Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si se
tratara de un deporte de equipo, los ministros egipcios son como duros defensas
dispuestos a no dejar pasar al contrario. Como se decía antes: "o pasa la
pelota o pasa el delantero, pero no los dos juntos". Esta táctica
disociativa hace que la realidad se escinda en discursos y hechos, que dejan de
ir juntos. Los hechos se pierden y solo quedan unos discursos propagandísticos que niegan unas cosas y afirman otras, desconectados de la realidad que se vuelve invisible.
Si el
ministro de Turismo separaba los atentados y muertes señalando
que son "accidentes", le toca ahora realizar esta práctica de separar
los hechos de los discursos al Ministro del Interior, el más veterano en estas
lides por motivos obvios. Recogen las
palabras del ministro en Egypt Independent:
Interior Minister Magdy Abdel Ghaffar said on
Sunday that claims of forced disappearances taking place in Egypt are false,
according to the stated-owned MENA news agency.
Ghaffar said that Muslim Brotherhood leaders
abroad incite human rights organizations to spread rumors of forced
disappearance in order to pressure the Egyptian government and hinder its fight
against terrorism.
"The Muslim Brotherhood exploits youth
movements and organizations abroad and in Egypt to promote these
allegations," he said. "The Muslim Brotherhood sends complaints of
absenteeism and forced disappearance to the National Council for Human Rights,
without reporting it to the police or the prosecution first."
Ghaffar said that all cases of suspected forced
disappearance should be reported to the police first, rather than directly to
human rights organizations, so that they can be resolved by the officials
concerned.
"In many cases, the suspect is arrested in
the presence of his family, in accordance with an arrest warrant, but his
family then report to human rights organizations that he has been forcibly
disappeared and publish his pictures on social networking sites in an attempt
to pressure authorities to release him," said the minister.
In the statement to MENA, he said the ministry
works with the National Council for Human Rights (NCHR) to investigate the
various cases and find those who are described as missing.
He also pointed to large numbers of people who
illegally emigrate abroad or else join jihadists in Syria, often without
telling their families where they are going.
The Interior Ministry has consistently denied
accusations that it has a policy of forced disappearance, saying that no such
policy exists.
The Egyptian government has been under pressure
from both local and international media over allegations of large numbers of
extra-judicial arrests, including many activists critical of the government.*
Hay que reconocer que el puesto de Ministro del Interior en
Egipto ha pasado de personas que no se molestaban en dar explicaciones a los
que tienen que estar todo el día dándolas. La cuestión es que cuantas más
explicaciones se dan es peor para su credibilidad.
Tras las denuncias ante las Naciones Unidas de las
violaciones de los derechos humanos, año tras año, todo el mundo parece
coincidir —incluida una parte de la prensa egipcia— en el endurecimiento del
régimen. En estos términos, la defensa del ministro del interior es ridícula:
acusa a la gente de no saber distinguir una "detención" de una
"desaparición". La diferencia, dice, está en las garantías
procesales. Debe ser una broma. Las denuncias por violencia y torturas también
debe ser un invento.
Si tenemos en cuenta que para el gobierno egipcio, el
secuestro, tortura y asesinato de Giulio Regeni paso inicialmente por un "accidente
de tráfico" y ahora no se sabe muy bien en qué estado se encuentra. La prensa ya no sabe qué decir o
cómo decirlo y recurre a ingeniosos eufemismos o circuloquios, como el que ha
desarrollado Egypt Independent: «There has been much media speculation about who was responsible for
Regeni's death, particularly since his body showed signs of torture, which many
have interpreted as evidence that he was abducted by Egyptian security forces.»**
Realmente es
difícil tener que tratar periodísticamente con la realidad en estas condiciones
discursivas, dignas de análisis foucaultiano de las condiciones y restricciones
de los enunciados. Es a lo más que se puede llegar, son pena de que te encarcelen
a ti por "expandir rumores falsos" o "atentar contra la
verdad" que, tal como fue definida, es privilegio único del gobierno
egipcio.
Las
teorías conspiratorias son absolutamente ridículas. Todo el que contradice esa
"verdad oficial" es un miembro o simpatizante de la Hermandad
Musulmana. La gente no desaparece, se
va a Siria a luchar sin avisar. El empeño es cada vez más ridículo y
probablemente no sea ya tomado en serio por nadie, lo que constituye un
auténtico drama para la grandilocuencia del régimen.
El
drama gubernamental consiste en que cuantos más esfuerzos hace por parecer
virtuoso, más ridículo se muestra. Solo la ceguera propia les hace ser inmunes
a su propia incongruencia, por no decir otra cosa.
En este
contexto de negación de lo que ocurre y de afirmación de la virtud oficial,
aparece otra de esas cimas egipcias: la campaña por la moral nacional. Ya
comentábamos el otro día la aparición de un artículo sobre la necesidad de
mejorar la moral nacional y el "ofrecimiento" de su autor ante la
necesidad de alguien que se pusiera al frente de la campaña para lograr de
Egipto el estado virtuoso definitivo, el que asombre al mundo por sus
excedentes morales. La idea no ha tardado en plasmarse (¡qué casualidad!) en un
decálogo con las mejores formas de ser
moral. Nos lo cuentan en Mada
Masr:
A group of public figures filled a large glitzy
hall in Cairo’s Nile Ritz Carlton to promote a set of 10 values for Egyptian
society.
These values will “restore Egypt’s bright
face,” the campaign’s architect, former Mufti Ali Gomaa, asserted, adding that
they don't "conflict with Islam, Christianity, Judaism or religion; even
atheists would agree on them."
The February 8 event marked the launch of the
"Akhlaquna" (Our Morals) campaign, spearheaded by Gomaa and Minister
of Youth and Sports Khaled Abdel Aziz, and promoting: mercy, love, cooperation,
pro-activity, empathy, humility, workmanship, ambition, fairness and
forgiveness — broad values innocuous enough to sidestep objection.
But, the campaign’s sceptics are not impressed
with these interfaith proclamations, no matter how unoffending they might
appear.
“This [campaign] is in line with the [state’s]
narrative about conduct,” Reem Saad, assistant professor of Social Anthropology
at the American University of Cairo, told Mada Masr. “It implies that society’s
problems are of a moral nature.”
Nevertheless, the state is throwing several
heavyweights behind this push for moral betterment. A number of public figures,
including football player Ahmed Hassan, actors Mohamed Sobhy and Mahmoud
al-Guindy and comedian Akram Hosni, among others, have been solicited,
according to the campaign’s website, to “restore morals and values in society,
as well as shed light on the positive aspects of Egyptians’ morals to prevent
negative views from further destroying society."
For Nesma al-Shazly, a member of the creative
team working on the campaign, the initiative needs the kind of exposure and
reach only the ministry can provide. “It needs to be a national campaign to
have this kind of access to the media and to outdoor billboards,” she says.
These billboards have recently sprouted up
around Cairo, promoting the different values and celebrating “moral
ambassadors” and their good deeds. Drivers crossing 6 October Bridge, for
example, are introduced to Mona, who "forgives no matter what."
The campaign, initially promoted under the
auspices of Islamic Preacher Amr Khaled, has since distanced itself from the
controversial figure. The night of the launch, talk show hosts accused him of
belonging to the Muslim Brotherhood. Shortly after, news circulated that he had
been sacked from the campaign.***
Como bien señala la profesora Saad, esto es más de la misma
explicación: los problemas de Egipto son morales.
¿En qué sentido lo son? Aquí es donde empiezan los problemas. En primer lugar,
la definición de moralidad responde a un modelo impuesto que deja fuera a todo
el que no lo comparta. La misma existencia de un decálogo nos confirma que no
es un problema "moral" sino de "disciplina" en el sentido militar
del término, que es el único que se usa para dirigirse al pueblo egipcio. El
Ejército es el modelo de las virtudes
y el pueblo debe ser "una mano" con él. La cabeza de ese modelo, el
espejo en el que todos deben mirarse, es su presidente, un militar.
Reducirlo a un problema "moral" significa que la
culpa de lo que le ocurre a Egipto no la tienen sus dirigentes sino sus
ciudadanos. Significa, además, que hay que perseguir las conductas inmorales
como nocivas para la saludad del sistema. Esas conductas inmorales son las que
quedan fuera del decálogo, texto que ejerce las funciones de límite de lo admisible.
Con la campaña por la moral, el régimen egipcio hace suyas
las grandes palabras que le son negadas a los otros, a todos los que quedan fuera
de la línea gubernamental. Es un acto de apropiación simbólica y de propaganda
de dimensiones colosales. Bajo el escudo de lo "moral", se puede
hacer cualquier cosa: encerrar a los novelistas por "inmorales" o
meter en la cárcel por "mentirosos" a los que contradigan la versión
oficial. El estado y sus instituciones se reservan ahora no solo la ley, que ya tienen, sino entrar en el
campo de las conciencias definiendo lo moral y lo inmoral. Esto se llama
totalitarismo.
Lo que ha hecho el ministro del Interior, por ejemplo, entra
de lleno en este tipo de actuación. Todos los que discrepan son miembros de la
Hermandad; decir que alguien muere en las comisarías, que es torturado o
desaparece es un "acto inmoral" pues falta a la verdad.
Los organizadores de la campaña ya tienen sus planes de cómo
actuar sobre el cuerpo social para tratar de transformarlo:
Over the next three months, young members of
the campaign will highlight “ambassadors of morals,” shedding light on random
acts of kindness or initiatives that otherwise go unnoticed.
“We’re going to make people with good manners
and values famous,” Shazly says. “We want people to get inspired by their
stories.”
Volunteers are also going to promote the 10
values via billboards, in youth centers and schools, in coordination with the
Education Ministry.
But Saad warned that such emphasais is just
another tool to govern. The problem with a state “monopoly” over morals, she
says, is that the state gets to decide what good values are and set the
criteria for them. This, Saad explains, has negative ramifications, such as the
jailing of novelist Ahmed Naji, who is currently serving a two-year sentence
for harming public morals, “based on a certain idea of what morals are.”
“It has real and dangerous repercussions,” she
argues, citing Hany Shaker’s crackdown on what he deems “Satanist parties.”
However, Shazly sees no political aspect to the
campaign whatsoever. “The idea has resonated with a lot of people whether
you’re against or with Amr Khaled, whether you’re against or with the
government,” she says, adding, “If someone is being cooperative we should make
use of them.”***
La difusión de la "buena nueva", de todo aquello
bueno que se silencia, descubre el carácter meramente propagandístico y
político. La preocupación del régimen por recuperar especialmente a los
jóvenes, que le han dado la espalda claramente, es evidente. Ahora se trata de
lanzar sus "juventudes" a la calle. Es lo que Mada Masr trataba en su
artículo "Loyal Youth, Model Citizens", de mediados de febrero.
Desde la perspectiva señalada, se trata de borrar los
discursos disociativos y reforzar los oficiales. Una vez más, es importante
señalar que el régimen egipcio está uniendo las estrategias de las dos fuerzas en
conflicto: Ejército e islamistas. El análisis que se ha hecho de la historia
hasta el momento es que la caída del régimen de Mubarak se produjo por
subestimar el peso de las actividades "morales" de la Hermandad. Las
críticas con las que se mina la autoridad del régimen son precisamente las
"morales". Los islamistas estaban allí donde el régimen y el estado fallaban.
Ellos se presentaban como los "buenos musulmanes", los dotados de
verdadera "moralidad" frente al régimen corrupto y atentatorio contra
el Islam. Los islamistas nunca han criticado aspectos económicos o de otro
orden: engloban todo en la "moralidad" porque es la cauda primera de
la que descienden todos los males en ordenada cadena. El régimen egipcio va en
busca de ese espacio moral que los islamistas tenían y que les servía para
atacar al régimen con más eficacia que con cualquier otro tipo de argumento
político. Los islamistas no se presentan como "políticos", sino como
"musulmanes" y de ahí deriva toda su crítica. Lo bueno se acerca a lo dicho en el Corán; lo malo se aleja. No hay otra forma de acercarse a un pueblo con
tasas de analfabetismo del 50% pero que tiene el rezo diario y una moral
ultratradicionalista.
Los combates contra ateos, homosexuales, liberales,
socialistas, etc. se hacen desde una perspectiva de disonancia de la virtud,
que pasa a ser identificada, de ahí la necesidad de la Universidad de Al-Azhar,
con el régimen. Es la construcción del estado virtuoso, de la que nos ocupamos
aquí con frecuencia. Es interesante intentar comprender sus bases porque lo que
están produciendo será esencial para el futuro.
Sin embargo, no hay moralidad real, sino un sistema de
apropiación discursiva. La realidad es muy distinta y no puede ser cubierta por
los discursos propagandísticos. Egipto se queda solo, como el ministro del
Interior, diciendo que no existen las desapariciones, que todo son montajes
para desprestigiarlos, que la gente muere torturada para oscurecer la
relaciones con Italia, que los aviones se caen para estropear el turismo con
Rusia y todo aquello que el gobierno es incapaz de explicar, solo de negar obstinadamente.
Egipto se queda solo ante las Naciones Unidas en Ginebra cuando se le recrimina
el empeoramiento de la situación de los Derechos Humanos. Se queda solo cuando
estalla en atentado un avión ruso que ha salido de su ahora vacío centro
turístico. Esa soledad es resultado no de su moralidad, sino de la inmoralidad
que es negar su responsabilidad en lo que ocurre y que lleva a la muerte, al
sufrimiento o al silencio a muchas personas.
No, el estado egipcio no puede ser virtuoso porque se
edifica cada día con la sangre y el sufrimiento de muchas personas que poseen
un concepto de la moral distinto. La moralidad reside hoy en aquellos que están
encerrados por decir al régimen autoritario que carece de autoridad moral. La
autoridad moral está hoy entre rejas, en cientos de activistas condenados por
una ley que les impide decir que las cosas injustas son injustas. Está en
periodistas acallados por presiones o encerrados en la cárcel (el segundo país
después de China). Esta en un joven encerrado por llevar una camiseta en la que
pedía "Un país sin tortura".
Sí, es ahí donde reside la moral y no en los carceleros.
*
"Interior Minister denies forced disappearances in Egypt" Egypt
Independet 6/03/2016
http://www.egyptindependent.com//news/interior-minister-denies-forced-disappearances-egypt
**
"Tourism minister attends memorial for Regeni, Italian ambassador
absent" Egypt Independent 5/03/2016
http://www.egyptindependent.com//news/tourism-minister-attends-memorial-regeni-italian-ambassador-absent
***
"Adjusting Egypt's moral compass" Mada Masr 5/03/2016
http://www.madamasr.com/sections/politics/adjusting-egypts-moral-compass
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