Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Entre la documentación obtenida en el refugio de Osama Bin Laden se han encontrado mensajes grabados de audio apoyando los alzamientos populares de Túnez y Egipto. Llama la atención de las fuentes citadas en la información de EFE/El Mundo* que el mensaje, a pesar de haber sido grabado a finales de abril, no haga mención de los procesos en marcha en Libia, Siria y Yemen.
Sin embargo, creemos que nada más natural. Egipto y Túnez son procesos en una fase distinta que los del resto de los países mencionados. Los mensajes de Bin Laden no son un “blog” de opiniones. Son armas verbales cuya intencionalidad va más allá de lo que se expresa. Es ingenuo pretender que manifiestan su opinión y no su estrategia.
Por más que algunos quieran que se perciba otra cosa, la mayor parte de los países árabes no están ni han estado del lado de Bin Laden, al que veían como un peligro incontrolado y contraproducente. Bin Laden estaba refugiado en un país musulmán, Pakistán, pero no árabe. Esto no debe olvidarse.
Debemos entender estos mensajes grabados en los contextos estratégicos de los dictadores y del terrorista. La estrategia de los dictadores vendiendo “protección” a Occidente frente a Bin Laden y Al Qaeda era una forma de asegurarse apoyos exteriores y su mantenimiento interior. Han sido perseguidores de sus propias fuerzas de oposición en el nombre del antiterrorismo. No debe llamar la atención de que Bin Laden se felicite por la caída de estos enemigos relativos.
Lo que nos puede llamar la atención —y debe ser analizado— es por qué no manifiesta su apoyo a los pueblos en lucha. La razón es muy sencilla: no se ha decidido nada todavía. Las espadas están en alto. Dentro de sus planes no está el apoyar a unos o a otros, sino utilizar al que gane. Bin Laden no creía, como buen islamista radical, en los estados, creía en la unidad religiosa, en una unidad superior, el Islam, el reino de dios. Los enemigos serán finalmente barridos. El convencimiento de su triunfo era absoluto porque es el deseo de dios y nada se opone a sus designios. Lo que le toca al hombre es hacer desaparecer a los que los obstaculizan y para ello tiene libertad de recurrir a cualquier método o estrategia. La más adecuada es felicitarse porque se han eliminado algunos enemigos en el camino. Bin Laden sabía que su función no era entrar en las ciudades con una espada de fuego al frente de ningún ejército. Era visionario, pero en absoluto un loco. Sabía que su función era hacer el daño suficiente como para que los pueblos "dormidos" tuvieran en mente la debilidad de sus contrincantes. Los atentados de Bin Laden son osados porque además de ser destructivos buscaban la insolencia, mostrar al enemigo su vulnerabilidad. También intentar levantar a los pueblos contra cualquiera que se oponga a su visión del Islam. El problema para Bin Laden es que los pueblos no se han levantado siguiendo sus instrucciones y metas, sino las suyas propias. Ahora la estrategia es otra. Por eso es importante evitar que intente sembrar el descontento en los países que se escapen de sus objetivos de futuro.
Llama la atención a los informadores, finalmente, que no haya apoyado al pueblo libio en contra de Muamar El Gadafi, sabiendo el desprecio que le tenía. Es algo completamente lógico porque el primer empeño de los libios ha sido dejar claro que ellos no son terroristas ni tienen nada que ver con él. Tanto Gadafi, Bashar Al Asad, como Ali Abdullah Saleh han acusado y siguen acusando a sus pueblos de ser terroristas de Al Qaeda para poder masacrarlos. Gadafi es el extremo opuesto a Bin Laden. Gadafi es un dictador narcisista y enloquecido, sediento de culto a su grotesca figura, el centro de las miradas. Gadafi es un actor; Bin Laden era un guionista, alguien que escribe la historia.
Como ya señalamos, el enemigo número uno de los países árabes es Bin Laden [ver entrada]; no persigue fines materiales o de progreso, sino otro tipo de metas. Ninguna de las reivindicaciones de los pueblos en rebelión tiene nada que ver con las pretensiones de Al Qaeda. Por eso ven con recelo cualquier tipo de cambio que no vaya en la dirección que a ellos les interesa y simplemente intentan no dejar en mal lugar a los apoyos radicales que puedan tener en cada país hoy o en el futuro. La astucia y la adulación siempre han sido armas útiles. ¿Por qué crearse enemigos?
Cualquier intento de hacer ver que pudiera haber un interés común en las revoluciones populares de Egipto y Túnez con los intereses de Al Qaeda es ir en contra de los evidencias diarias, es cometer una gran injusticia para con millones de personas que son etiquetadas contra sus deseos y ven cómo se pervierte el sentido de sus reivindicaciones. Los integristas de cada país han sido los últimos en sumarse a las revueltas, recelosos como siempre de saber qué podía interesarles más. Tendrán sus propias estrategias, pero no las podemos extender a la mayoría. Los que esperan que la historia se cumpla no suelen tener una prisa excesiva y confían más en las estrategias que beneficien en cada paso que en los grandes esfuerzos inútiles. Tienen la eternidad por delante.
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