Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
último día del año 2009, la BBC nos informaba de un extraño contencioso que había
sido resuelto judicialmente en Malasia:
Un tribunal en Malasia dictaminó que los
cristianos tienen el derecho constitucional a utilizar la palabra Alá cuando se
refieren a Dios.
El Tribunal Supremo dijo que la prohibición
del gobierno contra el uso de la palabra por los no musulmanes era
inconstitucional.
El tribunal emitió el fallo con respecto a
una demanda en 2007 entablada por la publicación Herald, que es editada por la
Iglesia Católica de Malasia.
Las autoridades insistían en que Alá es una
palabra islámica que solo puede ser pronunciada por los musulmanes.
La corresponsal de la BBC en Kuala Lumpur,
Jennifer Pak, informa que algunos grupos islámicos sospechan que la Iglesia
Católica pretende fomentar la conversión de musulmanes al cristianismo -una
medida considerada ilegal en Malasia.*
Nos
puede parecer sorprendente la pugna pues es sabido que las tres religiones
abrahámicas comparten la creencia en un mismo Dios, que no es otra cosa lo que
significa "Alá". Lo malo del monoteísmo —o lo bueno, según se mire— es que no
admite lo tuyo o lo mío, sino que es lo que hay.
Recuerdo
haber leído un texto de una especialista española en este sentido, señalando
que induce a error en nuestros textos el uso separado de "Dios" y
"Alá" en los casos del cristianismo (o cualquier otra religión
monoteísta) y el islam porque fomenta la creencia en que están hablando de algo
distinto, cuando no es así ya que se refieren a una misma realidad, aunque sea
divina. Consideraba la autora del texto que era una forma integradora que
revelaba históricamente la deriva histórica antes que los elementos de
diferencia.
Si los
creyentes se limitaran a creer habría
menos problemas, pero además de creencias están repletos de prejuicios, que son
otras formas de creencia con efectos generalmente negativos. Advierte bien la
corresponsal de la BBC, de que esta cuestión, que no plantea generalmente
ninguna duda, sin embargo, se complica cuando la religión —y ocurre con
demasiada frecuencia— se convierte en cuestión política, que es lo que hace el
islamismo. Con demasiada frecuenta el monoteísmo deriva en
"propioteísmo", palabra que brindo a la Academia y a su diccionario
porque mucho me temo que habrá que usar con frecuencia en el futuro. Con ella
pretendo expresar esa apropiación de algo que, por definición, pretendió
alejarse del politeísmo convirtiendo en único y universal lo que antes era
particular y folclórico, ligado a las costumbres de cada pueblo. Cuando los
dioses tenían nombre propio era porque había muchos y había que distinguirlos
unos de otros. El monoteísmo, en cambio, resuelve la cuestión: con uno vale
porque no hay más.
Los
islamistas pensaban que el uso de la palabra "Alá" en las página del
periódico Herald eran una maniobra premeditada para inducir a error a los
musulmanes y arrastrarlos hasta las garras del catolicismo. En su ignorancia
partidista, igualan "dios" y "religión", pues el que "es
el que es" rechaza distinciones humanas en el presunto caso de que se
ocupe de estas cosas.
Pero
aquello que los tribunales sentenciaron con buen juicio —que en Malasia era la
forma árabe-islámica la que había servido de referencia en el lenguaje para
referirse a la divinidad única— lo han deshecho invirtiendo el criterio, cediendo
a la presión política del gobierno y a la de los grupos islamistas en
particular que practican, por ley, la del embudo, señalando que va contra la
"razón" que alguien pudiera "pasarse" del islam al
cristianismo, mientras que es absolutamente lógico —¡cómo iba a serlo!, piensan— que ocurra el hecho
"absurdo" y contra natura de que un musulmán se pase a las filas
cristianas. El simple rumor, como hemos sabido por casos egipcios, desencadena
las iras de multitudes que acaban en enfrentamientos sangrientos.
Aquel
fue el fallo, nos contaba ayer la BBC, ayer ha sido revocado:
El nuevo dictamen afirma que el
término Alá debe ser exclusivo del islamismo o de lo contrario puede causar
revueltas públicas.
Sin embargo, en malayo la palabra
Alá es usada por todas las creencias para referirse a sus dioses.
Los cristianos argumentan que han
utilizado el término, que entró a la lengua malaya del árabe, para referirse a
su Dios durante siglos y que el dictamen viola sus derechos.
Una mujer malaya cristiana indicó
que el fallo afectará enormemente a la comunidad.
"Si se nos prohíbe el uso de
la palabra Alá quizás tendremos que volver a traducir toda la biblia",
dijo a la BBC Ester Moiki del estado de Sabah.**
La pobreza del argumento del tribunal superior malayo —el
temor a revueltas— nos muestra ya algo, la imposibilidad de convivir con los
islamistas políticos y que allí donde son mayoría la ejercen con la fuerza. Ellos
no parten del principio del monoteísmo ni de un respeto que está en el mismo
Corán a las demás religiones del "Libro", las "reveladas",
que en su visión son etapas históricas del desarrollo de un mensaje único, sino
de la apropiación del nombre mismo de Dios, como un derecho exclusivo.
"Alá" pasa entonces a ser una especie de "marca", una
denominación de origen, que contradice su proclamada "universalidad".
Desde hoy, en Malasia, Dios tiene copyright. Pasa a tener el dudoso honor de ser el primer país que,
por decreto, asigna la palabra "dios" a un grupo, dejando a los que
creen de otra forma la tarea de inventarse una o sustituirla por unos cuantos
asteriscos. No resuelve eso el siguiente paso, que previsiblemente será impedir
que pueda ser dicha, algo a lo que aspirarán en breve y que está implícito en
la sentencia y en la petición radical. Son los recortes teológicos. Con la
resolución judicial en la mano, pasan a ser ilegales
todos los textos en los que aparezca la palabra "Alá". Es, así de
sencillo, una quema por decreto, la
imposición del silencio por los jueces. No creo que en los peores momentos del estalinismo
se llegara a tanto. Malasia avanza de esta forma —un paso más— en su radicalización religiosa excluyente. En 2011, como anécdota, se realizó una campaña contra el día de San Valentín por considerar que no era "islámico". Pero las "anécdotas" se van sumando y configuran un escenario fanático e intransigente. En Malasia es cada vez más frecuente este tipo de actos diferenciales y absorbentes de las personas. Se ha ido pasando de un estado que mantenía su carácter laico a uno militante bajo la presión social. Nada queda ya fuera. Ahora se ha ido más lejos que quemar tarjetas de San Valentín.
Hoy se celebra la fiesta del Eid, la "fiesta del
cordero" en todo el islam, un acontecimiento que aprovecho para felicitar
a mis amigos musulmanes, al igual que ellos me felicitan por navidades sin
hacer demasiado caso a aquellos que les lanzan advertencias de que no lo hagan desde los espacios de la
intransigencia radical. No sé si es posible el diálogo entre religiones, pero
sí creo posible el diálogo entre personas, que solo es posible cuando ambos quieren
dialogar. Ahora bien, ¿sobre qué? Pues probablemente de casi todo menos de religión.
El problema surge entonces con los que no quieren hablar de otra cosa o, como en este caso, pretenden silenciar a los demás.
* "Si dices Dios, también puedes decir Alá" BBC
Mundo http://www.bbc.co.uk/mundo/internacional/2009/12/091231_1515_malasia_alah_wbm.shtml
** ""Alá es sólo para los musulmanes": dice
juez en Malasia" BBC Mundo 14/10/2013
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/131014_malasia_ala_musulmanes_prohibicion_men.shtml
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