Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Leo con
cierta sorpresa en las páginas de la BBC las informaciones sobre los suicidios
en el Golden Gate, el famoso puente de San Francisco. Parece que se lleva años
debatiendo la necesidad de dejar de dar facilidades, dada la tendencia que
tienen algunos a tirarse desde allí. Piden aumentar la altura de las barreras,
escandalosamente bajas, o poner redes protectoras en las que queden atrapados
los suicidas para evitar las muertes. Aunque la gente que patrulla por el
puente o los simples conductores que lo atraviesan son los principales
rescatadores de los suicidas que usan el puente, se siguen produciendo
demasiadas muertes.
En el
artículo no solo opinan expertos que proponen medidas, sino algunos que tratan
de explicar la fascinación que el puente tiene entre los que lo eligen como
punto final:
Según Grohol, "el Golden Gate es todo un
ícono entre los suicidas".
"No es lo mismo saltar desde el puente
de una autopista que hacerlo desde uno de los puentes más famosos del
mundo", asegura.
"Gracias a internet ahora sabemos que el
Golden Gate está en la mente de muchos suicidas. Existen comunidades en la red
en las que gente que quiere suicidarse intercambia ideas y muchos mencionan al
Golden Gate".*
Es
difícil ponerse en la mente de los suicidas, entre otras cosas porque me
imagino que la gente se suicida por cosas distintas y desde perspectivas
diferentes, aunque el resultado sea el mismo. El lenguaje simplifica mucho la
cuestión cuando los reúne a todos con la fórmula "perdieron las ganas
de vivir". Aunque pueda ser cierto que en la mayoría de los casos —no
tiene porqué ser así en todos, aunque sea contradictorio— la gente haya perdido
las "ganas", eso no explica la fascinación del lugar. Me imagino que
serán distintos los suicidios improvisados, impulsivos, que los de aquellos en
los que, como se suele decir con otra expresión formularia, "les rondaba
la idea del suicidio". Es algo mucho más meditado en los detalles y el escenario elegido pasa a ser importante.
Es en
estos últimos momentos meditativos en los que aparece el Golden Gate como referencia y lleva al psicólogo John Grohol a calificar al
puente de San Francisco como "icono" entre los suicidas. Puede
parecer un despropósito que la gente elija cuidadosamente el lugar y el momento
cuando se supone que ha perdido las "ganas" de todo, pero —como se
señala en la información— la gente se consulta a través de internet sobre el
lugar más adecuado para ellos y expresa sus preferencias.
En la
BBC también se hace referencia a otros datos interesantes sobre el Golden Gate:
Entre 2005 y 2008 Mel Baulstein entrevistó a
63 personas que habían amenazado con saltar desde el puente, de las que 49 eran
hombres con una edad media de 38 años.
Las principales razones que dieron para
elegir el Golden Gate fueron, por este orden, accesibilidad, romanticismo,
método indoloro y otros motivos.
Puede
que la creación de barreras logre disuadir del primer motivo señalado y que de
ahí provenga la necesidad de poner barreras físicas como mamparas y redes. Esa
es una circunstancia que se puede controlar. Los dos siguientes, el
romanticismo y lo indoloro, pertenecen —especialmente el primero— a la
mentalidad del suicida, que encuentra un atractivo añadido en el lugar y menos
rechazo en el método.
Es esa
presencia del motivo romántico para elegir el Golden Gate para salir de este mundo —hasta el nombre invita— lo
que me ha llamado la atención. Ese sentimiento romántico es el que lleva a
buscar un hermoso escenario, en este caso una bahía, cantada por su belleza, en
la que el puente se ha convertido en parte del paisaje y trampolín hacia el más
abajo.
Si los
suicidas que eligen el Golden Gate lo hacen por cuestiones estéticas, son
razones de ese mismo orden las que han impedido que se tomaran las medidas
disuasorias que pudieran afectar a la arquitectura protegida.
A lo largo de las décadas el consejo de
administración de la autoridad responsable del puente -el Golden Gate
Bridge, Highway and Transportation District- se ha negado aprobar los
planes presentados, principalmente por razones estéticas.
El Golden Gate es un ícono de la
arquitectura Art Deco elegible para el Registro Nacional de
Monumentos de Estados Unidos, por lo que consideran que la instalación de una barrera
no sólo impediría que los que pasean por él disfruten de las impresionantes
vistas que ofrece sobre la bahía de San Francisco y el océano Pacífico, sino
que también arruinaría su aspecto.**
Se forma así una especie de círculo vicioso estético en el que el atractivo del puente se
convierte en atracción para los suicidas. Me imagino que habrá ciertos tipos de
suicidas que lleven el mal gusto de forma
natural y que no les importe desde dónde tirarse, pero el esteta suicida o
suicida romántico sí tiene ese carácter mitómano que le hace preferir un lugar
hermoso para acabar sus días. Para él "mundo cruel" del que se
despide tradicionalmente es también un "mundo feo" o, si se prefiere,
la fealdad forma parte de su crueldad.
Parece que llegaron a encontrar una solución: una malla de
la que los suicidas quedarían colgados, sin poder salir, a la espera de que
llegaran a rescatarlos con una grúa. Me imagino que el simple pensamiento de
poder quedar colgado en una red durante un tiempo, de ser carne de YouTube,
fotografiado por todos los que pasan por allí, etc., quitarían las ganas a
muchos suicidas románticos reduciendo el atractivo suicida del puente. Ya no
sería lo mismo. La perspectiva de un par de horas colgado sobre las aguas de la
bahía te dan probablemente una perspectiva distinta.
El plan fue aprobado en 2008, y no debió hacer mucha gracia,
carecía de una dotación de fondos para realizarlo, que es un truco para hacer
ver que no eres indiferente a que la gente se tire del puente pero no vas a
mover un dedo por cambiar la situación. Los movimientos —liderados por
familiares de suicidas— para conseguir los fondos necesarios han dado frutos y
ha sido la firma de una ley federal por parte del presidente Obama lo que
permiten asignar los 5 millones de dólares del proyecto lo que hará que sea una
realidad.
La famosa canción I
left my heart in San Francisco, mostraba su preferencia por la ciudad frente
a París, Roma o Nueva York. Me imagino que todas ellas tienen sus lugares
favoritos para los suicidas, aquellos que les resultan especialmente hermosos
para acabar con sus días en esta vida.
En París, el gasto para evitar suicidios desde la Torre
Eiffel es grande, según recogía ABC este pasado más de junio. La torre es
también un icono de la ciudad y puede llegar a convertirse, como el Golden
Gate, en un icono de los suicidas, una imagen y un deseo. Nueva York también ha
padecido esa "atracción morbosa", como alguno la ha calificado con el
Empire State Building, uno de los iconos de la ciudad. Las medidas de
protección son mayores y se señala que el primer suicidio allí se produjo
incluso antes de estar el edificio terminado. La preocupación de las
autoridades es mayor por las consecuencias de las caídas del suicida, muy
distintas a las producidas en el agua del río o bahía. El puente de Brooklyn
también tiene sus suicidas, pero parece que hay un porcentaje de supervivencia
mayor al del Golden Gate.
En USA Today se
señalaba en 2010:
Those who choose to end their lives in public,
dramatic fashion often pick landmarks — from the George Washington Bridge
overlooking Manhattan and the Palisades, to the Golden Gate Bridge, with its sweeping views of the Pacific Ocean
and the San Francisco Bay.
Authorities are looking at how
to prevent the public deaths with everything from concrete barriers, suicide
hot line phones or safety nets hanging from bridges.
The measures would have made a
difference for Kevin Hines, who survived a leap from the 746-foot Golden Gate
Bridge in 2000.
"I would never have jumped off that
bridge" if he found obstructions in the way, he said.**
Lo que no es demasiado entendible es que sabiendo que esto ocurre en un lugar, la estética se convierta en un problema para tomar las medidas preventivas. Como señalaba el suicida fallido Kevin Hines, si se hubiera encontrado obstáculos quizá no habría saltado a la bahía.
La atracción morbosa de los lugares consagrados al suicidio
se realimenta con cada nuevo suicidio, se hace mas atractivo. No sean lugares
que inciten al suicido; solo brindan
el escenario adecuado para hacerlo a los que valoran esta circunstancia
estética. El cine, la fotografía, la pintura, la literatura, etc. convierten un lugar en motivo de ensoñación; lo malo es cuando pasan a formar parte del decorado de los sueños suicidas. Igual que se convierte en un atractivo turístico y mueven al disfrute, pueden convertirse en atractivo lugar para finalizar la vida. Es la otra cara del icono mediático y turístico. Las estadísticas dicen que una parte importante de los suicidas del Empire State Building no son de la ciudad; lo escogen como parte de su ensoñación sobre su muerte.
En diciembre pasado, sorprendía la noticia de una turista que se había hecho una "auto" foto (selfie) durante un intento de suicido en el puente de Brookyn. Sin entrar demasiado en lo que pudiera tener debajo del gorro a la que han llamado caritativamente "mistery woman" (afortunadamente no sabemos su nacionalidad y si la conoce no diga nada), nos ofrece un ejemplo más de esa mitomanía que convierte en un icono suicida al puente.
Si además de ser atractivo para el que se tira, se convierte en atractivo para el que lo ve, es que estamos muy mal y habrá que invertir en otro tipo de redes.
* "¿Cómo evitar que haya más suicidios en el Golden
Gate?" 20/01/2014 BBC
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/01/140115_eeuu_san_francisco_golden_gate_bridge_suicidios_jg.shtml
**
"After recent string of suicides, authorities aim for prevention" USA
Today 10/4/2010
http://usatoday30.usatoday.com/news/nation/2010-10-03-landmarks-suicides_N.htm
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