Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
prensa egipcia recogía ayer los lamentos del ministro de Asuntos Exteriores, Nabil
Fahmy*, por el tratamiento dado por los medios extranjeros al referéndum para la
enmienda de la Constitución. Fahmy debería darse cuenta —y con él todo el
gobierno egipcio— de que hay un tercer tipo de batallas que sumar a las que se
dan en las calles o en las urnas: las que se dan en los medios de comunicación.
Esa batalla es esencial y se la están ganando los islamistas gracias a los
errores comunicativos que se cometen cada día. No basta con hacer las cosas,
hay que saber contarlas y saber hacer que los otros las escuchen y entiendan.
Los
Hermanos Musulmanes, una vez fuera del gobierno, han sido capaces de dar la
vuelta a la situación informativa pese a haber salido con una gran mayoría de
la sociedad egipcia en su contra y con el silencio de la mayor parte de sus
socios internacionales, que pronto decidieron que no era bueno comprometerse
demasiado con personas que cometían tanto errores y que podían arrastrarles. Es
el caso de los islamistas tunecinos que tomaron ejemplo de lo que podría
ocurrirles allí si no eran capaces de capear el temporal de críticas y
protestas que sus pretensiones de momificar la sociedad estaban causando. Los
islamistas tunecinos recogieron velas y se dedicaron a intentar salvar su
propio desastre. El islamista Erdogan ya tiene bastante con lo suyo en Turquía,
con un escándalo que le está valiendo la condena de una parte del pueblo turco
y de la opinión internacional ante su deriva claramente autoritaria en su
intento de acallar los escándalos que han salido a la luz y seguirá saliendo.
Todo el mundo escribe sobre el "fin del islamismo político" en los
medios internacionales, pero los únicos que parecen que ganan con el desastre
son los islamistas egipcios, convertidos en extraños paladines de no se sabe
muy bien qué extraña "libertad".
A veces
el "orgullo egipcio" se vuelve contra ellos al pensar que el mundo
les sobra y que a nadie le importa lo que allí ocurre. Sí importa. Y a ellos
les debería importar que a los demás les importe. Ese fue precisamente el error
de Mohamed Morsi cuando visitó Alemania, seis meses antes de que le sacaran del
gobierno, cuando se le advirtió que la comunidad internacional no veía con
buenos ojos su pisoteo de los derechos de mujeres y minorías religiosas, su
falta de diálogo con la oposición y sus decretazos y censuras. Les dijo a todos
que Egipto era cosa exclusivamente suya
y así le fue. Si hubiera hecho un mínimo de caso, no estaría donde está ahora y
Egipto se habría ahorrado mil muertos y unos cuantos desastres.
Los
islamistas de la Hermandad tienen una red internacional forjada durante años en
la oposición y sus propios contactos con los medios e informadores, que saben
manejar. Con su desprecio hacia los demás, son sin embargo capaces de presentar
sus mejores sonrisas ante los medios, enviar a sus becados en las universidades
extranjeras a repetir consignas, como hicieron cuando la caída de Morsi. Los
únicos que se les opusieron en las conexiones eran hombres y mujeres, blogueros,
que conectaban a través de Skype con las cadenas televisivas para intentar contrarrestar,
con imágenes borrosas, la impecable presencia, llena de modernidad, que aquellos
encantadores jóvenes de ambos sexos proclamando lo demócrata que había sido el
gobierno islamista en su año de control de Egipto.
La
mejor intervención de un egipcio defendiendo la necesidad de avanzar en la hoja
de ruta y encaminar a Egipto hacia una democracia explicando las situaciones y planteando
argumentos verosímiles, se la he escuchado hace unos días al actor, productor y
director de cine, Amr Waked, ante las preguntas de la Televisión Rusa (RT)
internacional. Waked es además economista y una persona que ha estado al tanto
del proceso de la revolución. Es una cara conocida por sus papeles en películas
como la prestigiosa Syriana (2005), dirigida
por Stephen Gaghan e interpretada por George Clooney. Explicó sus razones y la
situación de Egipto contestando a todo lo que se le planteaba con argumentos,
que podrán convencer o no, pero que están ahí. Lo hizo mejor que todo el
gobierno egipcio.
El
gobierno, con su desprecio comunicativo, ha dejado que los islamistas se
apropien de los signos de la revolución, como la Plaza de Tahrir, que pretendieron
hacer suya el día del referéndum y solo el bloqueo material, cercada por
vehículos militares, consiguió evitar. Le sirvió a los islamistas para hacer
ver al mundo que la plaza estaba llena de uniformes y tanquetas, como en la época
de la SCAF; con eso les bastó.
Una
cadena europea hablaba el otro día como de un "pequeño atentado" de
la voladura de la fachada de un edificio. RTVE comentaba que como los
islamistas había preconizado el boicot al referéndum, eran los ganadores por la
baja participación ignorando que fue menor a la del referéndum anterior. Otra
calificaba de "innecesario" el referéndum. Los ejemplos de falta de
control de la información hacia el exterior, del desastre comunicativo se
podrían multiplicar.
Teniendo
un grandísimo respaldo social y de grupos inicialmente, han dejado que les abrieran
una brecha en su unidad política frente a los Hermanos, creándose una tercera
vía que rechaza tanto a los militares como a los islamistas, por ser incapaces
de calmar los recelos y gestionar lo que tenían en su mano, el control del
país. Las muertes innecesarias, el exceso de uso de la fuerza son un arma que
se vuelve contra ellos, pues la estrategia islamista pasa por dejar las calles
sembradas de "mártires" que podrán utilizar en su contra. El mantener
un ministro del Interior, que "trabajó" con Mubarak y después con
Morsi, le ha sido advertido incluso desde la prensa egipcia. Las
"caras" son también comunicación; renovarlas es un mensaje que se
envía al exterior.
Fahmy
se ha mostrado irritado porque los medios solo se hayan fijado en las muertes
islamistas y no hayan dado cuenta de las muertes de cristianos en las
represalias. En esto no le falta razón, dentro de su ingenuidad. Es cierto que
eso ha ocurrido y que los medios internacionales se han fijado en lo que les
parecía más adecuado. Esa es la guerra de la información, cuyas batallas se
ganan o pierden consiguiendo los enfoques deseables de los problemas o
situaciones
Puede
que algunos recuerden que yo califiqué aquí mismo como "infamia" el
hecho de que el diario El País "explicara" los ataques a las iglesias
coptas diciendo que les hacían "responsables" del golpe de estado.
Esa "infamia" era la transmisión de las ideas islamistas al respecto
y no otra cosa [ver entrada], una forma injusta y falsa de sembrar el odio
contra los cristianos coptos, un argumento que la base integrista recibe muy
bien y que algunos medios deben considerar progresista
aceptar. Todo es una "conspiración cristiana" para "acabar con
el islam"; eso es lo que se vende a sus seguidores, proclives a creerlo, buenos musulmanes que luchan por impedir el
ateísmo. Unos días tocan los cristianos y otro los judíos. De esa forma el
gobierno de la Hermandad esconde su propio fracaso político ante sus
seguidores, que se lanzan a las calles a defenderse de la invasión mundial.
Desde
el punto de vista comunicativo, los Hermanos han conseguido crear un signo y
unos colores —los cuatro dedos—, un logo que puede ser reproducido en cualquier
lugar alcanzado notoriedad si se hace y también si se sanciona por hacerlo,
como ha ocurrido con jugadores de fútbol que lo han realizado tras marcar un
gol en los partidos de la liga egipcia. Las sanciones posteriores por hacerlo
no hacían más que reavivar el caso.
El
signo es una buena construcción gráfica, una imitación del gesto revolucionario
de "Los juegos del hambre", perfecto para aquello que necesitan,
mantener la protesta viva. No requiere ni pancarta o pegatina; les basta con la
mano.
Se
dejaron comer el terreno simbólico que, sin embargo, habían ganado con los
signos de "Tamarod" y que tanto daño hizo a los islamistas recogiendo
23 millones de firmas presionando para que Morsi abandonara el gobierno y
convocara elecciones anticipadas. Pero cuando se llega al poder en Egipto, se
seca la imaginación y se agota la inventiva.
Se han
metido en una lucha cuerpo a cuerpo con Al-Jazeera
que no evita que la cadena qatarí diga lo que quiera y les perjudica porque pone
en contra a todos los periodistas del mundo. Qatar mantiene el apoyo a Morsi y
lo hace a través de Al-Jazeera, transmitiendo los puntos de vista de la
Hermandad. Eso es conocido y supuso el hecho insólito de la renuncia de la
redacción egipcia de la cadena qatarí al completo cuando se dieron cuenta de
ello. Pero esos elementos se pierden sepultados ante las noticias posteriores
de las detenciones que permite a Al Jazeera convertirse en paladín de la "libertad
de información" frente a los censores.
Con
unas instituciones que no han necesitado de comunicación en un sentido integral
ni exterior ni interiormente durante décadas, la capacidad de hacer llegar sus
posiciones y razones se ve muy limitada. La creencia en que lo oficial es lo verdadero desconoce que
convierte así los límites de lo oficial en los límites de la verdad y que más
allá de ellos son otros quienes los escriben. Las palabras dichas ayer por
Mostafa Hegazy a las preguntas sobre la presentación del general Al-Sisi a la
carrera presidencial en su rueda de prensa “Egyptians don’t have to
justify anything but to themselves" explican la dificultad en comprender
la diferencia entre "justificar" y "comunicar" con los
demás. Decir eso es dejar que otros lo expliquen, permitir que otros lo cuenten
como lo están haciendo.
No
basta con querer un futuro democrático
y decir, como Hegazy señaló en la misma rueda de prensa, que se han cerrado las eras de Mubarak y Morsi, de
la "corrupción" y el "fascismo religioso". En sus propias
palabras:
“Both Mubarak-era and Brotherhood
regimes don’t belong to the future in Egypt, as we won’t forget that there are
Egyptians who revolted against the situation pre-January 25. We can’t twist facts, and whoever
says January 25 was not a revolution, is just as delusional as the Brotherhood
who say the June 30 revolution was Photoshopped.” **
Sin
embargo, la historia de cada día nos muestra que los hechos se pueden retorcer hasta límites increíbles, que
desaparecen en ese extraño fenómeno que se llama "tiempo" y que lo
que queda son los textos y documentos, las fotos —con o sin photoshop— y una
memoria voluble con tendencia a la infidelidad según sea el presente en cada
momento.
Puede
que a la Historia le importe lo que ocurre
y ocurrió, pero a la política, que es lo que afecta a la vida de todos, le
importa lo que los demás creen que ocurrió y esa es la batalla que se libra en
cada edición de un periódico o noticiario. Ignorarlo es pecar de ingenuo y
perder una batalla que es la de la opinión pública. No se puede vivir solo.
La idea
de que los egipcios no tienen que justificar nada ante nadie es muy repetida con
distintas formulaciones. Tremendo error. Egipto solo podrá ser una verdadera
democracia y salir de esos dos males que Mostafa Hegazy señala, si consigue
salir de sí mismo y entender que es en su apertura internacional, en sus relaciones
amplias en donde podrá desarrollarse plenamente. La tendencia al encierro, al
autismo político, tiende a crear una gran distancia entre cómo nos vemos y cómo
nos ven los demás. Alejándonos de os demás es alejarnos de nosotros mismos. La
mejor huida de los males integrista y de la corrupción es precisamente la salida
al exterior. Es el encierro el que permite proliferar el integrismo —que trata
de aislarte de todo lo exterior y rechaza la diversidad— e igualmente hace
proliferar la corrupción, que es el resultado de la falta de renovación.
La misión de un ministro de Asuntos exteriores no es regañar a los medios internacionales por no decir las cosas que esperas que digan, sino entablar contacto con ellos hasta el aburrimiento. La misión de un portavoz no es decir que no se tienen que justificar ante nadie, sino lo contrario, dar argumentos de apoyo a las propias posturas.
No
basta con hacer las cosas. Hay que saber comunicarlas o corres el riesgo de
perder otras batallas. Comunicar no es lo mismo que informar; implica una
voluntad de ser comprendido en un proceso continuo y dinámico, ganar espacios
interpretativos para que se entienda de la mejor manera posible lo que haces.
Pretender lo contrario es un despropósito suicida.
*
"Foreign minister chides international media" Egypt Independent
21/01/2014
http://www.dailynewsegypt.com/2014/01/21/foreign-minister-chides-international-media/
**
"Hegazy: MB and Mubarak regimes don't belong to Egypt's future" Mada
Masr 22/01/2014
http://www.madamasr.com/content/hegazy-mb-and-mubarak-regimes-dont-belong-egypts-future
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