jueves, 3 de octubre de 2013

Rajoy, Japón y la pura significatividad

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Después de haber asistido el viernes a una preciosa representación de teatro de marionetas japonesas, de Bunraku —los que hayan visto la película de Takeshi Kitano, Dolls, lo recordarán— y enterarme que estamos en algo que llaman el "año dual" —que a mí me suena a cosa de los discos antiguos—  me quedé muy contento. ¡Hace cuatro siglos que tuvimos el primer contacto con Japón y ellos con nosotros!
Pero, cuando pensaba que la emoción común iba a ser verdaderamente común, me encuentro con que Mariano Rajoy va a Japón y lo chafa. Los titulares de los periódicos poseen una extraña concordancia: no se inclinó lo suficiente. ¡Vaya por Dios!
Parece ser que el presidente es inflexible hasta en Japón, país que ha hecho de la flexibilidad un rasgo nacional. Para ser exactos: en España nuestros dirigentes son inflexibles con la flexibilidad, es decir, no perdonan un despido ni un recorte. Eso explica en cierta forma la interpretación que el diario El Mundo hace del apretón de manos —impropio para las delicadas manos imperiales— y de su estiramiento. Dice el diario:

Eso de que Rajoy haya dado la mano al emperador nipón como si estuviera saludando al portero, está no sólo fuera de lugar, sino que puede llevar a los japoneses a considerarlo como una falta absoluta de respeto hacia su jefe de Estado.
Akhito recibe cada año a decenas de mandatarios extranjeros. Y si Rajoy ha llevado los recortes hasta el departamento de Protocolo de Moncloa, le hubiera bastado con mirar en Google las fotos de presidentes y primeros ministros del mundo entero que le han precedido de visita oficial en Japón, para saber cómo tenía que saludar al emperador.*


Hay que reconocer que esto más que una explicación. Como imagen surrealista, en cambio, funciona bien porque nos hace imaginarnos a Mariano Rajoy buscando en Google. Y creo que sí, efectivamente, que el presidente le ha estado dando al buscador porque ¿de qué hablas con un emperador japonés cuando no hablas japonés? Explica el diario tras señalar que el emperador de Japón es la cabeza visible de la dinastía más antigua del mundo que Rajoy "le ha saludado más tieso que el palo de una escoba". De nuevo el juego del contrapunto: la escoba y el emperador. Es el feo más feo desde que Rodríguez Zapatero, que sí se inclinó lo justo ante el emperador —según demuestra la foto recordatoria que El Mundo adjunta— no se levantó ante el paso de la bandera norteamericana. Aquel era un feo ideológico y esto no se sabe si es un lumbago. Aprovecha el diario para hacer un recorrido gráfico para mostrar el grado de inclinación de los distintos mandatarios que han visitado al emperador, en algo que parece un homenaje, más que al emperador, a la Torre de Pisa. ¿El que más se inclina? Pues Barack Obama, el más atlético, el más en forma.


El Mundo insiste en el surrealismo de la situación al titular la noticia "Rajoy no se inclina, se columpia ante el emperador Akihito de Japón", con lo que logra dotar de un sentido juvenil y retozón a la imagen del presidente. Más que un reencuentro de cuatro siglos parece querer reflejar el de unos compañeros de guardería para recordar viejos tiempos.
En cambio, el titular de El País nos desplaza a un nuevo escenario y reza así: "Rajoy presume ante inversores japoneses de las bajadas de sueldos en España".

El presidente explicó al emperador que en España no hay ningún temor a la situación en Fukushima, como prueba que él vaya a ser el primer dirigente occidental que visite la ciudad. Rajoy, amante del fútbol, trasladó al emperador la anécdota de que un conocido árbitro de primera división, Japón Sevilla, lleva ese apellido como descendiente de la primera colonia de japoneses que se instaló en España en 1614 después del primer contacto diplomático entre ambos países, que precisamente se conmemora ahora.**


Esto echa un tufillo a Wikipedia que tira para atrás. Yo no me imagino a Tom Cruise —El último samurái— hablándole al emperador de Japón de un árbitro de fútbol, descendiente de algún enviado de sus ancestros. A mí, si me preguntan por "Japón Sevilla", digo que sería una línea de Iberia para la Expo, o algo así. Sabemos por qué su padre se llama "Japón", pero nos quedamos con las dudas de por qué se llama también "Sevilla". ¿Quién le iba a decir al árbitro que, además de las cosas que habrá tenido que aguantar por esos campos de Dios por el simple hecho de vestir de negro sobre un césped verde, el presidente Rajoy iba a soltarle su historia al emperador de Japón? Me imagino que gracia-gracia le habrá hecho poca.

Sin embargo, siguiendo la senda de Fraga en Palomares, el presidente resaltó nuestra tradicional falta de temor a las radiaciones. El emperador, que es un hombre sencillo nacido en un mundo complicado, habrá valorado que lo del protocolo no lo entiende todo el mundo, pero que lo de la radiación sí. Y habrá pensado que los españoles somos así, parcos con el protocolo pero generosos con la contaminación. Lo uno por lo otro. La verdad es que yo en las fotos veo a ambos relajados. A quien sí veo muy preocupado, en cambio, es al traductor, pero me imagino que estaba pensando en lo del árbitro "Japón Sevilla" y las consecuencia que ello tendría en su carrera como traductor imperial. Ahí estaba el centro de la noticia, el foco informativo, el documental de la BBC, el reportaje de Telemadrid, etc. Pero nadie se ocupa ya de la gente sencilla.
El titular sobre presumir de bajadas de sueldo que El País ha resaltado lleva añadido la reacción del líder de la oposición socialista quien, abandonado en suelo patrio, avisa del regreso: «Rubalcaba: "Que venga y cuente lo mismo"», ha dicho desafiante. Está fatal de eso de presumir de bajar el sueldo, especialmente por el extranjero. Pero sí no se ve inconveniente en hablar de fútbol con un emperador, los protocolos de los inversores —que son de otro tipo— impiden hablar de "buenos sueldos". De la delicadez imperial a la brutalidad económica, que no admite muchas florituras. Por el camino que llevamos, habrá que presumir de buen sol y sueldos bajos, que es lo que el mundo espera de nosotros. Triste pero cierto. Por eso los políticos han desarrollado muchos eufemismos —ajustes, recortes, techos...— para encubrir esta fea realidad de un mundo carroñero en donde despedir a media plantilla es "saludado" por los inversores y bajar los sueldos recibe homenajes y aplausos. Son los gestos protocolarios de la jungla, el ritual de los tiburones, el caníbal mirando las calorías.


El Economista —que debería entender estas cosas porque las practica todos los días—, sin embargo se suma al surrealismo informativo y va más lejos y, arremetiendo contra todas las normas periodísticas, comienza su texto con una definición del Diccionario de la Real Academia:

'Reverencia': 1. Respeto o veneración que tiene alguien a otra persona. // 2. Inclinación del cuerpo en señal de respeto o veneración. // 3. Tratamiento que se da a los religiosos condecorados o de cierta dignidad. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha olvidado que hoy era día de reverenciar y se ha saltado la norma que marca la necesidad de inclinarse ante el emperador Akihito de Japón.
Ha ocurrido durante la recepción en el Palacio Imperial de Tokio. Rajoy no se ha humillado ante Akihito como manda el protocolo y ha saludado al nipón con un 'occidental' apretón de manos.***


Como no entiendo japonés, no entro a ver las reacciones de los medios de allí por si hay noticias sobre la movilización del Ejército japonés, del despertar del nacionalismo belicista o una oleada de suicidios rituales frente al palacio imperial para lavar la ofensa. Pero, no, no me encuentro nada así. No hay señales de Mariano Rajoy. Nadie grita ¡banzái! ni cosas por el estilo. Repaso The Japan Times y no encuentro nada. Corrijo: hay un enlace que habla de la visita pero no lleva a ninguna parte. ¿Han borrado al presidente del mapa? Hay 22 noticias sobre Mariano Rajoy, pero antiguas, hablando de Bárcenas y sus papeles la última. Paso al Japan Today y, no, tampoco encuentro rastro de la visita.


Sigo repasando la prensa internacional que despacha, como Reuters, la visita con una simple foto. Nadie dice nada del saludo, aquí cuestión nacional. A nadie le importa si Mariano Rajoy se inclina o hace el pino. ¿Es esto posible? Repaso y repaso y repaso... Lo más que encuentro es una noticia en Japan Today que habla de los malos modos de los que van a hacer jogging en la proximidades del Palacio imperial, que se llevan por delante a la gente mayor que pasea y no se disculpan... ¿Serán Rajoy y su séquito?, me pregunto ante tanto ignorar. Algunos dan la visita de Mariano Rajoy solo con la foto del Emperador, que es quien realmente preocupa a los japoneses.


¿Será posible —me vuelvo a preguntar perplejo— que a los japoneses les traiga el asunto al pairo y que seamos solo nosotros, los medios españoles —los del país del tuteo, del "¿qué pasa, tío?" y del "¡hola!, ¿qué tal?"—, los que vayamos con las normas de protocolo imperial por delante, que no pasemos una? ¿Son tan educaditos los japoneses como para mirar para otro lado y seguir con una sonrisa impertérrita un error de protocolo —hoy por ti, mañana por mí— elevado al rango de tsunami, frente a nuestro rasgado de vestiduras y que, con tanto republicano suelto, nos hayamos vuelto imperiales? ¿Por fin respetamos algo? Pues no lo tengo yo muy claro... ¿Hemos pasado de la iconoclastia maleducada al protocolo imperial, que ya es rizar el rizo?


Hay varias explicaciones. la más sencilla dice que se recurre a lo que sea para meter el dedo en el ojo. Es sencilla y funcional. ¡Presidente, te pillamos! Y mientras nosotros elevamos el incidente protocolario al rango de Pearl Harbour, los japoneses pasan olímpicamente, sobre todo ahora que tienen ya los Juegos en Tokyo. Es una especie de tú no te libras ni en Japón. 
El titular del diario El Mundo —"Rajoy no se inclina, se columpia ante el emperador Akihito de Japón"—, hay que reconocerlo, es muy extraño. ¡Extrañísimo! Y mucho me temo que hará pasar a nuestro presidente de forma muy negativa a la Historia de los visitantes del imperio. El Emperador habrá dejado instrucciones en su testamento para que no se celebren los próximos cuatro siglos "duales", y que si se hace algo se haga por videoconferencia y con retardo por si hay que cortar algo. Aquí unas muñeiras, allí algo de judo y ya está.


La otra explicación que he encontrado para estas extrañas formas de titular es que alguien, para animarle, le dijo a Mariano Rajoy: "¡Presidente, tú inflexible!" y, ante la duda de si se refería al saludo o a los recortes y bajadas de los sueldos, decidió tirar por la calle de en medio y quedarse tieso como un palo en la recepción y presumir después de minisueldos con los "inversores", incluso de "sueldos virtuales", que son las "nuevas tecnologías" de la remuneración. No tengo yo muy claro si la reunión ha sido para que los japoneses inviertan en España o para que las empresas españolas intente trabajar en Tokyo con lo que necesiten para esa Olimpiada que se nos escapó —otra hipótesis seriamente fundamentada, casi de rigor científico— por el inglés de nuestros representantes.
No digo esto último por simple anécdota o ironía. La traicionera barra de direcciones de mi navegador me revela que el titular de la noticia de El Economista originariamente fue este: "Rajoy-se-estrena-en-japones-Domo-arigato-gozaimachita-Muchas-gracias.html". Muy ilustrativo. Estamos haciendo un periodismo extraño, casi de crucifixión —unos días con unos, otros con otros— y chascarrillo —todos los días—. Alguien sensatamente lo cambió por un relativamente más comedido: "Rajoy, descortés ante el emperador de Japón al no saludarle con una reverencia". Si ser presidente del gobierno es duro en España, no lo es menos ser lector de periódicos.
Luego nos quejamos del "collar de Merkel" o del "bolso de Bruni". Con la que tienen allí con Fukushima y con la que tenemos aquí (escoja lo que más le interese o enfade), la cuestión de la inclinación protocolaria —o del tamaño de la flor en la solapa, que esa es otra— no deja de ser la cagadita de una efímera mariposa sobre la piedra más pequeña del monte Fuji en el día más corto del invierno. Sin embargo, aquí se ha convertido en un "efecto mariposa": un pequeño aleteo allí, una conmoción nacional en España, país protocolario por excelencia. El país de la quema de banderas, de las pitados al himno, el país de las mil banderas, de los insultos a ministros y zarandeos a diputados, del hoy me he levantado republicano, mira por dónde, se escandaliza por unos pocos grados de inclinación de la columna vertebral.
El emperador será bajito, pero es grande en otro sentido. Nosotros, en cambio, somos pequeños pero gritones. Aquí no le decimos al emperador —al del cuento— que va desnudo, sino que especulamos directamente sobre el tamaño de sus atributos.


Me gustaría terminar este ensayo perplejo en el que hemos pasado revista al protocolo de los emperadores, al diccionario de la Real Academia, a los árbitros de fútbol, a los corredores de los jardines del Palacio, a los titulares españoles y japoneses, etc. con las palabras de un señor que se enamoró de Japón, Roland Barthes, porque veía en él la concreción material de sus teorías semiológicas. Escribió un precioso librito que llamó El imperio de los signos, donde establecía que en Japón todo se convierte en ritual y que el ritual no es más que otra forma de escritura.

Contaba así su experiencia de sumergirse en un espacio del cual se desconoce absolutamente la lengua que te envuelve:

La masa susurrante de una lengua desconocida constituye una protección deliciosa, envuelve al extranjero (por poco que el país no les sea hostil) con una película sonora que detiene en sus oídos todas las alienaciones de la lengua materna; el origen, regional y social de quien la habla, su grado de cultura, de inteligencia, de gusto,, la imagen mediante la cual él se constituye como persona y pide reconocimiento. Por esto, ¡que descanso en el extranjero! Allí estoy protegido contra la estupidez, la vulgaridad, la vanidad, la mundanidad, la normalidad. la lengua desconocida, de la que no obstante aprehendo la respiración, la corriente aérea emotiva, en una palabra, la pura significatividad, conforma en torno mío, a medida que me desplazo, un ligero vértigo, me arrastra en su vacío artificial, que solo se cumple para mí: me mantengo en el intersticio, desembarazado de todo sentido pleno. (p. 17)

Bonita forma de expresar que no entender es un placer que nos priva de sufrir la estupidez de lo que comprendemos. Si te gusta un país, no aprendas su idioma, porque acabarás descubriendo que hay tantos tontos como en el tuyo. ¡Quién pudiera quedarse en el intersticio, en ese limbo en el que las palabras son solo sonido, música celestial!



* "Rajoy no se inclina, se columpia ante el emperador Akihito de Japón" El Mundo 02/10/2013 http://www.elmundo.es/elmundo/2013/10/02/espana/1380722878.html
** "Rajoy presume ante inversores japoneses de las bajadas de sueldos en España" El País 02/10/2013 http://politica.elpais.com/politica/2013/10/02/actualidad/1380735100_491428.html
*** "Rajoy, descortés ante el emperador de Japón al no saludarle con una reverencia" El Economista 02/10/2013 http://ecodiario.eleconomista.es/politica/noticias/5191689/10/13/Rajoy-se-estrena-en-japones-Domo-arigato-gozaimachita-Muchas-gracias.html

**** Barthes, Roland (1991). El imperio de los signos. Mondadori, Barcelona.






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