Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Es una
extraña guerra, sí. No se acaba de entender bien cómo funciona y quizá estemos
experimentando con una nueva forma de relaciones internacionales, algo a mitad
de camino entre la guerra real y otras cosas que se pueden utilizar para los
conflictos enrareciendo el ambiente.
La fase
previa llevó a un incremento de las relaciones comerciales, que iban por un
lado, y las políticas, que iban por otro. Ahora todo está embarullado y vemos
que los mismos países que se tiran los trastos a la cabeza siguen manteniendo
unas extrañas relaciones comerciales entre ellas. Nos necesitamos, pero nos
peleamos; nos represaliamos, pero seguimos con intensos lazos necesarios.
Cliente ya no significa necesariamente amigo y amigo no se sabe muy bien qué significa.
Se le
acaba de poner un tope al petróleo ruso para evitar que Rusia financie su
guerra con el dinero que le damos por el petróleo que necesitamos. Todo esto es
muy complejo y complicado porque supone que aquello que se vende y compra es
utilizado dentro del marco de las relaciones enfrentadas que vivimos. Rusia
trata de hacer daño y tratamos de hacer daño a Rusia. Pero como no se puede
atacar directamente, bajo riesgo de una guerra mundial y probablemente nuclear,
esto se hace a través de la intervención en los mercados.
En el
diario El Mundo, Xavier Colás escribe desde Moscú sobre esta faceta económica
de la guerra que nunca existió:
Ucrania está convencida de que la imposición de un tope de precios al petróleo de Rusia por parte de las potencias occidentales hundirá la economía del segundo mayor exportador mundial de crudo. "La economía de Rusia será destruida y Moscú deberá asumir la responsabilidad de sus crímenes", dijo el jefe de gabinete presidencial, Andriy Yermak. Por su parte, Rusia respondió que no aceptará el límite al precio y avisó de que está analizando cómo reaccionar ante una medida destinada a limitar una fuente clave de financiación para su guerra en Ucrania.
Una amplia coalición de países occidentales acordó el viernes limitar el precio del petróleo ruso transportado por mar a 60 dólares por barril. Rusia asegura que continuará encontrando compradores para su petróleo y a la vez ha dicho varias veces que no suministrará petróleo a los países que implementen el tope. Esta postura fue reafirmada por Mijail Ulyanov, embajador ruso ante organizaciones internacionales en Viena: "A partir de este año, Europa vivirá sin el petróleo ruso".
Una vez más, Moscú confía en convencer a quien sea de que las medidas para dañar la economía rusa tendrán efectos perniciosos para todos: "Pasos como estos inevitablemente darán como resultado una mayor incertidumbre e impondrán costos más altos para los consumidores de materias primas". "Independientemente de los coqueteos actuales con este instrumento peligroso e ilegítimo, confiamos en que el petróleo ruso seguirá teniendo demanda".*
Los ucranianos, además, quieren que el tope se baje todavía más, a la mitad, a 30 euros. Quieren —y es lógico— que los rusos tengan la mitad de los ingresos que destinarán a material bélico. La guerra cuesta cara y la caja del dinero no es inagotable. Las medidas de presión acaban afectando al pueblo ruso de diferentes maneras. Las protestas empezaron por motivos políticos y de repulsa a la guerra fratricida emprendida contra Ucrania y seguirán ante la reducción de ingresos en el país. Todas las administraciones se resentirán así como los negocios, llegando al ciudadano.
En el artículo se nos precisa: «Se pretende que Rusia gane menos dinero, pero
sin causar un terremoto que dispare los precios del combustible en general.
Y, si es posible, lograr que en el mercado mundial haya menos petróleo ruso,
que a día de hoy es un activo necesario y tóxico a la vez.»*
La
congelación de activos de los oligarcas y empresas rusas ya se ha dicho que se
va a financiar la defensa frente a los ataques rusos y, evidentemente, la
reconstrucción ucraniana, algo en lo que hay que pensar aunque no tengamos
claro qué supone. Que hay que reconstruir es claro, pero en esta extraña guerra
de frontera y unidireccional (los ucranianos no han pasado al contraataque a
dañar Rusia) la reconstrucción se hace con un país beligerante divido por una
incierta frontera.
Más
allá de los ataques está la cuestión de los límites reconocidos, algo sumamente
importante y que no es fácil de reconocer. Nadie va a ceder terreno a Rusia,
porque ya se vio en 2014 que la conquista de Crimea no deja satisfechas las
ansias conquistadoras rusas hacia sus vecinos.
En
realidad, la guerra, antes de estar en los campos de batalla, está en la
agresiva mente de Putin que ha embarcado a todo un país en una absurda e
imprevisible guerra contra la mayoría del mundo. ¿Que ha conseguido? ¿Le merece
la pena ante lo perdido, ante la destrucción de un orden mundial —mejor o peor—
en el que había mejorado sus relaciones con el mundo? Quizá Rusia solo se
reconstruyó para volver a empezar una nueva fase imperial, creando nuevos
territorios controlados a su alrededor.
La
batalla con el precio del petróleo, la batalla de la imposición de topes a los
precios, es una nueva fórmula, que trata de contener lo que Rusia está haciendo
con la energía. Rusia ha utilizado los periodos de paz para preparar la guerra,
algo que apenas ofrece dudas a fecha de hoy con lo que hemos podido apreciar.
Se abre un nuevo frente económico y energético, con repercusiones muy abiertas. Pero el aislamiento de Rusia, su salida de las esferas comunes es un hecho de consecuencias imprevisibles para el futuro. La idea de que hay una parte del mundo que le pertenece o sobre la que puede decidir a su antojo es incompatible con una vida internacional compartida.
La invasión y la guerra revelan más que unos fines, que son imprecisos, una forma de actuar, una actitud frente al resto del mundo al que se quiere imponer una forma de ver las relaciones internacionales. Por eso el problema es más grave de lo que parece. No hay garantías de que Rusia no siga haciendo lo mismo en otros puntos de sus fronteras. Es una forma de manifestar que es poderosa. Eso es peligroso más allá de estas guerras no declaradas, ya que revela una forma de ver el mundo y actuar.
* Xavier Colás "Rusia no acepta el tope impuesto al precio de su petróleo y prepara una respuesta" El Mundo 3/12/2022 https://www.elmundo.es/economia/2022/12/03/638b8d3e21efa0fd748b45cd.html
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