Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Los
ejemplos —los malos ejemplos— de las situaciones políticas en Estados Unidos y
en Italia, además de las detenciones de los líderes de la ultra derecha griega
están mostrando, cada uno a su manera, que la política es un arte enrarecido.
Por si lo que por aquí padecemos no fuera suficiente —la mala política debería
tener su propio canal temático—, nos llegan también los malos ejemplos de
fuera. ¿Consuelo? ¡Ninguno! Al
contrario, pesimismo global ante lo que parece un deterioro de la única forma a
la que debemos aspirar y que todas estas prácticas contribuyen a pisotear. Los
dictadores son malos porque son dictadores, hagan lo que hagan; los electos son
malos por lo que lo hacen mal y porque pervierten el mecanismo selectivo, que nos
muestra sus fallos e imperfecciones, sus fisuras, perjudicando al sistema en su
conjunto. La democracia es imperfecta porque es humana, pero hay una gran
diferencia entre el que no es perfecto y al que no le gustaría ser mejor. Que,
pudiendo elegir, elijamos a algunos que elegimos no deja de ser triste, una buena
ocasión para ejercer la melancolía otoñal.
El
espectáculo dado por los republicanos, con el cierre de la administración federal
y el envío a casa de decenas de miles de funcionarios, demuestra un mal estilo
profundo y su falta de sentido cívico. Entiendo que ya no saben qué hacer para
hundir a Barack Obama, pero sigue siendo igual de impresentable. Estuvieron a
punto de hacerlo no hace mucho tiempo, lo han hecho ahora y parece que tendrán
varias ocasiones de practicar el bloqueo institucional como arma de hacer
política, mala, pero política.
Las
tácticas de Berlusconi en Italia, el tratar de hacer saltar el precario
gobierno por los aires, se ha saldado con un duro revés para el líder mejor
peinado de la política europea: el desmembramiento de su partido. Me imagino
que todos aquellos que tienen la mitad de años que Berlusconi y una milésima
parte de su fortuna estarán pensando en un mundo futuro, una cercana Italia sin
él. Berlusconi, por su parte, es incapaz de ver una Italia sin él. Su ego se
debe sentir, como el de los republicanos, fortalecido ante la simple
constatación de que un estornudo por su parte hace bajar o subir los mercados,
arrastra la prima de riesgo. ¡Eso es erótica del poder!
Además
de extraña es vil la política en Grecia que hace, a la vez, manifestarse en las
calles contra Alemania y almacenar retratos de Adolf Hitler en casas y sedes de
eso señores, los cachas de la
política griega, que se llaman una cosa tan tonta como Amanecer Dorado,
probablemente pensando en aquello de a quien
madruga, Dios le ayuda, aunque en este caso, por muchas cruces que se
tatúen por todo su cuerpo, no es otro que el demonio del racismo y el odio al
que invocan. Insulto a la política, insulto a Europa e insulto a la Historia es
lo que representan estos señores asentados en la cuna de la democracia y la
lógica, negación del pensamiento.
Con su peculiar "europeísmo", estos
testosterónicos políticos han reunido en sus sedes, según muestra El País
gráficamente, lo peor de la bazofia racista del continente, en su caso,
"incontinente" europeo. La policía griega les responsabiliza hasta de
diez asesinatos. Ya es triste tener a estos
ocupando escaños en un parlamento.
La
oposición brutal al "Obamacare", ya sea por motivos ideológicos o
intereses económicos, ha traspasado el límite de lo aceptable —los
norteamericanos solo le aplican las "líneas rojas" a los demás— para
cualquiera que trate de pensar en cuál es el sentido de la política. Algo falla
en el sistema político norteamericano cuando se llega al extremo de paralizar
las instituciones de esta forma, dejando a cerca de un millón de funcionarios
en su casa, sin cobrar, a la espera de que el gobierno federal salga de la
tumba presupuestaria.
Los
republicanos han aumentado su odio contra Obama y atacan su futura memoria en
el único proyecto estrella que le ha quedado de su ristra de promesas —ni cerró
Guantánamo, ni encarceló medio Wall-Street"—. Decía un representante de
los republicanos, en palabras llenas de odio contra su Comandante en Jefe, que
tenían "un presidente que negocia con autócratas y terroristas y que se
niega a negociar con ellos", evidenciando por dónde van los tiros de la
política norteamericana.
Berlusconi
da una vuelta de tuerca más en su confiscación de la política italiana y obliga
a su delfín, mano derecha o lo que se pueda ser de Berlusconi, a la rebelión
interna para evitar la anarquía externa. Habrá muchos italianos que vayan los
domingos a la Plaza de San Pedro a rogar devotamente que al líder le dé un yu-yu en algún exceso bunga-bunga, que para él sería una
manera digna de caer en el campo de batalla. Yo lo haría.
¿Qué
nos queda de la "política" cuando es practicada de estas formas: como
obstrucción, como chantaje o como agresión? La verdad es que muy poco. No
creo que eso deba ser llamado "política", ni —como le gusta a algunos
ludópatas intelectuales— "juego político". Es demasiado amplio el
concepto de juego, de las olimpiadas a la ruleta, como para medir la política
con ese rasero. Es sencillamente perversión.
No sé
si la política ha sido alguna vez limpia, pero me parece que nunca ha sido tan
visiblemente sucia como estamos viendo en los últimos tiempos. Pongo el acento
en los dos elementos, en la visibilidad
y en la suciedad. Hemos pasado de la
política al reality político, al destape
más vergonzoso.
Esperemos que los
ciudadanos —no nos engañemos: la política solo la regeneran los ciudadanos, no el
Espíritu Santo— tomen nota de estas acciones en cada rincón del planeta. Quizá
sea esperar demasiado.
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