Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Humo de segunda mano…
Así se refiere un lector de The New York
Times a Facebook en los comentarios suscitados por el artículo* que intenta
poner algo de luz en el escándalo de la salida a Bolsa de la red social. No me
parece mala definición. En este caso, deberíamos hablar
de señales de humo de segunda mano.
La esperada salida a Bolsa de Facebook se ha convertido en
un ejemplo de los males de la economía actual, un mal caso de credibilidad que
implica a la propia empresa, pero también a los colocadores y hasta al mismo Nasdaq, que ha sido citado por la SEC. Cuantos más
agentes de un sistema quedan bajo sospecha, más maltrecho queda el sistema. Y, una vez mász, todo parece una conspiración para sacarle a la gente el dinero, que
es la única ley escrita a fuego en la tabla de Wall Street. Resumiendo el caso
en tres puntos: han ocultado información relevante a los compradores, han prevenido
solo a algunos y, finalmente, las órdenes de compra tuvieron un retraso de
media hora. Demasiado para el producto estrella que todo el mundo esperaba.
Las demandas de los inversores se están acumulando y las
indemnizaciones, según los primeros cálculos, serán millonarias. Las leyes en
este campo —cuando metes la pata— son muy claras: te hacen pagar las pérdidas
que has causado. Según The New York Times:
The damages in this type of case are the difference between the purchase
price and the stock price at the time of the filing of the case, or the loss
the investor incurred if the shares were sold. This means the difference
between $38 a share and roughly where Facebook is trading as of the filing of
the lawsuits, about $32 per share.
In addition, under Section 12(a)(2) of the Securities Act of 1933,
investors who bought directly from the underwriters will have rescission
rights, which allow them to simply give back their shares and receive the $38
offering price.
As a result, we’re talking about a potential
for billions of dollars in damages.*
Esto es lo que te ocurre si no eres sincero y no das toda la
información a la gente. Esos seis dólares de diferencia —de 38 a 32— o el hecho
de devolver el dinero, pueden ser uno de los casos más sonados de prosperar. Me
temo que le han aguado la luna de miel a Zuckerberg y su novia de toda la vida.
Desde que se produjo la primera burbuja tecnológica y la
prohibición tajante de su usar el término “e-economía” por establecer que no
había más que una y que lo de la “e” era una forma de tomar el pelo a la gente
introduciendo diferencias donde no las hay, muchos se habían prometido no
volver a las andadas, pero al final siempre se vuelve a los mismos males porque
deben ser consustanciales a la naturaleza humana.
La base de esta crisis es la ocultación de información sobre
las expectativas reales de crecimiento de Facebook, de las estimaciones de
evolución de los ingresos por la publicidad. El diario de información económica
Cinco Días señala:
Los demandados, entre los que se
encuentra Mark Zuckerberg, cofundador de Facebook, han sido acusados de
esconder al grueso de inversores durante el road show previo a la OPV una
"severa y pronunciada" reducción de las previsiones de crecimiento de
ingresos para la compañía, informó Reuters. Por su parte, el rotativo económico
Financial Times publicó ayer en su
web que Morgan Stanley, el banco que lideró la colocación de la red social en
el Nasdaq, ha sido citado por el regulador principal del mercado de
Massachusetts para que aclare este asunto.**
La aparición de un informe de un analista con datos
diferentes a los que se habían presentado públicamente para colocar las
acciones implica que las estimaciones eran peores que las presentadas, es
decir, que los inversores decidieron el precio que pagaban de forma errónea,
inducidos por el engaño u ocultación, que viene a ser lo mismo. Esto afecta a la compañía, pero también a los bancos
que vendieron las acciones, principalmente a Morgan Stanley, JP Morgan y
Goldman Sachs. Este tipo de jugarretas que te hacen todos los días y luego se
van a celebrarlo, cuando se hacen a los inversores en bolsa se considera como
un pecado capital, y nunca mejor
dicho.
La cuestión, como hemos señalado, es que arrastra a varios
jugadores en la partida: la empresa, los analistas, los bancos, etc., restando credibilidad al sistema. Volvemos a la cuestión
de la confianza y la duda, que a los demás nos machaca y que ahora afecta a los
propiciadores de todos estos desastres ajenos.
Facebook se encuentra en un punto extraño de su desarrollo empresarial. La gente —los usuarios—
está descontenta y aprovecha la misma red social para decirlo. No sé si eso
aumenta su valor y disminuye su prestigio o al revés, pero algo hay. Ayer mismo,
recibía yo en el muro un mensaje a los cuatro vientos virtuales sobre cómo
evitar que utilicen tus imágenes para fines publicitarios. La gente está
empezando a descubrir que el negocio de Facebook es absorber lo de los demás y
traficar con ello, que el “me gusta” a quien le gusta realmente es a la empresa, que hace su negocio con ello. El lector filósofo —RockPro es su apodo—
de The New York Times comentaba
sintéticamente cuál es el “negocio” de Facebook: “Other peoples information,
posted for everyone to see and for the FaceBook company to try to sell.” Probablemente
no se pueda resumir mejor.
El crecimiento de este tipo de negocios puede desinflarse en
cualquier momento si se ofrece una alternativa que a los usuarios les parezca
aceptable. La aceptación de ciertas cosas no significa que estés de acuerdo con
ellas, sino que no te queda otro remedio. Pero eso en el mundo de los negocios
—lo hemos aprendido todos— se llama “oportunidades”, es decir, que en algún
recóndito lugar del globo terráqueo un par de jóvenes con capucha están
pensando cómo desarrollar otra red social sin los inconvenientes de esta. Y
cuando eso ocurra, el humo se disipará para dejar su sitio al de la nueva
hoguera de las vanidades.
* "The
Facebook I.P.O.’s Potential Legal Exposure" DealB%k The New York Time 23/05/2012
http://dealbook.nytimes.com/2012/05/23/the-facebook-i-p-o-s-potential-legal-exposure/?hp
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