Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hoy es el Día mundial de
la Libertad de Prensa. Puede pensarse que la libertad de Prensa es algo que
afecta solo a los periodistas. Nada más alejado de la realidad. La Prensa
cumple con su deber y vocación al hacer que los ciudadanos tengan acceso a la información
necesaria para ser precisamente ciudadanos independientes y no súbditos. El
ciudadano actúa en función de la información de que dispone; el súbdito, por el
contrario, tiene limitada su información a la que el poder le concede, en
versión única y monológica.
La Libertad de Prensa
es la libertad de “imprimir” los hechos que ocurren, las ideas y los pensamientos que tenemos sobre el
mundo y cómo podría funcionar mejor y para tener conocimiento de
aquello que hace que vaya peor.
Se basa en el poder de amplificar tecnológicamente lo que queremos decir a otros. Es la superación del diálogo presencial cara
a cara —el que se da en un mundo sin escritura— por una tecnología capaz de
imprimir cientos, miles de veces lo que uno piensa para poder hacerlo llegar a
otros. Es el altavoz multiplicador de la libertad de expresión. No solo tenemos
un derecho a decir lo que pensamos, sino que reclamamos otro complementario para poder extenderlo
en el espacio y el tiempo. Hoy en día, más allá de la página impresa, están los
medios electrónicos y digitales, tecnologías que cumplen la misma función
difusora de las ideas.
Desde el principio, la Libertad de Prensa estuvo vinculada
con el oficio del “impresor” como difusor. La Libertad de prensa es la libertad
de imprimir, algo que no se permitía libremente en los inicios, ya que estaba limitado por
los permisos de las autoridades políticas y religiosas que velaban por la ortodoxia de lo que se difundía. Si el poder utilizó la
imprenta para extender sus normas, pronto se reclamó el derecho a imprimir también
las críticas al poder. La libertad de prensa reclamaba el derecho a imprimir sin ser
censurado.
La imprenta y los impresores han estado vinculados a la
difusión de las ideas, a su libre circulación y a la creación de un clima de
debate que posibilite un mundo mejor. Debe servir de apoyo a una “opinión
pública” que se cimente en lo que otros puedan decir con iguales derechos.
La libertad de prensa es garantía de pluralidad y reclama voces distintas para
componer el diálogo social. No es sinónimo de pluralidad, pero sí crea las
condiciones para que se pueda producir. Es la base para que su pueda producir la emergencia de
las voces que configuran el espectro social, aunque existan muchos sectores sin
voz. Por eso es misión de una prensa con conciencia asumir, más allá de los
intereses, las voces sociales. Es lo que explica la proliferación de medios
posibilitada por las nuevas tecnologías, es decir, la incorporación de nuevas
voces al diálogo social.
La prensa se convirtió en “Prensa”, en un medio de
comunicación, cuando se pudo profesionalizar e institucionalizar lo que era
mecánico y artesano, el hecho físico de imprimir. Lo impreso crea un público y
el público exige que se imprima lo que ocurre y se opine; se crea
una sociedad que aspira a una libertad
mejor, es decir, a una libertad
informada. Aquel que no dispone de información alguna, actúa casi al azar y
eso es una forma pobre de libertad. Con buena información somos más libres.
En los países democráticos existe una información que aspira
a ser libre para que puedan serlo sus receptores. Los medios tienen también sus
propios intereses; no son angélicos. La libertad de prensa tiene diversos momentos: el de los que
fundan las empresas y el de los profesionales que quieren actuar desde la
libertad de su conciencia. Lo ideal es la coincidencia, pero no suele ser lo habitual.
Cuando los medios permiten la libertad de sus profesionales,
los medios son mejores, más plurales y los ciudadanos reciben información más fidedigna y honesta.
Cuando los medios, por el contrario, son focos de servidumbres e intereses,
quienes lo padecen en primera instancia son los profesionales, que ven
condicionada su tarea, y posteriormente los receptores de las informaciones,
que reciben una información pobre o manipulada.
Muertes de periodistas desde 1995 a 2011 |
No hay día que un periodista no deje su vida o su libertad
en alguna parte del mundo. Lo hace actuando por el imperativo de su conciencia,
por la vocación de una profesión que consiste en comprender primero para que otros
puedan hacerlo después. El Periodismo no se ocupa de una verdad científica o metafísica, sino de lo que
honestamente se percibe para transmitirlo a otros. Los periódicos incurren constantemente en errores de percepción y juicio, pero esa es la servidumbre del periodismo: tratar de contar lo que parece desde lo que creemos saber. No tiene la distancia de la Historia ni la creatividad ilimitada de la novela, aunque se emparente con ambas en su deseo de contar relatos.
Hay dictaduras en las que no se respeta la libertad de
prensa y se imponen límites empresariales, administrativos, temáticos y
expresivos a las informaciones. En ellas se cierran medios y se encarcelan
profesionales o se les elimina con mayor o menor descaro y crueldad.
Pero las democracias también tienen sus peligros al existir presión de los poderes (políticos, económicos, etc.) sobre los medios o presión de
las empresas sobre sus trabajadores. La Prensa es libre cuando no tiene más
condicionamiento que los límites del estado de derecho, la conciencia del
profesional y la responsabilidad de deberse a los lectores. Restringir la
libertad de prensa a una cuestión empresarial y luego limitar los derechos de
sus trabajadores es incumplir el sentido de esta Libertad, que es una libertad “social”,
ya que ampara, más allá de los derechos de creación de empresas, su servicio
informativo al conjunto. La libertad de expresión se centra en mí; la de Prensa en los demás, en su derecho a recibir información. Es una libertad que busca eliminar restricciones para que todos podamos ser más
libres al estar mejor informados.
Cuando lea una noticia en un periódico, cuando la reciba en
su receptor de radio o televisión, piense que requiere —además de la tecnología
pertinente— un elevado grado de libertad; que en muchos países no pueden
hacerlo y que en ocasiones ha costado la vida o la cárcel a un profesional el hacer que
esa información llegue hasta nuestras manos.
El Día mundial de la Libertad de Prensa no es el día de los periodistas. Es el día en que los que pueden leer libremente noticias elaboradas en libertad deben ser felicitados. Ojalá fuéramos todos en todos los lugares. Mientras ese día llega, debe ser y seguir siendo un día reivindicativo.
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