domingo, 16 de noviembre de 2014

La conformidad normativa

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Mañana tendremos ocasión de ver en nuestro cinefórum esa estupenda película de Woody Allen, Zelig (1983), una de esas obras maestras que fue dejando caer durante un tiempo para disfrute de todos. En Zelig repitió la técnica del falso documental biográfico, tal como había hecho en la película Toma el dinero y corre (Take te money and run, 1969), pero la similitud de formato y narración no debe ocultar la ampliación del sentido y la moraleja, pues la nueva película será una fábula sobre el ser humano, su desprotección y la necesidad de integrarse en el grupo para evitar sentirse herido.
Zelig es una fábula sobre la supervivencia social, que constituye nuestro entorno agresivo una vez controlado el entorno natural. Existe un camuflaje social como existe un camuflaje natural. No en vano Zelig es llamado el "camaleón humano". La revista Investigación y Ciencia nos da cuenta de los estudios realizados sobre esta cuestión de la adaptación social:

Con frecuencia, los niños observan e imitan a los demás cuando quieren aprender algo nuevo. También los chimpancés y orangutanes actúan de esta manera. Pero ¿modifican humanos y monos su propio comportamiento para adaptarse a la conducta del resto? Científicos del Instituto Max Planck para la antropología evolutiva, en Leipzig, y de la Universidad de Jena han descubierto que nosotros tendemos más a dejar de lado las propias preferencias para adaptarnos al grupo en comparación con los primates no humanos. Y ya desde los dos años de vida.
«La conformidad desempeña en la conducta social humana una función central; delimita los grupos unos de otros y ayuda, con ello, a coordinar la actividad grupal. Estabiliza y fomenta la diversidad cultural, una característica de los humanos», señala Daniel Haun, del Instituto Max Planck y autor principal de estudio. No obstante, como animales sociales, debemos decidir si imitamos el comportamiento de la mayoría o preferimos seguir nuestros propios pasos. ¿Qué hacer cuando se sabe que la mayoría se equivoca? Al parecer, los niños de dos años optan por cambiar su propia conducta, aunque saben que es la correcta, para evitar el potencial inconveniente que puede suponer «ser diferente».*


Este principio, denominado de "conformidad normativa", es el que hace que nos adaptemos a los demás ante el temor a quedar excluidos del grupo. Me parece muy bien que los científicos necesiten realizar experimentos para poder "afirmar" ciertas cosas, pero en este caso existe abundante "literatura" (ficciones de todo tipo) sobre esta cuestión. Pienso, por ejemplo, en El conformista, la novela de Alberto Moravia que llevó al cine con gran éxito Bernardo Bertolucci (1970).
Leonard Zelig tenía la suerte de que su adaptación se realizara inconscientemente y se transformaba sin darse cuenta, de forma automática. Por el contrario, conforme aumenta la consciencia de la identidad, aumenta también la sensación de lo doloroso de la "conformidad normativa". Eso en quien lo hace, porque muchas personas poseen el vicio o virtud de realizar estos ajustes para evitar las confrontaciones. Cuando se estudia desde la perspectiva que lo hacen los científicos, se trata de conocer los mecanismos adaptativos que nos hacen animales sociales. Como tales, podríamos estar todo el día discutiendo, rivalizando. El hecho de que nuestros lazos sociales vayan más allá de la reproducción hace que surjan otro tipo de rivalidades por las decisiones que hay que tomar. Puede que la conformidad normativa sea una forma natural de evitar las debilidades por fragmentación de los grupos y asegurar la convivencia.


No me extraña que la conformidad se dé en edad temprana, pues hay menos intereses propios y el no sentirse desprotegido por el grupo debe ser prioritario. La infancia es una etapa de desprotección y los niños viven con mucha angustia que se les excluya de los grupos. La creación de una identidad propia es la que puede actuar como barrera frente a los intereses del grupo y es más probable que haya personas que opten por los cambios antes que por ser cambiados para su aceptación.
La vida nos da cada día ejemplos de esta peligrosa "conformidad normativa" mediante la cual entramos a formar parte de una especie de inteligencia colectiva, la del grupo cuyo amparo buscamos y al que no deseamos enfrentarnos por temor a la exclusión. De esta forma actúa también el grupo principal, la familia, en donde se busca la conformidad como forma de estabilidad.

Pero este mecanismo tiene también sus problemas específicos en la vida social. En la novela de Moravia, el joven que teme verse rechazado por lo que hizo en su infancia asumirá los caminos políticos del fascismo y del crimen porque no es capaz de rechazar la corriente principal que inunda la sociedad. Solo es posible explicar ciertas situaciones en las que países enteros se han dejado arrastrar a la barbarie recurriendo a este principio de conformidad normativa.
Se señala en el artículo mencionado que "debemos decidir si imitamos el comportamiento de la mayoría o preferimos seguir nuestros propios pasos", creo que la cuestión está en reducir la tensión entre ambos mediante mecanismo de racionalización. Atenuamos nuestras normas más rígidas para que casen mejor con las ajenas si de verdad nos produce tensión. El "autoengaño" es un gran avance evolutivo: logramos convencernos que las ideas de los demás son las nuestras.
Los grupos nos hacen sobrevivir; las individualidades, evolucionar. La creación e innovación son procesos que requieren tipos de personalidad que no acepten la conformidad. La rebeldía es necesaria y para que sea gratificante tiene que encontrarse en ella los mismos mecanismos satisfactorios que en la conformidad. Eso supongo que se traduce en los egos artísticos e innovadores, muchas veces con pocas habilidades sociales.
¿Por qué las sociedades y grupos tienden a estar en contra de los cambios? Por supervivencia a través de la estabilidad. Prefieren el inmovilismo como forma de seguridad: más vale lo malo conocido. Una divertida forma de plasmarlo es la magnífica película de animación The Croods (2013) en la que el padre, Grug, les da lecciones sobre cómo cualquier cambio o novedad llevará a todos al desastre y la extinción.


El mecanismo de conformidad normativa tiene importantes consecuencias para nuestra propia vida y la del grupo. La tensión entre individuo y grupo es esencial en nuestra formación. En la medida en que las sociedades se han hecho más complejas y ya no están conformadas por un solo grupo, los mecanismos se deberían equilibrar con los del diálogo como forma alternativa a la sumisión a los valores del grupo. Las sociedades deben evolucionar hacia formas que implique una menor erosión de la conciencia individual. Por eso hemos logrado, después de siglos, avances parciales en el reconocimiento de derechos individuales. Es la gran lucha que tenemos por delante, la de abrir el camino a la conciencia frente a su pérdida ante el temor al grupo.
Los grupos se hacen más eficaces cuando no tratan de imponerse, sino que tratan de llegar a formas colaborativas que integren los valores individuales. Esto no es fácil y vemos cada día como repuntan los sectarismos y las presiones aumentan para que nos dejemos arrastrar por las riadas ajenas. El equilibrio entre nuestro deseo de pertenencia a los grupos y nuestras individualidades puede ser precario. Según la agresividad exigente del grupo, podremos mantener una constructiva vida social o que esta, por el contrario, sea destructiva, un sufrimiento constante.



* "Conformidad temprana" Investigación y Ciencia 5/11/2014 http://www.investigacionyciencia.es/noticias/conformidad-temprana-12601


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