Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
De
todas las preguntas con las se han tenido que ver los aspirantes a sucesores en
los cargos de los que han tenido que retirarse de sus cargos, El País
selecciona una para su titular: "¿Alguna vez has cobrado en b?"*. En
realidad, según se muestra en el texto, la pregunta era más precisa: "¿alguna
vez has cobrado alguna comisión en b?". Nos quedamos un poco sorprendidos
por la pregunta, que es como decir "¿alguna vez has estrangulado a alguien
sin lavarte antes las manos?". Pero la aspirante, en este caso, no cae en
la trampa saducea y contesta con determinación: "Ni en a ni en b ni en c",
con tono tajante, según asegura el diario. No podía ser menos.
La
escena se corresponde con la nueva modalidad implantada por Esperanza Aguirre
de hacer pasar por un "casting" (es el término usado en el texto)
para ocupar los puestos de los dimisionarios que los ocupaban. Es la versión
"sierra madrileña" de esas sesiones, algo más duras, para seleccionar
a los cargos políticos en la administración norteamericana, esas sesiones en
las que el presidente Obama propone un candidato y los miembros de la comisión
indagan hasta el antepasado que llegó en el Mayflower
y de dónde sacó el primer pavo para Acción de Gracias.
Pero
bueno, para empezar, habrá que conformarse. Nos falta costumbre y estas cosas (y algunas
más que se nos ocurran con poco que nos esforcemos) deberían ser algo más que
una reacción a los primeros fríos del invierno. Lo nuestro no ha sido una
bajada de la temperatura política, sino una glaciación en toda regla. Y eso ha
traído mucho resfriado y a alguno no se le quita el moquillo.
Debemos
suponer que los partidos políticos, aunque no lleguen a pactos y normas más o
menos comunes, habrán aprendido algo y que nos mandan estas tímidas señales de
que tratan de ejercer mejor la labor de selección de sus jugadores, que al
final son los nuestros.
Todos
entendemos que se trata de una escenificación, de una performance, de un
remangado para ver que no hay truco. El casting tiene un cierto tono naif, de
primerizos en esto de preguntar y ser preguntado. No está hecho para enterarte
sino para que se enteren los demás de que tratas de enterarte, que es distinto.
Nos cuenta El País lo que de dijeron a la aspirante examinada:
Martínez Vidal le recordó que “la principal
obligación de un político es decir la verdad” y que sus palabras la comprometen
porque “han quedado grabadas en vídeo”. “Y si en algo no has dicho la verdad,
entiendo que los cauces del partido te harán cesar inmediatamente”, señaló. A
lo que la candidata contestó: “Soy consciente de ello”.*
No sé
si los argumentos de la obligación política de decir la "verdad"
(algo por ejemplo que Platón no avalaba en ciertos casos) y lo de "si mentís, que el vídeo os lo demande" son suficientes para una ciudadanía
que lleva años escuchando que le dicen la verdad (en vivo y en vídeo) y que
después descubre que no, que de verdad nada. Quizá la pregunta debiera ser
"¿ha dicho alguna vez la verdad en b?", que sería peliaguda para
muchos.
Es meramente un
gesto, lo que quiere decir es que si han vuelto a seleccionar mal a los candidatos
volverán (volveremos) a encontrarnos con más casos desagradables y sonrojantes. Les deseamos que hayan elegido bien y que hayan elegido bien a los que tenían que elegir y que hayan elegido bien a los que tenían que eligir a los que tenían que elegir. La mejor forma de evitar este engorroso problema es no mandar amigos o conocidos, sino crear algún tipo de institución independiente, algo más seria que un show para las fotos. Esto más que buscar con lupa es ir buscando a Lupita, que decía una vieja canción. Llamar al asunto pomposamente "examen a candidatos" me parece exagerado. El tribunal tiene que ser un poquito más estricto, aunque se nos presente como la Santa Inquisición. Ojalá que, independientemente de todo, lo hayan hecho bien y Collado Villaba pueda tener al mejor candidato posible para su alcaldía sustituyendo al que les hizo irritarse.
En estos tiempos de imágenes y pantallas, el vídeo se convierte en memoria y
compromiso. Es curioso que el mayor mal que se le ocurra a un político sea que
le saquen en un vídeo diciendo algo y haciendo lo contrario. La otra alternativa
audiovisual es recurrir a la videovigilancia las 24 horas del día, algo
parecido a la película EdTV (Ron
Howard 1999), en la que Ed protagonizaba un reality retransmitido en directo y
a lo largo de todo el día. Lo malo de esto es que la gente se aburriría y
empezaría a exigir algo de morbo. No sé si llegarían a la cuarta temporada virtuosa. Se corre el riesgo de que la gente prefiera
un político corrupto, que debe ser narrativamente más interesante y con más
audiencia. Los serios y honestos tendrían poco público, mientras que los
sinvergüenzas, corruptos y viciosos tendrían la audiencia asegurada. La virtud,
en el fondo, está sobrevalorada, dirán algunos interesados. Eso ya lo descubrieron en el
siglo XVIII cuando los nuevos novelistas se enfrentaron al dilema de ¿qué era
más interesante, ver a la virtud triunfante o pisoteada? Cometieron el grave
error de mostrarla pisoteada durante las 299 primeras páginas y luego mostrarla
triunfante en la 300, que era la última. Gracias a esto salvaban las ventas y la
moral. Y al público le encantó la fórmula. El error, por supuesto, lo pagamos
todos.
Puede
que llegue un tiempo en el que la gente, acostumbrada a ir de escándalo en
escándalo, a ver pasear a la juez Alaya, a ir a gritar a las casas de los
corruptos, a gastarse una fortuna en rotuladores para las pancartas, etc.
llegue a echar todo esto de menos. Será el momento en el que los políticos sean
tan honestos que tengan que inventarse alguna mentirijilla para demostrar que
son humanos, aceptar un poco más de turrón en navidades del que permite el Pacto
Anticorrupción al fin logrado o, qué sé yo, no poder explicar los tres kilómetros
de más que marca la Vespino oficial. Será un tiempo en el que solo será
necesario ir a gritar a los estadios.
*
“¿Alguna vez ha cobrado en b?” El País 12/11/2014
http://politica.elpais.com/politica/2014/11/12/actualidad/1415827200_332065.html
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