Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En
ningún momento ha estado la "cuestión europea" sobre la mesa como
ahora. La cuestión ucraniana es una
prueba para Europa. Lo ha sido desde el principio. Si Europa no logra tener
unos principios comunes —una moralidad compartida— será solo un conjunto de
intereses, hacia el exterior y hacia el interior. Los que hacen cálculos sobre
el "poder económico" de Europa solo evalúan su fortaleza, pero no lo
hacen con las dependencias en que se basa. No eres fuerte si dependes de tus "enemigos".
Y eso es lo que está aplicando Rusia a Europa: la elección entre principios o intereses. Los más cínicos analistas recurren siempre a resaltar
los intereses como la causa principal de todo, pero en este caso la cuestión es
mucho más compleja y con consecuencias futuras importantes.
Desde
fuera, la Unión Europea se ve solo como una enjambre de intereses diversos,
como un avispero en el que es imposible mantener una actitud común en función
de los dobles juegos, los de los países individualmente y los del conjunto. La
humillación a que Vladimir Putin está sometiendo a Ucrania tiene su trasfondo
en la debilidad de la propia Unión Europea. Centrada en su concepción económica del espacio, Europa no llega a asumir su unidad
(y responsabilidad) como agente mundial. Ante los conflictos se escinde en
intereses individuales, porque las partes siguen teniendo sus propios intereses
interiores y exteriores.
El
editorial de ayer de The New York Times
señalaba que las próximas horas serán decisivas para la situación de Ucrania y,
aunque no lo diga, para la propia Unión Europea:
The Americans and Europeans must make clear
that they will not acquiesce in any effort to partition Ukraine between East
and West. For their position to carry any weight, the trans-Atlantic partners
must come to Geneva prepared to be tough with Russia.
Washington and Brussels are aware that the time
for symbolic sanctions is coming to an end, and Moscow will be watching them in
Geneva to gauge their seriousness and solidarity. That does not mean the West
needs to draw red lines in advance of the meeting.
It does mean that if Russia does not pull its
forces back from the border and stop inciting secessionists in southeastern
Ukraine, the trans-Atlantic partners — and in particular the Europeans, who
have considerably deeper economic ties with Russia than the United States —
must reach a clear and binding consensus on the next level of sanctions.
These must include far-reaching trade and
financial penalties that will be painful and costly to both sides. It is
imperative that Mr. Putin see a united front.*
Hay una gran diferencia en los "Americans" y los
"Europeans", que intencionadamente se refuerza en el siguiente
párrafo, "Washington" y "Brussels". El editorial es un aviso a Europa, más que a Putin, de que
no puede actuar como un centro de "indecisión". Es un aviso de que debe
ser "Europa", como un
agente compacto, o quedar fuera de cualquier escenario de decisión por su
incapacidad de mantener una postura "clara" y "firme" ante
los acontecimientos. Putin sabe lo que hace cuando manda mensajes directamente a
Merkel y no a las "autoridades
europeas", que se diluyen en casos extremos como este. Sabe que los
intereses de Alemania son unos y los del resto otros, cada uno los suyos. Deja
a Angela Merkel —Alemania tiene los mayores compromisos con Rusia— la tarea de
convencer al resto. Como bien advierte el editorial, Europa es víctima de sus
negocios con Rusia.
Putin ha podido hacer con Ucrania lo que ha estado haciendo
porque entiende que Europa no reaccionará firmemente ante una actuación
vergonzosa sostenida en una retórica cínica y descarada y en una política de
hechos consumados. El origen de esto, no se puede olvidar, es la "prohibición"
de Putin a Ucrania de acercarse a la Unión Europea. Los ucranianos se
manifestaban para que se firmaran los acuerdos con Europa, algo que se negó a
hacer Víctor Yanukóvich en el último momento y que lanzó a la calle a miles de
personas con banderas ucranianas y europeas. La represión violenta y las
muertes de manifestantes hizo el resto sumiendo al país en el caos que ahora
vive gracias a la intervención directa de Rusia en Crimea y en las zonas
prorrusas, que se llenan por sorpresa de milicias armadas y perfectamente
entrenadas, llegadas de la nada en vehículos militares con las matrículas
tapadas. No es fácil encontrar la aguja rusa en el pajar rusófono.
Euronews recoge
los resultados del Comité de Derechos Humanos de la ONU sobre la situación de
Crimea y otras zonas de influencia rusa:
La misión de derechos humanos de
la ONU que investiga las causas de la crisis ucraniana ha publicado este martes
sus conclusiones. En ellas pide a las autoridades de Kiev que respeten a las
minorías e impidan las incitaciones al odio.
“El informe dice que no tenemos
ninguna evidencia creíble que justifique las preocupaciones por parte de la
población rusohablante en el este de Ucrania”, subraya un representante del
Alto Comisionado para los Derechos Humanos.
Naciones Unidas considera que los
partidarios de la anexión con Rusia manipularon la información para crear un
clima de miedo e inseguridad en Crimea que justificara la intervención de
Moscú. Esta desinformación se reflejó en un apoyo masivo a la integración de
Crimea a Rusia en el referéndum del 16 de marzo pasado.
La misión de derechos humanos de
la ONU también fija su atención en las personas desaparecidas tras las
protestas en Kiev que llevaron a la caída de Víktor Yanukóvich. Hasta 150
personas estarían en paradero desconocido. Las desapariciones están siendo
investigadas en la actualidad por la Fiscalía General de Ucrania.**
El despropósito es tan evidente, la intención tan descarada,
que Rusia se ha quedado sola en su interpretación de los hechos. Sus
diplomáticos son patéticas figuras repitiendo eslóganes sobre la "neutralidad"
de Rusia en todo esto, su no participación o, incluso, sus buenas intenciones
para arreglar la situación.
Vladimir Putin ha llevado a Rusia a un camino del que le va
a ser difícil salir y que va a reducir sus posibilidades de actuación
internacional. Él lo venderá como "autonomía", "grandeza" o
cualquier otra palabra cargada de triunfalismo, pero lo que ha hecho realmente
es aislar a Rusia y hacer retroceder las posibilidades de seguridad global.
La denuncia del informe de Naciones Unidas de que no había
habido ningún tipo de presión sobre la población rusófona de Crimea, que todo
ha sido una campaña orquestada desde Moscú, se confirma con los temores que
manifiestan las personas entrevistadas en distintos canales televisivos que dicen
sentirse al borde de una invasión
fascista, imperialista o de un desembarco aliado occidental y corren a pedir el
amparo de la "madre Rusia".
Es Rusia quien está llevando a Ucrania a algo que a ratos se
llama "guerra civil" (ucranianos contra ucranianos) y en otros "conflicto
internacional" (ucranianos contra prorrusos y rusos que les ayudan como
compatriotas o que se llegue al absurdo de considerar la intervención de las
fuerzas especiales ucranianas en Ucrania como una especie de
"invasión" de su propio territorio). Rusia pudo hacer este tipo de
jugadas en la época de la Unión Soviética con los países satélites que estaban
en su "zona" (Hungría, Checoslovaquia). Por eso está recreando ahora un
clima de "guerra fría", porque ese estado implicaba que en los
espacios definidos como soviéticos no se
le discutía su reinado. Sin
embargo esa política es incompatible con las relaciones europeas establecidas con
Rusia precisamente porque se había dado por terminada la "guerra
fría", la política de bloques y la reivindicación de países enteros
sacrificados como "fronteras seguras".
Europa tiene problemas más allá de la "unión
bancaria". Son problemas de definición, actuación y responsabilidad. Si
deja que sus fronteras y posibilidades de actuación se las defina Rusia, sus
dependencias le pasarán factura. Rusia ve a Europa como un indeciso grupo de
mercaderes, una reunión de calculadores e insolidarios agentes que se dedican a
sacar beneficios unos de otros, y cuyas resistencias son fáciles de quebrar con
un poco de ventaja económica. Los rusos y ucranianos afines se han reído públicamente de las tímidas sanciones europeas, como prohibirles la entrada en Europa o congelarles las cuentas.
Es la oportunidad de demostrarles que no es así
manteniendo la firmeza que no espera encontrarse, en cuyo caso tendrá que
replantear sus estrategias y objetivos. Rusia moviliza el sentimiento nacionalista para lograr apoyos internos, el sentimiento de miedo de que ve en peligro por las decisiones de los demás, a los que niega la posibilidad de escoger. Las motivaciones de Europa no son ni el nacionalismo ni el imperialismo. Pero puede demostrar que posee principios y que es capaz de sacrificar sus negocios por la solidaridad con quien ahora la necesita.
* "Mr.
Putin’s Power Play" The New York Times 15/04/2014
http://www.nytimes.com/2014/04/16/opinion/mr-putins-power-play.html?hp&rref=opinion
** "Un informe de la ONU asegura que la minoría
rusófona de Crimea no sufría persecución" Euronews 15/04/2014
http://es.euronews.com/2014/04/15/un-informe-de-la-onu-asegura-que-la-minoria-rusofona-de-crimea-no-sufria-/
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