.
Según el primer ministro, en las
negociaciones España y Portugal, "por razones políticas obvias, trataron
de llevar a Grecia al abismo, asumiendo el riesgo de una evolución
incontrolada, con el fin de evitar un riesgo político interno".**
Y esto es demasiada película, incluso para un Comité Central.
Las tonterías de Tsipras hacen dudar de que realmente alguien con una
imaginación como la suya sea la persona más adecuada para sacar a Grecia del
desastre en el que se encuentra. A los anteriores gobiernos griegos, incapaces
de afrontar sus problemas, se suma ahora el de Tsipras que esparce su demagogia
más allá de las fronteras, hasta los confines ibéricos de Europa. La hipótesis
de Tsipras se basa en que si él triunfa en Grecia (sí, he querido decir
"él"), Mariano Rajoy caería del gobierno; si fracasa, en cambio,
Mariano Rajoy tendría más oportunidades de sobrevivir al hermano gemelo de
Tsipras, Pablo Iglesias. Esta especie de entrelazamiento cuántico entre
Iglesias y Tsipras es un extraño fenómeno de la naturaleza. Si los griegos se
quejan de que lo que ocurre en Grecia se cuece
fuera, nosotros, los españolitos, deberíamos quejarnos de que nuestro destino
está ligado al de un señor como Tsipras. Yo, al menos, me niego. Por mí, como
si se tira de la Acrópolis. Si a los aburridos discursos de por aquí hay que
incluir ahora al señor Tsipras, apañados estamos.
A diferencia de la fantasía de dragones y mazmorras, los que
parten de la Historia o de la Ciencia para sus interpretaciones de la realidad
tienen más posibilidades de hacer diagnósticos realistas. El columnista de The
Financial Times, Gideon Rachman titulaba su artículo del día 29 de enero, hace
hoy un mes, "Syriza and woodoo economics", en el que tras explicar
que los economistas de Syriza son una versión izquierdista de los economistas
de Reagan con sus creencias sobre la inversión y vaticinar su fracaso por la
debilidad griega, cerraba su artículo así:
Unfortunately, much of the European left seems
to have temporarily lost the ability to reason – amidst the excitement of
seeing the radical left take power in Athens. (Read this article, by Owen
Jones, for example) Alexis Tsipras, the new Greek prime minister, is being
written about as if he is a cross between Salvador Allende and Rosa Luxemburg.
If and when the Syriza experiment fails, the left will be ready with a new
“stab-in-the-back” theory. It will be the fault of the Germans, or the bankers,
or (inevitably) the CIA. Nothing to do with the “rat-a-tat efficiency” with
which Syriza has set off down the path of financial ruin.***
Según parece nos ha tocado a nosotros, los españoles, ser los
autores de la puñalada, actuar como sacerdotes voodoo y clavar alfileres en el muñecote de Tsipras. Somos su deus ex machina mal que nos pese. Tsipras no tiene intención de sacarse los ojos como
Edipo; prefiere sacárselos a los demás, tengan culpa o no.
A la división norte-sur, católica-protestante, soleada-fría, etc. habrá que
añadir otra relevante: la fantasiosa-realista. Europa se debe fundamentar en la
solidaridad, pero también en la inteligencia. Solo la inteligencia y el sentido
común pueden hacer que vivir juntos sea una meta y una posibilidad. Pero señores como Tsipras y
unos cuantos más, empeñados en hacernos saltar por los aires a todos, nos lo ponen
difícil.
Mientras, en una sórdida y oscura cueva, rodeado de frascos, pócimas y agujas alguien se ríe.
*
"Lawmakers (Just Not Greece’s) Approve a Bailout Extension" The New
York Times 27/02/2015
http://www.nytimes.com/2015/02/28/world/lawmakers-just-not-greeces-approve-a-bailout-extension.html?ref=world&_r=0
** "El Gobierno griego acusa a España de intentar
'derribarle' para evitar un 'riesgo político interno'" El Mundo 28/02/2015
http://www.elmundo.es/internacional/2015/02/28/54f1b8cc22601d9e778b457b.html
*** Gideon Rachman "Syriza and voodoo economics" Financial Times - Blog The World http://blogs.ft.com/the-world/2015/01/syriza-and-voodoo-economics/
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