martes, 1 de mayo de 2012

El retroceso

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Leo en La Vanguardia de hoy una interesante entrevista con Freshta Karimi, una activista afgana de los derechos de las mujeres preocupada porque la retirada de las tropas signifique el retroceso de los derechos femeninos en su sociedad increíblemente cruel en este aspecto. Karimi es fundadora de una organización jurídica, Da Qanoon Ghushtonky, creada en septiembre de 2005. Su principales actividades son la representación jurídica gratuita en casos penales y de familia para mujeres, niños y hombres. Se dedican también a la formación jurídica sobre la igualdad a profesionales y estudiantes de Derecho. Ha recibido el premio del Tercer Objetivo del Milenio, de Naciones Unidad, la igualdad de género. Es el Afganistán que intenta abrirse camino.
Explica Karimi que existe el peligro de que los pactos para conseguir estabilidad sean a costa de las mujeres y de los derechos que la nueva constitución les reconoce. Temen el retroceso. 

Entrega del Premio MDG3 (ONU) a Freshta Karimi por la labor de la organización
El gobierno afgano apostó por la justicia informal de los consejos de las tribus para administrar justicia en diversos temas, más allá de las pequeñas disputas locales. Como señala Karimi, no se puede pretender que los consejos de ancianos se equiparen a los conocimientos legales de los jueces. Afganistán es una república islámica con una constitución que supuso un gran avance en 2004. Cuando le hablan a Karimi de su fundamentación en la sharía, señala que es mejor que la justicia local, que al menos reconoce la igualdad de hombres y mujeres. Muchas veces se mantienen antiguos elementos preislámicos, como ocurre también en otros países con ciertas prácticas que se piensan son coránicas y no lo son.

La Sharía no perjudica a las mujeres, al contrario, las defiende. Nuestras leyes nacionales, nuestra Constitución, se inspiran en la Sharía. El problema es el sistema informal de justicia en casos criminales, que según nuestra carta magna deben de ser resueltos ante una corte penal. En Afganistán hay una larga tradición de justicia informal. La shura, la jirga, los consejos comunales, forman parte de nuestra historia. En algunos casos esa mediación es buena para solucionar pequeñas disputas familiares, pero hoy, en nuestro país, los consejos de ancianos están tomando decisiones en casos como las violaciones. Desafortunadamente la comunidad internacional está apoyando este tipo de justicia informal. EE.UU. ha invertido mucho dinero en formación a pesar de que nosotros nos opusimos. Formar a los consejos comunales en aspectos legales es bueno, pero no podemos ponerles en la posición de tomar decisiones en casos criminales o complicados. Un abogado va a la escuela y a la universidad como mínimo durante 16 años. ¿Cómo puedes explicar 16 años de educación a una persona anciana e iletrada y que ya no tiene una mente ágil en un mes, dos meses, seis meses, incluso en un año? No es posible.*

Seminario jurídico de formación de Da Qanoon Ghushtonky
La unidad de las leyes se disuelve ante la arbitrariedad de la interpretación y aplicación de la justicia local tradicional. El gobierno de los talibanes representaba la concentración de todos los prejuicios y prevenciones contra las mujeres. Las muertes, mutilaciones y agresiones terribles a mujeres están grabadas en nuestra memoria. Los talibanes prohibieron el trabajo femenino, permitiendo solo a algunas doctoras y enfermeras para que pudieran atender a las pacientes; igualmente se acabó con la educación y las mujeres solo podían salir a la calle acompañadas. No es fácil cambiar todo eso por sus raíces sociales.
En 2009 se aprobó una ley para la protección de las mujeres que tiene que luchar contra los hábitos, costumbres y estructuras sociales del país. La periodista Ruth López nos cuenta en United Explanations:

[…] la Ley sobre la eliminación de la violencia contra la mujer de 2009 [que] tipifica como delitos algunas prácticas habituales en Afganistán como por ejemplo los matrimonios forzados, la compraventa de mujeres bajo el pretexto de un matrimonio, la entrega de una mujer o una niña para solucionar una disputa (baad) o los crímenes de honor.
Sin embargo, la eficacia de esta ley está todavía por determinar. Según un informe de UNAMA, la Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán, existen importantes lagunas: no se establecen diferencias entre una violación o el mantenimiento de relaciones sexuales fuera del matrimonio (la zina, que está castigada por ley), dejando indefensa a la víctima si tenemos en cuenta que en el imaginario colectivo afgano la palabra de un hombre tiene más valor que la de una mujer; no hay una clara criminalización de los crímenes de honor, cometidos normalmente por familiares de la víctima; y existe un gran desconocimiento de la ley por parte de gobernadores y jueces locales proclives a aceptar sobornos, además de una insuficiencia clara de instrumentos jurídicos para hacer efectiva la ley.**

La cuestión femenina, milenaria, no se resuelve en diez años. No se cambian las mentalidades de una sociedad que vive —y a la que se quiere mantener— como hace siglos, sin evolucionar en ninguna dirección. Para la mentalidad fundamentalista, la historia es una foto, no una película. El tiempo se detiene en un momento que se alarga por milenios sin transformación. Nada cambia. Se ha alcanzado el punto en el que todo cuadra sin contradicciones aparentes. Es la Ley. La Ley está por encima de los individuos y la Ley no cambia, es la voluntad de Dios.
El concepto de progreso es atípico, moderno y mayormente occidental. La idea de que las cosas e instituciones son perfectibles es una anomalía que, desde la mentalidad tradicional, las debilita. El truco para que nada cambie es hablar en nombre de Dios y divinizar las instituciones en su origen. ¿Cómo va el hombre a osar cambiar lo que nos ha sido dado? Entre ese paquete de medidas está la sumisión de la mujer de la que evidentemente se beneficia, no Dios evidentemente, sino los que hablan, juzgan y castigan en su nombre.

Periodistas radiofónicas afganas
Ruth López concluye: “la salida de las fuerzas internacionales en 2014 augura un Afganistán olvidado de la agenda mundial, lo que con toda seguridad llevará a un retroceso en las condiciones ya de por sí precarias de las mujeres afganas.”**
El retroceso augurado será una lucha dramática en la que las mujeres que han podido mejorar algo en estos años su situación se enfrentarán de golpe a las reacciones brutales de los que consideran que todo esto no ha sido más que un pequeño paréntesis pecaminoso del que se debe salir cuanto antes. Sin una fuerza presente que garantice los derechos se volverá en poco tiempo a la misma situación, y la Constitución o cualquier otra ley serán papel mojado ante el peso de la tradición.
Será responsabilidad de todos tratar de que ese Afganistán fuera de agenda, que ese Afganistán olvidado, no se produzca porque no hay peor condena que sumar el olvido a las penalidades por las que habrán de pasar. La mujeres afganas, a su suerte, necesitarán mucha atención y apoyo de todos.

* Freshta Karimi: "Si la comunidad internacional nos deja solos en Afganistán, perderemos todo lo que hemos logrado". La Vanguardia 1/05/2012 http://www.lavanguardia.com/internacional/20120501/54287901015/freshta-karimi-comunidad-internacional-deja-solos-afganistan-perderemos-todo-logrado.html
** Ruth López "¿Es Afganistán hoy un mejor país para las mujeres?" United Explanations 19/04/2012 http://www.unitedexplanations.org/2012/04/19/las-mujeres-afganas-diez-anos-despues-de-la-caida-del-regimen-taliban/




El Tercer Objetivo del Milenio: la igualdad de género


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