Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El calendario de las elecciones egipcias sigue adelante
sorteando problemas de exclusiones, análisis médicos reveladores de
drogodependencias, etc. Entre escándalos de corrupción que provocan crisis de
gobierno, liberaciones de presos políticos antes de las visitas a la Asamblea
de las Naciones Unidas y manipulaciones mediáticas (casos que hemos ido viendo
aquí) surge ahora un nuevo y trascendente problema.
Es la cuestión de los llamados "partidos religiosos",
que están prohibidos expresamente por la Constitución aprobada. Los grupos
religiosos no son partidos en el sentido occidental del término. La forma de
pensar que les ha creado rechaza estas formas mundanas de contaminación democrática. Para ellos el
"partido" es un mal necesario para un fin exclusivo: participar en
una elecciones, un requisito legal. De ahí surgen los problemas posteriores
cuando se dice que se vota a uno y mandan otros, es decir, que si gana el
partido que han creado desde la Hermandad Musulmana, que técnica y
administrativamente se consideraba una ONG para el bien social, la caridad,
etc., se dirá que no es más que un títere del líder de los Hermanos.
Anteriormente se habían presentado como independientes, que eran las migajas
que el sistema de Mubarak les concedía y que ellos aprovecharon socialmente muy bien.
El problema se plantea ahora con el partido Nour, el creado
por los salafistas, que hicieron los mismo que los Hermanos Musulmanes, es
decir, crear una interfaz política separada técnicamente del grupo, pero
controlada desde sus órganos directivos. Tan "religioso" era el
partido disuelto de los Hermanos, Justicia y Libertad, como el creado por los
salafistas. La diferencia es que los salafistas entendieron lo que estaba
ocurriendo cuando se dio el golpe de estado que acabó con el reinado islamista
y se apuntaron al carro del nuevo gobierno. Esto, evidentemente, no es más que
una estrategia primero de supervivencia, después de ampliación de su
influencia. Lo primero lo lograron y siguen ahí; lo segundo es más complicado,
pero está por ver todavía si se canaliza hacia ellos el voto islamista o se les
considera traidores a la causa.
La cuestión se complica cuando la debilidad de los partidos
egipcios hace temer que se perciba a los salafistas como una parte, la del
islamismo, y se lleve más votos que las fragmentadas listas de los partidos que
se supone que no son religiosos.
Desde hace tiempo ha comenzado la presentación de
reclamaciones ante los tribunales para que el partido Nour sea considerado como
"religioso" y, por tanto, disuelto y eliminado de la carrera
electoral. Los salafistas argumentan que ellos
no son un partido religioso, algo que nos demuestra el grado de distorsión
de la realidad en que se mueve el sistema político egipcio, en donde las
palabras cada vez significan menos. Unos dicen no ser religiosos, como otros dicen ser demócratas.
Ahram Weekly publica un artículo titulado "No light for
the Nour Party?" —escrito por Amany Maged— en donde se plantean algunas
cuestiones que, dada la tradición egipcia, no debe ser desestimadas:
Some legal experts argue that while cases
pertaining to the Nour Party should be settled before parliamentary elections
the timeframe makes this impossible. One result, they say, is that any ruling
against the Nour Party after the polls could result in the questioning of the
legitimacy of the entire House of Representatives.
In the midst of this war of litigation the Nour
Party continues to insist that its legal position is sound. One Nour Party
member even suggests that attempts to contest the legitimacy of the Nour Party
are tantamount to contesting the post 30 June Revolution roadmap, given that
Nour was among the parties that took part in the inauguration of the roadmap,
and the 2014 constitution which the Nour Party helped draft.
“Why is it only now that they are claiming Nour
is religious party and are concocting rumours to tarnish its reputation?” he
asked.
“Why did this not surface when the Nour Party
was the only party in Egypt that supported the army in order to protect
Egyptians from a fate similar to that of Syria, Libya, Iraq and Yemen? Why
didn’t the liberal trend say at the time that the Nour Party is a religious
party which has to be dissolved and that the roadmap must be cancelled because
a religious party participated in it? Why don’t liberals argue that the 2014
Constitution is invalid because a religious party helped draft it?”*
No sería la primera vez que se disuelve el parlamento por
irregularidades de este tipo. "Cuestionar la legitimidad del
Parlamento" es casi una broma dentro de esta tradición. Pero los
razonamientos son interesantes porque hay que leerlos entre líneas. Suponen una
velada amenaza a los poderes sobre la posibilidad de ser eliminados del
panorama político por los jueces y mandarlos a la oscuridad. También hablan de
cuestionar el orden surgido del "30 de junio", es decir, del golpe de
estado —el "no-coup"— que ha llevado a al-Sisi al poder.
Cuestionarlos a ellos, dicen, es cuestionar todo el sistema. El que lo quiera
entender que lo entienda.
El miedo de los partidos políticos, muy débiles y que van a
obtener un mínimo rendimiento parlamentario tras una lucha a muerte, es que
además sean los salafistas los beneficiados. Pero en este juego hay que apostar
para ver las cartas finales del otro. Y la apuesta son las elecciones.
Por eso el miedo a que se constituya un parlamento
"extraño" y decidan posteriormente los jueces —siempre imparciales—
disolver las cámaras resultantes. Ya lo han advertido varias veces porque ha
ocurrido antes. Como denunció algún analista político, siempre hay que dejar
algún fleco jurídico por si hay que disolver por la vía rápida y legal.
En el artículo se señalan las dos caras de la disolución del
partido salafista:
Experts on Islamist movements suggest the drive
to dissolve Nour has two sides. One is to eliminate religious parties entirely.
The other is to give the powers-that-be a legal card they can play in order to
dissolve parliament and contend its constitutionality should they deem it
necessary. Other observers see the tightening vice around the Nour Party as a
way to ensure it abides by the laws under which it was created.*
Sea por los motivos que sea, no es el mejor camino para
construir una democracia real y duradera. Todas estas argucias legales y
políticas son herencia de los años en los que la democracia era una farsa.
Ahora lo sigue siendo y el problema es hasta cuándo. Construir en falso es
siempre un riesgo elevado. Construir un sistema en el que siempre haya un
militar en el poder, es hacer una democracia trucada, por más que a muchos les
parezca "más segura". Pero la demanda de "seguridad"
siempre se puede invocar desde el miedo. Y el miedo se crea fácilmente.
El argumento dado por los salafistas para evitar su
disolución —el riesgo de que Egipto acabe en una guerra civil, como Siria,
Libia o Yemen— coincide con el que esgrimía hace unos días la presentadora televisiva cuya
zafiedad propagandística decía lo mismo, pero desde la perspectiva del
patriotismo militarista. También los salafistas dicen valorar el "patriotismo".
Visto en el tiempo, las nueve razones que los salafistas plantearon para apoyar a al-Sisi en las presidenciales no dejan de ser interesantes pasado el tiempo:
1. The state institutions cooperate with him to
save the country from collapse and chaos.
2. He is independent, does not follow the
United States and has the ability to negotiate with other countries, such as
Russia.
3. He is patriotic, intelligent and efficient.
4. He is the most suitable candidate for this
stage.
5. He knows that the Shia threat is an issue of
national security.
6. He has the better chance of winning.
7. He
might not be religious enough from a Salafi point of view, yet he prays.
8. He is
to a great extend faithful to the Sharia and the Islamic identity.
9. He has no anti-Islamic ideology, for he is
not a liberal, secular or leftist. Yet he might be against certain ideas of
some Islamists.**
Puede sorprender la alusión entonces a los contactos con Rusia, que ha sido evidentes, y el distanciamiento de los Estados Unidos, pero esto último estaba hasta en las condiciones de Tamarod, confirmando el antiamericanismo generalizado de Oriente Medio. Todos junto son un ejemplo de astucia y pragmatismo, lo justo para estar en el meollo de la política son un pie a cada lado de la puerta según interese. Es un nada y guardar la ropa en cada uno de los puntos, como ocurre en el séptimo sobre el punto de vista religioso o el noveno, sobre las opiniones políticas. Pero tienen mucho más sentido del que pudiera parecer. No iban desencaminados. Ahora reclaman su fidelidad al modelo creado y que a nadie le importó cuando pidieron apoyos.
Los salafistas estuvieron en alianza con los Hermanos Musulmanes y escribieron la constitución excluyente entre ambos; después estuvieron con los que derrocaron a los Hermanos Musulmanes; después apoyaron a al-Sisi y ahora participarán en los comicios si ningún juez lo impide antes o en la cámara de representantes si no lo impiden después. La rígida ideología de los salafistas, a los que les importa muy poco la democracia, se conjuga con el pragmatismo más refinado. Permanece donde te sea rentable, es su máxima; el final está escrito, descubrir el camino es obra de tu astucia.
Parece que hay muy poca gente interesada en que en Egipto
haya una democracia verdadera. Pero esto es muy difícil si ninguno de los
contendientes tiene interés en ello. Queda por ver cuál es el papel real de los salafistas, el que les tienen reservado tras las elecciones y lo que ellos harán en función de los resultados que obtengan, algo en lo que se piensa menos. Sabrán entonces cuál es su fuerza real, aunque su papel quede recortado por el diseño del parlamento.
* "No
light for the Nour Party?" Ahram Weekly 17/09/2015
http://weekly.ahram.org.eg/News/13275/17/No-light-for-the-Nour-Party-.aspx
*
"Nine reasons to support Sisi, says Nour Party" Egypt Independent
04/05/2014
http://www.egyptindependent.com/news/nine-reasons-support-sisi-says-nour-party
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