Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La suspensión
de la orden de Donald Trump prohibiendo la entrada de personas procedentes de
siete países es la noticia del día en un momento en que Trump nos acosa desde
todas partes. Su estilo de promover titulares cada minuto ya sea con acciones o
con reacciones nos hacen temer sobre lo que espera. Hace algún tiempo ironizaba
sobre la posibilidad de que los medios se convirtieran en monográficos dedicados
a Trump. Como ocurrió durante la campaña, Trump se hace con la atención, pero
no con la aprobación del mundo. Es una invitación irresistible a la
contestación porque nadie puede ser indiferente. No cuando la persona es el
presidente de los Estados Unidos y lo que se le pase por la cabeza tendrá una
dimensión mundial, afectando a millones de personas con solo unas palabras.
Evidentemente,
los presidentes de los Estados Unidos llevan tiempo ahí y sus decisiones
afectan más desde que asumió el liderazgo mundial tras la II Guerra Mundial y
posteriormente por el hundimiento de la Unión Soviética. Pero ningún presidente
de los Estados Unidos ha tenido la visión que Trump tiene de sí mismo y de lo
que debe que hacer. Creo que es la CNN la que mantiene un rótulo permanente con
"Los primeros 100 días". Parece que han pasado años desde que llegó a
la Casa Blanca. Un tenso tiempo interior hace percibir las dos semanas de Trump
en la presidencia como si fueran días interminables en los que ya ha ocurrido
de todo.
Muchas
de las cosas esenciales se pierden en esta vorágine en la que los titulares apenas
duran unas horas y tienen que ser sustituidos por otras ocurrencias
presidenciales, nombramientos, llamadas telefónicas amenazantes, riñas por
tuits, etc. Es todo un catálogo nuevo, con su propio tempo. No hay aparición
que no suscite ríos de tinta y los consiguientes riesgos de infarto. Los
analistas políticos y los económicos ya no son capaces de arriesgarse en
pronósticos porque ha hundido al mundo en la incertidumbre. Relaciones de
décadas son destruidas por un tuit, acuerdos construidos por negociaciones
laboriosas se desmoronan. Los recién nombrados corren a los lugares afectados a
dar versiones más suaves de lo dicho por el jefe, como la actuación del nuevo Secretario
de Defensa en Japón.
El
estrés de todos, especialmente de los propios norteamericanos, aumenta. Las
primeras encuestas hechas por Gallup confirman algunos avances anteriores: es
el presidente con menor nivel de aprobación que se recuerda. Cada nueva acción
le hace distanciarse.
Todo
está inundado por la presencia de Trump. La CNN nos da cuenta de otra de las
polémicas del momento: ¿utilizará Lady Gaga el espacio de la Super Bowl para
atacar a Trump? La cuestión ha pasado a primer término ya que la cantante ha
sido (y es) una activa resistente a lo que representa Trump. Nos dicen:
Betting site Sports Interaction is offering a
payout of more than double -- a return of $2.10 on a winning $1 bet -- that the
singer will mention either the word "president" or "Trump"
during her performance, and $1.67 on a $1 bet that she will not.
Other wagers include whether she will wear a
pink hat in spirit with the recent global Women's March (offering a higher
payout of $3.25), whether she will wear an "I voted Hillary" T-shirt
($26), whether her hair will be a color other than blonde ($3.4) and finally
whether she will show up on stage stark naked (a long shot at $101).*
Las apuestas sobre lo que puede ocurrir nos muestran que el
"universo Trump" en que nos ha transformado está en permanente
ebullición. Las apuestas pronto serán sobre si habrá conflicto con Irán o
Corea, o si la cifra de manifestantes en Londres cuando vaya de visita será
superior a la de su toma de posesión.
Sin embargo, aunque sea real y muestre un malestar existente,
los focos de sus últimas actuaciones no deben disminuir la atención sobre dos
aspectos importantes para la vida económica y política de los Estados Unidos.
Me refiero, en primer lugar, a su voluntad de eliminar la llamada "enmienda
Johnson" y al desmantelamiento de las medidas de protección frente a los
desmanes de Wall Street que el presidente Obama creó para evitar crisis
económico financieras como la que le tocó lidiar en su primera legislatura. Creo
que estos dos aspectos son esenciales para entender quién es Donald Trump y,
sobre todo, cuáles son los intereses que le han llevado hasta la Casa Blanca.
La "Enmienda Johnson" fue elaborada por Lyndon B.
Johnson, el que fuere vicepresidente con Kennedy y quien le sustituyó tras su
asesinato. La "enmienda" es anterior, de los años 50, y pretendía la
separación clara entre las iglesias y otro tipo de instituciones que tiene
tratamientos fiscales diferenciados de la vida política. Se trataba de evitar
que la vida política se llenara de predicadores y, más importante, que los
predicadores no dirigieran la vida política de su feligreses.
The
Independent lo recoge así:
President Donald Trump has announced he will
"get rid of and totally destroy" a 60-year-old rule that blocks
tax-exempt religious groups from endorsing or opposing political candidates.
The so-called Johnson amendment was introduced
by then-Senator Lyndon B Johnson in 1954. It threatens churches and other
religious institutions with the loss of their tax-exempt status should they
overstep the mark.
At the National Prayer Breakfast in Washington
DC on Thursday Mr Trump said: "Jefferson asked, 'Can the liberties of a
nation be secure when we have removed a conviction that these liberties are the
gift of God?' Among those freedoms is the right to worship according to our own
beliefs. That is why I will get rid of and totally destroy the Johnson
amendment and allow our representatives of faith to speak freely and without
fear of retribution—I will do that."
Mr Trump also spoke about a global threat to
free worship. He said: "Freedom of religion is a sacred right, but it's
also a right under threat all around us and the world is under serious, serious
threat in so many different ways.**
No tengo la más mínima duda de que a Trump le importa muy
poco la religión, sea cual sea, más allá de la cuestión del poder. Sabe que,
habiendo realizado los demócratas esa enmienda en los 50, beneficia a los
grupos radicales religiosos que podrán ya sin tapujos presentarse como parte de
la vida política los 365 días de año. Podrán desde los púlpitos atacar a los contrarios
y participar de forma militante en la vida política. Ya en la época de Bush, el
peso del Tea Party fue muy importante y su manejo de la ultraderecha religiosa fue
decisivo. Luego estos grupos se cobran los votos en términos legislativos y
colocando personas de sus grupos en los puestos clave.
El interés de Trump en presentar la campaña electoral —y la
situación del mundo— como un choque de religiones (ni siquiera de
civilizaciones) responde a buscar la reacción de apoyo de todos esos grupos de
cristianos de diferente ralea que pueblan las comunidades rurales y las
ciudades pequeñas.
Diversos estudios realizados durante estos años muestran el
avance en el campo republicano de una forma retrógrada de religión que casa
bien con la mentalidad de "pueblo elegido" que sirve de discurso de
fondo a la vida política norteamericana. Pero allí donde es interpretada como
un fondo humanitario por la mayoría de los demócratas, entre los republicanos
han ido calando las ideas creacionistas y especialmente las racistas y xenófobas.
Así es posible que alguien se consideren "buenos cristianos" los partidarios
de la supremacía blanca, de la misma forma que los del KKK usaban una cruz de
fuego para representar su odio a la población afroamericana. Son partidarios de
escuelas en las que se elimine cualquier referencia a lo que no esté
establecido en la Biblia y tienen una visión reaccionaria de la familia y
especialmente de los derechos de la mujer. Comparten con los islamistas una
misma visión del mundo antiprogreso y la inspiración religiosa (a su
interpretación) de las leyes, que deben fundamentarse y promover su visión del
mundo.
Hasta el momento, su participación activa y visible estaba
frenada por la enmienda Johnson, aunque haya participado de forma poco arriesgada
por temor a perder su estatus fiscal. La supresión de la enmienda, como el
propio Trump ha señalado, supone que ahora "los representantes de la fe podrán
hablar libremente" sin miedo a perder su estatus. Trump hace suya la
argumentación general que usan todos los presidentes —nuestras libertades son
un regalo de Dios— para convertirlo en el derecho a participar en la lucha política.
El peligro que se abre está mucho más allá que el de la captación de votos.
La segunda parte de la intervención de Trump habla de un
derecho cuando esa fe está siendo desafiada por todo el mundo. Es el
equivalente a las proclamas del Estado Islámico; es una llamada al conflicto
religioso que se traducirá en la persecución de las minorías (ya lo ha hecho)
en el interior y hacia el exterior. La prohibición de la entrada de musulmanes
procedentes de 7 países —ha respetado aquellos en los que tiene intereses
económicos— es una forma de considerar a todos los musulmanes como una amenaza
no porque sean terroristas sino porque son musulmanes. Trump sabe que por esa
línea mantendrá un voto fiel, el de los "integristas" americanos. No
hace falta explicar demasiado los peligros que tiene esto.
Afortunadamente, una parte importante de la sociedad
norteamericana está reaccionando de forma fulminante contra este tipo de
discriminación primero y potenciación de lo más retrógrado de la religión
entrando en las políticas.
El otro aspecto muy importante es la destrucción de las
protecciones que la administración Obama construyó para evitar que se produjera
otra crisis como la producida en 2008 y que arrastrara a la economía mundial,
Europa incluida. Aquella crisis había nacido en Wall Street y en la acumulación
de basura financiera llevando al mundo al caos y hundiendo países que todavía
se están recuperando o intentándolo.
El 22 de abril de 2010, el presidente Obama se dirigió a
Wall Street desde un discurso*** en el Cooper Union College, en Nueva York.
"Necesitamos introducir un conjunto de normas modernas y racionales para
garantizar la transparencia de Wall Street y proteger a los consumidores en nuestro
sistema financiero" (23), le dijo presentando lo que se debatía en el
Senado. Después de analizar el desastre que había supuesto para los contribuyentes
norteamericanos tener que pagar la codicia de sus banqueros, señaló que la
propuesta buscaba la protección de todos para evitar que el sistema de nuevo se
colapsara. Señaló en primer lugar, el establecimiento de la llamada "regla
Volcker" que "establece límites para el tamaño de los bancos y para
el tipo de riesgos que pueden asumir las instituciones bancarias" (25). En
segundo lugar, el dijo, "la reforma proporcionaría transparencia a muchos
mercados financieros" (26). En tercer lugar, "este plan representaría
la mayor protección financiera que nunca se haya dado al consumidor" (27).
Y en cuarto lugar "el último y esencial componente de la reforma. Estas
reformas de Wall Street darán a los accionistas un nuevo poder dentro del
sistema financiero. Podrán influir en la política retributiva, es decir,
tendrán voz y voto en lo que concierne a los salarios y bonificaciones de los
altos ejecutivos" (29).
Se puede comprender fácilmente el interés de Trump y de los
"interesados en Trump" por la derogación de esas normas reguladoras
que trataban de evitar que de nuevo se sembrara el caos, la oscuridad y la
irresponsabilidad desde Wall Street. Trump, al anunciarlo, señaló que había
allí presentes algunos banqueros y que agradecerían poder volver a dar dinero a
quien se lo pidiera.
El riesgo de que la economía mundial vuelva a entrar en
sendas oscuras es grande. El "populismo" de Trump se desarrolla sobre
esa capacidad de presentarse como un defensor de la fe para unos y del dinero
para otros. El mismo pueblo que padeció los desmanes de las hipotecas, de las
estafas financieras, etc. le puede seguir confiando en que ocurrirá lo
contrario de lo que ya ha ocurrido. De nuevo, los tiburones de Wall Street
podrán jugarse el dinero ajeno y se volverá a producir el crecimiento de los
"nuevos falsos ricos" hipotecados.
El "proteccionismo" de Trump, la política
migratoria, la ruptura de los tratados económico, su apoyo al Brexit, etc.
tienen una traducción en lo económico que abre demasiada incertidumbre para el
gusto de los mercados. No hay sistema, por decirlo así, que pueda establecer un
escenario posible con tantas puertas abiertas; demasiados riesgos. Con todo, la
principal causa de incertidumbre económica y política es el propio Trump y su
órdago al mundo. A sus acciones hay que añadirle las reacciones que puedan
darse y que tendrán repercusiones en el conjunto.
La mezcla de fanatismo e incertidumbre no es buena junta ni
por separado. Trump ha abierto todas las puertas en una semana y por ellas puede
entrar cualquier cosa no deseada. Ha destruido antes de construir, como ocurre
con los tratados internacionales y amenaza con seguir el mismo planteamiento.
Todo se viene abajo en minutos y puede tardar años en reconstruirse.
Las personas que ha convocado, salvo alguna excepción, son
tóxicas para esa áreas, como le ha sucedido en Educación donde incluso los
propios republicanos han tenido serios reparos para apoyar el nombramiento. Un
millonario de Wall Street propuesto para Secretario de Defensa, Vincent Viola,
acaba de renunciar a ser propuesto para el
cargo. No lo debe ver claro. The New York
Times se centra en contarnos la historia del reciente Secretario de Trabajo
y la época en que representaba en los juzgados a los patrones, curiosamente un
mafioso propietario de un casino. El periódico ironiza sobre el destino de este
personaje, que dice mostrarse en contra del salario mínimo. Algunos grandes
empresarios tecnológicos ya han empezando a hacer una estrategia común, la
única forma de plantar cara a Trump. Unos lo están haciendo por lo que les
perjudica la política de inmigración. Otros porque no ven clara la política económica
y en qué puede acabar este caos.
La televisión norteamericana sigue entrevistando sin cesar a
personas situadas en distintos escenarios preguntadas por los efectos de la
orden del juez federal anulando el edicto de Trump prohibiendo la entrada en
Estados Unidos de personas de diferentes países. La CNN muestra en estos
momentos imágenes de manifestaciones antitrump en la otra parte del mundo,
Australia e Indonesia. Da la lista de los distintos grupos, lugares y horas de
las manifestaciones en su contra en los Estados Unidos. El mundo se moviliza
contra Trump. Hasta la primera ministra sueca se ha hecho una foto rodeada de
mujeres, similar a las que Trump se hace rodeado de su varonil equipo. Nadie
queda indiferentes y sí muchos enfadados.
Todo ello no asusta a Trump; probablemente le motive, dado
su personalidad. Pero tiene que haber gente a su alrededor que se dé cuenta de
lo que está ocurriendo en tan solo dos semanas y lo que queda por delante. The Washington Post explica los posibles efectos las drogas que Trump toma para que le crezca el pelo. Nos vemos arrastrados a un mundo inexplorado, inédito, inquietante. ¿Se dan cuenta de al nivel especulativo al que nos han arrastrado?
Nos queda ver lo que hará Lady Gaga en la Super Bowl. Ha
dicho que será coherente con su forma de actuar. Ya es bastante en estos tiempo
de incoherencia, incertidumbre y sobresalto. La única ventaja es la alegría
compensatoria de los que han recibido la noticia de la anulación de la
prohibición. Tendrán al menos unos días para disfrutarlo.
Hace unos minutos, Trump ha prometido volver a instaurar la prohibición. USA, ¿qué has hecho?
*
"Super Bowl LI: Will Lady Gaga go off on Trump at halftime?" CNN
3/02/2017
http://edition.cnn.com/2017/02/03/sport/lady-gaga-super-bowl-halftime-show-donald-trump-protest/index.html
**
"Donald Trump vows to 'totally destroy' Johnson Amendment that stops
churches funding political parties" The Independent 2/02/2017 http://www.independent.co.uk/news/world/americas/donald-trump-destroy-johnson-amendment-religious-freedom-separation-church-state-a7559421.html
*** OBAMA, Barack (2017) Un mundo mejor para nuestros hijos.
Discruso 2009-2016. Duomo Nefelibata.
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