Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si
tuviéramos que representar que representar icónicamente el estado actual de la
sociedad egipcia lo haríamos con un gigantesco dedo índice, el dedo señalador.
De ahí viene su nombre; es el que utilizamos para señalar.
Y si los dedos —que
los carga el diablo— tuvieran psique, la calificaríamos como "enloquecida".
Encerrada en su propia celda, la sociedad egipcia ha entrado en un paranoico
estado acusador. El dedo gigantesco —crece con cada acusación— ya no puede
parar y acusa y acusa y acusa...
Cuando
una sociedad entra en esta estado es muy peligroso. Lo que ocurre en estos
momentos es realmente un estado de delirio acusador. Los banquillos, la prensa,
el parlamento... se han llenado de dedos acusadores como si se tratara de una
escena de película surrealista en la que en sueños todos fueran perseguidos.
Lo
ocurrido con el exministro de Justicia, Ahmed El-Zend, otro acusador acusado,
es bastan ilustrativo y rápidamente han surgido los dedos señalándole por su
desliz. "El hombre que encarcelaría hasta al Profeta" ha sido víctima
de su propia manía señaladora y ahora es señalado. Ha dividido la sociedad en
entre los que le señalan y los que señalan a los que le señalan en un proceso
de señalamiento infinito y circular.
No informa Daily News Egypt de cómo va este asunto con el ex
ministro:
The prosecutor-general’s office received a
report from lawyer Amr Abdel Salam demanding an arrest order be issued for
former justice minister Ahmed Al-Zind as well as a travel ban.
In his report, Abdel Salam accused Al-Zind of
degrading the Egyptian people and insulting religion in addition to disturbing
national security, the reason behind his dismissal on Sunday.
Al-Zind’s televised statements made about the
prophet earlier this week caused widespread backlash which resulting in his
dismissal. Judicial personnel and lawyers were divided regarding their stance
about the decision to fire him. Several lawyers filed reports against Al-Zind
earlier before his expulsion accusing him of insulting religion, whereas other
lawyers and Judges’ Club members showed solidarity with Al-Zind after he was
dismissed.*
La sociedad virtuosa alcanza su culminación (por ahora) en
esta polémica que puede acabar con el ex ministro acusador en el banquillo,
señalado como blasfemo. El abogado feliz en su ira y escándalo, Adel Salam
—hombre virtuoso, guardián de la patria— ha elaborado una demanda cuyos cargos
son realmente impresionantes y a la altura del desliz verbal en El-Zend: "[...]
degrading the Egyptian people and insulting religion in addition to disturbing
national security". Obsérvese la magnitud de los hechos a través de lo
excelso de la demanda. Las demandas hacen
al hombre, debería decir algún proverbio egipcio. Demando, luego existo.
Mediante la demanda, el hombre mide su fe. Es su respuesta irritada, su demanda
de justicia, la que le muestra ante los demás como piadoso. Solo el indiferente
no demanda. ¿De dónde se han sacado esa
tontería de la libertad de expresión, de conciencia o de cualquier otra cosa?,
piensa aquel que demanda. Por eso la acusación es colosal, sublime.
El-Zind ha pasado de ser azote de herejes, impíos, homosexuales,
ateos, islamistas y periodistas, a ser el archivillano. Se necesita alguien así
para ejercer la virtud. Si todo el mundo fuera bueno, ¿qué valor tendría? Es
precisamente la existencia del impío lo que muestra el valor de la piedad.
Los que anteriormente habían pedido la retirada de la
nacionalidad a otros infames, encarcelamientos de por vida, expulsión de sus
trabajos, lo que fuera, tienen ahora ante ellos al enemigo caído, la ocasión de
oro.
No me da mucha pena lo que le ocurre a Ahmed El-Zind. Sí me
da mucha pena, en cambio, lo que la sociedad egipcia hace y el camino que lleva
con estas manifestaciones. Los que argumentan que El-Zind dijo cosas mucho más
graves se ven contestado con un argumento: ¿hay algo más grave que hablar
contra el Profeta? Y ellos deben callar bajo el temor de verse señalados con
ese dedo que crece día a día, alimentado por la intransigencia social. El
gobierno recoge lo que ha sembrado. La carrera por la piedad no tiene límites y
necesita superar su récord cada día.
Me preocupa mucho más que el dedo que apunta acusador a
El-Zind el que lo hace de nuevo contra la periodista Azza El-Hennawy, cesada
después de criticar al presidente de gobierno. Nos trae nueva información Daily
News Egypt:
Former state TV anchor Azza El-Hennawy
condemned on Tuesday the decision to dismiss her from her position after
critical comments she made about the president.
The decision was taken on Thursday by the
chairman of the board of trustees of the Egyptian Radio and Telivision Union
(ERTU), Essam Al-Amir, after she criticised President Abdel Fattah Al-Sisi
performance’s since he took office.
The TV anchor was investigated by the ERTU’s
Central Legal Affairs Department for six hours on Thursday. She attended the
investigation with nine lawyers from the Arab Network for Human Rights
Information (ANHRI) and other organisations.
El-Hennawy told Daily News Egypt she was dismissed for “lacking neutrality” and
“distorting the presidential image in front of the general public”, which ”led
to feelings of public disappointment”.
During the investigations, the TV anchor
demanded to review the committee report and asked for a copy – however, the
investigator only conceded to the first request.
Regarding the accusation that she disrespected
the media charter, which was a top priority in Al-Sisi’s political roadmap,
El-Hennawy said she told the investigator: “How can you tell me to apply the
media charter when it is still not applied to the medium itself?”
Despite having been submitted to the government
weeks ago amid mounting calls, a unified press and media law is yet to be
issued, El-Hennawy said.
El-Hennawy was suspended after she dedicated
the last two minutes of her show, presented with journalist Osama Shehata and
broadcast on Al-Qahera channel, to direct a message to Al-Sisi, in which she
criticised his overall performance with regards to improving and developing the
country since he took the presidency.
Al-Amir ordered her suspension, accusing her of
lack of objectivity and professionalism, after he formed a committee to
recommend the best outcome following her “inflammatory remarks”.
Following her critical comments, she came under
fire from fellow TV anchors and celebrities. Two reports were filed to the
prosecutor-general accusing her of incitement. The prosecutor-general referred
the report filed against her to the Supreme State Security Prosecution.**
Las
diferencias entre las acusaciones contra uno y otra son grandes, pero la
actitud inquisitorial es la misma. Lo que padece El-Zind es fruto de lo que ha
sembrado desde el ministerio de Justicia. Lo que padece, en cambio, Azza El-Hennawy
es el deseo de anular la crítica que erosione la figura de El-Sisi, el único
"capital" que le queda al gobierno en su estrepitosa falta de
recursos. Lo más sorprendente de este ejercicio constante de hipocresía social
es que todo esto se hace en nombre de la
democracia y la tolerancia. Eso es lo realmente increíble. Y es lo que El-Hennawy
ha recriminado a sus intolerantes jefes y jueces.
La carencia absoluta de recursos es lo que está llevando al
gobierno egipcio y a la sociedad tras él a este desvarío continuo, a este
ejercicio del dedo acusador dirigido contra unos y otros. Ya no quedan palabras
que gastar, principios que erosionar de la llamada "hoja de ruta"
democrática tras el golpe de estado de 2013 — el "no-coup", la
Rectificación de la revolución", etc.— que se revela como lo que fue:
aprovechar el rechazo popular contra los islamistas de Morsi para que los
militares recuperaran el gobierno del que aparentaron alejarse.
Mada Masr incide también en el dedo acusador, esta vez
contra el propio presidente, del que desempolvan su trabajo de doce páginas cuando
estudiaba en las academias militares de los Estados Unidos hace diez años. Lo
ha hecho la profesora Amy Austin Holmes, de la Universidad Americana de El
Cairo. Y lo ha hecho para ver cómo lo que pudo hace El-Sisi hoy no se permite a
los demás:
Back when he was still an unknown brigadier
general, Abdel Fattah El-Sisi studied at the US Army War College in
Pennsylvania. On March 15, 2006 – ten
years ago to the day – he submitted a 12-page report entitled “Democracy in the
Middle East.” Originally classified, the report was released to the public
through a FOIA request on August 8, 2013. For a brief moment, the media were
tantalized at the prospect of what the thesis could tell us about the man who
had just staged an armed overthrow of former President Mohamed Morsi. One week
later, Egypt was convulsed by a level of violence unprecedented in its
post-colonial history: the massacres at Rabea al-Adaweya and Nahda squares,
which Sisi presided over as minister of defense, general commander of the armed
forces, chair of the Supreme Council of Armed Forces (SCAF) and deputy prime
minister for security affairs. In the aftermath, his report was soon forgotten.
On the tenth anniversary of his report,
however, it is worth revisiting, not because of its academic rigor or because
he made any particularly novel arguments. Rather, it is significant because he
made a number of statements which were directly critical of both the US
government, as well as what he called “the remains of dictatorial and autocratic
regimes” in the Middle East.
How did Sisi exercise academic freedom? For one, Sisi criticized the US invasion of
Iraq and subsequent occupation – which was still ongoing when he wrote his
report: “If Iraq is perceived as an American puppet, then other countries may
not be enticed to move towards democracy.” He advocated that the Bush
Administration should “quickly reduce the level of fighting in Iraq and
Afghanistan” and instead provide economic support to other countries in the
region, such as Egypt.
Sisi could criticize the United States while
studying in the United States as an Egyptian citizen. Indeed, he could criticize the US military at
a US military academy – and not fear any repercussions. He could also
speak out against his own government.
Sisi criticized former President Hosni
Mubarak’s regime in four broad areas: The security apparatus (“the security
forces of a nation need to develop a culture that demonstrates commitment to a
nation rather than a ruling party”), economic inequality (“those in power seem
to be living in luxury while the common man struggles to get by”), state
control of the media (“the media will be an obstacle to a democratic form of
government until it can be trusted to represent more than the government’s
perspective”), and the high illiteracy rates in the region (“the uneducated
population, defined as those who cannot read or write, approaches 30-45
percent”).***
Evidentemente, como señala la misma autora del artículo, no
se trataba de lo que decía sino de lo que podía decir. Como estudiante
extranjero en los Estados Unidos, Abdel Fattah El-Sisi pudo criticar al país
que le acogía en su universidad sin que le detuvieran, secuestraran, torturaran
y dejarán abandonado su cuerpo en una cuneta, como le ha ocurrido al estudiante
italiano de doctorado, acogido en la Universidad Americana de El Cairo. El-Sisi
pudo criticar por escrito y ante las autoridades militares la política seguida
por Estados Unidos en Oriente Medio y nadie se lo impidió. También pudo
criticar a su presidente entonces, Hosni Mubarak. Los norteamericanos no
filtraron el trabajo académico, sino que estuvo clasificado hasta 2013, como señala la autora.
Nadie le acusó tampoco de "difamar a Egipto", como
le ocurre al que critica la situación del país, a las fuerzas de seguridad o a
cualquier estamento. Tampoco le detuvieron, como a El-Hennawy, por criticar el
papel de los medios estatales. Nadie le señalo con el dedo. Era un militar de
un país con una dictadura al que los militares anfitriones le permitieron
criticar a su gobierno y al de su propio país.
Amy Austin Holmes cierra así su artículo:
If Sisi would recall his days in Pennsylvania,
perhaps he would come to realize that academic freedom is not a conspiracy. It
is not a Western invention. It is a basic right practiced by Sisi himself while
he was studying at the US Army War College
– without fear of repercussions. As foreign academics in Egypt,
we deserve the same.***
Pero es poco probable que esto ocurra. El dedo egipcio
estará presto a señalar como conspiradores, difamadores, etc. a todos los que
realicen la más mínima crítica o consideración sobre lo que ven. Se considerará
una intolerable injerencia, una falta de cortesía colosal dudar de la
perfección alcanzada en todos los terrenos por el país bajo la mano generosa y
firma del presidente El-Sisi.
Si había una cara pegada a una nariz, como señalaba nuestro
maestro Quevedo, ¿por qué no puede haber un país pegado a un dedo, gigantesco dispositivo
acusador? Por ese dedo índice desciende la ira, la intolerancia y la hipocresía.
Es el dedo patrio,
el dedo que une el cielo y la tierra, que se mete en ojo ajeno y nariz propia.
Es el dedo acusador, el que señala al otro para aplastarle y hacia uno mismo
para atraer la atención de todos. Es el ego-dedo infinito, padre de todos los
dedos de la Humanidad. Es el dedo de la intolerancia y la soberbia. Es el dedo
que tapa la luna y hace tonto al más sabio. Es el dedo contagioso, el dedo
descerebrado que señala primero y después pregunta. Es el dedo que carga el
diablo.
El que a dedo hiere, a dedo muere.
*
"Report to prosecutor-general demands arrest, travel ban of Al-Zind"
Daily News Egypt 15/03/2015 http://www.dailynewsegypt.com/2016/03/15/409675/
**
"Azza El-Hennawy condemns decision to dismiss her" Daily News Egypt
15/03/2016 http://www.dailynewsegypt.com/2016/03/15/azza-el-hennawy-condemns-decision-dismiss/
***
"Sisi’s US Army War College thesis: 10 years later" Mada Masr
15/03/2016
http://www.madamasr.com/opinion/politics/sisi%E2%80%99s-us-army-war-college-thesis-10-years-later
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