Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
insólito acto de ayer, escenificado por la oposición con la excepción de UPyD,
de firmar la futura derogación de la llamada "Ley Wert", tiene un
fondo esperpéntico a la española*. Es realmente extraño que se tenga que actuar de esta
manera, haciendo pactos para acabar con leyes cuando se ganen las elecciones.
Ponerse de acuerdo en que no
se quiere algo es siempre más sencillo que hacerlo en algo constructivo. Si el
hecho de que casi todos se hayan puesto de acuerdo en algo significara un acuerdo
futuro, bendito sea, pero desgraciadamente no significa nada más que el
ministro Wert, una vez más, es el mejor aglutinador de voluntades negativas de
que dispone este país. Lo borda. Con uno igual por sector, este país estaría
unidísimo, pero ¡ay, Dios! solo para saber lo que no quiere. A la hora de construir algo, volverán las discusiones.
El ministro se ha recreado en la "g" de "ignorancia palmaria de la ley", y ha señalado que lo que le dicen todos los oradores "obedece a pereza mental", etc. Esas y otras lindezas es lo que les ha dicho a la oposición en pleno, que bramaba en sus escaños. "¡Ya está bien, chiquillo!", les ha tenido que decir desde la presidencia de la Cámara Celia Villalobos**. El ministro Wert es como uno de esos cactus que nos dicen que absorben las energías negativas del entorno. La tan reclamada por todos "estabilidad educativa" tendrá que
esperar un par de décadas. Desde luego, no se puede decir que no le han pedido acuerdos al ministro, que ha faltado voluntad. Lo han hecho padres, sindicatos y oposición con infrecuente unanimidad. Pero el mundo está lleno de "ignorantes" y "perezosos". También de soberbios.
En
España, cuando hay una ley polémica, se le pone el nombre de su "padre o
madre biológico". Mal síntoma que una ley en España, país poco proclive a
estas cosas, pase a tener nombre. Donde otros le ponen nombre a huracanes y
tormentas tropicales, aquí se lo ponemos a las leyes cuya autoría habrá de ser
recordada para mal. Las buenas se suelen recordar por su año; las malas, por
sus autores.
El
ministro ha conseguido personalizar tanto su actividad que hasta Antonio Lara
Ramos publicaba ayer en el diario El País
un artículo con esta curiosa forma de titulación "Wert: fracasará tu
reforma"***. Escribe en su artículo:
Uno de los grandes errores de quienes han
impulsado reformas educativas en España es no haber caído en la cuenta de que
los que las harán buenas o malas son los centros educativos y los que trabajan
en ellos. Wert se ha empeñado en hacer una reforma contra viento y marea
(contra todos), en la que poca gente está implicada, salvo algunos poderes
fácticos con intereses a veces poco confesables. Sin embargo, no están
implicados los que han de ser los auténticos artífices de la misma: el
profesorado, ni tampoco otros apoyos sociales y profesionales que puedan remar
a su favor. Wert ha adoptado el papel del fanático McEachern, el personaje
creado por William Faulkner en Luz de
agosto, empeñado en que su hijo adoptivo Joe Christmas aprendiera el
catecismo a latigazos. Parece mentira que nuevamente se caiga en el mismo error
que en reformas anteriores. Quizá esto tenga su lógica, aunque no deja de ser
una torpeza. La lógica de quienes asumiendo un cargo de responsabilidad creen
tener el mundo bajo sus pies y se consideran salvadores del desastre, obviando
todo lo que se ha hecho hasta ese momento, como si ya no sirviera de nada. Es
el mal de la obsolescencia en educación.***
Es
cierto. Esta forma napoleónica del
pensamiento suele se nefasta en todo aquello que necesita del largo plazo y,
sobre todo, de larga vida para ser eficaz. Eso significa que se debe despolitizar todo lo posible para que,
precisamente, esté menos sujeto a los vaivenes políticos. Cabe la duda de si el
sistema es malo por sí mismo o lo es por los cambios constantes (o por ambas
cosas). La democracia no solo consiste en hacer política de todo, sino, por el
contrario, saber qué debe estar en discusión y qué debe ser siempre fruto de acuerdos.
La educación es uno de esos campos.
La idea
de Lara es que, además de tener en contra a todas las fuerzas políticas, la
"Ley Wert" tiene en contra al elemento más importante: la comunidad
educativa. Tiene razón en que sin ella hay poco que hacer. A este paso, los
niños se disfrazarán de Wert por Halloween.
El
sistema educativo español arrastra errores de décadas. El primero de ellos es
no tener en cuenta, efectivamente, a la comunidad educativa, darse cuenta que
es la herramienta esencial para el desarrollo de su finalidad, la educación.
Como es propio de esta mentalidad gerencial que nos abruma se preocupan más de
los "logros" y poco de las "condiciones" para que esos
logros se produzcan. Ha habido problemas, cantados a coro por la comunidad
educativa, que se han acumulado y cuya respuesta ha sido apretar las clavijas
para que el silencio reinara. Los problemas educativos existen desde hace mucho
y son casi todos responsables de ellos. La comunidad educativa se ha
acostumbrado a trabajar con "lo que hay" ante el aburrimiento o la
presión para aceptar realizar su trabajo en condiciones que no eran muchas
veces factibles. Las posibilidades de salirse del guion eran muy pocas y las
ganas de hacerlo fueron desapareciendo. La conversión del sistema educativo en
un sistema altamente burocratizado, controlado vertical y políticamente, no ha
sido eficaz en los términos en que debiera serlo.
Señala
Lara en su artículo:
Esta reforma se está olvidando de los
maestros y profesores, de su formación, de la organización y el funcionamiento
de las escuelas, de las mejoras metodológicas en la enseñanza, de modelos de
evaluación para la mejora y no para el control, de la creciente atención de la
diversidad o del necesario prestigio social de la escuela. Cuestiones en las
que radican muchas de las claves en la mejora de nuestro sistema educativo. Y sin
embargo está apostando, entre otras, por un innecesario retroceso en materia de
evaluación, con sucesivas pruebas de evaluación individualizada, o por una
estructura curricular de marcado corte disciplinar, alejada de una nueva
dimensión educativa más acorde con el mundo interactivo que nos rodea.
Estrategias que no llevarán pareja una mejora en los aprendizajes de nuestros
alumnos.***
Antonio
Lara es Inspector de Educación y probablemente sepa de lo que habla con algo
más que ocurrencias propias, con algo más que "ignorancia". Es fácil proponer leyes educativas sin que se
modifiquen las condiciones para tener una mejor calidad. Eso no preocupa, se
deja al "esfuerzo" de cada uno. El problema de estos
"hiperactivos" de la política es que piensan que están rodeados de
vagos.
El
gesto de la oposición firmando unida una futura derogación de una ley tiene
mucho de cara a la galería, pero es sobre todo un gesto político de
desencuentro y desacuerdo ante un ministerio y su inquilino. El ministro ha
dicho en varias ocasiones que a él estas cosas le motivan, que le va la marcha. La imposibilidad
manifiesta de una paz educativa se vuelve contra la totalidad del sistema, la
sociedad, que lo padece en sus carnes. Al final, no es el ministro ni "sus
señorías" quienes lo "padecen", sino los millones de alumnos que
pasan por él y las personas que dan la cara cada día en las aulas.
Mientras
tanto, esos alumnos y sus familias hacen cuentas durante el verano para ver de
cuántas asignaturas se pueden matricular en la universidad tras el
encarecimiento brutal de la enseñanza y las nuevas subidas de tasas anunciadas
para este curso o si pueden pagar el comedor escolar.
Pero da
igual. Todo depende del "esfuerzo" y el que tenga por debajo de un
6'5 que se dedique a otra cosa. ¿A qué, ministro?
*
"La oposición se une para derogar la 'ley Wert' en la próxima
legislatura" El País 17/07/2013
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/07/17/espana/1374058472.html
* "Wert acusa a la oposición de "ignorancia palmaria" sobre la reforma educativa 20 minutos 16/07/2013 http://www.20minutos.es/noticia/1873233/0/reforma-educativa/wert-oposicion/ignorancia-palmaria/
**
"Wert: fracasará tu reforma" El País 17/07/2013
http://elpais.com/elpais/2013/07/04/opinion/1372939466_376664.html
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