Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
atentado en Barcelona y lo ocurrido en otros puntos dentro de la misma trama ha
hecho pasar bastante desapercibido al atentado, mediante apuñalamiento, en
Finlandia al día siguiente. Como ocurrió en el caso de Egipto, en el que un
joven se introdujo entre los turistas que tomaban el sol en la playa de Hurgada,
el objetivo ha sido claro y definido: las mujeres.
Esta es
la información que daba La Vanguardia
sobre el atentado finés:
El yihadista marroquí de 18 años detenido
tras el apuñalamiento masivo de ayer en Turku (suroeste de Finlandia) es un
solicitante de asilo que llegó al país nórdico en 2016, siendo menor de edad, y
cuyos principales objetivos fueron mujeres, informó hoy la Policía finesa.
Estas son las conclusiones a las que han llegado, por el momento, las fuerzas
de seguridad finlandesas, cuando las investigaciones se encuentran todavía en
su fase inicial.
El agresor, que continúa ingresado en
cuidados intensivos tras recibir un disparo en la pierna, atacó a los
viandantes en pleno centro de la ciudad de forma aleatoria con un cuchillo de
grandes dimensiones, aunque la Policía sospecha que eligió preferentemente a
víctimas femeninas. “Creemos que las víctimas fueron elegidas al azar, pero su
objetivo primordial fueron mujeres. De las diez víctimas, ocho son mujeres y
los únicos dos hombres heridos fueron atacados por intentar ayudar a las
mujeres o detener al agresor”, dijo en rueda de prensa la portavoz policial
Krista Granroth.
Las dos víctimas mortales son una mujer de 67
años y una adolescente de 15, explicó la Policía, una de las cuales falleció de
inmediato y la otra en el hospital. Dos de los ocho heridos continúan
ingresados en cuidados intensivos, aunque no se teme por su vida, mientras que
el resto sufre heridas menos graves y algunos han sido ya dados de alta.*
En el
caso de Hurgada, igualmente el joven se dirigió contra mujeres, asesinando a
puñaladas a dos y a una tercera que falleció pocos días después. No es una
condición que se muestre en los ataques masivos (atropellos, explosiones, etc.)
porque es imposible seleccionar las víctimas, pero se va repitiendo con mayor
frecuencia este patrón anti mujeres como característico de.
A pesar
de ello, recordamos haber recogido aquí que en una de las explosiones en un
templo cristiano copto en diciembre en El Cairo, el asesino eligió para hacerse volar la zona reservada
a las mujeres. Esto hizo que fueran las principales víctimas del ataque. Cuando
pueden elegir, eligen matar mujeres.
¿Es
patrón o casualidad? De los factores que pueden llevar a una persona a asesinar
con saña mediante puñaladas a otras personas, la selección del sexo es
indicativa porque actúa como un elemento claramente motivacional que puede,
además, se usado en el adoctrinamiento dando lugar a la llamada radicalización.
El 28
de marzo de este año, Hadley Freeman escribió en The Guardian un artículo
titulado "What do many lone attackers have in common? Domestic violence". En él se
señalaba lo siguiente:
The reactions to Khalid Masood’s attack last
week played out with script-like predictability: rightwing commentators tried
desperately to blame the actions of this Kent native on immigration, while the
media pored over whatever anecdotes they could find from neighbours and
schoolmates. All The Day Today cliches were ticked off: he was “always polite”,
he came from “a normal family”, he once “got drunk” as a teenager.
This kind of desperate profiling plays to
people’s desire to believe we should be able to spot terrorists. But while
rent-a-gobs flail around naming and shaming Kent and drunk teenagers, it is
telling how rarely one feature common to many “lone wolf” attackers is called
out: a history of domestic abuse.
A relative of Masood’s former wife Farzana Isaq
told the Daily Mirror that Isaq had fled her ex-husband in terror after just
three months of marriage: “He was very violent towards her, controlling in
every aspect of her life – what she wore, where she went, everything.”
Mohamed Lahouaiej-Bouhlel, who killed more than
80 people after driving a truck into a crowd on Bastille Day in Nice last year,
had a long history of domestic violence, as did Omar Mateen, who last summer
killed 49 people in a Florida nightclub. “He would just come home and start beating
me up because the laundry wasn’t finished, or something like that,” Mateen’s
former wife Sitora Yusufiy told the Washington Post. Tamerlan Tsarnaev, one of
the Boston Marathon bomber brothers, had previously been arrested for domestic
assault and battery of a woman.
Before Katie Hopkins gets excited, this isn’t
evidence of a misogyny unique to the Muslim culture, or Muslim killers. The
stepmother of Dylann Roof, the white supremacist who killed nine people in
Charleston in 2014, accused his father of abusing her, suggesting Roof was
raised in a home where gendered control was normalised. Evangelical Christian
Robert Lewis Dear was so pro-life that he not only killed three people in a
Planned Parenthood clinic in Colorado in 2015, he also had an extensive history
of violence against women and domestic abuse, and an arrest for rape. Seung-Hui
Cho, a South Korean expatriate who shot and killed 32 people at the Virginia
Polytechnic Institute in 2007, had previously been charged with stalking and
harassing female students.**
Creo
que la observación es correcta al establecer los vínculos. En un sentido
profundo, la rebelión de las mujeres genera un rechazo, un odio patriarcal
contra ellas que se traduce en esas formas de violencia.
Las
propuestas realizadas el día 13 de este mes por el presidente de Túnez de avanzar
en la igualdad de hombres y mujeres mediante la modificación de las leyes que
regulan las herencias o darle la posibilidad —igual que tiene el varón musulmán—
de casarse con una persona de otra religión ya había sido contestadas de forma
airada por las instituciones más conservadoras, que ven en ello una violación
del "orden divino". La rebeldía
pecaminosa mostrada por la mujer al intentar ser igual que el varón sería
castigada por la mano de los que justifican la violencia doméstica como una
forma mantenimiento del "orden".
La
violencia doméstica, que la autora ve como un patrón, representaría ese
entrenamiento en la violencia, que tienden a justificar como forma de castigo o
"corrección" para restituir el orden. Igual que el racista se ve "desafiado"
por los que considera "inferiores", en el caso del machismo
patriarcal es la mujer la que desafía, la que debe ser enseñada a ocupar su
lugar.
Esto es
lo que hemos visto en Egipto en determinadas propuestas de sus diputados. No es
otro el sentido de proponer la reducción de la edad de la mujer para el
matrimonio o, como se hizo, mostrar la necesidad de que se sometieran de buen
grado (por el bien del hombre) a la mutilación genital. Era una forma, se
decía, de reducir su furor ante la debilidad del hombre.
Una
parte esencial en el proceso de radicalización terrorista es conseguir
encontrar el "puesto cómodo" para ejercer la violencia. Nadie se
considera a sí mismo un "asesino". Hay que encontrar la forma en que
se sienta un "redentor", un "salvador" de los suyos, un
"mártir". Para ello hay que convertir a las mujeres en un peligro
desafiante de las que el mundo debe ser salvado dentro del modelo
"edénico", es decir, de la "Eva" que arrastra al pecado y a
la perdición a los hombres.
La
convicción de que el mundo pierde sus
valores y que el orden está siendo destruido comienza en la propia casa, en
donde la violencia trata de mantener el orden interior. Radicalizar es crear una imagen del desorden, asignar unos
responsables, para después establecer una acción de castigo. Son tres momentos
diferentes y puede que el último que reservado al ámbito doméstico, sin llegar
a dar el salto a gran escala. La violencia se ejerce entonces en la casa contra
esposas e hijas a las que se trata de llevar al buen camino.
Si se
produce la traducción "política" y se traslada hacia el exterior, la
violencia puede dirigirse hacia las mujeres, como ha ocurrido en los casos
señalados. Son ellas, según perciben, el caballo de Troya que exige los cambios
que van contra la ley divina, contra las costumbres, etc. Esto se percibe con
toda claridad cuando se dan ataques masivos o violaciones a mujeres por su
forma de vestir, que es considerado una transgresión de las reglas y ellos ser
convierten en los brazos ejecutores.
Sabemos
del odio canalizado contra las mujeres desde el principio de la Primavera
Árabe, cómo fueron el objeto de las mayores ataques por parte de todos. Desde
los militares egipcios que comprobaban si eran vírgenes (acto heroicos a mayor
gloria del Ejército) en Tahrir a los ataques a las mujeres en las calles. Otro
diputado egipcio ha pedido que se exijan las pruebas de virginidad para entrar
en la Universidad. Todo ello, es la parte esencial, se hace en nombre de las
buenas costumbres. Por eso, cuando las familias de los terroristas dicen que
eran "muy normales" hay que tener en cuenta que esa violencia se
considera muchas veces como "correctiva", por su bien. En el fondo,
es un adiestramiento en el odio hacia las mujeres que han decidido no someterse
a las diferentes formas que unos llaman "tradición" y otros
"opresión".
El
diario El País incluía este fin de
semana una entrevista de interés con la filósofa Agnes Heller. Junto a las cuestiones
que se le plantean sobre la reducción de las democracias a las meras elecciones,
se encuentran algunas preguntas sobre lo que tratamos:
De todos los
cambios que ha vivido, ¿cuál es el más importante? ¿El cambio en la condición
de la mujer? Es
la única revolución que no considero problemática y es la mayor de nuestro
tiempo, porque no es una movilización contra un periodo histórico, sino contra
todos los periodos. La única totalmente positiva, tal vez junto al desarrollo
de los derechos humanos. Aunque nunca se pongan en práctica totalmente, es
esencial que se planteen.***
Apunta Heller
también:
[...] La liberación de la mujer es la única
revolución sin zonas oscuras. Ninguna otra se ha llevado adelante sin
problemas. La igualdad de la mujer, que no está aquí todavía pero que va a
ocurrir, también traerá nuevos problemas y también retrocesos.***
A
diferencia de otras revoluciones (sociales, coloniales, etc.), la revolución de
la igualdad entre los sexos debe nacer en el seno de las familias si se dan las
condiciones suficientes para ello. Mucho de lo legislado se resiste a ser
realidad porque choca con la considerada normalidad,
como ocurre en Egipto donde se supone, por ejemplo, que la ablación está
prohibida por las leyes, pero que sigue con cifras cercanas al 90%. Las leyes
no sirven de nada si no se cumplen. Y muchas de las leyes en favor de la
igualdad se quedan vacías por falta de aplicación y respaldo.
Los
fundamentalistas islámicos han canalizado el odio hacia Occidente ante lo que presentan como un ataque a las familias, cuyo centro son las mujeres. El
feminismo pervierte a las mujeres, dicen, y
estas destruyen las familias desde su interior. Es un argumento recurrente no
en los yihadistas, sino en los "hombres de bien", que se preocupan
por el estado de la sociedad, su moral sagrada. El mal llega con ellas y ellas
lo absorben de fuera, de allí donde no se frena, de un mundo de ateos, infieles
y pervertidos.
El odio
a las mujeres que se ha visto en los atentados o el hecho de que entre los
terroristas los antecedentes por maltrato familiar sean frecuentes es
probablemente algo más que una casualidad.
Se
puede argumentar que el que es violento lo es en todas las esferas, pero esas
esferas necesitan unirse en un discurso coherente
para el sujeto, en una narrativa
plausible que justifique su acción. Y esa es la habilidad del manipulador que
produce el salto de la radicalización doméstica (presentada como defensa del
honor y las virtudes familiares) a la práctica del atentado terrorista
(presentada como una forma de defensa frente al pecado que intenta destruir a
la gran familia virtuosa).
Ante
los ataques a la propuesta tunecina, escribí que la vía de los derechos de la
mujer era la mejor forma de enfrentarse al radicalismo fundamentalista,
potenciándola y amparándola frente a las críticas y ataques de todo tipo. El
conservadurismo patriarcal es difícil de remover y reacciona como hemos visto.
La
unanimidad que Agnes Heller ve en la revolución
de la mujer es relativa. Ha llegado a unas partes del mundo, pero esa aspiración
a la libertad y la igualdad se resiste fuertemente en otras. Lo vemos en las
niñas secuestradas por Boko Haram, en los atentados contras las escuelas de
Paquistán —como el que sufrió Malala—, en los pueblos que estaban y están bajo
el dominio del Estado Islámico, lo vemos en los feminicidios impunes.
Si el terrorismo yihadista empieza a seleccionar sus víctimas entre las mujeres, deberá ser tenido en cuenta en discursos eficaces que contrarresten los argumentos de odio de género. Habrá que alzar las defensas contra esta forma de "terrorismo de género" que va más allá del ámbito de la violencia doméstica sacándolo hacia el exterior.
El odio
a la mujer como forma de canalizar el odio terrorista es un estado que debe
ser estudiado. En primer lugar, porque los antecedentes por violencia doméstica
pueden ser un indicador personal y familiar para los sujetos. En segundo lugar,
de comprobarse como un rasgo, se debe invertir en su vigilancia y un mayor apoyo
a las mujeres en sus desafíos por la igualdad.
Ha sido el primer ataque terrorista en Finlandia. Han sido dos mujeres. Mis condolencias a los fineses y a las familias de las víctimas-
Esta no
es una guerra por el territorio; es una guerra por las costumbres, por las
normas sociales. Por tanto, será lenta.
*
"El objetivo del terrorista de Turku eran las mujeres" La Vanguardia
19/08/2017
http://www.lavanguardia.com/internacional/20170819/43658263847/finlandia-turku-terrorismo-ataque.html
** Hadley
Freeman "What do many lone attackers have in common? Domestic
violence" The Guradian 28/03/2017
https://www.theguardian.com/commentisfree/2017/mar/28/lone-attackers-domestic-violence-khalid-masood-westminster-attacks-terrorism
***
"Agnes Heller: “Solo la razón puede matar a millones de personas”" El
País - El País Semanal 21/08/2017
http://elpaissemanal.elpais.com/documentos/agnes-heller-entrevista/
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