Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Los
acontecimientos de Barcelona, vistos a la luz de lo que vamos sabiendo, están
llenos de despropósitos, de sin sentidos, coincidencias, errores, etc. que es
el hilo con el que se fabrican estos hechos. No siempre hay buena preparación,
sino chapuza infinita que sirve para causar igualmente muerte y dolor. Los
terroristas pueden permitirse ser chapuceros; las autoridades, no.
Se le
recrimina a la alcaldesa de Barcelona, señora Colau, haber desestimado cuando
tuvo ocasión la colocación de los bolardos que otras ciudades han colocado en
sus avenidas tras la repetición de los atentados con vehículos por todo el
mundo. El argumento de la alcaldesa es que no quería que la ciudad perdiera
"libertad", lo que no deja de ser un bonito argumento, unas hermosas
palabras para decir en el homenaje a las víctimas.
El diario
El Mundo recoge la recomendación de poner bolardos o maceteros. Aporta el
documento original de la Policía en la que se advierte que puede ocurrir en la
ciudad algo a lo que ocurría en Niza, Londres o Berlín:
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha
defendido esta mañana la decisión de no proteger la Rambla con bolardos, pese a
la recomendación del Ministerio del Interior del pasado mes de diciembre. Colau
ha asegurado que los expertos en seguridad sostienen que pese a poner barreras
físicas en un lugar como el del atentado del jueves, una furgoneta pequeña
podría haber entrado a la Rambla por un lateral desde la calzada sin mayores
problemas.
También ha explicado que no se instalarán
bolardos en puntos estratégicos de la ciudad o con mucha afluencia de personas
porque "cortan nuestra libertad".*
No se
me entienda mal: no juzgo a la señora Colau por no haber puesto bolardos o
maceteros. Su error es visible
después de que ocurriera el atentado. Critico el argumento mediante el que
justifica no haberlo hecho, un sentido pedestre de la "libertad". Hasta
ese momento, ella era una decida defensora de la libertad de la ciudad, aplaudida
por muchos en su gesto de no poner opresores maceteros. Ahora es simplemente
una señora equivocada porque los hechos le han quitado la razón y porque no
convencen sus justificaciones. La pregunta clave ahora es: ¿ha aprendido algo
la señora Colau o seguirá defendiendo la "libertad" de la ciudad? O
en versión abreviada: ¿pondrá maceteros y bolardos?
La
señora Colau confunde la "libertad" con los "bolardos". No
hay que hacer demagogia con ello, sino aprender que no se deben confundir los
términos. Uno de los mayores errores que puede cometer un político con
responsabilidades es no distinguir bien las esferas de las que habla.
El
haber confundido una cosa con la otra le trae críticas a la señora alcaldesa de
Barcelona, sin que importe que no era ese el atentado preparado. Da igual. A
las autoridades no se les pide que sean adivinas o tengan el conocimiento
absoluto. Sus decisiones se toman ante incertidumbre, con información precaria
y tendencias variables. Puede que después de poner bolardos los atentados sean
con bombas, puñales o cualquier otra
forma en la que los bolardos no sirvieran para nada. Pero su decisión se ha
tomado bajo criterios que no tienen nada que ver con la seguridad.
No, a
ella no se le pide que sea adivina, sino que haga caso a los expertos y trate
de tomar decisiones no por la "libertad", que es otra cosa —bien
defendida—, sino en prevención de hechos posibles, cuya probabilidad debe ser jerarquizada.
El
error de Colau es haber mezclado una cosa con otra para tomar su decisión.
Nuestras libertades se basan en la Constitución, no en lo que opine la señora
Colau sobre los maceteros y bolardos.
A la
señora Colau se le ha recriminado anteriormente que fuera tibia contra otro tipo de ataques a la ciudad, el movimiento anti turismo que hasta hace
unos días escribía en la paredes, con evidente desatino, "El turismo
mata", tal como recoge la información del diario El País.
La
solidaridad de millones de personas en todo el mundo para con la ciudad y sus
víctimas, vecinos y turistas de cualquier parte, les habrá hecho ver con
claridad la diferencia en cómo "mata" el turismo y cómo lo hacen
otros. El verbo "matar" debe ser más respetado. Pero le das a un
tonto un espray y pasan estas cosas. Esperemos que, después de lo ocurrido,
encuentren otro juego con el que entretenerse que acosar turistas y gritar contra ellos en
las calles. No debía afectar a su sentido de la libertad de las personas que visitan la ciudad que la eligió como alcaldesa.
La señora Colau se puede equivocar, como lo han hecho otros. Lo que no puede es justificar su error con la libertad como excusa. Decenas de capitales apuestan por utilizar inteligentemente el mobiliario urbano de diverso tipo (bancos, bolardos, jardineras, árboles, monumentos, etc.) para dificultar el paso y, sobre todo, evitar lo que es el mayor peligro, la velocidad alta de los vehículos en su carrera criminal. Seguro que encuentra diseñadores con buen gusto.
El
atentado de Barcelona debe ser revisado inteligente, profesionalmente, como
todos los atentados, para ver lo que ha funcionado y lo que no. Pero no se deben confundir
los términos, no se debe hacer demagogia para justificar un error, porque es un
mal síntoma para el futuro.
Hoy se multiplican las noticias de ciudades que sin problemas con el turismo ni la libertad instalan o reinstalan los bolardos y los maceteros en las zonas de riesgo. Puede que Ada Colau no haya aprendido nada, pero los demás pueden aprender mucho de sus errores, desgraciadamente.
*
"Colau y los Mossos esquivaron el consejo policial de poner bolardos"
El Mundo 19/08/2017
http://www.elmundo.es/cataluna/2017/08/18/5996adfae2704ea95f8b460d.html
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