Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Sorprende el ejercicio estilístico realizado por el diario El País para describir los funerales de
partido —ya no son de Estado— celebrados este fin de semana en el congreso del
PSOE. El final del discurso final de
Rodríguez Zapatero, su adiós ante ese auditorio tantas veces entregado, es
descrito así:
Miró a su ejecutiva, su ejecutiva
—que hoy también será relevada— lo miró a él. Zapatero dijo: “Aquí acaba mi
tiempo”. Y todo el auditorio socialista puso fin al zapaterismo con un largo
coro de aplausos.*
Bajo el sorprendente título “Zapatero reivindica el zapaterismo”,
el diario realiza un ejercicio de ironía sobre los actos rituales que preceden
al enterramiento de una figura pública que consiguió reducir un partido a dos
letras, ZP, y al electorado a su mínima expresión. Del minimalismo del nombre, a
la minoría parlamentaria, reducida en bastantes diputados. En esta España de recortes que se nos avecina, los suyos fueron electorales.
“Aquí acaba mi tiempo”: hermosa frase con dos lecturas
gracias a la ambigüedad del lenguaje. Significa tanto el fin de una era (el zapaterismo), de un “mí tiempo” presuntuoso, como que se le
acabó el tiempo de que disponía para hacer su discurso durante el acto. Las dos
cosas se le terminaban en ese punto: los once años de reinado y los setenta
minutos que invirtió en resumirlos. Y de la ambigüedad del lenguaje a la
rotundidad de los aplausos, que también cerraban simultáneamente era y discurso.
Creo que el caso de Rodríguez Zapatero va a ser algo
distinto. Dudo que lo pongan al frente de una Fundación o similar. Creo que su
caso va a ser más bien algo parecido al de El
increíble hombre menguante, la famosa película (basada en un relato de
Richard Matheson), en la que el personaje principal quedaba expuesto a una
extraña nube radioactiva mientras estaba tomando en sol en una barca. La
radiación hacía que se fuera reduciendo su tamaño hasta empezar a resultar
incómodo a todos los que le rodeaban, parientes y amigos, que no sabían cómo
relacionarse con alguien cada vez más pequeño. Reducido a milímetros, el hombre
menguante vive perdido en el sótano de su antigua casa como si fuera una
inmensa jungla hostil, peleando con gigantescas arañas, luchando por sobrevivir,
olvidado por todos.
“Se cometieron errores”, admitió
el expresidente. Solo señaló uno: “Es verdad, tardé en reconocer la crisis. Lo
he dicho y no me importa solemnizarlo ante vosotros”*
El hombre que hoy “solemniza”, el que una vez fue José Luis
Rodríguez Zapatero, luego Rodríguez Zapatero, después solo Zapatero, y
finalmente “ZP”, ha llegado al final de su mengua. Me temo que, a golpe de alfiler, tendrá que enfrentarse a hormigas, chinches y garrapatas en algún sótano perdido, abandonado a su suerte.
* "Zapatero reivindica el zapaterismo". El País 03/02/2012 http://politica.elpais.com/politica/2012/02/03/actualidad/1328293389_482932.html
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