Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En
estos tiempos en los que se habla tanto de arrepentimiento con la boca chica, sorprende
conocer las terribles dudas que cubrieron de remordimientos a Mijaíl Kaláshnikov,
el "diseñador inteligente" del fusil automático más famoso del mundo
o para ser más preciso y no confundir una cosa con la otra, el más vendido y, de
los vendidos, probablemente el más usado.
El
diario El Mundo nos revela, con información de la BBC, que el diseñador ruso de
armamento se sintió atormentado por los resultados de su invento, tanto que decidió
escribir una carta con sus dudas a la Iglesia Ortodoxa:
"Mi dolor espiritual es insoportable.
Sigo haciéndome la misma pregunta sin resolución: si mi rifle le quitó
la vida a personas, ¿podría ser que yo sea culpable de esas muertes, aun cuando
fueran enemigos?", se preguntaba.
Sin embargo, un portavoz de
Cirilo I dijo que cuando las armas sirven para defender la patria, la Iglesia
Ortodoxa apoya a quienes las crearon.*
La gran ventaja de las iglesias nacionales es que lo tienen claro.
En vez de perderse en disquisiciones universalistas, barren para casa y animan
al personal a organizar la defensa del territorio. Lo de la Santa Rusia
funciona así; el resto son pecadores. El uso nacionalista de las religiones
tiende a asegurarse la exclusividad divina y el lavado de motivos.
En realidad lo que atormentaba a Kaláshnikov no es que se
matara con su fusil, sino que otros lo hicieran sin la causa que a él le animaba, defender sus santos
recintos, la patria rusa. El razonamiento, reforzado por la contestación del
portavoz de Cirilo I —que se las trae—, es que mientras se defienda la patria todo va sobre santas ruedas. Los problemas morales se plantean por escrúpulos respecto al uso
en conflictos que no tienen que ver con la salvaguardia de Rusia. Él lo hizo para eliminar a los enemigos y esas muertes no le causan problemas, pero ¿y las otras? Y ahí empieza su drama interior ruso.
A Kaláshnikov el diseño se le ocurrió y empezó a darle vueltas en 1944, mientras convalecía de sus heridas. Se fabrico en el
año 1947 —de ahí el 47 del "AK-47"— y dos años después el fusil de
asalto se había convertido en la estrella del Ejército Rojo.
Mijaíl Kaláshnikov recibió por su aportación militar al Ejército
Rojo la Orden de Stalin de Primera Clase,
que como todo el mundo sabe toma su nombre de un famoso beato soviético
dedicado a la evangelización de
Europa.
Es tal el furor religioso que Putin está movilizando en la
nueva Rusia que hasta este diseñador de armamento se encuentró acongojado por
las dudas que se le planteaban al final de su vida. Mis lecturas de novelas
rusas, llenas de almas torturadas o que deberían estarlo, me permiten intuir la
agonía interior de este hombre condenado a la irónica misión de tenerse que
sentir orgulloso y recibir felicitaciones por algo que causa el mal de los
demás. Me imagino que al que inventó las tiritas no se le presentaron estas
dudas o remordimientos.
No debe ser fácil abrir cada día los periódicos y ver las fotografías
de energúmenos de todo tipo levantando como signo de victoria el "aparatito"
que se te ocurrió inventar un día en plena Guerra Mundial. No debe ser fácil,
no, verlos rodeados de cadáveres o ver a niños con ellos en las manos como
juguetes mortíferos por esas guerras del mundo. Te gustaría verlo solo en manos
de tu flamante ejército victorioso, desfilando el día nacional de tu país. Pero
lo ves también en manos de ejércitos menos gloriosos, que desfilan de forma
menos marcial que el ruso o el de Corea del Norte.
Al alma sensible de Mijaíl Kaláshnikov se le debieron
presentar los escrúpulos y dudas bastante tarde en la vida. Siempre se
manifestó orgulloso de su invento. Hace 10 años, la BBC nos contaba cómo había
aceptado el ofrecimiento de un empresario inglés para dar su nombre a un vodka:
Mijail Kalashnikov, de 84 años de
edad, viajó a la capital británica para presentar su nueva bebida, con la intención
de continuar "con el buen nombre del arma que inventé".
"Siempre he
querido mejorar y expandir el buen nombre del arma, haciendo cosas
buenas", dijo el creador a la agencia Reuters.
El AK-47 es
considerado el fusil predilecto tanto de grupos insurgentes como de pandillas
de delincuentes comunes y narcotraficantes.
Sin embargo,
Kalashnikov aseguró que había creado el fusil por "razones puramente
patrióticas".
"Lo cree
para proteger las fronteras de mi país", dijo Kalashnikov.**
Que la expansión del "buen nombre" se realizará
con una bebida tan rusa debió de llenarle de orgullo y así se percibe en su
mirada mientras levanta la copa. El diseño de las botellas reproduce la forma
de su fusil y es un vodka muy exclusivo, una auténtica joya para los que
quieren combinar el placer de tener un arma en las manos y beberse lo que tiene
dentro. Contaba la BBC:
La nueva bebida alcohólica,
destilada en San Petersburgo, tiene un costo de US$24 por botella y ya está a
la venta en varios locales londinenses.
Sus productores
aseguran que la bebida -con una graduación alcohólica de 41%- "está hecha
de granos cosechados en Rusia y agua extraída del Lago Ladoga, al norte de San
Petersburgo.**
Además de estar en los museos de armas, Kaláshnikov logró
entrar en los museos de la bebida por el diseño de sus botellas. Este doblete es
algo que no está al alcance de cualquiera.
Quizá aceptó ponerle su nombre al vodka para compensar el
error de haberle puesto su nombre al fusil (la "K" es por él). Hay ciertas
cosas a las que uno debería evitar poner su nombre porque te ves implicado nominalmente en cada cada caso en que
aparece. Es el doble filo de la fama. Al doctor Guillotine le pasó lo mismo.
Les puede la vanidad.
El diario El Mundo
titula de forma simplista "Mijaíl Kalasnikov, arrepentido". No creo
que pueda entenderse como arrepentimiento
preguntar si se es responsable de las muertes de aquellos que cayeron bajo las
balas de su fusil en situaciones que no implicaban la defensa de las fronteras
de su amada Rusia. La amada Rusia, en
cualquier caso, sacó provecho vendiéndolos. Dan la cifra de cien millones de
unidades bien fabricadas por el mundo. Una carga muy grande para una sola conciencia.
Me imagino que cuando Mijaíl Kaláshnikov sentía su alma excesivamente torturada, contemplaba el
hermoso diseño de su marca de vodka y aplacaba sus remordimientos. Era un alma
rusa.
* "Mijail Kalashnikov, arrepentido" El Mundo 13/01/2014http://www.elmundo.es/internacional/2014/01/13/52d40524ca474122048b457a.html?a=410d62efa992b1acda8905ee65e7b1ed&t=1389643021
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