jueves, 3 de marzo de 2016

Los valores que olvidamos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El País trae a sus páginas un problema real con el titular "El periodista turco excarcelado acusa a la UE de olvidar sus valores". La primera muestra del problema se da en el propio titular: hay muchos periodistas encarcelados por Erdogan y su régimen enfadado. El régimen enfadado es un nuevo tipo de estado que practican algunos gobernantes que están siempre con un dedo levantado apuntando al de enfrente. La primera cuestión es, pues, la invisibilidad mediática de los señores que Recep Tayyip Erdogan mete entre rejas en cuanto que se enfada un poco, que suele ser siempre.
La cuestión que se plantea por parte de Can Dündar, el periodista aludido por excarcelado, es precisamente este estado olvidadizo ante la autoritaria Turquía de Erdogan. Sigue en la presidencia del país porque ha sido capaz de haber roto una tregua con los kurdos causando miles de muertos y deteriorando todavía más la situación de la zona.
Pero Erdogan sabe que es el muro que separa del "otro lado" y eso da mucho poder. ¡Abre la muralla, cierra la muralla! Y ese poder lo invierte en represión a sabiendas de que se le necesita de portero de la zona para evitar que todo lo que no se consigue arreglar llegue al centro de una Europa a la que le gustaría ser un continente aislado, pero que forma parte de una Eurafricasia.


Dündar ha puesto en evidencia a Europa —y a Estados Unidos— al señalar que a Erdogan se le consienten cosas que a otros no se le consentirían y que quienes pagan eso son los turcos. Evidentemente es cierto. Aquí hemos resaltado muchas veces esta paradoja occidental: dice defender las libertades, pero deja en la estacada a todos los que intentan hacer lo mismo en sus propios países. Es la incongruencia de las amistades con los dictadores, cuya muestra más clara fue lo ocurrido con la llamada Primavera Árabe y lo que sigue ocurriendo.

Esa debilidad europea la perciben pronto y comprenden que no serán sancionados por la comunidad mientras la comunidad les necesite. No solo eso: pueden ser premiados.
 Los periodistas no son los únicos, pero sí de los más castigados por estar entre las especies molestas para el poder. Cuando tratan de denunciar las situaciones son atacados con todo el aparato del Estado, acabando en la cárcel en una mayoría de ocasiones. Señala Can Dündar:

En Turquía, cualquier noticia negativa sobre Erdogan se toma como una traición a la patria, pero el tribunal ha tomado partido por la libertad de prensa”. Si bien la decisión del Constitucional se refiere solo a la prisión preventiva decretada por otro tribunal y no se expresa sobre el fondo del juicio, el abogado de Dündar, Bülent Utku, consultado por este diario, cree que “en condiciones normales” debería conducir a la absolución y la suspensión del juicio, cuyo inicio está previsto para el próximo día 25. Pero el periodista reconoce que “Erdogan está ejerciendo presión” sobre los jueces: “Veremos quién gana, si el poder político o la Justicia”.*


Puede que la Justicia se haya puesto del lado de Dündar en estos momentos, pero el enfado terrible de Erdogan —eso sí que fue resaltado por toda la prensa— señalando que "no estaba de acuerdo ni respetaba" la decisión del Tribunal de liberarlos. Es significativo, una vez más, que la noticia importante sea el enfado de Erdogan y no el encarcelamiento de periodistas. La propia lógica de la escasez que también rige en el mundo de la información tiende a infravalorar la situación por repetitiva. Dündar no es un "periodista encarcelado"; es el "motivo" del enfado de Erdogan. Si el presidente turco no se hubiera enfadado, las probabilidades de que la noticia saliera a la luz serían mínimas. Nos dice la entrevista de El País:

En este sentido, Dündar se muestra “preocupado” por el papel de la Unión Europea y su falta de crítica hacia una Turquía que camina hacia "un régimen autoritario". “Del mismo modo que me siento orgulloso del apoyo recibido por la prensa europea, me siento defraudado por los Gobiernos europeos, especialmente por el alemán”, explica. Según el periodista turco, ante el “drama humanitario” que viven los refugiados, la UE ha “renunciado a sus principios” y ha entrado en un “sucio regateo” con Ankara a fin de “alquilar el territorio turco para mantenerlos aquí”. “Los ideales europeos, como la libertad de expresión, se están defendiendo más en Silivri [la prisión donde fue encerrado] que en Bruselas”, remata.*


Y tiene toda la razón. Damos por sentado nuestras libertades e incluso cantamos nuestros deseos de que sean "universales", pero se valora más la idea de una comodidad que es, a medio plazo, suicida. Si no defendemos esos valores, se quedan en una retórica hueca. Ese "sucio regateo" es la realidad de la política europea hacia los gobiernos autoritarios como el de Erdogan. No es el único caso, desde luego. Todos los dictadores comprenden que les basta con ser necesarios para comodidad de los países poderosos para que se mire siempre hacia otro lado en sus perversiones y maldades políticas. El caso del secuestro, tortura y muerte de Giulio Regeni en Egipto es otra muestra más de la incomodidad de los hechos para la política europea. Las promesas de aclarar los hechos llevan a la negación de los hechos y al olvido de los hechos. Es la política del olvido. Pero los que están encarcelados o en riesgo de serlo no olvidan.


Y eso tiene sus consecuencias: se deja de confiar en Europa. Hoy existe un gran recelo hacia Europa precisamente por su falta de eficacia en la defensa de las libertades. Todos percibimos que nuestras energías se van en un intento de frenar autodestrucción de la Unión antes que en hacerla más fuerte por el camino de los valores que se supone que son parte de nuestra Historia. Sin embargo, puede que solo sean bonitas frases en nuestro folleto turístico institucional y que la realidad sea otra muy diferente y mucho más pobre. La gente selo se conmueve con la economía; un buen contrato lo borra todo. Contrata y perdona es la doctrina oficial.
Muchos vienen a Europa con ese folleto de las libertades en la mano. Por no desafiar a los gobiernos como el de Erdogan, muchos se encontrarán que se les recibe mal o que no se les recibe. Son incómodos. Quedan como motivos, en el mejor de los casos, de pequeñas noticias que se cuelan por las rendijas en los periódicos del día, entre titulares de trivialidades.
Las libertades no deberían ser "cosa de activistas" y deberíamos elegir y exigir a nuestros gobiernos un compromiso con ellas. Las "buenas relaciones" se deben tener con quien lo merece. Olvidar selectivamente, mirar para otro lado, no es bueno para nuestra "autoestima europea".
Europa hace mal en esto. Los valores universales que se defienden en una prisión turca o egipcia son los que pregonamos y deberíamos hacer que sintieran al menos ese respaldo, ese gesto que les ayude a mantener la esperanza. 
Cuando se ignoran fuera, se acaban ignorando dentro. Y los peligros de la indiferencia comienzan a aparecer entre nosotros. 




* "El periodista turco excarcelado acusa a la UE de olvidar sus valores" El País 2/03/2016 http://internacional.elpais.com/internacional/2016/03/02/actualidad/1456927500_707464.html

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