Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
dimisión de una pieza importante de la estructura de Trump, como es Michael
Flynn ha hecho saltar todas las alarmas, pero no la "alarma final",
la alarma alarmante, la alarma de todas las alarmas: la del por qué.
La
columnista de medios de The Washington
Post, Margaret Sullivan, no nos da una explicación, pero nos coloca ante
una paradoja:
Strange, isn’t it, that it was a lie that
supposedly caused Michael Flynn to be fired? His false assurances to Vice
President Pence about pre-election conversations with Russia were what
evidently did him in as national security adviser.
If lies were always taken that seriously in the
Trump administration, we might be living on the right side of the looking
glass.
But they aren’t.
And we aren’t.*
En una administración de "proven liars" (como los
califica directamente al final de su artículo) que uno de ellos mienta no
debería ser una sorpresa y, sin embargo, lo ha sido. La idea del artículo de
Sullivan es que la Casa Blanca ha creado una primera línea mentirosa de
defensa. Son los halcones mediáticos cuya función es producir una andanada de
mentiras, desmentir verdades y crear cortinas de humo en favor de las líneas argumentativas
principales de la Casa Blanca. Sullivan detecta una estrategia de colocación en
los programas principales, en los días y horas de audiencias masiva, para lanzar
sus mensajes trucados como refuerzo de los que salen en forma de tuit de manos
del presidente.
La cuestión entonces es si se les debe ofrecer el espacio
informativo para que esparzan las mentiras comprobadas o las afirmaciones sin
fundamento que son repetidas como consignas para hacerlas llegar a la gente
primero y después crear el espacio repetitivo de los medios alternativos, que
los recogen y expanden, consolidándolos como verdades
"incontestadas".
Margaret Sullivan ha realizado una pregunta a los directores
de los programas principales que reciben a estos personajes de primera línea:
Should proven liars continue to be given these
platforms, especially on the Sunday-morning talk circuit? At what point are
some administration officials no longer welcome in these influential national
forums?
I asked John Dickerson, host of CBS’s “Face the
Nation,” and George Stephanopoulos, host of ABC’s “This Week,” that question
Monday. Both thoughtfully made the case that it’s important to have
administration spokespeople on their shows, even if they don’t say much that’s
useful or spout falsehoods.
“If they are representatives of the White
House, then the bias should be for taking them on the air,” Dickerson said. The
key is to provide context, he said — sometimes with a discussion immediately
following, and, when appropriate, to do what he calls “adjudicating,” meaning
pushing back, asserting established fact through repeated questioning, as he
has often done.
Or sometimes, Dickerson says, viewers are best
served by letting such guests speak freely, and then let “an informed and wise”
viewership make its own judgments.*
La guerra se da en los medios y se seguirá dando porque es
la opinión pública finalmente quien decidirá. No hay duda de que a medio y
largo plazo, el mentiroso acaba quedando en evidencia. Sin embargo, los
mentirosos pueden ser sacrificados dando entradas a otros nuevos. Por eso es más importante la mentira que el
mentiroso, que no es más que el vehículo.
La cuestión de que en una administración que miente
continuamente sea despedido un mentiroso
es algo más que una paradoja o justicia poética. Los mentirosos se deben decir
la verdad entre ellos para que la cosa
funcione. Las noticias que aparecen ofrecen más contradicciones, por ejemplo,
cuando señalan que la presidencia sabía hace tres semanas de los contactos de
Flynn con los rusos. Una mentira taparía otra mentira; un Trump traicionado por
un mentiroso, salva la cara del presidente. Después de todo, el de víctima no
es mal papel en ocasiones.
La demócrata Nancy Pelosi ha comparecido ante los medios para
explicar qué es un "chivo expiatorio". Les ha contado que es una
forma de intentar librarse de los pecados propios haciendo que una cabra cargue
con ellos. Muy didáctico, pero sigue sin resolverse la pregunta central: para qué. Lo que la mentira oculta
primero y la falsa verdad tapa después.
En apenas unas semanas en el poder, Trump y sus acólitos han
hecho tambalearse la Casa Blanca, han destruido la confianza de los medios en
los portavoces y desengañado a un creciente número de personas —que desaprueban
mayoritariamente la forma en que se lleva la presidencia— que ya no saben qué
creer.
La estrategia de la mentira no funciona de la misma manera desde el poder que desde fuera. La erosión causada en la confianza en Hillary Clinton y la herencia de Obama se prueba ahora en las carnes propias cuando las mentiras estallan en la manos o los mentirosos son sometidos a presión ante las cámaras y denunciados en todos los foros.
Como en un proceso cartesiano, hay que llegar al fondo de la
duda para poder reconstruir después el tocado edificio de lo fiable, si bien
con pocas garantías en muchos casos. Los medios norteamericanos se ven obligados
—como nos muestra la reflexión de Sullivan— a establecer las reglas de la
reconstrucción de la verdad y a combatir la expansión de la mentira. ¿Dejar que
caigan en contradicciones, silenciar a los mentirosos, acorralarlos con los
hechos...? ¿Cuál es la mejor estrategia?
La mejor estrategia es siempre la posible. La Casa Blanca es una fuente de poder y enfrentarse
frontalmente significa penalización, como ya ha hecho el mismo presidente Trump
con medios como The New York Times o
la CNN. Muchos están perdiendo el
miedo. Llamar a los portavoces de la Casa Blanca "proven liars" es
dejar la diplomacia aparcada y mostrar que no se les respeta en absoluto.
La pregunta de por qué mienten los portavoces tiene fácil
respuesta. La pregunta de por qué ha mentido Michael Flynn es de otro orden y
no puede ser resuelta de la misma manera. Ya sea porque ha mentido a la
presidencia o si esa es otra mentira mayor para tapar la verdad (la que sea), es importante
resolverlo más allá de una dimisión expiatoria.
La expiación del chivo tiene un límite. A cada uno lo suyo.
*
"Lying took down Flynn, but it seems to be just fine on the Sunday talk
shows" The Washington Post 14/02/2017
https://www.washingtonpost.com/lifestyle/style/lying-took-down-flynn-but-it-seems-to-be-just-fine-on-the-sunday-talk-shows/2017/02/14/da68cdec-f218-11e6-8d72-263470bf0401_story.html?hpid=hp_hp-banner-main_sullivan-1235pm%3Ahomepage%2Fstory&utm_term=.b013eb37ad61
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