Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Los
efectos de lo que ha ocurrido en Ucrania serán profundos y marcan una nueva
etapa en las relaciones internacionales. El acuerdo alcanzado ayer por las "partes",
si pueden ser llamadas así los intervinientes, marcan el fin de un periodo y el
comienzo de otro incierto. No actuamos solo por lo que ocurre, sino por lo que
puede ocurrir y Rusia ha destapado una caja peligrosa, ha abierto una nueva era
del recelo. Creo que Rusia es la gran perdedora, tras Ucrania, de este fin de
periodo. Lo que durante la crisis siria llamamos irónicamente la "Pax
Rusa" puede darse por cerrado.
De
Siria a Ucrania, Vladimir Putin ha dejado claro en qué consiste su "liderazgo"
y su manera de actuar. El fin de los recelos entre bloques permitió la
expansión comercial y el establecimiento de nuevas relaciones internacionales
basadas en el crecimiento. Ahora se ha demostrado que Rusia es un peligroso
vecino y un socio comercial poco fiable. Europa —básicamente nosotros— hemos
comprendido que Vladimir Putin no tiene reparos en saltarse los acuerdos
comerciales y utilizarlos como forma de chantaje e intimidación. Ha demostrado
también que las fronteras no son un problema para él y que puede recurrir a las
manipulaciones más burdas para conseguir lo que quiere. Ha querido mostrar lo que significa "poder" para Rusia. La reacción occidental ha sido solicitar el aumento inmediato del gasto militar.
Está
por ver si puede controlar el frenazo en seco que supone el acuerdo de ayer
sobre la situación de Ucrania. Las reacciones de los que se han sumado a las
iniciativas favorecidas desde el otro lado de la frontera no parecen
confirmarlo. Tendrán que aplicarles la terapia
que Moscú sabe para mitigar sus deseos de unión federada a la madre Rusia, que
tanto les quería y que promete velar por ellos a distancia. Quizá descubran
ahora que lo único que le importaba de la "tierra santa" de Crimea
era la seguridad de las bases militares y que la desestabilización organizada y
fomentada desde Rusia del Este de Ucrania no era más que una maniobra para
crear una "zona segura" entre una Ucrania proeuropea y Rusia.
Putin
llevó hasta el límite el peligro para después avisar —¡qué generoso por su
parte!— que Ucrania estaba al borde de la guerra civil. Las
declaraciones de Serguei Lavrov señalando que nadie debe tener armas más allá de los cuerpos institucionales, una
forma eufemística de ordenar el desarme de los prorrusos, soslaya el hecho de
saber cómo se armaron.
Putin
ha vuelto a poner en el centro de las relaciones internacionales el recelo. Y
esto tendrá consecuencias en Europa, pues somos los primeros afectados por la
tela de araña comercial tejida por Rusia apuntalando su influencia. Lo que ha
quedado muy claro es que Europa no puede depender de Rusia energéticamente o en
cualquier otro sentido.
¿Qué
tipo de negocios se pueden hacer
ahora con Rusia? Es dudoso que se pueda avanzar, visto lo ocurrido, hacia una
mayor relación. Los gobiernos medianamente inteligentes se habrán dado cuenta
de hasta dónde puede llegar Rusia. Lo sabían en cuestión de democracia y
derechos humanos (acusaciones de fraude, encarcelamiento de opositores, desapariciones,
homofobia, presiones a países como Armenia...), algo en lo que se transige
demasiado si hay prósperos negocios de por medio. Pero esta vez ha ocurrido
ante los ojos del mundo, sin posibilidad ni demasiada voluntad de esconderlo.
Rusia se ha quedado sola.
Y se ha
salido, en gran medida, con la suya: los cambios propuestos le aseguran la
posibilidad de intervención o desestabilización de Ucrania, partiéndola por la
mitad, en cuanto se sienta amenazada. Rusia siempre será, en el mejor de los
casos, el vecino molesto o, peor todavía, el propietario que tiene alquilado el
"suelo ruso" al gobierno ucraniano.
El
broche retórico lo ha puesto Vladimir Putin en su programa televisivo particular
en el que el pueblo ruso, incluso los nuevos rusos de Crimea, le preguntan en
directo. Allí ha exhibido su última "broma". Estas son las preguntas que Edward Snowden, no
sabemos en calidad de qué, le realizó:
“Me gustaría preguntar – decía Snowden –
¿Intercepta, almacena o analiza Rusia de cualquier forma las comunicaciones de
millones de individuos? y ¿Cree que simplemente por el hecho de mejorar la
eficacia de los servicios de inteligencia y las fuerzas del orden, se puede
justificar el poner a sociedades enteras – y no sólo a individuos – bajo
vigilancia?
Putin respondió: “Señor Snowden, usted es un
ex agente. Antes yo también estuve ligado a los servicios de inteligencia, así
que usemos lenguaje profesional. Por supuesto, todos sabemos que los
terroristas y criminales pueden servirse de los medios modernos de comunicación
para sus actividades criminales. Los servicios secretos también tienen que usar
medios modernos para luchar contra esos grupos criminales y por supuesto que lo
estamos haciendo, pero no a escala masiva. Espero que nunca permitamos algo
así”*
Recuerdan
las preguntas preparadas de los
diputados a sus ministros. La escena lleva a los momentos estalinistas en los
que se exhibía a los prisioneros para que confesaran sus crímenes y leyeran
comunicados contra sus países. La preocupación de Vladimir Putin, después de lo
que ha hecho, por el espionaje masivo es conmovedora. La habilidad para usar a
Snowden como arma propagandística es característica de la Guerra Fría y
contribuye a crear su imagen interior como defensor de los derechos de los
demás. Ese "espero que nunca permitamos algo así" es de un cinismo
tal viniendo de alguien que, como él mismo señala, "estuvo ligado a los
servicios de inteligencia", que se hace difícilmente digerible. El caso
ucraniano tendrá, lógica e irónicamente, el efecto de la intensificación del espionaje —masivo o personalizado— ante el
clima creado por la intervención rusa.
En el
mismo programa en el que Snowden aparecía como invitado estrella, Vladimir
Putin ha lanzado tres breves frases importantes, Cuando le han preguntado sobre
la presencia rusa en Crimea ha reconocido, por primera vez, que los soldados
rusos vigilaron el referéndum en apoyo de lo que él llama las "fuerzas de
autodefensa". En la misma sesión televisiva, Putin ha negado que haya
soldado rusos u otros operativos en el este de Ucrania, señalando como "prueba"
que van con la "cara descubierta", algo que ya es un indicio de quién
es quién.
Las
tres cortas frases son: "No pueden irse a ningún sitio. Es su tierra. Hay
que dialogar con ellos." Para los que se han levantado contra el gobierno
de Kiev con la esperanza de federarse con Rusia es un jarro de agua fría en su
momento de mayor euforia, tras hacer exhibiciones callejeras derrapando con los
tanques requisados a los soldados que tenían la orden de no disparar. Lo que
fue posible en el caso de Crimea —desplazar la tierra y a sus habitantes federándoles—,
parece que no va a serlo en el caso del resto de Ucrania. Las aspiración de
algunos de dejar de ser "ucranianos" tendrá que esperar. Al menos, por ahora. Moscú se reserva todas las cartas.
¿Será sostenible en esas condiciones la
política de un país? ¿Es posible desarrollar una política coherente bajo la amenaza
permanente de la intervención exterior y el desmembramiento interior? Ese es el
reto que tiene Ucrania desde hoy mismo. Lo que tiene por delante es muy complicado
y doloroso, lleno de desafíos y trampas. Es también el reto de Europa, junto a
ella; apoyarla para que se pueda adentrar en lo que era su aspiración y
exigencia de democracia y regeneración.
Ucrania
no debe quedar como tierra de nadie. Extraño
y complicado camino el que tienen por delante.
*
"Snowden, invitado sorpresa del programa televisivo de Vladimir
Putin" Euronews 17/04/2014
http://es.euronews.com/2014/04/17/snowden-invitado-sorpresa-del-programa-televisivo-de-vladimir-putin/
**
"Putin reconoce la presencia de tropas rusas en Crimea" Euronews
17/04/2014
http://es.euronews.com/2014/04/17/putin-reconoce-la-presencia-de-tropas-rusas-en-crimea
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