Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cuando surgen casos como el de Dominique Strauss-Kahn no podemos dejar de preguntarnos cosas. Lo que ocurre en la habitación de un hotel en Nueva York puede modificar el destino de Francia al eliminar —ya se están rifando el puesto del FMI— al candidato más serio para disputarle la presidencia a Nicolas Sarkozy. Y lo que ocurre en Francia afecta a toda Europa y lo que afecta a Europa… Y así podríamos establecer la cadena que nos muestra que no hay incidente pequeño, que todo tiene transcendencia y que los tableros se rehacen a cada momento transformando los escenarios y volviendo inútiles las estrategias construidas meticulosamente durante años. ¿El azar?
Podemos preguntarnos por Strauss-Kahn y por sus apetitos sexuales, por su deseo incontrolado. Pero también podemos preguntarnos por qué un hombre así llega hasta donde llega. Los franceses pueden estar contentos. Se han librado de un posible presidente que les hubiera creado problemas a todos porque parece que Strauss-Kahn tiene una forma peculiar de ver el mundo y de llevar a cabo sus deseos.
De todas las consideraciones —son siete los delitos sexuales que le han imputado, con penas que pueden llegar de 20 a 25 años—, la que nos permite acercarnos mejor a esa personalidad oculta del director del FMI es la búsqueda de la impunidad. Podemos pensar, claro, que Strauss-Kahn sufrió un “ataque de furor sexual severo” y que en ese momento, por azar, entró una mujer en su habitación. Pero eso que llamamos “azar” actúa de otra manera. Es más fácil pensar que Strauss-Kahn, como buen economista, percibió una “oportunidad” en el “mercado”. Como buen economista también evaluó sus posibilidades de éxito, abrió rápidamente una libreta mental con dos columnas, un debe y un haber, y sopesó las posibilidades de emprender su negocio. No se trata de especular sobre si Dominique Strauss-Kahn habría actuado de la misma manera si la mujer no hubiese sido una inmigrante guineana. Por el contrario, partimos de la evidencia de que Strauss-Kahn se decidió por ella. Le respetamos su racionalidad y su libertad de elegir. Pudo y quiso. Podemos convertirlo en un psicópata, en un enfermo sexual, en alguien que no tiene capacidad de continencia, o en un hombre poderoso que elige como presa aquella que le parece más débil, que le va a ofrecer menor resistencia o le va a causar menos problemas posteriormente. ¿A quién van a creer, a la inmigrante o al director del FMI?
Mujeriego, amante del lujo, adúltero confeso…, candidato… Una vez más, la pregunta que nos hacemos es ¿qué valoramos en nuestros dirigentes, qué nos lleva a poner en manos de personas de este tipo nuestros destinos? ¿Por qué no sumamos bien? Una vez más, los filtros que deberían actuar para que llegaran arriba personas con mayor integridad han fallado. Parece que las condiciones que se requieren para ascender no son las que se requieren para gobernar. ¿O sí? Ese es el gran dilema. ¿Estamos condenados a tener gobernantes con perfiles de este tipo porque es lo que selecciona el camino hacia el poder? Espero y deseo que no.
Aunque a algunos les pueda parecer irónico, esta mujer le ha hecho un gran favor a Francia. Y probablemente a todos. Lo que se demuestra claramente es que los que apoyaban a “DSK” no vieron o no quisieron ver la realidad de quien tenían delante. Él tiene toda la vida, en prisión o fuera de ella, para pensar en el azar y el destino, en las fuerzas que determinan el ascenso y las caídas, en cómo los seres humanos buscamos explicaciones que solo necesitamos mirar el espejo para encontrar.
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