Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Recep
Tayyip Erdogan sigue con sus ansias de hacer desaparecer cualquier resistencia,
cualquier crítica a su poder, que desea infinito. Erdogan es un dictador a la
antigua, esa es su psicología y así son sus palabras. El problema de Erdogan —y el de Turquía en su conjunto— es
que está transformando el país a su imagen y semejanza.
Con la
excusa del intento de golpe de estado de julio de 2016 —que ya era una reacción
ante su autoritarismo—, Erdogan ha realizado una purga descomunal haciendo
desaparecer de las instituciones a todas las personas que no eran de su cuerda
islamista o de su variante específica.
Pero
Erdogan va más allá. La posición de Turquía en el mapa le ha permitido jugar de
forma oscura con los terroristas del Estado Islámico, de forma ambigua con
Rusia e Irán, y de forma infame con Europa y la anterior administración
norteamericana. Erdogan derriba un avión ruso en sus límites para poco después
ir a estrechar las manos de un Putin receloso diciéndole que quienes lo
hicieron eran golpistas. No hay mitin o encuentro en el que Erdogan no
aproveche para insultar y amenazar a la Unión Europea, a la que chantajea
permanentemente con los refugiados que entran. Turquía es, por otro lado, la
vía por la que pasan la mayor parte de los yihadistas hacia Siria. El principal
interés turco es evitar que los kurdos pasen a tener un apoyo internacional,
por lo que ha montado su propia guerra contra ellos, que luchan junto a los
Estados Unidos y su fuerza aliada.
Los
récords negros se acumulan en Turquía. De ellos uno en especial: el de los
periodistas y los medios de comunicación. El altivo Erdogan no quiere que
existan voces discrepantes ni dentro ni fuera. Los cierres de medios fueron
inmediatos. En la paranoia interesada de Erdogan todos son golpistas por el
hecho de discrepar, de criticarle.
La base
de todo esto es su personalidad dictatorial. Con ella ha arrastrado a Turquía
hasta convertirla en un estado personalizado en el que solo su voluntad tiene
lugar. Su concepto del liderazgo, además, va buscando un envoltorio carismático
y religioso. Erdogan está refundando
Turquía a sus propios ojos y ante los de sus seguidores, que lo aceptan como un
enviado divino. Para que esto ocurra, Erdogan tiene que demostrar ante todos
que es el "invencible esperado", la figura que rendirá a todos y ante
cuya voluntad todos se doblegarán.
El
poder es poder, anular cualquier resistencia,
ser indiscutido.
En este
contexto de represión contante, el diario El País nos da cuenta de la detención
en España de un periodista turco:
Los largos tentáculos del régimen de Erdogan
han alcanzado España. El escritor y periodista turco Hamza Yalçin, de 59 años,
se encuentra preso en nuestro país desde el pasado día 3 en aplicación de una
orden de detención internacional dictada por Turquía. La Embajada sueca en
Madrid se ha puesto en contacto con las autoridades españolas para asistir al
detenido, que también tiene nacionalidad del país escandinavo.
Yalçin fue detenido en el control de
pasaportes del aeropuerto de El Prat (Barcelona), donde había hecho escala
camino de Londres, cuando saltó la alerta en el sistema informático de que
existía una orden de busca y captura contra él dictada a través de Interpol.
Los agentes se limitaron a practicar la detención y a entregarlo al juez de
guardia de El Prat, quien ordenó su traslado a la Audiencia Nacional, que ha
decretado su ingreso en prisión.
Según la agencia turca Dogan, Turquía emitió
en abril pasado una orden de detención contra Yalçin por haber insultado al
presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, en un artículo publicado en la
revista turca Focus. También se le acusaría de mantener “vínculos terroristas”
con un grupo ilegal de ultraizquierda por dos artículos en la publicación turca
Odak Dergisi.
Yalçin reside en Suecia desde 1984 y es
miembro de la rama sueca de la asociación de escritores PEN Internacional.
Elisabeth Asbrink, portavoz de la asociación, declaró a AP que “es obvio que
Erdogan exhibe una falta de respeto por los ciudadanos de la UE”, y añadió que
el Gobierno sueco debe hacer todo lo posible para conseguir la liberación de
Yalçin y de Ali Gharavi, otro conciudadano detenido en Turquía.*
El
recrudecimiento del autoritarismo en muchos países está haciendo que los
mecanismos que las sociedades democráticas se daban para proteger a sus
ciudadanos se estén usando para eliminar a los opositores al totalitarismo.
Se
puede entender que en el aeropuerto de El Prat, en agosto, salte una alarma en
un control de pasaportes. Lo que no se puede entender es el proceso previo —que
se acepte una orden internacional por "insultar al presidente"— y el
posterior. Evidentemente, existen protocolos de actuación, pero no deben durar
más de lo justo y, como han hecho otros países, se han negado a entregar a
Recep Tayyip Erdogan sus trofeos, pues no se trata de otra cosa.
Como
otros dictadores, Erdogan ha puesto toda la maquinaria del estado —jueces y
policía incluidos— a su servicio político. La depuración de la judicatura, como
otras instancias del Estado, ya no es una garantía de imparcialidad.
Nos
volvemos a encontrar con un grave problema internacional: el concepto de
"terrorismo". Ya no se trata de de personas que cometen atentados y
matan personas. El régimen turco lo está aplicando a personas que
"insultan" a su presidente o que escriben en un medio. Esto, en modo
alguno, puede ser considerado "terrorismo" y objeto de una orden
internacional de la Interpol. Mediante este tipo de aprovechamiento de unas
instituciones cuya finalidad es otra, lo que se hace es pervertir el sistema.
Hay que
empezar a ser cuidadosos con lo que llamamos terroristas porque los regímenes
dictatoriales están aplicándolo a los ciudadanos discrepantes, a personas que
critican pero no pasan del estado verbal. Hemos trascendido también el concepto
de "miembro" de grupo terrorista al de simpatizante, que puede no
tener ninguna participación. En Egipto, como hemos visto en repetidas
ocasiones, se aplica el concepto de terrorista a los "ateos"
considerando que son peligrosos y buscan la destrucción del estado y la
sociedad. Esto es claramente un abuso de un término hecho para otro tipo de
acciones y aplicable desde estados que son respetuosos de la legalidad. Si no
lo son, es muy cómodo aplicar la etiqueta de terrorismo sin aportar más pruebas
que la discrepancia. La sociedad internacional no puede amparar esto.
En
Suecia, donde reside desde hace décadas el periodista detenido y cuya
nacionalidad tiene, ya han empezado a tomar medidas. El medio sueco The Local señala:
According to media rights group Reporters
Without Borders (RSF), Turkey accuses him of "terrorism."
"The foreign ministry has asked to be
allowed to visit the Swedish national detained in Barcelona, Spain. The foreign
ministry has made sure that he has a lawyer and is working to clarify the
charges" said Swedish Foreign Minister Margot Wallstrom.
"Even if we cannot get involved in the
legal process of another country, we can ensure that a process is conducted in
accordance with general principles of law. Of course that becomes more
difficult when it comes to countries who do not live up to the rule of law and
do not share our basic values."
According to RSF, the arrest warrant is an
attempt "to try to silence criticism of the Turkish regime," which
activists accuse of detaining dozens of journalists under the state of
emergency imposed after last year's coup attempt.
The group says that since 1984, Yalcin has
lived in exile in Sweden, where he has written for Odak Dergisi, an online
magazine critical of Ankara.
Jonathan Lundqvist, head of RSF Sweden,
criticised the arrest as an attempt by Turkish President Recep Tayyip Erdogan
"to extend his power beyond the country's borders."
"He wants to show that he can get at
critics even if they are not in the country. This is an abuse of international
police cooperation, which risks having major consequences," he said in a
statement.
The arrest comes as alarm grows over press
freedom in Turkey under Erdogan, with foreign reporters also being caught up in
the crackdown.**
La postura sueca es coherente y clara: un país que no es
democrático no puede abusar de los mecanismos internacionales de cooperación
para luchar contra los enemigos de la democracia. Turquía aplica con una escandalosa
Ley del Embudo aprovechando su pertenencia a instituciones en las que estaba
precisamente como forma de mostrar su voluntad democrática frente a su anterior
pasado. Ahora Turquía no representa los valores de las democracias occidentales
y plantea también problemas por sus abusos ante la OTAN o su estatuto en la
Unión Europea.
La Turquía de Erdogan lleva deslizándose hacia el
totalitarismo religioso y político, fundiendo ambos, y destruyendo a todos
aquellos que desde la oposición o el exilio no secundan su creación. Erdogan
tiene un objetivo: la restauración de una Turquía, de un imperio otomano que
juegue sus bazas en la zona, negociando con los países que quieren ser fuertes
allí. Eso va desde Rusia hasta Siria, incluyendo Irán. Por el mismo motivo, se
enfrenta a aquellos que frenan sus deseos imperiales. Eso incluye la Unión Europea,
a la que desafía constantemente, Egipto, Arabia Saudita, además de juegos
oscuros en las repúblicas islámicas de Asia central, de las que se considera
madre.
La violencia turca contra los disidentes no es una novedad.
El ejemplo más reciente lo hemos tenido en la visita de Erdogan a la Casa
Blanca. La prensa internacional pudo recoger los ataques de los guardaespaldas
del presidente turco en un vergonzoso incidente del que la diplomacia se
encargo de echar tierra rápidamente para evitar compromisos mayores.
The Guardian lo recogía así:
Nine people were hurt and two arrests were made
during an altercation at the Turkish ambassador’s residence in the US capital
during a visit by Turkey’s president, Recep Tayyip Erdoğan.
According to witnesses, a brawl erupted when
Erdoğan’s security detail attacked protesters carrying the flag of the Kurdish
PYD party outside the residence. A local NBC television affiliate reported
Erdoğan was inside the building at the time.
Metropolitan Police Department spokesman Dustin
Sternbeck said the altercation broke out between two groups but he didn’t
elaborate on the circumstances. He said two people were arrested, including one
who was charged with assaulting a police officer.
“All of the sudden they just ran towards us,”
Yazidi Kurd demonstrator Lucy Usoyan told ABC, adding that she was attacked by
a pro-Erdoğan supporter.
“Someone was beating me in the head nonstop,
and I thought, ‘Okay, I’m on the ground already, what is the purpose to beat
me?’”
The altercation came the same day that Erdoğan
met Donald Trump at the White House. The State Department declined to
comment.***
Que los guardaespaldas de Erdogan hagan fuera de casa lo que
le hemos visto hacer muchas veces dentro forma parte de su forma de comunicar
sus deseos. Dentro son vistos como unas humillaciones más a Occidente en una concepción del liderazgo como fuerza imparable, que a los islamistas tanto
gusta. El líder sembrar el miedo entre los otros, que han
de temerle.
La comunidad no debe temer a Erdogan, solo a su propia
debilidad e ingenuidad. Erdogan es un dictador que ha encontrado las excusas
perfectas, dentro y fuera, para realizar sus planes de control absoluto de la
sociedad turca. A diferencia de otros dictadores, Erdogan no tolera la
disidencia exterior; le parece una forma de debilidad.
Sus intolerables amenazas constantes no deben ser tomadas a
broma, pero tampoco aceptadas. Aprovecha la situación internacional para crear
problemas y afianzar procesos irreversibles.
El caso del periodista turco no debe quedar como fruto de la
normalidad. No son solo los suecos los que deben asegurarse de que tiene la
asistencia debida. Las asociaciones de la Prensa deben —como hacemos—
manifestar su solidaridad con el periodista detenido en nuestro país. No
podemos convertirnos en una demostración de que nadie escapa a Erdogan sino en
todo lo contrario, que aquí se acoge a alguien que denuncia los abusos contra
los Derechos Humanos.
Desde aquí nuestra solidaridad con Hamza Yalçin. Pedimos su liberación ya. La garra de Erdogan no debe llegar hasta España por muchas órdenes internacionales que haya emitido. Debemos proteger los derechos humanos y no participar en su violación. Cuanto antes le llegue el mensaje a Erdogan, mejor.
* "España encarcela a un periodista crítico con Erdogan
a petición de Turquía" El País 8/08/2017
https://politica.elpais.com/politica/2017/08/08/actualidad/1502219433_730103.html
**
"Sweden aids journalist held in Spain on Turkey warrant" The Local
(Suecia) 9/08/2017
https://www.thelocal.se/20170809/sweden-aids-journalist-held-in-spain-on-turkey-warrant
***
"'Erdoğan's bodyguards' in violent clash with protesters in Washington
DC" The Guardian 17/05/2017
https://www.theguardian.com/world/2017/may/17/erdogans-bodyguards-in-violent-clash-with-protesters-in-washington-dc
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