Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los
medios son un espacio en el que se alternan optimismo y pesimismo según los
sectores y según los públicos. No solo informa de lo que ocurre, sino que crean
lo que debe ocurrir y cómo debemos interpretarlo. De esta forma incitan
simultáneamente, por ejemplo, al ahorro y al despilfarro, según la página o
sección en la que nos encontremos.
El
medio digital ha ahondado en esto al convertir en selectivas las noticias.
Cuando todas las noticias estaban unidas por una grapa, por decirlo así, los
lectores se llevaban la totalidad, resultando como unidad el ejemplar. Luego
podíamos leer unas y otras, pero lo comprábamos "completo", lo que lo
hacía más compacto y cohesivo.
En el
medio digital, en cambio, la unidad es el artículo y el lector selecciona
cuáles lee y cuales deja al margen, permitiendo diversificar y haciéndolo menos
ajustado a un horizonte determinado. Hay, por supuesto, líneas generales en
muchos campos, pero no significa que todas las noticias vayan en el mismo
sentido.
Otro
factor que destaca en los medios es su fuerte estacionalidad, es decir, la
presentación de determinados temas en ciertos momentos. Eso permite tener un deja vu en cada lectura. La salida de
vacaciones y sus regresos se repiten. Los podemos desglosar en elementos
repetitivos, como "el precio de la vuelta al cole", "el síndrome
de la vuelta al trabajo", etc. Cada medio repite estos temas estacionales.
Ahora vemos "los precios de las comidas navideñas", "qué hacer
para no engordar en navidades", "cómo sobrevivir a las reuniones", etc.
Esta
forma estacional de trabajar es sencilla para el medio y los profesionales, que
se limitan muchas veces a reescribir el
mismo artículo o, sin problemas, a decir lo contrario de lo que se predicaba el
año anterior.
Los
medios han dejado, en este sentido, mucha información novedosa para anclarse en
una especie de "día de la marmota" informativo. La información es
cara, ¿para qué entonces tratar de sorprender a los lectores con lo que ocurre
en el mundo si de lo que se trata es de resolver sus olvidadizas curiosidades?
Sumergido en los flujos de información, los destinatarios se dejan llevar.
A ello
ayuda, sin duda, la fabricación de información a la carta a través de los
perfiles que se van creando y que seleccionan la información adecuada. Los
medios dejan así de informar en un sentido noticioso y lo hacen reforzando los
perfiles de sus lectores, algo que la tecnología permite hoy.
Frente
al viejo mundo de los "suscriptores" de los periódicos, los medios
actuales aspiran a tener "usuarios", es decir, personas que usen los
medios para sus propios intereses, que encuentren en ellos con qué cubrir sus
necesidades no estrictamente informativas. Esto es debido a la necesidad de
atracción que cada noticia debe producir, algo que muchas veces provoca una
tendencia a la espectacularización informativa, algo que se nota especialmente
en la forma de titular, que busca muchas veces despertar la curiosidad,
anulando las prácticas anteriores del buen titular, que se hace descaradamente
pragmática, un "buen titular" es el que atrae el clic de los lectores. Eso convierte a todas las noticias en
competitivas unas contra otras. Para comprobarlo basta con ver la lista de las
"noticias más leídas" de cada medio, comprobando cómo muchas veces lo
espectacular vence a lo transcendente, como lo curioso vence a lo importante.
La
interacción entre los medios y sus lectores modela a ambos. El consumo de
información hace que los medios se adapten y viceversa. Por eso la opción
mediática puede decidirse entre una "ilustrada" —tener unos lectores
mejor formados, más informados— y la contraria, la "consumista", en
la que prima la cantidad importando menos a qué informaciones se accede. Medios triviales hacen públicos triviales y públicos triviales demandan medios triviales.
Muchos
medios intentan el equilibrio entre ambas tendencias. Aquí se produce una
diferencia grande entre los medios digitales y los audiovisuales, que se
producen en un entorno cada vez más trivial. Los medios audiovisuales, como
pasa con los impresos, tienen una difícil supervivencia en un entorno de
programación cada vez más trivializado. Los informativos intentan sobrevivir
entre programas de cero trascendencia, en un mundo espectacularizado, entre
concursos, realities y vídeos domésticos, entre culebrones, deportes y poco
más. Son esos campos en los que los audiovisuales se hacen fuertes,
especialmente en el deporte, el gran espectáculo, como hemos podido apreciar
ayer mismo con la final del Mundial de Fútbol.
El
fenómeno que percibimos es que cada vez existe un menor conocimiento
informativo. Las noticias se superponen unas a otras. Los lectores acumulan
informaciones sobre sus campos de interés, pero muchos ignoran eso que podemos
llamar "actualidad", una característica especial de esta sociedad en
la que cada uno elige a qué patio da su ventana mediática. Es una consecuencia
del dominio del receptor sobre el medio; es dejar la selección en manos del que
tiene más condicionamientos para elegir y menos criterio sobre lo relevante. En
este sentido, los medios han dejado de ser orientadores de la información y el
público, para convertirse en abastecedores de necesidades y, muchas veces,
creadores de las mismas. Cada vez hay más noticias fabricadas para satisfacer
la demanda informativa selectiva.
Lo que hay en el fondo de todo esto es un debate sobre cuál es el papel de los medios y de los profesionales en una sociedad que trata de convertir la información en mero consumo. Con ello, sus funciones se reorientan o desaparecen. Una sociedad desinformada, mal informada o desentendida de la información es siempre problemática, aunque nadie nos lo quiera contar.
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