Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Quizá
les haya pasado o quizás no. Puede que se hayan pasado la vida escuchando eso
"¿sabes a quién te pareces?" o "me recuerdas a alguien,
pero...". Cuando los parecidos son muy claros, uno se acostumbra y hasta
creo que hay gente que le saca dinero a eso de parecerse a otros haciendo
gracias de plató en plató o ahora colgándolo en YouTube. Hay gente incluso que
ya no sueña con un empleo sino con un parecido,
algo que les resuelve la vida mientras el famoso siga en candelero. ¡A falta de
pan...!
En mi caso,
sorprendentemente, mi parecido era más como un test de Rorschach. Durante
diferentes etapas de mi vida me han ido confundiendo con distintas personas, lo
que hace que no te aburras y te despierte cierta curiosidad. Después, al
ampliar mis contactos con gente de otras culturas, también les recuerdas a
alguien, a algún actor o personaje del que nunca has oído hablar pero con el que
empiezas a sentir cierta camaradería.
Con el
tiempo cambias menos y tus parecidos se van reduciendo. La última vez que me lo
dijeron, estaba en urgencias con la nariz medio partida y una enorme gasa, y
aun así se me acercó una señora a decirme aquello de "¿Sabe usted que se
parece a...?". Pues sí, si lo sabía. O él se parece a mí, que es la
cuestión primordial. Es decir: "¿Por qué nos parecemos a los famosos y no
se parecen ellos a nosotros?". La cuestión es peliaguda porque si yo tengo
tres minutos más en el mundo que aquel con el que la naturaleza me ha
emparentado, sin comerlo ni beberlo, los derechos son míos. Es él quien se me
parece. Pero nunca se lo dirán.
Aquí surge
un conflicto entre Naturaleza y Cultura, porque nos parecemos por los genes
pero nos distinguimos por la notoriedad, convirtiéndome a mí en un eterno segundón,
en una mera réplica de un señor que ha podido hacer cualquier tontería mediante
la cual se ha ganado el reconocimiento público y callejero.
Probablemente,
la Naturaleza tenga un número posible de combinaciones para nuestras caras. El
"aire de familia" siempre ha sido una garantía de legitimidad cuando
no existía eso del ADN para confirmar paternidades. De ahí la preocupación en
cuanto sales al mundo de ver a quién te pareces más o si no te pareces a nadie.
Ha queda como una especie de satisfacción protocolaria en la que los visitantes
del recién nacido de cada una de las ramas debaten sobre si ha sacado la nariz
de su abuela Federica o es clavado al tío Antonio, aquel que hizo la mili en
Melilla.
Con
nuestra conversión en sociedad mediática, los parecidos —que antes habrían
resultado un poco ofensivos— se amplían al aumentar el número de caras
disponibles para comparar. La fotografía, el cine, la televisión, etc. nos
guardan tal como éramos y ponen a trabajar nuestro módulo cerebral que se ocupa
de estas cosas, de los parecidos. Los medios, tan preocupados por las imágenes,
extienden esta manía comparativa a las personas y las más populares son copiadas, llegando incluso por algunos
desequilibrados a presentarse ante el cirujano plástico con la foto de las
personas a la que quieren parecerse.
Ya no
se tiene la cara que a uno le ha tocado en la lotería de los genes, sino que
algunos se la cambian a mitad de la existencia. El cine nos acostumbró a que
los gánsteres se hicieran la cirugía estética a punta de pistola para evitar
ser reconocidos. Es decir, quería dejar de parecerse a sí mismos.
También
el cine nos avisó de las ventajas y peligros de parecerse demasiado a las
personas. En algunos casos era toda una aventura, como en las distintas
versiones El prisionero de Zenda,
basadas en la novela de Anthony Hope. En otras, podía ser un drama, como en
alguna película de Hitchcock, en la que todo el mundo te señalaba con el dedo
como culpable de algún crimen. LKuego no es él, claro, sino uno que se le parece.
La
cultura de la imagen ha hecho que seamos para unas cosas despilfarradores y
para otras muy tacaños. Eso es lo que nos muestra el caso recogido por la CNN y
otros medios sobre lo ocurrido al futbolista alemán Bastian Schweinsteiger,
jugador del Manchester United. Nos lo cuentan así:
German footballer and Manchester United
midfielder Bastian Schweinsteiger is considering legal action against a Hong
Kong toy manufacturer that has made Nazi dolls that look just like him.
The dolls are produced by Dragon in Dream (DiD)
a toy manufacturing company that specializes in producing "realistic,
lifelike" action figurines, according to its website.
DiD's website was quickly disabled following
the revelations, but the original site featured a doll labeled as "WWII
German Army Supply Duty -- Bastian" that came complete with a uniform
adorned with a swastika-bearing eagle.
The website appeared to be working later
Friday.*
Es sabido que pintores y escultores de la antigüedad
recurrían a las caras que tenían cerca para ponérsela a sus figurantes en los
cuadros. Cuando pintaban un Moisés o un apóstol, buscaban entre los próximos a
aquellos que les parecían más adecuados para cubrir el tipo que tenían que
representar. Cuando hacían un retrato, lógicamente se basaban en un autor, pero
si no era alguien concreto, solían tirar de amigos y vecindario para ponerles
cara a los personajes de los cuadros o las esculturas. ¿Para qué perder tiempo
pensando caras cuando tenías tantas por allí? A veces, incluso, esas caras se
ponían como venganza contra alguien que te hubiera hecho alguna perrería, que
te debiera dinero, etc.
La verdad es que el soldado alemán es clavadito a Bastian Schweinsteiger. Pero ¿qué problema supone esto?
Podría ser su abuelo, mientras estaba en el ejército alemán de la época o de un
hermano gemelo no reconocido y abandonado en el pórtico de una iglesia gótica
en una ciudad alemana. La pregunta es ¿tengo yo derecho a mi cara en exclusiva? Por ejemplo: ¿podría
demandar a alguien que naciera seis meses después que yo por parecerse a mí?
Desde el momento en que muchos viven de su imagen, de ceder
a otros su uso mediante compensaciones, se genera ese peligro de la tentación de
los parecidos. La CNN nos cuenta cómo se lo han tomado unos y otros:
Schweinsteiger's management company advised
lawyers in Germany this week to begin legal proceedings, according to German
newspaper Bild, with one media lawyer
calling the doll a "clear violation of Schweinsteiger's personality
rights."
DiD's phone went unanswered on Friday and it
could not be contacted for comment by email, but the company previously told
the newspaper that it was a "complete coincidence" that the figurine
looked like the footballer.
"We thought all Germans look like
that," DiD said. "Bastian is also a very common name in
Germany."*
Debo reconocer que me encanta la respuesta de la compañía de
Hong Kong. Durante siglos de contactos, los occidentales hemos afirmado que
"todos los chinos son iguales", no en el sentido democrático o
socialista del término, sino que no veíamos diferencias a simple vista. Mi trato
diario con mis queridos alumnos chinos me ha demostrado que es solo falta de
costumbre o de ajuste fino de nuestro módulo de reconocimiento. Por eso creo
que la respuesta, además de tratar de evitar la demanda legal, tiene —aunque fuera
involuntario— un cierto aire de ironía y de revancha intercultural. Esa
extensión de la cara y el nombre del jugador hasta la normalidad alemana es la
que practicamos habitualmente con los demás. Todos los alemanes se parecen, han
venido a decir. Y muchos se llaman Bastian como en otros sitios se llaman
"Pepé".
Como el mundo es un pañuelo hemerográfico, podemos recordar
que esto no solo se hace con los alemanes desde Hong Kong, sino que se lo hizo
el FBI a nuestro Gaspar Llamazares cuando le dio sus rasgos a algo peor que un
soldadito sonriente para jugar un rato sobre un campo de batalla ficticio. El
FBI usó a Llamazares para hacer el retrato robot de Bin Laden, que ya es
jugártela, sobre todo si viajas mucho por el mundo. Corres el riesgo de que
tengan que estar rescatando permanentemente desde las embajadas explicando
quién eres y que no ha sido la genética esta vez, sino los dibujantes del FBI
que, sin pedir los derechos de imagen por la vía reglamentaria, le han puesto tu
cara al terrorista más buscado de todos los tiempos. ¡Que no se queje Bastian Schweinsteiger!
Termina la CNN diciendo que una exploración del catálogo en
la red de la web de la compañía, revela sorprendentes parecidos de sus soldados
en miniatura con "Daniel Craig, Matt Damon, Robert De Niro and Johnny
Depp, among others"*. Ayer pude ver la película protagonizada por este
último y debo decir, que Johnny Depp no se parece nada a Johnny Depp, sino que
se parece a alguien que me suena mucho pero no consigo recordar.
Nos piden que imitemos a los más famosos bebiendo lo que
beben, comiendo lo que comen y vistiendo lo que visten; nos piden que hagamos
lo mismo que ellos y cuando lo hacemos se mosquean. No sé si todos los que
compran las figuritas lo hacen porque se parecen a Schweinsteiger, De Niro o si
ni siquiera se dan cuenta de la similitud. Incluso habrá gente que no las
compre porque nos son del Manchester
United sino seguidores del City.
A lo mejor son los deportistas, artistas, actores, etc. favoritos del que hace
las figuras y es un homenaje emocionado. ¿Quién sabe?
Entiendo que al jugador a lo mejor no le haya hecho gracia "parecerse" a un soldado alemán de la II Guerra Mundial. A lo mejor es lo que le ha molestado, más que el hecho de que sea su cara.
La verdad es que es muy difícil hacer una cara que no sea de
alguien o que se le parezca. Podemos combinar rasgos para que no se parezcan a unos solo, al modo del escritor que toma rasgos de distintas personas para construir un personaje. Pero ¿por qué no puede haber un soldado alemán que se parezca a Bastian Schweinsteiger
o uno británico a Daniel Craig? ¿Y por qué no puede llamarse Bastian, es que es
suyo también el nombre o se lo
pusieron sus padres por La historia
interminable y les demandará Michael Ende? Yo empezaría a buscar fotos de soldados de la época hasta encontrar uno que se pareciera a la figurita para quedarme más tranquilo, sobre todo en lo legal.
Lo cierto es que las figuras están bien hechas y tienen su
arte. Peor es cuando dicen que inauguran tu figura en el museo de cera y te encuentras que no se parece absolutamente nada.
Hoy se parecen a unos; mañana seguirán iguales y los retratados dejarán
de parecerse a ellas. Es ley de vida, aunque las de la cultura vayan por otro lado.
*
"Footballer Bastian Schweinsteiger considers suing over Nazi doll"
23/10/2015 CNN http://edition.cnn.com/2015/10/23/world/schweinsteiger-nazi-doll-legal/index.html
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