domingo, 15 de mayo de 2011

La llamada a la unidad: Tahrir para todos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El viernes hubo una nueva explosión de unidad en la Plaza de Tahrir*, convertida en lugar de expresión de la voluntad que hizo triunfar la revolución. Lo que ha llenado esta vez la plaza con miles de personas es el deseo de manifestar su voluntad de unidad frente a los múltiples intereses que buscan el fracaso de un Egipto Unido. Esta vez han estado los líderes de distintos grupos, de los Hermanos Musulmanes a los del Movimiento Kefaya, tratando de mostrar su unidad con la revolución.
Han comprendido todos que los incidentes sectarios de Imbaba los días anteriores, con 12 muertos y más de doscientos heridos, tienen detrás intereses que buscan destruir algo más que la revolución. El Egipto festivo que ha recuperado la alegría de saberse fuerte y con ganas de construirse un futuro a su medida, choca con el deseo de mantenerlo dividido y en el caos que provoque su caída y aislamiento. Las fuerzas que intentan que Egipto no salga adelante se van a enfrentar a la misma determinación a la que se enfrentó Mubarak y su régimen.

 
Egipto trata de reequilibrar sus tres condiciones la egipcia, la árabe y la islámica, las tres fuerzas que rigen su vida y cuyas oscilaciones determinan su historia permanentemente. Ha habido momentos en los que la fuerza del nacionalismo egipcio se ha confrontado con el panarabismo, en otros momentos se ha jugado a la unión árabe (como en el momento en el que Nasser hizo posible la unión con Siria creando la República Árabe Unida, la fracasada RAU). El Egipto que quiere salir adelante es el que trata de equilibrar las tres fuerzas: ser un país con identidad propia, solidario y referente para el resto del mundo árabe y que dé ejemplo de integración religiosa de sus comunidades. Para comenzar ha recuperado su orgullo nacional. El “Orgulloso de ser egipcio” es algo más que un eslogan o una identidad de marca. Es una profesión de fe en ellos mismos, una voluntad manifiesta de ser ciudadanos de pleno derecho de un país del que sentirse orgullosos y responsables. Con un Egipto de ciudadanos, es posible recuperar su papel internacional, algo que ya están practicando. Y finalmente están tratando de mostrar que es posible la convivencia religiosa en un mismo espacio y que, siendo de distintas comunidades religiosas, todos forman una unidad integradora: la egipcia.
Eso es lo que han resaltado en las pancartas de este viernes, la unidad. Y han apuntado al enemigo de todos: “El arma más poderosa contra la revolución es la lucha sectaria”, señala una gran pancarta*. Todos están de acuerdo en ello. Los que tratan de dividirlos quieren un Egipto débil y sin identidad. “Egipto es para todos los egipcios”, apunta otra pancarta. “La religión es para Dios y la nación es para todos” señala otra que podría convertirse en el primer artículo de esa constitución no escrita pero que los egipcios están intentando practicar por encima de cualquier zancadilla interior o exterior. 
No será fácil, pero nunca antes se había visto un deseo tan firme de resolver los problemas, de definir el futuro. Día tras día, viernes tras viernes, los egipcios salen a la calle a seguir diciendo cómo quieren su país. No se cansan y no deben hacerlo. Los países que piensan que las instituciones y los derechos vienen solos se equivocan.

Una bandera hecha con las de todos los países árabes
En la Plaza ha resonado también un clamor: Palestina. La Plaza de Tahrir ha sido solidaria con los levantamientos de los otros pueblos que buscan su propio destino. Ya ha habido movimientos oficiales y diplomáticos hacia Palestina y el papel de Egipto ha sido importante en la reciente reconciliación política palestina. Es absurdo pensar que se puede ignorar el conflicto de todos los conflictos, el que ha estado determinado de forma directa o indirecta la vida de todo Oriente medio y condicionando la de Occidente.
La reivindicación de Palestina en Tahrir es la de la solidaridad de los árabes. Desde que en enero se comenzó el levantamiento, señalamos que Egipto debía asumir ese papel y ser el país que lograra sacar del estancamiento  un conflicto complejo. Ya no puede ser una estrategia política la debilidad de los países vecinos, la pérdida de su soberanía o las presiones exteriores. Un Egipto democrático, ciudadano y solidario, en alianza con los países que vayan dando el salto hacia su soberanía, es la mejor baza para resolver un conflicto cuyo estancamiento se ha producido por los desencuentros y las cerrazones de muchos. La única forma de solucionar ese enquistado problema es que todos cambien y este puede ser un comienzo. Egipto ha comenzado a hacerlo. Ahora solo falta esperar que otros también lo hagan para salir del diálogo de sordos. Las voces de la Plaza llegan lejos.

* "Tahrir protesters call for national unity, show solidarity with Palestine" The DailyNewsEgypt 13/05/2011 http://www.thedailynewsegypt.com/egypt/tahrir-protesters-call-for-national-unity-show-solidarity-with-palestine-dp1.html

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