miércoles, 9 de marzo de 2016

Imitadores e imitados o del efecto Werther al efecto Trump

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
The Washington Post pone su atención sobre los fenómenos de la imitación de la violencia. Los procesos de imitación, que son buenos en muchos momentos y forman parte de nuestra evolución, tienen su lado negativo cuando se trata de la violencia. El titular es elocuente: "Are mass shootings contagious? Some scientists who study how viruses spread say yes". Obviamente, la violencia preocupa, pero es solo una manifestación de un fenómeno más amplio que puede ser rastreado en muchos otros campos. Señala el periódico:

Behavior is contagious. Studies have shown that watching someone yawn can make us yawn. Conference speakers who come after a nervous speaker can absorb the nervousness. Bad moods spread from boss to employee.
Researchers think violence is no different. Although it’s a somewhat recent area of focus — the Institute of Medicine held a workshop on the subject in 2012 — the evidence for contagion of criminal or dangerous behavior has lurked in academic research for decades.
Studies have shown that the aircraft hijackings of the 1970s were contagious. Product tampering — also contagious. So is highway speeding, rioting and even military coups. Contagion is especially pronounced in suicides.
Numerous studies have shown that suicides cluster, particularly among young people. It is known as the Werther effect, a term coined in the 1970s by sociologist David Phillips describing what happened after Johann Wolfgang von Goethe published “The Sorrows of Young Werther” in 1774.*


El hecho de que la imitación es un proceso "natural" parece conocido desde hace mucho tiempo, pues es de una gran obviedad. Lo utilizamos a nuestro servicio cuando favorecemos modas y tendencias. La cuestión no está pues en si imitamos o no. La cuestión es por qué imitamos unas cosas y no otras. Creo que es ahí donde hay que indagar, en por qué nos fijamos más en una cosas que en otras. Los hay que se centran en lo bueno, mientras que otros solo parecen tener interés en lo malo.
El complemento de la "imitación" es pues la "selección", que implica una política de filtros. De todo lo que vemos y podríamos imitar, solo imitamos aquello que por algún motivo —un interés manifiesto u oculto, según los casos— nos atrae. Si volvemos al ejemplo de la violencia implica que la imitación de las matanzas se producirá por parte de aquellos que sentían esa atracción. Será la llave que active el proceso final, la materialización de la matanza. Lo mismo en el caso del Werther goethiano, lo más probable es que sirviera de detonante a los suicidas.


Si a los norteamericanos les preocupan las matanzas en colegios e institutos, en otras partes del mundo, los fenómenos imitativos pueden ser igualmente preocupantes. Pensemos simplemente en el fenómeno del radicalismo yihadista. Sin embargo, a veces los fenómenos complejos se abordan desde perspectivas demasiado reduccionistas. Si antes decíamos que no basta con la imitación sino que es necesario considerar los factores de la atención esto implica comprender la formación de la "atención".
Si bien es un proceso también natural, es sabido que la atención está dirigida desde el "interés". Es decir, nos llaman la atención tanto lo nuevo como aquello para lo que sentidos un interés concreto. Hay una doble atracción: por lo nuevo y por lo conocido. La primera se puede diluir tras la satisfacción de la curiosidad, cuando lo desconocido pasa a ser conocido; la segunda, en cambio, se consolida como parte del mapa de nuestros intereses, es decir, actúa como un refuerzo.


No creo que todos los que llevan a cabo matanzas respondan exactamente a las mismas motivaciones, aunque sí puedan darse procesos muy similares. Puede que con el radicalismo yihadista y otras formas de terrorismo ocurra lo mismo. Los mecanismos de imitación pueden formar parte de esos procesos.
El artículo de The Washington Post se centra no solo en las causas sino también en la cuestión de los canales por los que se observan los actos que serán imitados:

In many of these events, the primary vector — what transmitted the behavior — was some form of mass media. Coverage of hijackings bred more hijackings. Coverage of suicides, particularly of famous people, had the same effect. In the month after Marilyn Monroe overdosed on barbiturates, suicides increased 12 percent nationally.
Some researchers think this loop drives mass shootings. Although FBI officials declined to comment on contagion for this article, a senior investigator in the behavioral-analysis unit has said that “the copycat phenomenon is real.”
Columbine’s timing is important. That mass shooting occurred just as Americans were beginning to use personal computers to connect to the Web. Harris, 18, and Klebold, 17, posted rants about the world on the Trench Coat Mafia website, creating a digital footprint that has had a long-lasting effect on others.
Nearly two decades later, as a result of the Internet and the explosion of social media, the transmission of violent behavior is faster, wider and permanent. Shooters no longer need to rely on television for attention and notoriety. And they can obsessively study details from previous incidents, imitating and advancing the strange cultural script that the rest of the nation is watching on repeat.*

El hecho señalado es preocupante porque indudablemente la llegada de tecnologías que permiten el acceso a cada vez mayores cantidades de información hace que previsiblemente surjan más imitadores.

El papel de los medios es esencial. Estamos en una sociedad mediática, un ecosistema informativo. Estamos rodeados de modelos fabricados específicamente o seleccionados de una realidad de la que se extrae precisamente lo más impactante. Eso amplifica enormemente los procesos imitativos. Los suicidios que se produjeron por la imitación de Werther y los que tuvieron lugar por la imitación del de Marilyn Monroe se producen por la expansión de los medios, libros en el siglo XVIII y XIX, la prensa, la radio y la televisión en el siglo XX. El potencial para la imitación, como bien señalan en el artículo, sigue aumentando.
La atención puesta en la imitación de hechos violentos no debería excluir el análisis de muchos otros procesos miméticos que tienen probablemente parecidos mecanismos psíquicos. Nuestra atención se centra en la violencia porque parece ser la más preocupante, pero deberíamos extender el estudio a otros campos en los que es probable que los mecanismos sean los mismos. En muchos campos se hace ya, como por ejemplo en el campo del consumo. La imitación es básica en este terreno para los que manejan los medios para provocar los comportamientos de compra o uso.


La contestación sobre los efectos de los modelos peligrosos y su expansión mediática lo da otro titular del propio The Washington Post: " The ‘Trump Effect’ is contaminating our kids — and could resonate for years". Si había un "efecto Werther", ¿por qué no iba a haber un "efecto Trump"?
El artículo es demoledor sobre cómo están afectando las maneras, las palabras, las ideas de Donald Trump a los niños, en las escuelas e institutos, en suma, cómo le imitan
No se trata de estar de acuerdo con él, sino de imitarle. En el niño el proceso comienza con la imitación del modelo (y del grupo para no ser excluido) y después se interioriza, convirtiéndose en "idea" y actitud que se seguirá alimentando selectivamente en el futuro. Tras repasar los casos en los que se está produciendo esa traducción de palabras y gestos de Trump en acciones, la autora, Petula Dvorak, señala:

In New Orleans last week, Trump was frustrated that guards didn’t remove the black protesters who were peacefully standing among the crowd at his rally quickly enough.
“It’s taking a long time, I can’t believe it,” he said. “See, in the old days, it wouldn’t take so long. We’re living in a different world.”
We were living in a different world.
We were in a world where it was moral, not political, to be inclusive.
We were in a world where genitalia were not discussed during presidential debates.
We were in a world where children could look up to their leaders and emulate them, and it would make others proud.
We were in a world where everyone agreed to “never forget.”
And somehow, we forgot. And this new world we’re in seems frighteningly and dangerously like the old one we were finally making progress leaving behind.**


Cuando crees que las cosas han cambiado, se pierde el camino recorrido por la aparición de sujetos como Donald Trump que reavivan los "viejos tiempos" y crean los cimientos para los "nuevos". Lo que ha sembrado y ha agarrado tienen ya poco arreglo. Puede resonar por décadas, como señala Dvorak. 
Los buenos y los malos ejemplos para imitar corren en paralelo. Quizá haya que reflexionar sobre las proporciones de unos y otros cuando los medios han considerado que el mal y la estupidez resultan más "atractivos" en términos numéricos, que el bien y la inteligencia. Pero los que están al frente de muchos de ellos están más pendientes de las cifras. Nosotros no hemos creado el mundo, dicen algunos, solo lo contamos. Pero eso sabemos que no es cierto.



* "Are mass shootings contagious? Some scientists who study how viruses spread say yes." The Washington Post https://www.washingtonpost.com/local/are-mass-shootings-contagious-some-scientists-who-study-how-viruses-spread-say-yes/2016/03/07/be44866a-df31-11e5-846c-10191d1fc4ec_story.html?hpid=hp_hp-more-top-stories_contagion-120pm%3Ahomepage%2Fstory 
** "The ‘Trump Effect’ is contaminating our kids — and could resonate for years" The Washington Post 7/03/2016 https://www.washingtonpost.com/local/the-trump-effect-is-contaminating-our-kids--and-could-resonate-for-years-to-come/2016/03/07/594a7f46-e47a-11e5-a6f3-21ccdbc5f74e_story.html?tid=pm_local_pop_b


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