Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
No sé si es una muestra de humor británico o si
forma parte de la reciente paranoia por la observación del otro, pero lo cierto
es que la BBC nos informa de "Los secretos de las alcobas reales"*.
Temeroso de que Barack Obama vea en pantalla de 52 pulgadas lo que ocurre entre
las sábanas y edredones de la realeza, incluida Camila —me produce escalofríos recordar
las metáforas amorosas de Carlos, ¡brrrr!, que salieron a la luz gracias al
espionaje benéfico de los tabloides— y que lo comente con los
"mayordomos" de la Casa Blanca o, peor, que entren las niñas a dar el
beso de buenas noches y los pillen a todos tomando notas, pero, no, me
tranquilizo cuando leo:
Cuesta imaginar que acompañar a una persona
al baño —mientras hace sus necesidades— pudiera ser una actividad codiciada por
muchos. Pero sí, lo era en la corte inglesa de los siglos XVII y XVIII. Una de
las mejores cosas que podía pasarle a duques, aristócratas, cortesanos,
militares y amigos del rey de turno, era poder compartir ese momento de
intimidad con él.
Quien desempeñaba esa labor era la persona
más importante del entorno real, y se le conocía como el groom of the stool (una suerte de peón encargado del retrete). Pero
el trabajo más sucio no era ese, sino el que realizaba la necessary woman, una mujer que todas las mañanas se encargaba de
vaciar la bacinilla que había utilizado el monarca al ir al baño.*
Debo
confesar que la expresión "necessary woman" me parece deliciosa, un
prodigio semántico capaz de dignificar cualquier situación gracias a las
bondades del idioma, mientras que en cambio "groom of the stool" es
de un explicito que dista mucho de querer verlo en las tarjetas de visita,
aunque se imprima junto a ella una coqueta coronita.
La
información de la BBC nos demuestra cuánto hemos avanzado en estas cosas,
aunque haya gente que se siga matando por llevarle el papel higiénico a los
poderosos hasta el borde mismo de la puerta en una generosa demostración de que
al ser humano, tras empujarle la evolución natural a ponerse en pie, el
desarrollo cultural le impulsa a agacharse de nuevo, por las buenas o por las
malas, sin gusto o con gracia.
Desde
el punto de vista laboral, las cosas no han cambiado mucho. Un trabajo que
depende de la necesidad de ir al baño, exige una disponibilidad completa, no
sea que falles en los momentos esenciales y las "necesidades reales"
se vean frustradas porque el especialista no esté donde debe. Y así nos lo
señala la BBC:
Trabajar para la monarquía era una actividad
intensa, las personas tenían que estar a total disposición del rey (o la
reina), a cualquier hora y por todo el tiempo que se les solicitara, pero era
muy bien remunerada.
"Quienes hacían estas labores tenían la
posibilidad de influir en el gobernante de turno y recibir favores. Podían
ganar alrededor de US$1.500, lo que equivale a cientos de miles de dólares en
la actualidad, y era un trabajo de por vida", señala Edwards.
Bridget Holmes, por ejemplo, fue la necessary woman de cuatro monarcas
(Carlos I, Carlos II, Jaime II y Guillermo), y a los 96 años, todavía se
encontraba al servicio del último de ellos.*
A los
96 años de Bridget Holmes, dado la naturaleza de su trabajo, debía tener un
pulso envidiable. No se especifican sus formas de influencia, pero su simple
presencia tan cerca de los monarcas y sus deposiciones debía darles el
prestigio de proximidad. Las deposiciones reales no dejan de ser reales por
distanciarse físicamente de su real productor, sino que, investidas de un
inmarcesible prestigio, deberían recibir hasta el último momento el debido
respeto y homenaje que se debía a su noble origen. Solo así era envidiable el puesto.
Creo
que es un punto de la Historia que no ha merecido la debida atención y que
alguien debería explicarnos. La mirada de la Historia suele acompañar a sus grandes
personajes hasta las puertas de retretes y aseos momento en el que —por un mal
entendido pudor, un efecto moralista victoriano probablemente—, se desvía hacia
otros derroteros. Sin embargo, como insinúa la BBC —influencias y favores—, ¡cuántos
grandes acontecimientos se gestaron en esos momentos del día! ¡Cuánta Historia
por escribir!
Un socialista revolucionario nos retaría a que fuéramos capaces de distinguir las
deposiciones de un rey y de un obrero sin comprender que el hecho diferencial
es el rito, la ceremonia, las
operaciones culturales con lo que se
rodea lo natural para que deje de serlo. El prestigio del poder —entre otras cosas, pero con el
mismo objetivo— proviene
de hacer que alguien, mostrando el respeto debido, de forma reverencial,
traslade con parsimonia aquellos nobles restos hasta lugares adecuados,
transformando aquello en una especie de exequias parciales, en funeral de
estado diario. Nada de los reyes puede dejar de ser real. Todas sus partes y producciones merecen respeto.
Ayer,
un par de amigos me pidieron que les explicara rápidamente "qué era eso de
la Semiótica" y les dije que el estudio de cómo las cosas llegan a tener
sentido, a significar algo para nosotros, de cómo pasan de objetos naturales a signos. La labor de los
"grooms of the stool" y de las "necessary women" ofrecen un
interesante ejemplo de cómo se puede transformar lo natural y común en algo
reverenciado y con todo un ritual a su alrededor. Hoy son de otra manera, pero
también existen, pues los poderosos siempre han tenido a su alrededor a alguien
que disfruta con llevarles la cartera o el orinal, sin que en ocasiones sea
fácil diferenciar entre ambos, simbólicamente hablando, claro. La proximidad a
los poderosos anula las diferencias y produce la misma gratificación y
prestigio, de la corte inglesa al Instituto Nóos, del que lo busca y lo exhibe ante los otros, que se admiran. ¡Cuántos envidiarían esas tareas!
Los trabajos sucios, como bien señala la BBC, siempre han estado bien pagados.
*
"Los secretos de las alcobas reales" BBC 29/10/2013
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/130919_curiosidades_secretos_alcobas_reales_kv.shtml
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