Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Toda
declaración política tiene tres planos relevantes: el quién lo dice, qué se
dice y, a veces más importante, el cuándo se produce, que le da la relevancia final.
La
oposición egipcia ha criticado por inoportunas las declaraciones de la embajadora
norteamericana, Anne Patterson, realizadas durante una conferencia el martes
pasado: «Some say that street action will produce better
results than elections. To be honest, my government and I
are deeply skeptical.» *
La frase tiene sentido —mejor las urnas que la calle— y
la repiten en estos momentos muchos políticos en el poder. Pero realizadas en este momento, cuando los egipcios preparan una gran demostración ciudadana de su descontento y desacuerdo con la forma de llevar el país por parte de un gobierno con el que no de identifican muchos ya y su oposición a medidas que consideran que invaden sus derechos esenciales, son claramente desafortunadas.
Han sido entendidas como una forma de apoyo a un régimen que ha generado el mayor descontento en muy poco tiempo por medidas que van desde el ataque a los medios y profesionales que se les oponen, la censura en las artes, el cierre de las comunicaciones, la ocupación de todos los sectores estratégicos (educación, cultura, judicatura, comunicación...) y el sectarismo autoritario de sus decisiones.
Cada vez son más los egipcios que consideran que los Estados
Unidos están jugando con el gobierno de la Hermandad Musulmana de Morsi el
mismo papel que interpretó con el de Mubarak. Para los egipcios, el hecho de
que Estados Unidos vea en ellos un aliado estratégico en la zona no es más que
un problema. El antiamericanismo crece entre los partidarios de las revoluciones
porque entienden que los apoyos a los gobiernos que han salido de ellas
perjudican a los pueblos que las realizaron. Les da igual, parece, quien esté en el gobierno; lo importante es mantener el equilibrio y la influencia. Lo que ocurra con los que están bajo los gobiernos no es relevante.
La paradoja de la Primavera árabe es que iniciada por aquellos que querían la modernización de sus sociedades han sido aprovechadas por los
que las están arrastrando hacía posturas retrógradas que los hunden en nuevas
formas de servidumbre. Las dictaduras pragmáticas han sido sustituidas por la
pseudodemocracias ideológicas. Los mismos que fueron apaleados por ser
demócratas por las dictaduras ahora lo son por ser laicos o liberales.
Las declaraciones de la embajadora Patterson llegan en el
peor momento. Los movimientos sociales, discrepantes con las acciones de un gobierno que se ha introducido en los ámbitos privados más lejos que la
dictadura, se resisten para no verse enterrados por un fundamentalismo sin
retorno.
Aquí no se está hablando de "recortes sociales", como ocurre
en otros países del mundo; se está hablando de un modelo de vida, de algo que
afecta al día a día, en cada una de sus horas. Se está hablando de cómo te dejan vivir. Es, por establecer una analogía, lo que los Estados Unidos llamarían su
"american way of life", que es algo que es aceptado por todos y
pertenece al ámbito de la persona, por encima de lo que se considera "juego
político". El islamismo fundamentalista, por el contrario, es una
desposesión de la persona de sí misma, su programación previa a cualquier juego
aparentemente democrático posterior. Primeo te transforman y luego te dejan votar, si hace falta o no hay más remedio.
Los egipcios no protestan porque no les "guste" el
gobierno; lo hacen porque la intención del gobierno islamista es decirles cómo
tienen que vivir, lo que tienen que pensar, lo qué está bien o está mal. Y junto
a eso, la incapacidad manifiesta de un gobierno lleno de prejuicios e incapaz
de solucionar uno solo de los problemas con los que el pueblo egipcio tiene que
vivir. Le preocupan más las blasfemias que el hambre, cerrar periódicos que
abrir fábricas, censurar películas y ballets que abrir las mentes. Se lo están
diciendo desde todas las instancias.
Ayer me preguntaban por enésima vez qué creía que iba a pasar el día 30 de
junio, cuando el pueblo egipcio le ponga delante de la cara al presidente Morsi
los millones de firmas que el movimiento Tamarod ha recogido para superar sus
votos de hace un año y mostrarle que la Revolución se hizo para traer libertad,
justicia y prosperidad para todos. Es la inquietud que todos los egipcios
tienen en su interior.
Creo que la respuesta es que, por encima de lo que haga
el gobierno —que es incapaz de rectificar nada— o suceda en las calles, lo que quedará sin duda es la unión del
pueblo y su manifestación decidida de no prestarse a su propio secuestro. Eso
es históricamente mucho. Los gobiernos autoritarios han presumido en ocasiones
de poder manejar al pueblo egipcio y mantenerlo adormecido. Eso se ha terminado porque
las aspiraciones de la Revolución siguen vivas. Se consiga o no adelantar las elecciones, se habrá demostrado que no se prestan a los designios semidivinos de la Hermandad.
La diplomacia americana habla, pero con sus palabras, en
este caso, no se ha hecho ningún favor, pues lo que ha hecho no es sino avivar
los recelos históricos de Oriente Medio de que se puede ser dictador impunemente
si se siguen los intereses estratégicos estadounidenses. La embajadora ha
señalado:
“Our policy remains what it always has been:
the government of the United States of America supports Egypt, its people, and
its government,” she said.
Patterson added that the US wants Egypt to
succeed and enjoy the benefits of a democratic society because the US supports
universal rights and freedoms.
“But America’s self-interest as a nation also
is a key consideration,” Patterson said, adding that stable democracies that
“respect civil liberties and host a vibrant opposition make the best allies.”*
No se plantea la embajadora la mera posibilidad de que
"gobierno" y "pueblo" no sean la misma cosa y que ambos no coincidan en ese concepto de "Egipto". Es tan
peculiar el proceso de la transición egipcia, que se produce por una revolución
cuyo proceso político es dirigido por aquellos contra los que se producía (las
fuerzas armadas) y cuyos beneficiarios finales (los islamistas) eran los que
menos participaron, que el hecho de que las acciones derivadas no hayan
cumplido las expectativas iniciales de liberación y justicia es esencial para interpretarlo. La Revolución, que
trata de ser enterrada por una Constitución que afirma en su preámbulo que se
hizo por la combinación de la fuerza del pueblo y el Ejército, y que fue pergeñada
por las fuerzas islamistas con el rechazo de la oposición, no ha cesado en su
movimiento histórico profundo. El estado convulso y las manifestaciones son la
forma de manifestarse esa incompletitud del proceso, de lo inacabado de sus aspiraciones
históricas de modernización democrática. Lo que el islamismo en el poder ha
traído, en cambio, es intransigencia y división. La oposición política tiene también su propia responsabilidad por su falta de visión de futuro en los momentos en que era necesario.
Pero ahora es la calle la que está en movimiento, no los partidos. Tamarod no es violenta, se limita a recoger las firmas; pero
sí en cambio han sufrido ataques de los que sienten que una vez llegados a los despachos
no habrá quien les saque de allí. Ese es el temor de todos, que los cambios islamistas, que afectan a sus vidas, sean irreversibles y por eso quieren frenarlos.
Tiene la embajadora la sinceridad de decir que Estados
Unidos tiene sus propios intereses y que apoyará en cada caso los que más le
beneficien, que es una forma de apoyar a los que los apoyan, es decir, al
gobierno actual, que juega sus bazas para asegurarse no tener un rechazo
excesivo en el plano internacional, como ya lo ha tenido en Europa. La
estrategia de Morsi es la misma de Mubarak. Eso obliga al resto a volverse "antiamericanos",
que es la reacción que están provocando con un pragmatismo que no es aceptado
por aquellos a los que les va la vida en ello. Y de ese antiamericanismo se vuelven
a beneficiar el gobierno de la Hermandad. Es un mecanismo circular de refuerzo.
La embajadora ha dado un consejo muy propio de país en el
que democracia está consolidada y forma parte de su manera de vida:
Patterson meanwhile had warned that more
violence on the streets would only add to the lists of victims. “I recommend
Egyptians get organized. Join or start a political party that reflects your
values and aspirations,” she said. “Progress will be slow and you often will
feel frustrated. But there is no
other way.”*
Me imagino que es la aspiración de muchos egipcios, poder
retirarse de las calles, dejar de manifestar su desacuerdo permanente con que
les digan cómo tienen que vivir y poder delegar en sus representantes sus
deseos y aspiraciones. No le falta razón a la embajadora, pero una razón siempre descontextualizada. No comprende que aquí no hay "progreso", ni lento
ni rápido, sino "regreso". No sé si sus consejos escépticos se han producido
cuando fueron detenidos, enjuiciados y condenados los representantes de las ONG, muchos norteamericanas, como el Centro Carter, en Egipto no hace más que nos meses.
Es muy fácil hablar de "velocidades" cuando se
está en una sociedad en la que puedes elegir tu camino. El temor de muchos
egipcios es quedarse sin caminos que elegir.
*
"Opposition criticises US Ambassador’s statements" Daily News Egypt 20/06/2013
http://www.dailynewsegypt.com/2013/06/20/opposition-criticises-us-ambassadors-statements/
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