Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
número actual de la revista Mente y
cerebro incluye un interesante artículo sobre la medicina tradicional china
escrito por Paul Ulrich Unschuld*, de la Fundación Horst Görtz —que tiene entre
sus objetivos la investigación sobre la vida científica en China— y profesor de
la Facultad de Medicina de la universidad berlinesa de La Charité.
El
artículo recoge cómo China se fue desligando, para su modernización y mayor
eficacia de la rémora que suponía la medicina tradicional, sustituyéndola por
una medicina de corte científico y que, a ser posible, salvara la vida de los
pacientes. Unschuld recoge cómo autores literarios, como Lu Xun o Ba Jin,
mostraron en sus novelas los efectos desastrosos de los tratamientos
tradicionales.
Pero
como nunca estamos satisfechos con lo que tenemos, Unschuld señala que
Occidente, cuya medicina pasó a ser referente en la modernización china, empezó
a interesarse por lo que le llegaba desde el otro lado de la muralla. Unschuld
señala
[...] los políticos chinos se admiraron de
que en Occidente se hubiera despertado interés por algo que ellos querían hacer
desaparecer lo antes posible. Sin embargo, descubrieron las importantes
oportunidades de exportación de productos farmacéuticos chinos. Las
universidades de MTC [medicina tradicional china] tenían la posibilidad de
ganar ingentes cantidades de dinero con sencillos cursos a los que acudirían
confiados occidentales. De forma paralela, las autoridades responsables chinas
reconocieron el peligro de que el entusiasmo occidental por la medicina
tradicional china se contagiara y se presentase como una alternativa a la
medicina académica. (91)*
Podemos
pensarlo como una paradoja o, más sencillamente, como la traslación de las
reglas de mercado a todos los campos. En el campo de la salud, lo que no mata
engorda el bolsillo. Si los occidentales se sienten atraídos por pinchazos y
masajes, allá ellos.
La
preocupación china pasa a ser doble: mantener el control de la medicina tradicional
como un bien económico que les siga reportando beneficios —Occidente les hace
la competencia en su campo— y evitar que los chinos se crean que realmente es
una vía y se retroceda en lo avanzado en el terreno de la salud. Mantener ambos
extremos no es sencillo porque parece incongruente, si se analiza desde la
perspectiva de la salud, potenciar algo en cuya eficacia no se cree demasiado,
pero tampoco parece adecuado perder la posibilidad, desde el punto de vista
económico, de ingresar grandes cantidades por algo para lo que hay compradores.
¿Quedará reservada la medicina tradicional china para los extranjeros?
El caso
nos muestra, una vez más, que hacemos negocios con todo. Salvo en el caso de
que se demuestre que algo es nocivo, todos tenemos el derecho psíquico de
sentirnos mejor con lo que nos apetezca. Realizo un viaje por la web para ver
los centros de medicina tradicional china y me sorprendo porque descubro que existen
remedios para dejar de fumar, cambiar la posición fetal..., hasta el tratamiento
específico del dolor derivado del uso de instrumentos en músicos. Hay para todo y todos.
El
recorrido es muy instructivo y se percibe rápidamente la mezcla de negocio y
credulidad de muchos de los campos que se nos muestran como atractivas ofertas, una mezcla de modernidad sonriente y de tradición romántica.
La proliferación de posgrados en las universidades, de cursos en institutos del
ramo, etc. hace que se extienda ese sello formativo preocupante para la
exclusividad que China reclama en su pastel, ahora comercializado en el exterior. Puede que no crean en ella, pero sí en sus beneficios económicos.
Visito
la web de un centro español dedicado a estas cosas y compruebo que
prácticamente todo su equipo dice haberse formado en la Universidad de Gales,
además de otros cursos en instituciones más o menos exóticas o prácticas de un año "con un maestro". Un reportaje de
la BBC nos muestra el gran escándalo académico que se produjo en 2010 con esta
universidad. Un programa televisivo de la BBC galesa mostró las evidencias de que la Universidad había
estado convalidando títulos sin el más mínimo rigor en todos los campos y con instituciones, locales y extranjeras, a las que había reconocido titulaciones extrañas sin control científico alguno. La BBC señalaba:
The degree validation programme was a massive money-spinner for the
university, accounting for something like 60-65% of income.
This time last year BBC Wales lifted the lid on some of its partners
when we found a Malaysian pop star with two bogus degrees who was running one a
partner college in Kuala Lumpur and another one in Thailand operating
illegally.
Since then there have been a series of reviews which have not been
particularly favourable to the university.**
De nuevo el escandaloso negocio de la "legitimación" académica. Poner la etiqueta "universitaria" a cosas que no resisten la menor aprobación científica o sin control alguno le costó a la Universidad de Gales un pérdida generalizada de su posible prestigio académico. En el blog
premiado en 2012 por su denuncia de los fraudes científicos, "DC's
Improbable Science (Truth, falsehood and evidence: investigations of dubious
and dishonest science)", se señalaba en octubre de 2011 a la Universidad
de Gales de nuevo, con mención específica de los cursos de medicina china tradicional
generosamente "reconocidos" por la entidad en Barcelona:
Until recently the University of Wales
validated an astonishing 11,675 degree courses, including fundamantalist bible
colleges in Russia, Chinese medicine in Barcelona and courses in quackery at
the Scottish School of Herbal Medicine,
the Northern College of Acupuncture and the Mctimoney College of
Chiropractic.**
El negocio de la "medicina tradicional china"
(versión occidental) y de la formación en estas cosas se extiende y busca
avales con los que presentarse socialmente. Muchos textos y presentaciones de estos lugares suelen
comenzar con un tópico: "La medicina tradicional china tiene tres mil años
de antigüedad...". Esta apelación a la "tradicionalidad" milenaria
se convierte en una extraña garantía de eficacia que se contradice con el
movimiento modernizador en la propia China. Pero nuestra modernidad occidental
gusta de estos toques tradicionales, de estas mezclas de exotismo y credulidad
combinadas. Nos gusta pensar en sabidurías ocultas, conocimientos milenarios
obtenidos por procesos desconocidos, alejados de los laboratorios. Lo "tradicional" nos atrae en la salud o en las "recetas de la abuela", que nos parecen más "auténticas".
Y si se
hace negocio, pues mejor.
* Paul Ulrich Unschuld La medicina tradicional
china. Mente y cerebro julio-agosto 2013 pp.88-92
**
"University of Wales to stop validating other degrees" BBC Wales
3/10/2011 http://www.bbc.co.uk/news/uk-wales-15157119
***
"The University of Wales disgraced (but its vice chancellor is
promoted)" DC's Improbable Science 3/10/2011
http://www.dcscience.net/?p=4766
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