Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Me
imagino que el que no espía es porque no puede. Ya no espías solo a los
enemigos, espías a los amigos y algunos incluso se espían ellos mismos (o deberían
hacerlo). Todo este mundo del espionaje y de las escuchas es una consecuencia
doble de la Sociedad de la Información: aumento de las comunicaciones y aumento
de los que se comunican. Esto cambia las formas, pero no el fondo.
Hay que
diferenciar, en cualquier caso, entre nuestro espionaje ibérico en el que los
políticos se espían unos a otros en una maraña malintencionada que abarca detectives
particulares, servicios de inteligencia y amigos que te venden, lo del gobierno de David Cameron sobre las reuniones anteriores del G8, lo de los ciberespías chinos, y lo que ha salido a la luz sobre
el espionaje masivo por parte de los Estados Unidos. Son variadas formas, muy diferentes en medios y fines.
El
espionaje ha existido siempre y para ser eficaz tenía que ser selectivo, localizar a los que
pudieran tener una información relevante e invertir tiempo y dinero hasta
obtener algo. Hoy, en cambio, gracias a la tecnología existe un espionaje a granel, un espionaje de
barrido de comunicaciones en el que el gigantesco tráfico de datos es filtrado a través de
máquinas automáticas que poseen sistemas de alarmas si detectan determinadas
palabras o secuencias, ciertos patrones. En la primera fase, los sospechosos
somos todos; luego se va descartando.
Los
Estados Unidos poseen las grandes empresas de comunicaciones —Microsoft, Apple,
Google, Facebook, Twitter...— y así es como pescar en un cubo porque todos, de
una forma u otra, pasamos por ellas. No tienen más que diseñar las leyes protectoras
que obliguen a sus propias empresas a entregarles los datos solicitados o a
establecer las formas de acceso. Al menos, dicen, nos "espían" bajo la vigilancia
de sus jueces. Es un consuelo.
Las empresas, que son las más perjudicadas (salvando los ciudadanos, que los son en sus derechos) al recaer las sospechas de sus usuarios sobre ellas, han iniciado un movimiento insólito en la historia de estas cosas: aclarar los datos que han entregado. Buscan así no verse demasiado perjudicadas por algo que les ha venido dado. Ellas solo pisotean la privacidad cuando les beneficia, no se dedican al espionaje.
Obama
ha sido muy claro en la entrevista que ha concedido para explicar los casos
destapados por los tránsfugas del espionaje: lo que se hace, se hace desde la
ley. La suya, la de los Estados Unidos. Después dice eso tan bonito del "equilibrio entre la seguridad y la
libertad" y los sacrificios de la segunda para conseguir la primera.
Recogen
en el diario El Mundo las explicaciones
de Barack Obama:
El presidente abordó luego los dos programas
desvelados por Snowden: el que autoriza al Gobierno a examinar el registro de
llamadas de todos los clientes de la compañía telefónica Verizon y el que le
ofrece acceso a los datos de empresas como Apple, Google o Facebook. Sobre el
segundo apenas dijo que no afectaba a ningún ciudadano estadounidense y sobre
el primero Obama intentó tranquilizar a los ciudadanos: "En esa base de
datos no hay nombres. Sólo parejas de números de teléfono y las horas en las que
se produjeron las llamadas. Si a través de la CIA o del FBI, la Agencia de
Seguridad Nacional consigue el número de alguien del que sospecha que pueda
estar involucrado en una acción terrorista, entonces revisa esa base de datos
para ver si ese número aparece y si hace otras llamadas. Y con esos datos hace
un informe y se lo pasa al FBI pero no revela el contenido de las llamadas. Es
el FBI el que luego solicita pinchar al tribunal secreto ese teléfono si lo
cree oportuno".*
Desde
el punto de vista de los Estados Unidos, solo se considera un "ellos"
y un nosotros. El "ellos" somos todos los que no somos ciudadanos de
los Estados Unidos y, por tanto, una amenaza potencial con diversa
probabilidad. Tiene más probabilidad un ciudadano de Corea del Norte que un
francés, pero eso depende de las circunstancias, es relativo. En realidad esto
del "ellos" y el "nosotros" lo practican todos, pues es la
base del espionaje. Cuanto más expuesto está un país —en lo bélico, lo
comercial, etc.—, más se hace necesario ese confiar lo menos posible y depender
de uno mismo. Habrá aliados, pero pocos. Unos son enemigos, los otros
competidores. El espionaje siempre se justifica.
La
Sociedad de la Información, con su mundo interconectado, ofrece nuevas y poderosas
posibilidades de comunicación y, por tanto, de intervenciones y almacenamiento
de esos datos que se generan sobre las actividades comunicativas realizadas.
Del entrecruzamiento de datos surge la "información", los patrones o
conexiones que pudieran ser relevantes en cada caso y activar las alarmas.
Cuando se inventó el correo, nació el espionaje de las cartas. Antes la gente
se limitaba a escuchar detrás de las puertas.
Todo
sistema de comunicaciones genera su propia forma de espionaje: en lo técnico,
en lo legal, en lo profesional. La llegada de las comunicaciones radioeléctricas
supuso la retirada de las palomas mensajeras, sistema que se había usado cuando
se interceptaba a los mensajeros terrestres. Pero el desarrollo de sistemas de intervención
y espionaje de las comunicaciones radioeléctricas supuso el regreso de nuevo de
las palomas y la creación del consiguiente sistema de contraespionaje compuesto
por halcones. Los aviones de la RAF inglesa iban cargados con palomas para que
los alemanes no detectaran sus comunicaciones durante la Segunda Guerra Mundial.
Al convertirse la radio en el medio estándar de comunicaciones, la paloma
regresó y con ella los halcones. Los ingleses soltaban entonces palomas con
mensajes falsos para que fueran interceptadas por los alemanes. Una cosa es
interceptar mensajes y otra que sean verdaderos. Así es el juego de la desinformación.
Puede que los terroristas verdaderos, no los presuntos, que en el primer nivel de probabilidad somos todos, decidan usar las palomas de nuevo para sortear los obstáculos de la intervención de sus comunicaciones. El que quiere ocultar algo, lo hace. Después están los errores, los fallos del sistema, como el ocurrido en Boston. Nos dicen que se han evitado muchos atentados. Tenemos que fiarnos, pero para los que ocurren siempre hay alguna extraña explicación que cubre la ineficacia del sistema masivo en cada ocasión.
Puede
que el pueblo estadounidense entienda los motivos de sus gobiernos para el
rastreo de las comunicaciones en la forma en que lo hace. Un poco más
complicado lo tiene David Cameron. A diferencia de Obama, Cameron ha salido diciendo,
con cara de póker, que es tradición de los gobiernos británicos no discutir en
público los asuntos de seguridad. Chinos, turcos, etc., en cambio, le piden
explicaciones. El diario El País
señala:
[...] espiar a diplomáticos extranjeros es
perfectamente legal en Reino Unido: lo ampara una ley aprobada por los
conservadores británicos en 1994 que pone el interés económico nacional por
encima de la cortesía diplomática. Y el espionaje se practica sin distinguir
demasiado entre amigos o enemigos. Los únicos que se salvan, aparentemente, son
los países anglosajones con los que los británicos trabajan más de cerca para
saber lo que pasa en el mundo.**
Todos
espían; lo hacen unos a otros. Es un mundo de halcones y palomas. Todos
protestan porque les espían —es parte del guion— y ellos lo hacen. Unos a los de fuera, otros a
los de dentro y otros a todos. Por seguridad, por tradición o por si acaso. La
tendencia es a espiar hasta donde tu medios (legales, tecnológicos, de
personal) te lo permitan y nadie renuncia a ello. Y siempre se va un paso más
allá en la sombra. Hoy la tentación del espionaje es muy poderosa porque los
medios disponibles lo permiten. Todo aquello que sea susceptible de ser
espiado, lo será.
*
"Obama: 'Uno no tiene que sacrificar su libertad para lograr su
seguridad'" El Mundo 17/06/2013
http://www.elmundo.es/america/2013/06/18/estados_unidos/1371513776.html?a=ab97368d0efc237034de79ca2e7fc0cb&t=1371536219&numero=
**
"El espionaje masivo incluye a los amigos" El País 17/06/2013
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/06/17/actualidad/1371485410_961738.html
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