Joaquín Mª Aguirre (UCM)
De forma directa, el diario El Mundo titula: “Las empresa chinas se van a África”*. Los chinos
han aumentado su nivel de vida y les resulta más rentable producir en el más
empobrecido y abandonado continente africano que en casa. La lógica capitalista no deja de ser ni
lógica ni capitalista aunque la lleve adelante un gobierno teóricamente
comunista.
El despliegue chino se está realizando en todos los ámbitos:
en la explotación de las materias primas en donde se encuentren, en la
formación de técnicos por todo el mundo y ahora en la captación de mano de obra
más barata trasladando sus fábricas. Materias primas, capital intelectual y
proletariado a distancia mediante la deslocalización.
Una parte importante de las cosas que ocurren en el mundo se
deben a los movimientos chinos sobre el tablero global. Es lógico que así sea
primero por su tamaño, después porque están actuando por todas partes, poco a
poco, desplegándose tácticamente. Aprovechando los recelos y heridas abiertas
por Occidente —Europa y Estados Unidos—, China va tomando posiciones allí donde
no quieren saber nada de nosotros.
El caso de América Latina es claro. El papel de China
—directa o indirectamente— en la expropiación argentina de YPF está pendiente de aclarar. Pocos días antes de la expropiación surgía la noticia de la oferta de Sinopec (China
Petrochemical Corp.) a Repsol para comprar el 100% de YPF con una oferta de
15.000 millones de dólares. Repsol lo estimaba en 18.500. Desde 2009 había
ofertas de otras compañías chinas para comprar parte de YPF. La oferta se hace
en los momentos en los que los rumores de la nacionalización son inminentes. Un
buen momento para comprar a la baja. Los rumores habían hecho bajar las
acciones de YPF en el mercado. Cuando se expropió el 51% que la compañía española
tenía, los chinos de Sinopec adoptaron la postura típica de la negociación:
antes nos interesaba, ahora ya no tanto. Está por ver si los "brujos" de Cristina Fernández acertaron. Que el gobierno de Fernández haya creído más rentable negociar con China que dejar que lo hiciera Repsol es algo que veremos qué costes tiene para todos, incluidos los argentinos. Veremos en manos de quién acaba ese petroleo y ese dinero.
En 2005, analizaban así las relaciones entre Venezuela y
China desde la política desarrollada por Hugo Chávez:
Venezuela, quinto exportador de
petróleo del mundo, está inmersa en un esfuerzo masivo para diversificar sus
ventas petroleras al extranjero y la inversión foránea, mientras al mismo
tiempo busca reducir la dependencia política y económica de Estados Unidos. Los
últimos meses han estado llenos de actividad, pues Venezuela está expandiendo
sus asociaciones comerciales internacionales y renegociando contratos de
recursos estratégicos. Chávez ha extendido su mano hacia gigantes comerciales
rivales de Estados Unidos, tales como China, India y Rusia, así como a estados
forajidos, marginados como Irán, Libia y Cuba. Al fortalecer vínculos
internacionales, espera protegerse contra una posible intervención de Estados
Unidos y abrir el país a una guerra de ofertas de inversión a cambio de sus
valiosos recursos petroleros.
En octubre de 2004, Iván
Orellana, representante de Venezuela ante la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP), declaró que Venezuela está buscando nuevos
clientes para su petróleo. El precursor de este esfuerzo de multipolarización
es China, la superpotencia asiática emergente. Beijing ha dado grandes pasos en
los últimos años para salvaguardar su seguridad energética. A fin de satisfacer
futuras demandas energéticas, China busca con avidez asociaciones conjuntas y
participaciones en operaciones mineras y petroleras en todo el mundo.**
La conversión de una parte del mundo en fábrica china y de otra en mercado
chino tendrá consecuencias para la propia China que se verá arrastrada por los
mismos conflictos que ella ha desatado en el resto del planeta: la
desindustrialización de los países al convertirse en la alternativa de
producción más barata. China elige África porque es más barata la mano de obra y
se puede beneficiar de producir allí y del rechazo al occidente colonial. China
no ha sido colonialista en su
historia —hasta el momento— y no está en el foco obsesivo de antipatía que muchos tienen colocado sobre
Europa y Estados Unidos, como ocurre en los países árabes y Latinoamérica, por
ejemplo, sufridores de los colonialismos europeos y estadounidenses. A Cristina Fernández le basta con agitar los demonios coloniales para
obtener el aplauso fácil, ya sea contra España o contra Reino Unido. Es algo
que tiene en común con gobernantes anteriores.
Es ahora cuando China está
saliendo de su muralla y, como era previsible, están empezando a despertar recelos [ver
entrada: El nuevo ¡China go home!] contra lo que supone su llegada a ciertos países por sus efectos deformantes sobre la economía.
China no es una ONG. Va allí dónde le interesa para su propio desarrollo. No le
interesa “África”; le interesa la mano de obra barata africana. Esta por ver si el "win-win" proclamado, el "todos ganamos", es posible o tan siquiera creíble.
Recoge el diario El
Mundo en el artículo citado fuentes del Banco Mundial:
“Ha llegado el momento de que África
profundice en la manufacturación y se apodere de unos 85 millones de empleos
potenciales, ya que los salarios reales están creciendo en China y las empresas
de este país buscan fuera para recolocarse”. Así describe el Banco Mundial la
oportunidad de la región subsahariana para crecer en un futuro muy próximo a
costa de Asia.
En el informe 'Todo sobre
empleos: de Asia a África', el Banco Mundial advierte de que la deslocalización
de las industrias ligeras de manufacturas chinas a África puede servir como
plataforma de lanzamiento para la "largamente retrasada"
transformación económica del continente.*
Las posibilidades globales se reducen y quedan limitadas por
los recursos naturales, primero, y el coste de la mano de obra después. China
es consciente de que la forma de compensar la desindustrialización que emprende
al deslocalizar empresas es crear expectativas a su propia población. Y eso
solo es posible transformando su propio modelo y dedicándose, además, a la investigación
y la innovación. La creación de centros tecnológicos e investigadores es un
paso adelante: da salida a sus ciudadanos formados, reduce la dependencia del
occidente investigador y podrá llegar a crear propia industria independiente que pueda exportar con un “made
in África” pero “pensado en China”. Para
eso los chinos han enviado a sus estudiantes por todas las universidades del
mundo. Una vez formados, ocupan los puestos en sus empresas y en las empresas
que están creando por medio mundo, especialmente en América Latina y en África.
Extraen materias primas y crean empresas conjuntas, además de convertirse en
abastecedores de esos incipientes mercados. Ellos cubren todo el ciclo.
Cuando todo esto ocurra, se habrán abierto y cerrado algunas
posibilidades históricas. Se habrá creado el más complejo sistema de
interdependencias de la historia de la humanidad, algo que nunca se habría
podido soñar y, lo que es peor, controlar. A la sociedad económicamente global, se añadirá la comunicativa, que será en su conjunto un sistema hipersensible.
La actual locura económica puede entenderse como una
manifestación de la manipulación de la economía o, por el contrario, como la
incapacidad de controlarla. Las herramientas de que se dispone son imperfectas
—como se demuestra cada día— porque no se llega a comprender el propio
funcionamiento del sistema. Existen tal cantidad de variables que es
prácticamente imposible establecer cualquier modelo que lo represente medianamente.
Hemos climatizado la economía: los
pronósticos son pura especulación más allá de tres días. Y estas tormentas y
ciclones económicos arrasan un país o un continente en meses.
Estamos creando un mundo impensable e ingobernable.
* "Las fábricas chinas se marchan a África". El Mundo 5/05/2012 http://www.elmundo.es/elmundo/2012/05/04/economia/1336156168.html
** "China y el petróleo venezolano: ¿Una buena
mezcla?" VenEconomía Vol. 22 nº
5 - febrero 2005.
http://www.veneconomy.com/site/files/articulos/artEsp4107_2829.pdf
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