lunes, 19 de diciembre de 2022

Medios a la carta

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Los medios son un espacio en el que se alternan optimismo y pesimismo según los sectores y según los públicos. No solo informa de lo que ocurre, sino que crean lo que debe ocurrir y cómo debemos interpretarlo. De esta forma incitan simultáneamente, por ejemplo, al ahorro y al despilfarro, según la página o sección en la que nos encontremos.

El medio digital ha ahondado en esto al convertir en selectivas las noticias. Cuando todas las noticias estaban unidas por una grapa, por decirlo así, los lectores se llevaban la totalidad, resultando como unidad el ejemplar. Luego podíamos leer unas y otras, pero lo comprábamos "completo", lo que lo hacía más compacto y cohesivo.

En el medio digital, en cambio, la unidad es el artículo y el lector selecciona cuáles lee y cuales deja al margen, permitiendo diversificar y haciéndolo menos ajustado a un horizonte determinado. Hay, por supuesto, líneas generales en muchos campos, pero no significa que todas las noticias vayan en el mismo sentido.

Otro factor que destaca en los medios es su fuerte estacionalidad, es decir, la presentación de determinados temas en ciertos momentos. Eso permite tener un deja vu en cada lectura. La salida de vacaciones y sus regresos se repiten. Los podemos desglosar en elementos repetitivos, como "el precio de la vuelta al cole", "el síndrome de la vuelta al trabajo", etc. Cada medio repite estos temas estacionales. Ahora vemos "los precios de las comidas navideñas", "qué hacer para no engordar en navidades", "cómo sobrevivir a las reuniones", etc.

Esta forma estacional de trabajar es sencilla para el medio y los profesionales, que se limitan  muchas veces a reescribir el mismo artículo o, sin problemas, a decir lo contrario de lo que se predicaba el año anterior.

Los medios han dejado, en este sentido, mucha información novedosa para anclarse en una especie de "día de la marmota" informativo. La información es cara, ¿para qué entonces tratar de sorprender a los lectores con lo que ocurre en el mundo si de lo que se trata es de resolver sus olvidadizas curiosidades? Sumergido en los flujos de información, los destinatarios se dejan llevar.

A ello ayuda, sin duda, la fabricación de información a la carta a través de los perfiles que se van creando y que seleccionan la información adecuada. Los medios dejan así de informar en un sentido noticioso y lo hacen reforzando los perfiles de sus lectores, algo que la tecnología permite hoy.


Frente al viejo mundo de los "suscriptores" de los periódicos, los medios actuales aspiran a tener "usuarios", es decir, personas que usen los medios para sus propios intereses, que encuentren en ellos con qué cubrir sus necesidades no estrictamente informativas. Esto es debido a la necesidad de atracción que cada noticia debe producir, algo que muchas veces provoca una tendencia a la espectacularización informativa, algo que se nota especialmente en la forma de titular, que busca muchas veces despertar la curiosidad, anulando las prácticas anteriores del buen titular, que se hace descaradamente pragmática, un "buen titular" es el que atrae el clic de los lectores. Eso convierte a todas las noticias en competitivas unas contra otras. Para comprobarlo basta con ver la lista de las "noticias más leídas" de cada medio, comprobando cómo muchas veces lo espectacular vence a lo transcendente, como lo curioso vence a lo importante.

La interacción entre los medios y sus lectores modela a ambos. El consumo de información hace que los medios se adapten y viceversa. Por eso la opción mediática puede decidirse entre una "ilustrada" —tener unos lectores mejor formados, más informados— y la contraria, la "consumista", en la que prima la cantidad importando menos a qué informaciones se accede. Medios triviales hacen públicos triviales y públicos triviales demandan medios triviales.

Muchos medios intentan el equilibrio entre ambas tendencias. Aquí se produce una diferencia grande entre los medios digitales y los audiovisuales, que se producen en un entorno cada vez más trivial. Los medios audiovisuales, como pasa con los impresos, tienen una difícil supervivencia en un entorno de programación cada vez más trivializado. Los informativos intentan sobrevivir entre programas de cero trascendencia, en un mundo espectacularizado, entre concursos, realities y vídeos domésticos, entre culebrones, deportes y poco más. Son esos campos en los que los audiovisuales se hacen fuertes, especialmente en el deporte, el gran espectáculo, como hemos podido apreciar ayer mismo con la final del Mundial de Fútbol.

El fenómeno que percibimos es que cada vez existe un menor conocimiento informativo. Las noticias se superponen unas a otras. Los lectores acumulan informaciones sobre sus campos de interés, pero muchos ignoran eso que podemos llamar "actualidad", una característica especial de esta sociedad en la que cada uno elige a qué patio da su ventana mediática. Es una consecuencia del dominio del receptor sobre el medio; es dejar la selección en manos del que tiene más condicionamientos para elegir y menos criterio sobre lo relevante. En este sentido, los medios han dejado de ser orientadores de la información y el público, para convertirse en abastecedores de necesidades y, muchas veces, creadores de las mismas. Cada vez hay más noticias fabricadas para satisfacer la demanda informativa selectiva.

Lo que hay en el fondo de todo esto es un debate sobre cuál es el papel de los medios y de los profesionales en una sociedad que trata de convertir la información en mero consumo. Con ello, sus funciones se reorientan o desaparecen. Una sociedad desinformada, mal informada o desentendida de la información es siempre problemática, aunque nadie nos lo quiera contar.

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