Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
campaña de primarias en los Estados Unidos está cargándose de dramatismo
conforme lo que parece inevitable se acerca. Lo inevitable es la nominación de Donald Trump por el partido
republicano. La sola posibilidad de una campaña electoral en la que una parte
del país esté representada por Trump hace crujir los cimientos de las personas
sensatas. Conforme la carrera avanza hacia la meta y se ve que ninguno de sus
contrincantes han sabido hacer mella en su estrategia ni encontrar una que
pudiera contrarrestarla, las alarmas saltan con más fuerza. Sobre todo porque
queda una evidencia encima de la mesa: para superar a Trump sería necesario más
radicalismo, promesas más apocalípticas, más espectáculo, más agresividad, más
racismo. Trump, como hemos señalado repetidamente, ha pervertido las bases de la
discusión y no han sabido entenderlo. Lo han alimentado cuando querían
combatirlo.
Solo en
este contexto es posible que pueda haber titulares impensables relacionados con
una campaña electoral norteamericana: "Is this the end of the
West as we know it?". El titular lo tenemos ahora en The Washington Post. Si los titulares reflejan el estado de la
campaña, también estos han tenido que crecer en dramatismo desde que los
primeros días en que Trump comenzó a criticar la heroicidad de John McCain en la guerra. Ya entonces dieron por
muerto a Donald Trump. Y lleva muriéndose
desde entonces.
Elegimos
insensatos porque nos parecen razonables. Si partimos de este
principio, la ventaja que Trump tiene no es tan descabellada. El mundo que
estamos haciendo ya solo discrimina entre charlatanes y charlatanes peligrosos.
Las elecciones no se hacen para elegir personas inteligentes porque será
siempre una minoría inteligente la que sea capaz de convencer a un electorado
inteligente con el que podrá entenderse. El problema es que las elecciones las
ganan las mayorías y estas hacen un uso cada vez menor de la inteligencia. Las
entrenamos para eso, para ser viscerales y reactivas.
Si se convierte
la educación de calidad en cosa de
élites porque es un gran negocio, como ocurre en los Estados Unidos y cada vez
en más partes del mundo, ¿qué esperas? Si a esas élites que formas les enseñas
que los demás son pardillos a los que puedes engañar y estafar con tu bien
pagada educación, ¿qué esperas?
El
artículo de The Washington Post lo
firma su columnista internacional y directora del Global Transitions Program en
el Legatum Institute de London, Anne Applebaum. En él señala lo siguiente:
Back in the 1950s, when the institutions were
still new and shaky, I’m sure many people feared the Western alliance might
never take off. Perhaps in the 1970s, the era of the Red Brigades and Vietnam,
many more feared that the West would not survive. But in my adult life, I
cannot remember a moment as dramatic as this: Right now, we are two or three
bad elections away from the end of NATO, the end of the European Union and
maybe the end of the liberal world order as we know it.
In the United States, we are faced with the
real possibility of Republican Party presidential nominee Donald Trump, which
means we have to take seriously the possibility of a President Trump. Hillary
Clinton’s campaign might implode for any number of reasons, too obvious to
rehash here; elections are funny things, and electorates are fickle. That means
that next January we could have, in the White House, a man who is totally
uninterested in what presidents Obama, Bush, Clinton, Reagan — as well as
Johnson, Nixon and Truman — would all have called “our shared values.”
Trump has advocated torture, mass deportation,
religious discrimination. He brags that he “would not care that much” whether
Ukraine were admitted to NATO; he has no interest in NATO and its security
guarantees. Of Europe, he has written that “their conflicts are not worth
American lives. Pulling back from Europe would save this country millions of
dollars annually.” In any case, he prefers the company of dictators to that of
other democrats. “You can make deals with those people,” he said of Russia. “I would have a great
relationship with [Vladimir] Putin.”*
El
peligro de dos o tres malas elecciones, como señala Applebaum, es real. Y todo
parece indicar que algunas tienen muchas probabilidades de materializarse. El
terror a que esto ocurra no debe ser solo suyo. Se comparte allí donde la
política se dice en otro tono, sin cámaras delante. Trump ha levantado a la vez
todos los demonios (seguridad, racismo, economía...) y han saltado todas las
alarmas habidas y por haber. ¿Qué pretende
este tío?, se preguntan todos. Evidentemente: ganar. Hasta ahí lo entiende todo el mundo; la cuestión está en el
día siguiente.
Appelbaum
dice no recordar en toda su vida un momento tan dramático como el actual: el
fin de la OTAN, el fin de la Unión Europea y el del mundo liberal. ¿Es una exageración? En absoluto. ¿Hay probabilidades de
que ocurra? Más que antes, desde luego.
La
mecha y la dinamita no son cosas separadas sino que forman parte de este mundo en
el que puede saltar la chispa si además hay sequía. Trump no es el peligro. El peligro está en que existe
una parte de la sociedad que le considera en
serio como presidente de los Estados Unidos. Y lo aceptan sin plan oculto; porque dice lo que dice.
Applebaum
recorre la Unión Europea y no estamos mucho mejor. A la salida de Gran Bretaña
de la Unión mediante un referéndum se une el peligro de una Francia con Marine
Le Pen al frente en las próximas elecciones. De España, mejor no hablar porque
también estamos en la cola de las dos o tres decisiones para llegar al desastre.
Una
Europa llena de antieuropeos y todos
ellos amigos de Vladimir Putin, que se convierte en un referente de la acción.
El detalle no es casual y parece que la presencia del humanitario Obama hubiera desencadenado en el mundo un deseo
inagotable de parecerse a su antagonista: Vladimir Putin. El mundo saludó a
Obama frente a Bush, pero muchos se están decantado por figuras autoritarias
como la de Putin. Surgen por los cinco continentes y son aclamadas.
El
panorama futuro, señalado por Applebaum, está francamente oscuro porque algunos
tienen muchas probabilidades de salir adelante:
A year from now, France also holds a
presidential election. One of the front-runners, Marine Le Pen of the National
Front, has promised to leave both NATO and the E.U., to nationalize French
companies and to restrict foreign investors. Like Trump, she foresees a special
relationship with Russia, whose banks are funding her election campaign. French
friends assure me that if she makes it to the final round, the center-left and
center-right will band together, as they did two decades ago against her
father. But elections are funny things, and electorates are fickle. What if Le
Pen’s opponent suddenly falls victim to a scandal? What if another Islamic State attack jolts
Paris?
By the time that happens, Britain may also be
halfway out the door. In June, the British vote in a referendum to leave the
E.U. Right now, the vote is too close to call — and if the “leave” vote
prevails, then, as I’ve written, all bets are off.
Copycat referendums may follow in other E.U.
countries too. Viktor Orban, the Hungarian prime minister, sometimes speaks of
leaving the West in favor of a strategic alliance with Istanbul or Moscow.*
Un
acontecimiento —una bomba antes de una elecciones, un atentado contra un
candidato...— puede desbaratar una política de décadas haciendo que los
votantes se decanten por soluciones radicales y demagógicas. ¿Qué ocurre en el
Este y Centro de Europa? ¿No están cambiando hacia posturas más radicales? ¿Grecia,
Hungría, Polonia, Finlandia...? ¿No lo estamos haciendo también nosotros? Más
allá, Turquía y, más allá... la guerra. Y otra guerra más próxima: Ucrania.
La
pregunta sobre si triunfarán en el mundo personas como Putin o personas como
Obama no es capciosa ni busca el ingenio, sino plantear la evidencia de que el
mundo se está llenando de personajes con visiones autoritarias del mundo, de
personas que tienen una visión pragmática y cínica de la política, capaces de
manipular los valores primarios (religión, nacionalismo, racismo...) para
conseguir el poder y la influencia. El riesgo de conflictos aumenta con ellas.
Se reivindica sin pudor a Hitler, a Stalin. ¿Por qué no?
El
vacío intelectual en el que nos hallamos —un mundo estruendoso sin capacidad de
escuchar atentamente los embarullados mensajes que nos llegan— hace que personajes
como Trump tengan más probabilidades que las personas sensatas: el futuro es de
los maleducados, intransigentes y autoritarios. Atraen a las minorías
fragmentadas que ahora son capaces de unirse para conseguir que estos
candidatos triunfen. Lo hacen vendiendo descontento e ira, que es lo que les
permite conectar con el fondo social que se va depositando por la
insatisfacción y la pobreza mental contemporáneas. Ahora hay medios para el
lavado de cerebro colectivo. Las herramientas están ahí y se investiga para
ello en think-tanks de todo el mundo,
se financian proyectos en universidades de todo el mundo para saber cómo
manipular a la gente. Hay dinero para hacerlo. Hasta los terroristas más
retrógrados tienen sus expertos en guerras de información, es decir, para la
manipulación.
Timothy Egan con un artículo titulado "The Beast is Us", publicado en The New York Times, después de calificarlo como "el hombre que va a destruir el partido de Lincoln" y hacer repaso de todo lo que se dice sobre el miedo y repulsa que desata Trump, cierra su texto así:
The German magazine Der Spiegel called Trump
“the world’s most dangerous man.” The Germans know a thing or two about the
topic.
I would like to think our better angels always
prevail. But there are also dark episodes, when the beast is loose, and what
stares back at us from the mirror is something ugly and frightful. Now is one of those times.**
Hace tiempo que los ángeles están a otra cosa. Nos queda, eso sí, el espejo. Pero ¿quién cree ya en lo que cuentan? Si algo caracteriza a las sociedades ciegas es que les sobran los espejos.
Podemos
creer que todo va bien, pero no es cierto. Y lo que es peor: las partes que
iban bien y podían ayudar a ir mejor, están empezando a ir mal. Estamos a dos o
tres malas decisiones del desastre, una palabra cada vez más repetida. Será por algo.
* "Is this the end of the West as we know it?" The Washington Post 4/03/2016 https://www.washingtonpost.com/opinions/donald-trump-and-the-end-of-nato/2016/03/04/e8c4b9ca-e146-11e5-8d98-4b3d9215ade1_story.html?hpid=hp_no-name_opinion-card-b%3Ahomepage%2Fstory
** Timothy Egan "The Beast Is Us" The New York Times 4/03/2016 http://www.nytimes.com/2016/03/04/opinion/campaign-stops/the-beast-is-us.html
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