Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Con el provocativo título, "Go ahead, Vladimir Make My
Day!" —los lectores recordarán que es la versión original del
"¡Alégrame el día!" de Harry El Sucio—, Thomas L. Friedman nos da un
enfoque ligeramente diferente respecto a la crisis del gas en la que el
presidente ruso quiere meternos a todos. Escribe Friedman:
SO the latest news is that President Vladimir
Putin of Russia has threatened to turn off gas supplies to Ukraine if Kiev
doesn’t pay its overdue bill, and, by the way, Ukraine’s pipelines are the
transit route for 15 percent of gas consumption for Europe. If I’m actually
rooting for Putin to go ahead and shut off the gas, does that make me a bad
guy?
Because that is what I’m rooting for, and I’d
be happy to subsidize Ukraine through the pain. Because such an oil shock,
though disruptive in the short run, could have the same long-term impact as the
1973 Arab oil embargo — only more so. That 1973 embargo led to the first auto
mileage standards in America and propelled the solar, wind and energy
efficiency industries. A Putin embargo today would be even more valuable
because it would happen at a time when the solar, wind, natural gas and energy
efficiency industries are all poised to take off and scale. So Vladimir, do us
all a favor, get crazy, shut off the oil and gas to Ukraine and, even better,
to all of Europe. Embargo! You’ll have a great day, and the rest of the planet
will have a great century.*
Considerar a Vladimir Putin como motor de progreso por lo
que nos va a hacer renovarnos para encontrar alternativas diversas y más
eficientes para resolver las carencias es un enfoque nuevo, aunque arriesgado.
Podríamos sacar conclusiones parecidas de terremotos, incendios, tsunamis y
epidemias de todo tipo. Es cierto que el hecho de que se destruyan ciudades estimula
a los que tienen que reconstruirlas, pero los beneficios llegan después de las
crisis.
Ante un problema, el que se estanca desaparece. Las crisis,
nos dicen continuamente, son oportunidades para que se desarrollen las
capacidades latentes capaces de resolverlas. Y eso es lo que ya plantean
algunos ante lo que parece que puede ser una crisis larga con un Putin
fanfarrón. Europa ha aprendido que hacer negocios con Rusia es complicado porque
los métodos rusos no son demasiado ortodoxos y van más allá de lo que se suele
llamar "seguridad jurídica". Puede que a Putin le cueste caro el
"órdago" que ha planteado y que ese peso obtenido en el ámbito
internacional se agriete por un exceso de confianza.
Una muestra de que a Thomas L. Friedman no le falta razón la
tenemos en España. En estos días el ministro Margallo ha tenido mucha actividad.
El diario El País la recogía de esta manera:
La crisis de Ucrania ha puesto en
evidencia, según ha recordado Margallo, tras unirse con su homólogo argelino,
Ramtane Lamamra, la dependencia energética de Europa respecto a Moscú. Y la
alternativa al gas ruso es el argelino, que llega a España a través del gasoducto
del Magreb, que atraviesa Marruecos, y el Medgaz, que une directamente Orán con
Almería. España importa de Argelia unos 15 bcm (billones de metros cúbicos) al
año, la mitad de lo que consume, pero su capacidad podría duplicarse con
facilidad; lo que, unido a las seis plantas regasificadoras de gas licuado
(GLN), permitiría poner en los Pirineos entre 50 y 60 bcm, casi la mitad de lo
que la UE compra a Rusia.
Pero hay una “dificultad
insalvable”, ha admitido Margallo: “No podemos adquirir más gas argelino
mientras no se mejoren las interconexiones con Europa, porque tenemos exceso de
capacidad”. Y eso pasa porque la Península Ibérica deje de ser una isla
energética, “sacando del cajón y acelerando” la conexión gasística de Cataluña
con Francia, a la que París ha dado largas en los últimos años. Tras verle las
orejas al oso ruso, la UE considera prioritario este proyecto, pero hay que
pasar de las declaraciones a la realidad. “Eso va a favorecer a Argelia y nos
va a favorecer a nosotros”, ha concluido el ministro.**
La presión se vuelve contra ti si los demás tienen
alternativas factibles. No se puede presionar excesivamente si los demás pueden
librarse de esa presión. Eso es relativamente bueno, porque quiere decir que al
igual que los demás buscan una alternativa a su demanda de gas, Putin buscará
una alternativa a su forma de presión. Si lo del gas no funciona, ya se le
ocurrirá otra cosa. Y no creo que sea buena.
La crisis de Ucrania es otro ejemplo histórico de cómo
estallan las crisis por situaciones larvadas, que no están en el foco del
análisis y, por tanto, no se evalúan sus consecuencias hasta que es demasiado
tarde. Su importancia se comprende cuando se contempla la extensión y alcance
de sus efectos. Pero también, como señala Friedman, aparecen las alternativas
que estaban infraevaluadas, ocultas o sencillamente inexistentes.
La imposibilidad de evaluar todas las variables existentes
en la configuración de nuestro planeta hace que ese produzcan estas crisis imprevistas
de alcances amplificados. Con un foco localizado, la evaluación puede ser mejor
o peor si logramos reconocer los efectos y consecuencias, algo que no siempre
es fácil tanto por su propia naturaleza como por nuestra propia ceguera
interesada, que nos impide ver o nos distorsiona la percepción. La visión es ya
un acto valorativo; vemos selectivamente lo que hemos ya valorado.
La importancia de las alternativas norteafricanas al gas
ruso, introducirá, a su vez, otros elementos que habrá que tener en cuenta en
evaluaciones posteriores. Las relaciones con estos países productores de gas se
modificarán e intensificarán. No solo con ellos. Como bien señala el diario El País, supone un cambio perspectiva en
la UE respecto al proyecto del gas argelino, que modifica la posición española
y, a su vez, introduce un nuevo elemento con el paso por Cataluña.
Para apreciar la rapidez de los cambios y la necesidad de la
reevaluación continua que suponen las crisis podemos recuperar un artículo del
diario El País de junio de 2013, hace
apenas unos meses, con el titular "El lento declive del gas argelino":
“El gas argelino ya no resulta
atractivo”. El titular no lo publicó, a principios de este mes, un diario de
Marruecos, el rival de Argelia en el Magreb, sino El Watan, el principal
rotativo francófono de Argel. El año empezó mal para el sector de los hidrocarburos
argelinos, con el asalto en enero a la planta gasística de In Amenas en el que
murieron 39 rehenes extranjeros, y sigue por la misma senda. Desde enero los
ingresos del sector energético argelino han caído un 9%.
British Petroleum
(BP), que junto con la noruega Statoil y la argelina Sonatrach, explota In
Amenas, anunció en mayo que dos de sus proyectos en Argelia serán “postergados”
por razones de seguridad. El embajador británico en Argel, Martyn Roper, se
apresuró en desmentirlo.
Antes de que la multinacional
británica formulase este aviso, la italiana ENI ya anunció, el 28 de mayo, que
había alcanzado con Argel un acuerdo para comprarle menos gas y a un precio
inferior. “Necesitamos nuevas fuentes de abastecimiento”, declaró entonces
Leonardo Senni, director de energía en el Ministerio de Desarrollo Económico.***
Nos basta con leer esta información para comprender que la
negativa a firmar los acuerdos europeos por parte de Yanukóvich, que llevaron a
los acontecimientos del Maidan, se ramifican como las ondas de un lago al que
alguien hubiera lanzado una piedra. Desgraciadamente el movimiento no sigue un
patrón tan regular sino que revela las grietas más finas que se agrandan con
efectos inesperados.
La cuestión energética pasa a primer plano. Otro caso es el
de Egipto****, un país con las terceras reservas de gas más importantes de
África y que ha llegado a un acuerdo para importar gas ante el abandono de las
extractoras, que no lo consideraban rentable. La falta de gas para las
centrales eléctricas es la explicación de los apagones constantes que sufre el
país y parte del malestar que le costó el gobierno al islamista Morsi. La
decisión de usar carbón como alternativa energética barata y no susceptible de
atentados, como ocurre con los gaseoductos, ha suscitado una gran polémica en Egipto
por ser el carbón la energía más contaminante con los riesgos medioambientales
y para la salud que suponen. De exportar gas a Israel —de forma corrupta,
beneficiándose personas como Hussein Salem, un amigo de Hosni Mubarak— a tener
que llegar a acuerdos para importarlo desde el mismo país, Egipto también se
verá afectado por la crisis del gas. Puede que las empresas multinacionales que
abandonaron la extracción tengan un nuevo interés en hacerlo. Pero eso supondrá
también una revalorización de los gaseoductos como objetivo terrorista, un
mayor atractivo porque causarán más daño.
No sé si Vladimir Putin pasará a la historia como un motor de progreso. En cualquier caso, no
creo que esté alegrando el día a
nadie por el momento. Hay veces en las que no es fácil parar lo que se ha puesto en marcha y, lo que es peor, no se sabe cómo puede terminar.
* Thomas L.
Friedman "Go Ahead, Vladimir, Make My Day" The New York Times
12/04/2014
http://www.nytimes.com/2014/04/13/opinion/sunday/friedman-go-ahead-vladimir-make-my-day.html
** "Margallo busca una alianza con Argelia frente al
gas ruso" El País 11/04/2014
http://politica.elpais.com/politica/2014/04/11/actualidad/1397238388_035336.html
*** "El lento declive del gas argelino" El País
http://economia.elpais.com/economia/2013/06/14/actualidad/1371236442_990468.html
****
"Egypt turns to Israel to address shortage of natural gas" Al Monitor
23/03/2014
http://www.al-monitor.com/pulse/en/sites/almonitor/contents/articles/originals/2014/03/egypt-gas-israel-sisi-economy-shortage.html#
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