Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Desde
hace algún tiempo venimos percibiendo la situación de Europa respecto a los
casos de corrupción y compras de influencias que salen a la luz. La propia
posición de Europa y la estructura de sus instituciones comunitarias favorecen
que esto se produzca ya que además de su propia posición geográfica, estratégica,
política y económica ha creado unos órganos centrales que son más accesibles a estos
procesos de degeneración.
La
Unión Europea necesita protegerse de estas situaciones y eliminar su debilidad. De no hacerlo así, la
debilidad surgirá de la duda y del recelo, será objetivo de todo tipo de
presiones que tienden a modificar sus relaciones con el exterior.
Conforme
se van conociendo más datos de lo ocurrido en el Parlamento Europeo en la
investigación emprendida, el caso se amplia y los países implicados aumentan
mostrando un preocupante panorama.
Mientras
en la Unión Europea aumenta la sensibilidad hacia el deterioro democrático de
algunos países, como es el caso de Hungría, también lo hacen los casos que
muestran diversas taras de la propia Europa que deben ser corregidas.
Hace
mucho tiempo que existen movimientos por el debilitamiento de la Unión Europea.
El más evidente de todos ha sido el Brexit, que los británicos están pagando.
Los intereses conjuntos de los Estados Unidos de Trump ("¡Llamadme Mr. Brexit!")
y de Rusia, con un Nigel Farage, líder del movimiento antieuropeo, visitando a
Trump y en buena sintonía con la Rusia de Putin, muestran que Europa es un
objetivo. A esta doble presión rusa-norteamericana se le suma la China, con su
proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, que necesita de aprobaciones múltiples
para atravesar Europa. Finalmente, como vemos ahora, las presiones de los
países de la cuenca mediterránea, los países árabes, para favorecer sus
posiciones políticas y económicas.
Lo que ya han llamado "Qatargate" deberá, a la luz de las investigaciones, ampliar su denominación ante la aparición de nuevas informaciones. En el diario El Mundo, su corresponsal en Bruselas, Pablo R. Suanzes, escribe sobre la irrupción de Marruecos en el escándalo. Tras referirse a Qatar, Suanzes explica:
Marruecos es otra cosa. Están los acuerdos pesqueros de la UE con el país africano, las disputas por el Sáhara, la cuestión migratoria, la colaboración europea en materia de seguridad y antiterrorista y la ayuda al desarrollo. Por no mencionar las relaciones y tensiones con España o los millones de ciudadanos que viven en el continente. Su presencia es mucho más evidente, pública porque hay muchísimo dinero en juego, reivindicaciones territoriales y disputas geopolíticas.
"Nada de esto es nuevo para quienes andamos por el Parlamento Europeo. Es un comentario generalizado que, durante las sesiones plenarias, la embajada marroquí tiene prácticamente una oficina permanente en el bar de eurodiputados. La cuestión es qué consecuencias tiene esto. Durante años los socialistas han bloqueado sistemáticamente cualquier debate o resolución en el pleno de Estrasburgo que critique abiertamente a Marruecos o denuncie la situación en el Sáhara ocupado. Lo dice la propia ex eurodiputada socialista Ana Gomes", ha denunciado en su cuenta de Twitter el eurodiputado español Miguel Urbán
Su referencia a Gomes apunta a otra denuncia que la lusa hizo ayer mismo. "No es sólo Qatar. Marruecos tiene que haber estado financiando a Antonio Panzeri y sus amigos desde mucho tiempo. Para frustrar las resoluciones sobre el Sáhara Occidental y los Derechos Humanos en Marruecos. Son incontables las peleas que tuvimos sobre esos temas", ha apuntado.*
Ante este panorama que se abre por el abanico de casos complejos que se abren con Marruecos y la perspectiva de que sean —como se apunta— más países que hayan estado comprando favores para sus fines específicos o para blanqueo de imagen, algo en lo que parecen empeñados muchos países árabes.
Desde hace algunos años es visible este proceso de blanqueo en el que el deporte ha tenido un papel importante. La compra de equipos de fútbol, por ejemplo, como ha ocurrido en España o Reino Unido ha sido frecuente. Es posible ver ahora campañas publicitarias de diversos países árabes aprovechando el Mundial de Qatar.
Toda esta promoción de estos países no ha tenido una contrapartida en la mejora de los derechos humanos, la situación de las mujeres, etc. Es solo una campaña de imagen que proyecta una irreal, incluso futurista, visión de ese mundo cuya realidad es otra, como atestiguan los cientos de muertos explotados para levantar los estadios qatarís a mayor gloria de sus autócratas.
No es casual que salten ahora estos casos de corrupción, de compra de voluntades y trato de privilegios, de silencios respecto a los casos flagrantes de incumplimientos de derechos, de represión. Hace unos días apuntábamos aquí los casos de compra de silencio de países a cambio de compra de armas. Muchos países europeos venden grandes cantidades de armas a regímenes que compran con ellas el silencio y la complicidad. De esta forma se está armando a las dictaduras que usan esas armas para su propia defensa y control represivo de sus protestas. El negocio de armas no mira mucho a quién se las vende y, por el contrario, tiende a minimizar, a silenciar cualquier aspecto que deje en evidencia. Nuestros medios venden después como un "gran éxito" que construyamos buques u otro tipo de elementos militares, asegurando que son defensivos y no represivos. La realidad es otra.
Sea por el motivo que sea, lo cierto es que el mundo es cada vez más complejo y sus relaciones son muchas veces más oscuras. Europa, por su situación multidimensional, está en el centro de muchos de estos conflictos y relaciones, por lo que se busca su acción u omisión. Ya sea para comprar su silencio o sus acciones y actitudes frente a las situaciones, el escándalo que surge puede tener consecuencias graves, tanto para los miembros del parlamento y otras instituciones, como para nuestra propia credibilidad.
A nadie se le escapa que en Europa hay movimientos anti europeístas, anti Unión. Son grupos que desde dentro —ellos mismos lo señalaron— trabajaban para dinamitar la Unión Europea y sus instituciones.
En una situación como la actual, con una guerra con Rusia en las puertas, se abren otros frentes que también parten de una misma filosofía: la debilidad de la democracia frente a los regímenes autoritarios. Es lo que se juega en el fondo. En las dictaduras, la corrupción forma parte de su ser; en las democracias la corrupción es un cáncer que las va destruyendo. No es cuestión de sutileza; es una realidad que se traduce en el fenómeno de la ausencia de ejemplaridad positiva. Hay que recobrar la confianza en las instituciones europeas, que son democráticas. De otra forma, como ocurre en muchos niveles, se accede a las carreras políticas para hacer dinero rápido colocándose en puestos de decisión. Percibir Europa como un destino en el que hacer dinero es malo. Que otros países perciban nuestras instituciones comunitarias como "tocables" es también muy malo.
Una vez más, son los partidos que producen este tipo de personalidades rapaces y voraces, los que deberían modificar sus organizaciones para evitar colocar piezas corruptas en las instituciones. Pero los partidos están en otra cosa y producen un tipo de perfil que, a la vista de los resultados, no son los mejores para las instituciones democráticas.
Si la democracia es un valor europeo, hay que defenderla. Si la corrupción es el modus operandi de las dictaduras, hay que combatirla. Una democracia corrupta es una contradicción, por más que haya casos. Por eso es importante que sean las propias instituciones las que manifiesten su transparencia y honorabilidad. Ellas nos representan y nosotros hemos de sentirnos correcta y honestamente representados.
* Pablo R. Suanzes "Servicios secretos, 'tarjetas black', billetes marcados y las pruebas que apuntan a Marruecos en el escándalo de corrupción del Parlamento Europeo" El Mundo 14/12/2022 https://www.elmundo.es/internacional/2022/12/14/6399ee7ffdddffb08c8b45c4.html
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