Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
De los
varios aspectos destacables del grupo terrorista de los atentados de Barcelona
y Cambrils, de algunos se ha hablado con insistencia —como de la juventud de
los terroristas o de su pronta radicalización— y de otros menos. Uno de los más
resaltables —dadas las diferentes formas de radicalismo— es un antiguo
comentario en Twitter del que parecía ser el responsable de la matanza con la
furgoneta en primer momento, hipótesis que ha sido abandonado en favor de otro
de los sospechosos. Lo recogíamos ayer tal como lo transmitía el diario El
Mundo. La nota que había puesto en su cuenta de Twitter afirmaba querer acabar
con los "infieles" y con "los musulmanes que no siguen las
reglas de la religión". La idea reflejada en el tuit es importante porque
es la que permite entender que esta cuestión va más allá de un choque maniqueo
entre "oriente y occidente".
Es
imposible entender nada de lo que ocurre si no se tienen en cuenta el conflicto
entre "nacionalismos" y unionistas religiosos, aquellos para los que
el nacionalismo y los estados que los fomentan son un invento creado para dividir a los árabes y al islam. La base del
Estado Islámico es precisamente esa: la unidad es religiosa, no "nacional".
"Estado"
e "islámico" y su unión —el "Estado islámico"— son la forma
de presentar la superación de ambos problemas: la creación de un espacio post
nacional cuya esencia sea la religión planteada en término ultra ortodoxos y
combativos.
Todo
esto implica una intensidad de la ortodoxia que es usada por los grupos
fundamentalistas haciendo ver a los discrepantes que no son "verdaderos
musulmanes", que "incumplen la fe de sus antepasados" y que
contribuyen a la destrucción del Islam tolerando a los "infieles",
"ateos" o la degeneración de las prácticas religiosas.
La amenaza
a los musulmanes que no practiquen la religión de la debida forma, siendo esta
la que ellos (los grupos fundamentalistas) establecen, no es una baladronada de
un joven de 15 años escrita en un tuit. Es la forma de presión sobre los demás
musulmanes que estuvieran tentados a las reformas.
El
discurso del día 13 de agosto del presidente
tunecino pidiendo reformas concretas en dos aspectos: la igualdad en la herencia
de las mujeres y la posibilidad de que la mujer pueda contraer matrimonio con un
hombre de otra religión o de ninguna es una apuesta decidida y valiente. Así ha
sido saludada desde las fuerzas progresistas de diferentes países, especialmente
por los grupos feministas (la Unión Feminista Egipcia, por ejemplo).
En el sentido
contrario, por ejemplo, Egipto ha apostado por el conservadurismo al poner
oficinas religiosas en el metro para la consulta de los fieles a los clérigos.
Mientras el presidente tunecino apuesta por las reformas, en Egipto se impone la tradición ampliando el poder de la Universidad de Al-Azhar e
indirectamente la de todos los que exigen desde la sociedad el cumplimiento sin
cambios o interpretaciones más abiertas que permitan el cambio social y la
convivencia. Las peticiones de reformas del discurso religioso por parte del
presidente al-Sisi han sido rechazadas por Al-Azhar y los eruditos.
Unión Feminista Egipcia recogiendo la noticia de Túnez |
El
destino de la propuesta tunecina es muy importante porque, si llega a prosperar,
correrá como fuego por muchos otros países. La importancia se puede comprender
por las reacciones en contra. La Universidad de Al-Azhar ya se manifestó inmediatamente.
De las reacciones tunecinas variadas dimos también cuenta.
Ahram
Online, el diario estatal egipcio, informa de las reacciones en la propia
Túnez:
A group of Muslim scholars in Tunisia released
a joint statement on Thursday demanding President Beji Caid Essebsi relinquish
his call for legal equality between women and men in inheritance rights, and
for amending a decree to allow Muslim women to marry non-Muslim men.
The president on Sunday called for the 1973
decree to be changed to allow Muslim women to marry non-Muslim men; at present
such marriages are only permitted if the man converts to Islam. He also
announced the formation of a committee to study the issue of equality, with
regards to inheritance.
Unlike the Grand Mufti of Tunisia, Sheikh
Othman Battikh, who said he agrees with Essebsi's initiative, a group of 24
scholars held a press conference on Thursday to announce their objections.
The group of signatories included a number of
well-known Islamic academics, including former grand mufti of Tunisia Hamda
Said.
The initiative is “a clear challenge to the
constants of Islam, as well as the constitution, which states that Islam is the
official state religion of Tunisia," the statement read.
The statement also condemned what it described
as the "deliberated marginalisation of religious institutions" and
declared the scholars’ rejection of the current grand mufti’s stance towards
the initiative.
The Zitouna University, reputed to be the
oldest Islamic teaching institution, has not issued a response opposing the
initiative nor have Zitouna Mosque.
On the other hand, a number of coalitions and
civil society organisations have said they support the initiative to amend the
law.*
Ya analizamos la propuesta del presidente tunecino y no
vamos a hacerlo de nuevo. La reacción de los "eruditos" es, lógicamente,
la defensa de lo que cimienta su poder, la capacidad de justificar la
"legalidad" o no de la propuesta. Ser "iguales", como nos
han dicho, es anti islámico. La mujer
debe dar las gracias por la desigualdad, porque esta es más justa. Cualquier cambio
es negado en nombre lo que está escrito.
Mientras no se abran los países a la convivencia entre ciudadanos
que tengan derecho opinar y vivir de formas diferentes, el germen del
terrorismo estará ahí, ya que se enseña que la vida del otro es reprobable y
merecedora de castigo. El salto a la
violencia es cuestión de intensidad, pero el origen es la negación del derecho
del otro a decidir sobre su vida. Es totalitarismo.
Donde aprendieron a odiar los jóvenes terroristas fue en su
casa, en sus instituciones próximas. Allí escucharon una y otra vez que Occidente es el mal, que expande su
mal afectando al islam, la única religión verdadera.
Sin esa primera siembra de odio no habría dado los
siguientes pasos. Por eso es esencial que la transformación se produzca en los
propios países. Es ahí donde se debe dar la batalla de la convivencia. Si esta
no existe en el interior, difícilmente podrá hacerlo fuera. Y desde la otra
perspectiva igual: dejará de existir este tipo de terrorismo cuando la
convivencia real sea un hecho en cada país.
Y la fórmula más clara es dar pasos como los propuestos por
el presidente tunecino. Se enseña que hombres y mujeres tienen los mismos
derechos y que igual que el hombre puede casarse con mujeres de otras
religiones, las mujeres puedan hacerlo igualmente. Se hace, por ejemplo, abriendo espacios como
con la "condenada" por Al-Azhar (y desde Turquía) "mezquita
liberal" de Alemania, donde oran juntos hombres y mujeres, dirigidos por una mujer, donde caben gais y lesbianas, donde nadie tapa su cara.
En resumidas
cuentas, se hace realizando cambios reales, algo que se evita por los grupos
fundamentalistas y las instituciones conservadoras.
No es solo Occidente y sus ciudades quien sufre la
violencia. El tuit del asesino nos da cuenta que ese totalitarismo se extiende contra
todos aquellos que quieren dar pasos para reformar la religión en la que creen
sin tener que reajustar sus conciencias o vivir en el fingimiento, como muchos
hacen. Los que se enfrentan en sus países sufren la doble sanción de los
fundamentalistas y de las instituciones, que les impiden expresarse o vivir
libremente desde sus creencias personales, que han de supeditar al grupo.
Muchas personas son presionadas hasta extremos inverosímiles, vigiladas en sus
propias familias —especialmente las mujeres— para contentar a otros y mantener
el honor a salvo. Para el terrorista fundamentalista son personas que no viven
su religión como deben y deberían
estar muertas, al igual que los infieles. El "su" aquí no es algo que
se decida personalmente, sino que viene determinado de forma irreversible por
el nacimiento, familia y nacionalidad.
No se trata solo de la "seguridad", sino del "cambio",
cuya resistencia está en el origen de todo esto que el mundo padece en sus
diversas versiones, del Estado Islámico a Boko Haram. El odio se aprende y se transmite. Tiene un origen social,
familiar, institucional. Las estrategias para combatirlo pueden ser distintas.
Pero lo que está claro es que el mejor antídoto es enseñar y fomentar
tolerancia y convivencia.
Mientras se use la coerción familiar, institucional y estatal para imponer una forma religiosa, habrá ataques a los que discrepen o critiquen, a los que pidan cambios. Por el contrario, los que se basen en ella, serán cada vez más represivos y acabarán generando un terrorismo fundamentalista que persiga a infieles y reformistas. Eso es lo que nos enseña el tuit del asesino.
*
"Group of Muslim scholars in Tunisia oppose Essebsi's push for gender
equality" Ahram Online 17/08/2017
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/2/8/275516/World/Region/Group-of-Muslim-scholars-in-Tunisia-oppose-Essebsi.aspx
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