jueves, 17 de mayo de 2012

Por favor, por favor…

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
“Por favor, por favor… ¡que lleguen los deportes!” Eso es lo que los españoles nos decimos desde hace tiempo ante los telediarios. Da igual la cadena, da igual la hora… “Por favor, por favor… ¡que lleguen ya!”. Son las zonas seguras, las zonas sin sobresaltos y en las que cabe alguna alegría, alguna compensación por tanto trago amargo, por tanto dato escandaloso, por tanta palabra necia, por tanto sinvergüenza al descubierto.
Las cadenas televisivas, que tienen sentido comercial, intercalan las noticias de deportes tras los primeros desastres a sabiendas de que se les puede morir la audiencia de una insuficiencia cardiaca, de un colapso, de cualquier cosa… Hay que tener valor para aguantar a pie firme la media hora o los cuarenta minutos hasta que se llega finalmente a ese paraíso deportivo, a esa zona protegida en la que los presentadores respiran: ¿queda alguien al otro lado?


Habría que alternar: deuda, medalla, bolsa, medalla, recorte, medalla, corrupto, medalla… Pero, como eso es antiperiodístico, te dan los titulares casi sin respirar, te relajan con un dosis de prealegrías deportivas para que trates de aguantar hasta el final, para que cojas moral —que si Nadal en semifinales de no sé dónde, que si Mourinho ha dicho no sé qué, que si al coche de Alonso le van a poner alerones…— todo para ver si aguantas hasta el final. Las cadenas ya van contando los días que faltan para los Juegos Olímpicos y para la Eurocopa, como si fuera la cuenta atrás y pudiéramos escapar del Planeta Tuerto, que parece que es en el que vivimos. Lo hacen con buena intención, para que pienses que falta poco, pero es como el que le silba canciones al galeote para que reme con alegría.

Deberían invertir los noticiarios y dejar lo importante para el final, que el que quiera se quede. Pero no lo hacen así, no. Un aperitivo de deporte, alguna información curiosa, mucha gastronomía y el tiempo, ¡ah, el tiempo! ¡Qué noticiarios tan relajantes serían si solo nos dieran deportes, gastronomía y la información meteorológica! ¡Es tan bonito! Con su mapa, sus soles, sus nubes… Bueno, nubes no; solo con soles, que ya se sabe: se empieza poniendo una nube, luego se le cuelgan unas gotitas y acabas con los rayos… ¡Mira Hollande con lo del rayo que le han zumbado al avión presidencial según se ha subido para ir a ver a Merkel! ¿Lo ves?, esa noticia está bien; esa vale. Tomas posesión y te cae un rayo en el avión. ¡Así da gusto hablar de política! Pero en cuanto empiezan que si la Merkel ha dicho que austeridad a tope, que si el Krugman sale por peteneras con lo del corralito, los griegos que no salen del platonismo y demás historias, ¡uf!
Cuando se ponen así, es que no hay quien aguante; te entra la ansiedad y vas cuatro veces a la baño, a la nevera a picar, a ver si encuentras el despertador para ponerlo en hora…, no te dura ni tres minutos el trasero pegado al asiento. Te entran los sudores y empiezas con lo del “¡por favor, por favor, que lleguen los deportes!”, que es como el que ve la luz al final del túnel.


Y entiendes qué es eso de caminar hacia la luz, solo que aquí te pasa dos veces al día, con cada noticiario. Te disparan con la política, te rematan con la economía y te reaniman luego con los deportes. Es como si te dieran golpes de alirón en el pecho para ponerte el corazón de nuevo en marcha, como si te dieran descargas eléctricas de turismo y gastronomía para revivirte. Después de dos goles de Messi, un triple de Gasol, cuatro reveses de Nadal, el corazón comienza a latir otra vez, el aire te entra en los pulmones. Y respiras, ¡vaya que si respiras!


Cada vez entiendo más porqué hay tanta gente que va con camisetas deportivas por la calle. Es como la coraza psicológica anticrisis, el puntito de compensación ante tanto descenso económico de categoría, ante una temporada en el infierno, como se decía antes cuando tu equipo bajaba a segunda. ¿Rimbaud? ¡Nada de poesía! ¡Aquí no se sabe ni a qué categoría te mandan!, si a tercera periférica, como a los griegos, o te dejarán jugar la promoción a ver si te  salvas.
Cuando llegan los deportes, se escucha por todo el país un monumental suspiro de alivio. No es distracción; es supervivencia.


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